martes, 9 de diciembre de 2014

Violación de los DDHH continuado en Paraguay

América Latina - Destacados SurAmericaPress

Organizaciones sociales y políticas de Paraguay se movilizarán mañana miércoles 10 de diciembre en una gran marcha que arrancará a las 18 horas en Asunción- Paraguay, en el día internacional por los derechos humanos.
Según el informe de este año de una misión de observadores internacionales de Derechos Humanos integrada por 43 miembros de organizaciones, redes e instituciones de Suecia, Estados Unidos, Colombia, Chile, Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay califican al gobierno Paraguayo de un estado represivo y violador de derechos humanos. El Estado profundizó sus prácticas represivas, a través de asignación de funciones de seguridad interna a cuerpos militares; el creciente uso de la violencia física y simbólica y la aprobación de normas legales que disminuyen las garantías. Señala también que lejos de llevar la seguridad a las zonas militarizadas, se producen desarticulación del tejido social, debilitamiento de vínculos comunitarios y de las propias organizaciones sociales, a través del amedrentamiento constante donde se enumera una serie de derechos vulnerados por agentes del Estado por hostigamientos, detenciones ilegales y arbitrarias, agresiones físicas y verbales en desalojos, niñas y adolescentes víctimas de amenazas y de violencia sexual sin que se les preste ningún tipo de asistencia ni siquiera se investigan los hechos; ejecuciones extrajudiciales, torturas, tratos crueles e inhumanos, amenazas de procesamientos y vinculaciones montadas con el EPP. http://www.abc.com.py/edicion-impresa/politica/hablan-de-estado-represivo-que-viola-derechos-humanos-640548.html

Este asenso de represión y violación de los derechos económicos, políticos, sociales y culturales desde el estado, hace que los movimientos sociales y populares tomen como una iniciativas política esta fecha para levantar nuevamente sus voces de indignación contra la criminalización de las luchas sociales, contra el terrorismo del estado vinculado al negocio de la drogas, el contrabando, el crimen organizado, es una expresión que preocupan a la sociedad civil en general por amenazar el estado de derechos y a la democracia.
La marcha partirá a las 18 horas desde la céntrica Plaza Italia y bajará por la calle Chile hasta llegar frente a la Fiscalía, donde se realizará un acto de protesta frente a este órgano estatal que encarna las políticas represivas.
Se continuará por la misma calle hasta frente al Ministerio del Interior, que junto con la Fiscalía y la Justicia, cierran el circuito de criminalización, espionaje y persecución de la protesta social en el país.
Por la misma calle Chile la marcha bajará hasta el microcentro asunceno hasta el Panteón de los Héroes, donde se registrará el acto central con discursos y proclamas.
Las organizaciones convocantes son el Frente Guasu, Partido Paraguay Pyahurâ, Conamuri, Partido Kuña Pyrenda, Movimiento 15 de junio, Otep-Sn, Fnc, Connats, Frente Recoleta, Frente Patriótico Popular, Corriente Sindical Clasista, Spp, Mcnoc, Fenaes, Coordinadora de Camioneros del Paraguay y el Frente Estudiantil por la Educación.
Esta marcha convocada por diferente sectores rurales, urbanos y estudiantiles simbolizan la resistencia incansable de un pueblo Guarani que jamas renunció a su segunda independencia, es la continuidad del mismo coraje de miles de campesinos asesinados, los sueños de mas de 200 compañeros y compañeras imputadas por resistir a la sojización de sus territorios y cientos de otros encarcelados, reprimidos y mutilados físicamente”. El Congreso Democrático del Pueblo seguirán creciendo y construyendo con el calor de las luchas del pueblo mas reprimidos, mas excluidos, es la esencia de la nueva historia que reclaman su libertad, que sueñan con una patria libre y soberana, para la vida y en defensa de la humanidad.
De la luchas del pueblo nadie se cansan
El presente es de luchas la victoria es nuestras.
Del Rosario Ignacio Denis. Ingeniero Agroecologico graduado en Instituto Latinoamericano de Agroecologia Paulo Freire (IALA)
Twitter: @yiyoparaguay
Blog del Autor : http://ayvuguasu.blogspot.com/





