jueves, 24 de abril de 2014

Motoricemos el comienzo de la nueva historia







Socialismo, neo-desarrollismo y  pos-neoliberalismo


Por: Del Rosario Ignacio Denis
En medio de la actual crisis civilizatoria del sistema capitalista mundial, la región nuestras americanas y caribeñas convergen diversidades de posibilidades para avanzar, consolidar modelo distinto de equilibrio económico, político, social, cultural, ambiental, por el camino del Socialismo, pero también en estas disputa existen amenazas permanentes que pueden significar un retroceso, congelamiento, continuidad o restauración de una estructura o sistema fracasado históricamente en todos los continentes. El desarrollismo o el neo - desarrollismo su rostros igual más tarde serán inhumanos, cualquier intento de  re-formas que son necesarias precisamente para mantener estable una estructura o sistema, pero también es propicio para perpetuarla, los capitalistas siguen intentando condicionar la redistribución del excedente y a mantener inalterada su ganancia y buscar abrir la mayor posibilidad de maximización.
En este trinomio de disputa actual exigen lucidez, criterios y principios claro para avanzar y conseguir simplificar de forma perfecta hacia adelante un proyecto unionista, Socialista, Bolivariano, pluricultural, multicentrico y multipolar, de lo contrario, el peligro que se avizora es la reconstrucción de lo que se necesitan destruir, donde el binomio neo desarrollista o pos neoliberal no son otra cosa que las ecuaciones que luchan por su existencia y ansia de mayor voracidad de los recursos naturales muy abundante y diversos todavía en el continente nuestro americano. En este momento crucial para los pueblos nuestros americanos urgen un análisis histórico-concreto que pueda dar respuesta a esas distintas posibilidades, pero con la necesidad de no dar ningún paso atrás de las conquistas alcanzadas.
La tesis pro-desarrollista responde única y exclusivamente a desanimar la posibilidad de un modelo distinto al capital, jamás aceptan que la pobreza en el continente no es solo un fenómeno de atraso o mucho menos falta de desarrollo, su esencia causal es el robo y el saqueo. Partiendo de estas premisas, si hoy seguimos contando con tierras fértiles, yacimientos minerales, cuencas hídricas, riquezas energéticas, basamentos industriales, seguiremos incapaz de desarrollar una nueva relación social con la naturaleza y entre trabajadora y trabajadores que son la que producen riquezas materiales, enalteciendo valores espirituales, económica, filosófica, morales, es la única forma para garantizar la vida limitada del hombre y la mujer con dignidad, pero también la vida ilimitada de todas las especies en el planeta.
Si las clases dominantes conciben sus estrategias de desplazar su capital en época de crisis, socializar su perdida y privatizar su ganancia, también necesitan invertir el excedente apropiando de los recursos naturales existentes, mientras estas voracidad persisten seguirán entreteniendo, confundiendo, debilitando, conspirando, mimetizando en reducir la pobreza con la inversión de capital privado, y desde el estado promover programa asistencialista. Esta clase opresoras diagraman su horizonte en función de la tasa de beneficio, crecimiento económico de unos pocos y congelan la posibilidad o la opción en términos de cooperación y complementariedad económica desde la solidaridad entre los pueblos.   
En medio de esta nueva ofensiva imperial en su profunda crisis estructural, como clases sociales subalterna deben posicionar su visión del mundo, la gran fortaleza histórica lo tiene el continente latinoamericano y caribeño, seguir floreciendo el legado histórico de un gigantes hechos continentes Hugo Chávez, antes de dudar o discutir quien queda como sustituto en la región, es urgente y necesario asumir como un Lázaro colectivo el gran proyecto autentico emancipador de los pueblos como el ALBA y la CELAC, y seguir surcando y conservando las glorias nuevas y las futuras, para eso necesitamos también seguir rompiendo presiones imperiales y consolidar cambios estructurales de un nuevo sistema económico coherente con la vida, con la paz, con la justicia social, es decir el socialismo.
“... Hay mucha gente que piensa y piensa y piensa y poco hace para hacer realidad lo que ha pensado; aquellos hombres (Bolívar y Martí) pensaron y se fueron a la batalla y murieron y dieron todo por la libertad y por llevar a la realidad sus ideas revolucionarias, sus ideas de justicia, de independencia y de libertad; pues vamos nosotros a estas nuevas batallas de hoy, no nos queda más alternativa que nutrirnos, prepararnos, pensar con ellos, por ellos, para ellos, para nuestros pueblos e irnos a las batallas políticas, a las batallas sociales, a las batallas económicas, a las batallas por la integración que hoy estamos retomando con mucha fuerza pero que vienen de allá, ya ellos lo habían señalado”
Hugo Chávez. Aló Presidente N° 49, 29 de Octubre de 2003


Del Rosario Ignacio Denis. Ingeniero Agroecológico graduado en
Instituto Latinoamericano de Agroecología Paulo Freire (IALA)


Blog del Autor : http://ayvuguasu.blogspot.com/


Twitter: @yiyoparaguay
 

Venezuela, una batalla decisiva

¿Qué hay que hacer para poner fin a la escalada violenta en Venezuela? Es obvio que el imperio tiene un libreto, como lo advirtiera Chávez en la conferencia que brindara el 10 de diciembre de 2007 en el Centro Cultural de la Cooperación. Un libreto que contiene un programado proceso de fascistización, como el que se viera en el Chile de Allende. Luego, el manual se ha ido perfeccionando para diseñar nuevas estrategias de “cambio de régimen”. Los casos de Libia, Siria, Ucrania y Venezuela ilustran lo que venimos diciendo.

