En lo que se refiere a los impactos del Cambio Climático en la población, es un hecho que las poblaciones que más sufrirán sus consecuencias
serán las más empobrecidas y vulnerables, donde se incluyen de forma concreta nuestras comunidades indígenas y campesinas. Es más, las consecuencias del Cambio Climático y sus impactos ya se están manifestando sobre la agricultura, base del sustento, de la economía y de las formas de vida de los pueblos indígenas, originarios y campesinos.
Se sabe que las familias campesinas indígenas que se dedican a la agricultura familiar son las que más ayuda necesitan para adaptarse al cambio climátio, y son pocos los países latinoamericanos que cuentan con estrategias de adaptación que prioricen la agricultura familiar y la Soberanía Alimentaria. En el contexto regional la mayoría de los gobiernos vienen implementando políticas de crecimiento económico con inclusión social, bajo modelos que priorizan formas que han demostrado ser poco sostenibles y de alta contribución al cambio climático como son la agro-exportación o la explotación de los recursos mediante megaproyectos. Además estas políticas de inclusión dirigidas a las poblaciones en alto riesgo y vulnerabilidad, promueven modelos de desarrollo asistencialista que hacen a las comunidades indígenas y campesinas dependientes, no favoreciendo su cosmovisión y su empoderamiento para ser agentes de su propio desarrollo.
En este sentido, esas políticas están teniendo y van a tener a futuro, un efecto sobre los derechos de las poblaciones más vulnerables, las cuales van a estar sometidas a mayores riesgos. Además esos efectos tendrán unos costes sociales, culturales y económicos, aparte de los ambientales, que no están siendo considerados, y que tendrán que ser asumidos por ese mismo Estado que no se está preocupando de prevenirlos. Por lo tanto, el problema no es solo ambiental, sino que es complejo en la medida que afecta a las personas y sus formas de vida, y debería abordarse contemplando toda esa complejidad.
La respuesta de las organizaciones campesinas indígenas:
Las organizaciones que integramos la CLOC-VC planteamos una solución holística que debe abarcar aspectos estructurales en lo que se debería considerar la raíz del problema, el modelo y organización de la producción, distribución y consumo de alimentos a nivel mundial que es apoyado por políticas nacionales e internacionales y que se puede caracterizar como industrial, deslocalizado y controlado por unas pocas corporaciones agroalimentarias que además vienen apostando por los cultivos transgénicos como nueva solución al hambre y las adversidades climáticas.
Otro aspecto conflictivo, que debemos enfrentar es el referido a la producción de agrocombustibles a gran escala como forma de evitar el consumo de energía fósil, ya que además de no solucionar la crisis climática, afecta gravemente al uso de la tierra para la producción de cultivos dirigidos al consumo humano agravando la crisis alimentaria.
Como campesinos y campesinas, apostamos por modelos alternativos, donde la Soberanía Alimentaría es nuestro eje central de acción. Entendemos la Soberanía Alimentaria como el derecho de los pueblos a definir nuestras propias políticas y estrategias sostenibles de producción, distribución y consumo de alimentos que garanticen el derecho a la alimentación adecuada para toda la población, con base a la pequeña y mediana producción familiar, respetando nuestras culturas y diversidad de formas campesinas, pesqueras e indígenas de producción agropecuaria, de comercialización y de gestión de nuestros territorios , en los cuales la mujer desarrolla un papel fundamental.
En este sentido, destacamos nuestra clara oposición a las grandes corporaciones agroalimentarias y exigimos su desmantelamiento completo. Estas corporaciones ocupan una posición hegemónica dentro del sistema agroalimentario mundial y sus prácticas perjudican gravemente a la agricultura indígena y campesina. Representan el motor del actual sistema agroalimentario globalizado y sustentado en la producción de alimentos estandarizados de baja calidad y en la destrucción del medio ambiente por el uso descontrolado de agroquímicos o la deforestación acelerada por la ampliación de la frontera agrícola. Además atentan contra nuestros derechos fundamentales como el acceso a nuestros propios territorios y el derecho a la alimentación.
En contraposición, proponemos un modelo de agricultura campesina indígena basado en principios de sostenibilidad tanto para la producción como para la distribución y consumo de alimentos. Dentro de este modelo los pueblos debemos ser los principales protagonistas, reconociéndose nuestro papel histórico de productoras y productores de alimentos.
Para ello es necesario visibilizar y revalorizar las prácticas, saberes y culturas ancestrales que nuestras comunidades han mantenido a lo largo de siglos, como punto de partida para el desarrollo de políticas y estrategias de mitigación y de adaptación, promoviendo el uso de tecnologías culturalmente apropiadas.
También necesitamos que se garantice el libre acceso y control de los recursos necesarios para cultivar y distribuir alimentos como territorio, semillas, tecnología o crédito. Es por ello que rechazamos la privatización y la mercantilización de los alimentos, servicios básicos públicos, conocimientos, territorios, agua, semillas y patrimonio natural y pedimos que se respeten nuestros derechos individuales y colectivos.
Frente a las actuales reglas de la Organización Mundial del Comercio, que impiden a los países fortalecer un sistema interno de producción, distribución y consumo de alimentos que priorice los intereses de la población local, reclamamos políticas y posicionamientos públicos favorables al desarrollo de mecanismos que protejan la producción nacional y local frente a las importaciones de alimentos y de capitales extranjeros destinados a la agroexportación, para que se garanticen precios justos tanto en la producción como en el consumo de alimentos.
Defendemos la agricultura campesina indígena como solución real ante la crisis climática global, ya que mantiene sistemas agroalimentarios sostenibles, que mejoran la calidad de vida en las zonas rurales y urbanas y mitigan y mejoran las posibilidades de adaptación al Cambio Climático al restablecer y mantener el equilibrio de los territorios.
Por ello, las negociaciones internacionales sobre cambio climático no deben quedarse en la mera reducción cuantitativa de gases de efecto invernadero y en el estudio del problema desde un enfoque de recursos naturales. Deben entender la adaptación y la mitigación dentro de un proceso de transformación hacia formas de vida equitativas y sostenibles, dando uso a fondos económicos controlados de forma soberana por nuestros pueblos, que son los más afectados siendo los menos contaminantes.
Como organizaciones campesinas e indígenas promovemos modelos integrales de desarrollo del Buen Vivir, que contemplan acciones y propuestas a todos los niveles, local, regional y mundial.
La crisis climática, como ya hemos afirmado, no es solo un problema ambiental, sino social, cultural, tecnológico, económico y político que exige un cambio integral hacia modelos más respetuosos con la sostenibilidad de la vida y los derechos básicos de todos los seres humanos.
Fuente: CNA - CLOC - Vía Campesina
Foto: Edgardo Matiolli- Radio Mundo Real