13 HERIDOS Y 4 DETENIDOS POR INTENTO DE DESALOJO EN PARANÁ


Una mujer, integrante de la familia que fue desalojada en calle Churruarín, informó que la policía “comenzó el operativo tirando gases lacrimógenos, postas de goma, y después balas de arma de fuego”. Denunció también que “la policía nos borró todo para que no tuviéramos pruebas”. Hay niños internados en el hospital San Roque.
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La mujer, en comunicación con Radio La Voz, señaló que “hay menores heridos con postas de goma” disparadas por la policía, así como también “personas heridas de bala”. También se denunció la detención del responsable de la delegación de Agricultura Familiar, Emiliano Gómez Tutau, quien participó del reclamo.
“Hay 10 menores, 15 mayores, y 50 vecinos que nos están apoyando”, indicó consternada. “Encima, vinieron temprano porque sabían que no iba a haber tanta gente”, puntualizó.
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Violencia y tensión
Ante la situación de extrema tensión y por la presencia de varios menores de edad, desde la Policía se decidió suspender el operativo.
Todo comenzó la semana pasada con un operativo para sacar de un predio a tres familias que hace 30 años están en el lugar. La medida fue después de una orden de un juez y una decena de policías de la Guardia de Infantería Adiestrada (GIA), junto a una topadora llegaron a la zona, donde también estuvo presente una abogada y un oficial de Justicia.
Indica El Once que durante la mañana prendieron gomas, hubo cortes de calle y se vivieron momentos difíciles con un detenido y una mujer de 30 años con diálisis que debió ser trasladada a un centro de salud porque se descompuso. Había por lo menos seis niños, uno de ellos de ocho meses. Todas las pertenencias de estas tres familias fueron sacadas a la calle, pero finalmente el desalojo no fue concretado.
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(La Nota digital)

Crisis del capitalismo: desafio de la clase trabajadora


Ponencia para el Encuentro de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad. Caracas del 11 al 15 de Diciembre