El sistema internacional atraviesa por una turbulenta fase de transición geopolítica global. Estados Unidos sigue siendo la potencia militar más importante del planeta, pero eso no le alcanza para ganar guerras, como lo prueban Vietnam, Irak y Afganistán. Sus aliados son cada vez más vacilantes e inciertos; sus vasallos, menos obedientes; y sus adversarios y rivales, cada vez más poderosos e influyentes. Washington pierde posiciones en Oriente Medio; en Asia Central, el sentimiento antinorteamericano llega a alturas sin precedentes; y en el Extremo Oriente, la creciente gravitación de China aparece como irresistible y conmueve las placas tectónicas del sistema internacional. Es en este cuadro de declinación imperial que hay que comprender la cruenta ofensiva sediciosa lanzada contra la Venezuela bolivariana, sede de la mayor reserva de petróleo del planeta. Tal como ocurriera en la década del ’70 del siglo pasado, cuando las derrotas en Indochina (Vietnam, Laos, Camboya) desataron una contraofensiva que culminó con la instalación de dictaduras militares en casi todos los países de América latina y el Caribe, el retroceso global de Estados Unidos lo impulsa nuevamente a buscar refugio en su “patio trasero”, como hace poco dijera John Kerry en su visita a la OEA. O en su tradicional “retaguardia estratégica”, como la definieran Fidel y el Che. Y para eso hay que barrer con regímenes políticos y gobiernos indeseables, a cualquier precio.

De ahí la enorme dificultad para poner fin al ataque de los fascistas en Venezuela, por más llamamientos al diálogo y a la paz que efectúe el presidente Nicolás Maduro. Venezuela es la cabeza de playa de una estrategia de desestabilización continental de las democracias latinoamericanas, que proseguirá en Ecuador y Bolivia hasta alcanzar a la Argentina, Brasil y Uruguay. Al final del camino asomaría una Latinoamérica similar a la que existía en vísperas de la Revolución Cubana, plagada de gobiernos neocoloniales y serviles en relación con los intereses económicos y geopolíticos de Washington. Esto es lo que convierte a la actual batalla de Venezuela en el equivalente de lo que fuera Stalingrado en la Segunda Guerra Mundial: una batalla decisiva para nuestras democracias, los derechos humanos y las luchas emancipatorias en curso en la región.

Para detener esta escalada de violencia se requiere:

a) Una sostenida presión internacional y al interior de Estados Unidos para que la Casa Blanca deje de alentar, organizar y financiar a la derecha venezolana, y en especial a su ala fascista. Para eso, Barack Obama debe reconocer el legítimo triunfo de Nicolás Maduro en las elecciones del 14 de abril de 2013, ratificado por la contundente victoria del chavismo en las municipales del 8 de diciembre de ese mismo año. Por lo hecho hasta ahora, Obama debería ser denunciado ante el Tribunal Penal Internacional como el principal instigador de la violencia que tantas muertes ha provocado en Venezuela.

b) Descargar todo el rigor de la ley sobre quienes quieren derribar al gobierno e imponer otro, apelando a la violencia. De lo contrario se produciría la metástasis de la fascistización, englobando a sectores cada vez más amplios de la oposición atraídos, por un lado, por la impunidad que se espera lograr del acosado gobierno bolivariano que ha sido excesivamente tolerante con los revoltosos (hablamos de gente que destruye bienes públicos y privados, tiende alambres de púa para degollar motociclistas, ataca con bombas molotov, etcétera); por el otro, por el “ejemplo exitoso” de Ucrania, en donde una turba de matones neonazis se montó sobre una protesta originalmente pacífica y, perpetrando toda clase de crímenes, se hizo del gobierno, que fue reconocido por la Casa Blanca y sus compinches de la Unión Europea.

c) Tercero, potenciar y mejorar la organización y la movilización de la base chavista. La derecha intentará combinar sus acciones violentas y destituyentes con el control “pacífico” de las calles con “guarimbas”, marchas y manifestaciones callejeras, y su abrumador control de los medios. El chavismo deberá recuperar su memoria y recordar que su predominio en las calles ha sido crucial para derrotar el golpe de 2002, y deberá seguir teniéndolo aun más hoy, más allá de cualquier acuerdo al que pueda llegarse en las mesas de diálogo. Y además habrá que hacer consciente a esa base chavista, y al pueblo en general, de que lo que está en juego es el futuro de la Revolución Bolivariana y las conquistas históricas de quince años, y que su efectiva defensa requiere inexorablemente la profundización del socialismo y el inmediato cumplimiento de las orientaciones establecidas por el comandante Hugo Chávez Frías en el “golpe de timón” dado a conocer el 20 de octubre de 2012.

Cualquier gobierno que surja como producto de esta contrarrevolución en marcha obrará del mismo modo que lo hizo el gobierno golpista de Pedro Carmona Estanga, cuando en su primer decreto derogó de un plumazo la Constitución de 1999 y todos los derechos establecidos en la misma, disolvió todos los poderes del Estado, declaró ilegal el marco jurídico existente, removió todas las autoridades surgidas del voto popular en los niveles nacional, estatal y municipal, y puso fin al convenio de cooperación con Cuba. Lo que está en juego es nada menos que el futuro de la revolución.


El autor es: Director del PLED, Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.