El cobarde asesinato de la líder indígena y campesina Berta Cáceres mientras dormía en su hogar de La Esperanza, Honduras, muestra claramente que en ese país no hay democracia ni estado de derecho y, a la vez, una realidad que cada vez se extiende más en nuestra región. Esta es la de la segunda conquista de América Latina y el Caribe por las grandes potencias, a través de las empresas transnacionales y del llamado crimen organizado que son apoyadas por los Estados en sus planes expansionistas de creciente y acelerado despojo y depredación de los recursos y riquezas naturales. Todo ello mediante la represión, el despojo de sus tierras y aguas a comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas. Las empresas corrompen autoridades locales, regionales y nacionales, que cuando los líderes de los pueblos en lucha no se doblegan los meten en la cárcel o los asesinan.