Pocas veces leí tantas mentiras y calumnias como en la nota de Mario Vargas Llosa en La Nación de ayer titulada “La gesta libertaria de los estudiantes venezolanos”. (La nota se encuentra disponible en http://www.lanacion.com.ar/ 1687598-la-gesta-libertaria- de-los-estudiantes-venezolanos
) Pocas veces vi a un gran escritor arrastrarse tan bajo para complacer
a sus mecenas imperiales o ser víctima de una menopausia intelectual
tan profunda que lo impulse a mentir descaradamente y a escupir sobre su
propio pasado, cuando defendía con ardor a la Revolución Cubana.
Ejemplos de esas mentiras: "millones de estudiantes en las calles"
protestando contra el gobierno bolivariano, cuando fueron unos pocos
miles los que ganaron las calles sobre los casi dos millones y medio de
universitarios que hay en Venezuela; Leopoldo López elevado a la
categoría de "preso político" por perpetrar crímenes que en Estados
Unidos o Francia lo condenarían a prisión perpetua; exaltar a los
"guarimberos" como una amable tertulia de estudiantes e intelectuales,
mientras tienden un alambre de púa a ambos lados de la calle para, en la
noche, decapitar a motociclistas desprevenidos; "por doquier se
levantaron barricadas", dice el escribidor, cuando en el momento de su
apogeo había guarimbas en 18 de los 335 municipios existentes en
Venezuela(¿qué quiere decir “doquier”?); “cerca de cincuenta compañeros
que han perdido ya la vida” a manos del gobierno, cuando la realidad es
que la mayoría de las víctimas de la violencia de la derecha han sido
chavistas o funcionarios del gobierno y sus fuerzas de seguridad. Son
estos “pacíficos disidentes” quienes incendian universidades y edificios
públicos, destruyen parques y plazas, pegan fuego a automóviles o
transportes colectivos, y quienes han salido a las calles dispuestos a
matar.
La densidad de mentiras por cada línea de esa nota no tiene parangón,
prueba irrefutable de lo que decía en una de sus novelas Alejo
Carpentier acerca del "ultraje irreparable de los años." Sólo que en el
caso de Vargas Llosa es un proceso muy agudo y que comenzó hace mucho
tiempo, antes de que llegara a su actual decrepitud intelectual y moral.
Habría que estudiar las razones por las que un gran escritor, que sin
duda lo es, y que conoce los crímenes y las artimañas del imperialismo y
sus secuaces locales como pocos (quien lo dude le recomiendo leer lo
que pone en boca de Roger Casement, el luchador anticolonialista de El Sueño del Celta)
puede llegar a arrastrarse en el fango inmundo en que hoy se revuelca
Vargas Llosa contando sus “mentiras que parezcan verdades”, como el
mismo definió el arte del novelista. Sólo que cuando escribe ensayos
sobre la realidad contemporánea de Venezuela esas mentiras no son un
inocente entretenimiento sino que se convierten en una siniestra
coartada para alentar y justificar en ese país un desenlace sangriento
como el producido por las hordas neonazis en Ucrania. Y de eso, tarde o
temprano, tendrá que hacerse responsable.
Fuente: Aporrea.Org