1. ¿Qué nos une por debajo de la diferencia? ¿Qué entendemos por crisis del capitalismo las personas reunidas en este evento organizado por la Venezuela Bolivariana cumpliendo un necesario proyecto ideado por Chávez y Fidel Castro, como explica Carmen Bohórquez [1]? ¿Cómo podemos definir el largo, convulso y amenazante contexto mundial quienes aquí debatimos teniendo en cuanta que procedemos de continentes y países, historias y culturas, experiencias y luchas tan diferentes en sus expresiones externas como pueden ser las de Suecia, Argentina, Irán, Uruguay, Congo, Euskal Herria, Estado francés y Venezuela, por citar sólo el caso del temario que ahora mismo nos reúne en este viernes 12 de Diciembre? 
Más aún ¿cómo nos afecta la crisis actual a los muy diferentes movimientos obreros, populares y sociales en los que militamos y con los que nos identificamos, y cómo nos enfrentamos a ella? ¿Cómo impacta sobre los intelectuales y cómo éstos la interpretan y hasta la combaten, teniendo en cuenta los diferentes contextos históricos en los que desarrollan sus múltiples lenguas y tradiciones que modela sus pensamientos? ¿Y qué inquirir sobre los artistas, sobre el papel y la función de su arte popular en este contexto sabiendo que la industria cultural es además de una de las ramas económicas más rentables del capitalismo mundial también y sobre todo un muy eficiente instrumento de alienación de masas y de desnacionalización de pueblos rebeldes en manos del imperialismo? ¿No son demasiadas las diferencias que nos separan como para intentar encontrar un denominador común que nos identifique, que nos una como la misma humanidad explotada por el imperialismo? 
Estamos convocados para debatir fundamentalmente sobre como crear una red que conecte a movimientos populares, intelectuales y artistas, y la pregunta necesaria que debemos responder en primer lugar para avanzar en las reflexiones anteriores es ¿qué nos une a estos tres niveles o espacios, o áreas de prácticas sociales en el capitalismo actual por debajo de las situaciones concretas tan dispares en las que vivimos? ¿Qué podemos hacer los movimientos sociales, intelectuales y artistas, tres espacios de reflexión tan distanciados a simple vista, frente a un poder tan aplastante como el imperialista? Estimo que, antes que nada, debemos centrarnos en nosotras y nosotros mismos para, después, aportar algo al resto de las hermanas y hermanos explotados. 
Planteo una primera y urgente respuesta: nos une la necesidad imperiosa de detener y revertir la tendencia destructiva a la mercantilización de la vida y de la naturaleza. El capitalismo se diferencia de todos los modos de producción, entre otras cosas, también y sobre todo porque para sobrevivir debe reducirlo todo a simple mercancía, a valor de cambio expresado en dinero, al margen de la forma que este tenga. En la medida en que, en última instancia, los movimientos obreros, populares y sociales, y la intelectualidad y el arte críticos expresan la resistencia cada vez más consciente de la humanidad explotada a la extensión destructora de la dictadura del dinero, de valor mercantil de los sentimientos y de la naturaleza en sí, en esta medida, el capitalismo debe acabar con ellos para, a la vez, apoderarse definitivamente del planeta. 
Lo que nos identifica y dota de sentido a quienes aquí estamos es algo invisible a primera vista, algo oculto tras la apariencia externa de las cosas: desde su ensangrentado origen y a lo largo de su sangrienta expansión, el capitalismo se mueve siempre forzado por su irracional lógica de acumulación ampliada, de convertirlo todo en una nueva rama económica generadora de beneficio privado, es decir, de mercantilizar hasta el alma, si existiera. La subsunción de la naturaleza en el capital es también la subsunción de la especie humana en la irracionalidad del máximo beneficio privado en el menor tiempo posible y sin reparar en la devastación que ello conlleva. Pulverizar la naturaleza transformando sus cenizas en materias primas y en fuerza de trabajo, en beneficio y en mercancía, es a la vez destruir la esencia crítica y liberadora del intelecto y del pensamiento racional, y de la capacidad creativa del arte emancipador, es destruir el potencial revolucionario de la mayéutica, de la heurística, de la dialéctica, en síntesis arrancar de raíz la antropogenia para imponer el valor de cambio, el fetichismo de la mercancía y la dictadura del trabajo abstracto. 
Lo que nos une es que, al margen de nuestra subjetividad, somos parte del Trabajo explotado por el Capital. Las diferencias, en este nivel de debate, entre militantes en movimientos populares, intelectuales y artistas que aparentan ser absolutas, se esfuman en la nada cuando llegamos al fondo de lo real: somos parte del Trabajo explotado, dominado y oprimidos por el Capital. Luego actuemos desde esta realidad, y no desde la ficción ideológica burguesa. 
