“Le debo una canción indescriptible
Como una vela inflamada en vientos de esperanza...”
Silvio Rodriguez
En un lejano año de 1974, una joven salía de Santiago en dirección a La Paz. Dejaba el territorio chileno con marido e hija – “hija del golpe” - nacida en octubre de 1973. Estaba entonces con 31 años y había presenciado desde muy cerca la caída del gobierno de Salvador Allende algunos meses antes. Por ser integrante del Partido Socialista y ocupar un cargo menor en la Corporación de la Vivienda (CORVI) tuvo la suerte de recibir a los pocos días del derrumbe un informe comunicando su expulsión del país en veinte cuatro horas. Por estar embarazada consiguió retardar la salida en algunos meses, ganando tiempo para decidir adonde ir, como hacerlo y, no menos importante, que dejar y que llevar.