VI CLOC-VC
Osvaldo León
ALAI AMLATINA, 24/03/2015.- Uno de los réditos del Año Internacional de la Agricultura Familiar que propició la ONU en el 2014, con el trasfondo de la crisis alimentaria, es haber contribuido de alguna forma a visibilizar el debate entre el agronegocio y la agricultura campesina, que se mantenía en sordina por la simbiosis establecida entre el primero y el poder mediático.
En el plano oficial, por decir algo, el Director general de la FAO, José Graziano da Silva, en su discurso de apertura del 24 período de sesiones del Comité de Agricultura (COAG) en Roma, expresó: “Los responsables políticos deben apoyar una amplia gama de enfoques para reformar los sistemas alimentarios mundiales, haciéndolos más saludables y sostenibles y reconocer que ‘no podemos confiar en un modelo intensivo de entrada para aumentar la producción y que las soluciones del pasado han mostrado sus límites’… (y) solicitando un ‘cambio de paradigma’, dijo que los principales desafíos de hoy en día son reducir el uso de insumos agrícolas, especialmente el agua y los productos químicos, con el fin de lograr una agricultura, una silvicultura y una pesca más sostenibles y productivas a largo plazo”[1].