2. Siempre vuelve la realidad negada 
Sabemos que hay una especie de ley de la evolución que explica que los procesos avanzan de lo simple a lo complejo, de la menor interacción a la mayor interacción con otros procesos, de manera que la dialéctica entre la diversidad creciente y la unidad interna es cada vez más difícil de descubrir, a no ser que nos dotemos de un método adecuado. Sin duda la complejidad extrema adquirida por el capitalismo a finales del siglo XX y comienzos del XXI --según el calendario cristiano-occidental-- fue una de las causas de la proliferación de toda serie de modas ideológicas de usar y tirar en el mercado de la industria político-cultural burguesa, saturación de «oferta ideológica», por utilizar términos mercantiles, que ha sido correctamente denominada como «moda post». Modas que fascinadas y obnubiladas por la multidiversidad de las espectaculares formas policromas mediante las que se presenta en el exterior la esencia capitalista interior, optaron por la vía más cómoda y fácil: negar la existencia de contradicciones internas que determinan las tendencias evolutivas de lo real y de sus polifacéticas expresiones. 
Con el desarrollo capitalista, la forma de su materialización expresa la forma de organización y choque de sus contradicciones internas, de su contenido esencial como modo de producción. Según el Capital choca con mayores resistencias del Trabajo, tiende a desarrollar métodos de explotación más complejos, mezclas nuevas de dosis de brutalidad y de astucia, de represión y de consenso que generan formas sociopolíticas, culturales e ideológicas de dominación nuevas. De este modo, la creciente complejidad de las formas expresa la agudización de las contradicciones del contenido interno que tarde o temprano emergerán como fuerzas sísmicas destructoras. Ahora bien, el inevitable tiempo de tardanza entre su ebullición subterránea y su erupción externa, este tiempo de impasse facilita que, en su ínterin, florezcan delirios reformistas que creen que por arte de birlibirloque se han extinguido para siempre los límites del capitalismo, sus contradicciones. Si nos fijamos, todas las modas post tienen un contenido reformista más o menos explícito o encubierto. 
Dado que las formas expresan las interrelaciones de los contenidos como totalidad, por esto mismo existe una autonomía relativa en la evolución de las primeras con respecto a la esencia de la totalidad subyacente. Esta autonomía relativa, más o menos acentuada según los casos, explica que incidiendo en lo formal, en lo externo, puede influirse en la evolución de lo interno, el cambio del continente influye en algunos casos en el contenido. El idealismo reformista cree que esta posibilidad es absoluta y obligatoriamente eficaz: acabemos con las formas «malas» del capitalismo para desarrollar sólo sus formas «buenas» y, con paciencia, transformaremos el capitalismo en su conjunto. En determinadas circunstancias históricas, la acción reformista sobre la forma puede y logra paliar, debilitar y hasta controlar un poco los efectos más dañinos e inhumanos del Capital en beneficio del Trabajo, pero a la larga, siempre termina resurgiendo la mala bestia, el Moloch, inherente a la lógica ciega e irracional de la acumulación ampliada. 
Fue por esto que la moda post desapareció del mercado ideológico nada más que las contradicciones del capital empezaron a salir a la luz. Dicho grosso modo, desde el inicio de la década de 1990 se intensificaron, extendieron e interrelacionaron las crisis parciales y aisladas, o sub-crisis, hasta llegar al caos sistémico actual. En este evento tenemos dos ejemplos de que el capitalismo no había triunfado definitivamente en 1989-91: uno fue la demostración cubana de que podía y quería sobrevivir como nación independiente en medio de los peores cercos imperialistas, y el otro fue el acto heroico de 1992 dirigido por Chávez contra la opresión y miseria creciente que sufría su pueblo. Ambos fueron una afirmación de resistencia que demostraba que la humanidad seguía viva y dispuesta a vencer, simultánea a otros diferentes pero con la misma identidad sustantiva: revueltas de hambre en 1992 en ciudades norteamericanas, zapatismo, altermundialismo y antiglobalismo, luchas obreras en la Europa y en Corea del Sur de mitades de esos años, crisis de los «dragones asiáticos» de 1997, victoria venezolana en 1999 y apertura de múltiples procesos en las Américas como la revuelta de Seatlle, el corralito argentino, las luchas bolivianas por el agua y el gas en esos años, y un inabarcable listado hasta llegar al período 2007-2014. 
