Por: Jose Roberto Duque
El detonante, vamos a llamarlo "inmediato" (porque hay otros remotos) de estas reflexiones, se me atravesó el 5 de julio de este año. Vino envuelto en un mensaje de texto de Walter Lanz. Decía: "Marico, lo logramos. Acabamos de obtener la primera reproducción de cachamas allá en El Frío. Con una hormona alternativa". Como sé que se trata de un mensaje incomprensible para la mayoría, invertiré dos párrafos en explicarlo.
Ese Walter y otros sujetos más, campesinos embarcados en una aventura llamada Escuela Popular de Piscicultura, tienen unos años criando cachamas con alimentos y procedimientos alternativos, naturales y artesanales, limpios, agroecológicos, etcétera. Había un paso por dar para conseguir la soberanía plena en ese asunto: había que romper un eslabón tecnológico, y acá es cuando se medio enreda el relato.
Sucede que las cachamas no se reproducen de manera natural en cautiverio porque la hipófisis de las hembras, antes de expulsar sus óvulos para ser fecundados, segregan una hormona sin la cual no hay fertilidad y eso sólo ocurre cuando están en los ríos o lagunas naturales. El punto es que esa hormona ha sido aislada y comercializada por años, y el precio actual en el mercado es de 120 mil bolívares el gramo. No un kilo: UN GRAMO de la hormona cuesta esa cantidad de plata.
Ese es el escenario ideal para que la insolencia tecnocrática y burguesa imperante triunfe e imponga la ley: "Sólo el Estado, la Academia y las corporaciones podemos reproducir peces. Campesinos de mierda: mejor ni lo intenten". Pues en ese mismo escenario han irrumpido de pronto estos locos, que ya antes le cerraron el hocico a los "sabios" haciendo otras cosas que según éstos era imposible, y han logrado el prodigio de la fecundación sin necesidad de la hormona para millonarios.
¿Qué sustancia emplearon estos compañeros en sustitución de la hormona de hipófisis de pescado? Aquí es cuando uno decide entonces copiar la conducta y la actitud con que nos han tratado a los pelabolas los "sabios" de corbata, los que se sienten dueños de un conocimiento que debería ser patrimonio de la humanidad, a lo largo de siglos y siglos de dominación, y les respondemos igual que ellos a nosotros: si me lo mamáis en cruz te lo digo. Ya el Ministerio de Agricultura y Tierras está en contacto con la Escuela Popular de Piscicultura para hablar de esta historia, en la que todos los países (incluido el nuestro) y pueblos han sido sistemáticamente estafados por laboratorios y transnacionales de la producción de alimentos.