Al iniciar el 2016, una primera manifestación de la ofensiva conservadora e imperialista contra los procesos de unidad e integración regional se ha producido en la IV Cumbre de presidentes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), del 27 de enero, realizada en Quito, Ecuador, al impedir los gobiernos aliados a Estados Unidos la adopción de decisiones firmes o, como en el caso del neoliberal jefe de estado argentino Mauricio Macri, decidir no asistir aduciendo motivos de salud cuando unos días antes hizo genuflexiones ante el poder financiero y político mundial en Davos, Suiza.Se trata de la continuación de las acciones realizadas el pasado año para debilitar los procesos nacionalistas y antiimperialistas a través de millonarias campañas mediáticas como las realizadas en las elecciones presidenciales de Argentina y parlamentarias de Venezuela y de maniobras políticas para desestabilizar al gobierno de la presidenta Dilma Rousseff de Brasil, buscando su destitución. El referéndum en torno a la reforma constitucional en Bolivia para habilitar una nueva candidatura de Evo Morales Ayma, el próximo 21 de febrero, pretende ser convertido en un nuevo momento de esta escalada.
Los avances políticos de la integración latinoamericana realizados durante los pasados diez años con la formación de la CELAC y la Unión de Naciones de América del Sur (UNASUR) tuvieron en el comandante Hugo Chavez a uno de los impulsores más convencidos de la estrategia de la unidad para enfrentar las fuerzas del capitalismo imperialista, actuar conjuntamente a nivel mundial y desarrollar la construcción del proyecto bolivariano, junto a Lula da Silva, Kirchner, Correa, Morales, Castro y Ortega, sin embargo en lo económico y financiero los pasos fueron muy lentos.
A esto se agrega la iniciativa de retomar los principios del Área de Libre Comercio (ALCA) gestada por Estados Unidos cuando gobiernos de países como México, Colombia, Chile y Perú impulsan la Alianza del Pacífico (A. del P.) junto a la potencia del Norte.
La CELAC marcó una estrategia de construir una instancia en la cual, sin la injerencia de las potencias capitalistas del norte como Estados Unidos y Canadá, se desarrollen políticas soberanas que potencien la región y definan el futuro de los pueblos a partir de su complementación e integración ante los desafíos internacionales de la formación de bloques continentales que van a determinar el mapa mundial en las siguientes décadas.
La agenda planteada en Quito hacia 2020, con la representación de los 33 países miembros y veintidós jefes de estado, contempla la erradicación de la pobreza en la región, la creación de un fondo financiero común ante la crisis mundial del capitalismo, el establecimiento de un sistema de comunicación alternativo a las grandes cadenas internacionales, el desarrollo de la educación superior y la ciencia y tecnología, la soberanía alimentaria, las relaciones con otros bloques y países como el BRICS, China y Rusia, entre otros puntos, sobre la base las decisiones soberanas de CELAC y al margen de la dominación norteamericana.
El desafío de la Patria Grande está planteado
Eduardo Paz Rada. Sociólogo y docente de la UMSA. Escribe en publicaciones de Bolivia y América Latina.
Los avances políticos de la integración latinoamericana realizados durante los pasados diez años con la formación de la CELAC y la Unión de Naciones de América del Sur (UNASUR) tuvieron en el comandante Hugo Chavez a uno de los impulsores más convencidos de la estrategia de la unidad para enfrentar las fuerzas del capitalismo imperialista, actuar conjuntamente a nivel mundial y desarrollar la construcción del proyecto bolivariano, junto a Lula da Silva, Kirchner, Correa, Morales, Castro y Ortega, sin embargo en lo económico y financiero los pasos fueron muy lentos.
A esto se agrega la iniciativa de retomar los principios del Área de Libre Comercio (ALCA) gestada por Estados Unidos cuando gobiernos de países como México, Colombia, Chile y Perú impulsan la Alianza del Pacífico (A. del P.) junto a la potencia del Norte.
La CELAC marcó una estrategia de construir una instancia en la cual, sin la injerencia de las potencias capitalistas del norte como Estados Unidos y Canadá, se desarrollen políticas soberanas que potencien la región y definan el futuro de los pueblos a partir de su complementación e integración ante los desafíos internacionales de la formación de bloques continentales que van a determinar el mapa mundial en las siguientes décadas.
La agenda planteada en Quito hacia 2020, con la representación de los 33 países miembros y veintidós jefes de estado, contempla la erradicación de la pobreza en la región, la creación de un fondo financiero común ante la crisis mundial del capitalismo, el establecimiento de un sistema de comunicación alternativo a las grandes cadenas internacionales, el desarrollo de la educación superior y la ciencia y tecnología, la soberanía alimentaria, las relaciones con otros bloques y países como el BRICS, China y Rusia, entre otros puntos, sobre la base las decisiones soberanas de CELAC y al margen de la dominación norteamericana.
El desafío de la Patria Grande está planteado
Eduardo Paz Rada. Sociólogo y docente de la UMSA. Escribe en publicaciones de Bolivia y América Latina.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetan
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