Hemos citado muy pocas de las abundantes prácticas de masas contra la injusticia, y ninguna de las aportaciones teóricas, culturales y artísticas realizadas por grupos o personas de izquierdas contrarrestando el dominio cuasi absoluto de la ideología imperialista y su industria de alienación de masas. Pero desde la mitad de los ’90 en adelante poco a poco fue recuperándose el pensamiento crítico colectivo que tuvo en los encuentros internacionales de los Foros contra la globalización uno de sus espacios de asentamiento y expansión. Al igual que sucede con la memoria reciente sobre las luchas materiales en los últimos veinte años, también debemos rescatar del silencio los avances realizados en la crítica teórica rigurosa del imperialismo en este período. 
Era necesario mostrar que la futilidad del iluso triunfalismo de los ’90 no se sustentaba en criterios objetivos de la evolución capitalista sino en voluntariosos subjetivismos de la clase dominante para, desde esa fantasía, asegurar un orden explotador que hacía aguas por todas partes. Hay que recordar que conforme transcurría la década de los ’90, EEUU, la OTAN y otras estructuras político-militares elaboraban nuevas doctrinas de contrainsurgencia y de guerra en respuesta a la recuperación de las luchas de las clases y de los pueblos. En la medida en la que, una vez más, el Estado burgués tenía que irrumpir en público como fuerza policíaco-militar decisiva para el mantenimiento del sistema, en esta medida se desplomaban las modas post y reaparecían las contradicciones internas del capitalismo. 
3. Tres avances teoricos de los pueblos 
En el capitalismo euro-yanqui se nos dijo que la clase trabajadora había desaparecido para dar paso a una masa heterogénea e informe de sujetos aislados explotables de mil modos distintos, masa amorfa que a lo sumo puede definirse como «multitud», «ciudadanía», «gente», «los de abajo», etcétera, o a otra escala como «infraclase», «precariado», «chavs» en cuanto nueva clase diferenciada de los restos extintos del proletariado y de la debilitada «clase media». Si buceamos un poco en la historia de las mercancías ideológicas, vemos que justo bajo los ecos del Mayo’68 reaparecieron las nuevas tesis sobre la sociedad post industrial y la desaparición del proletariado, que de revivían anteriores ideas sobre las élites que habían sustituido a las clases, y que incluso habían acabado con la clásica propiedad burguesa de las fuerzas productivas al multidividir su propiedad en pequeñas acciones y participaciones compradas por las capas medias y altas del proletariado, que así se aburguesaba. La tesis del «capitalismo popular» es tan vieja como el primer laborismo británico de finales del siglo XIX aunque llegó a su esplendor inmediatamente después de la II GM. 
En este marco ideológico en el que la sociología, la antropología, la economía, la historia y demás «disciplinas intelectuales» creadas en lo que llamados Occidente, actuaron --actúan-- como armas de la guerra cultural imperialista, fue imponiéndose en muchos centros académicos del mundo la misma superchería, de manera que varias generaciones de dirigentes en esos países, muchos de ellos a sueldo de las empresas transnacionales, actuaban según la misma creencia transplantada desde las metrópolis, desde la universidades y empresas occidentales. Mientras que fracciones cualificadas de sus clases trabajadoras resistían como podían al expolio transnacional y a las agresiones armadas directas o «invisibles», la creencia ideológica dominante, oficial, sostenía los tópicos de los opresores. 
Un mérito incuestionable de estos pueblos explotados fue el de pensar por ellos mismos, al margen y frecuentemente en contra del determinismo economicista de la «izquierda» eurocéntrica y «rusocéntrica» hasta finales de los ’80. Pero semejante logró sólo pudo alcanzarse después de sucesivas derrotas sufridas al haber seguido obtusa y dogmáticamente las miopes extravagancias de la «izquierda» eurocéntrica que imaginaba que el resto de mundo era como el suyo. Estos pueblos superaron dos obstáculos teóricos formidables: el primero y más inmediato, el «rusocentrismo» y el eurocentrismo de las teorías e ideologías sociales, que les impedían llegar a un conocimiento propio de su propia situación; y el segundo, una vez aquí, superar las múltiples apariencias fenoménicas de lo real, cuestión a la que nos hemos referido arriba, para bucear hasta encontrar la raíz de sus problemas, y una vez en la profundidad de las contradicciones aportar enriquecedoras teorías revolucionarias al resto de la humanidad. 
De hecho, el evento que ahora realizamos es un ejemplo de este triple mérito: la izquierda eurocéntrica no captó, malinterpretó y hasta despreció la sublevación de 1992 dirigida por Chávez y el período posterior, hasta no tener más remedio que rendirse a la evidencia, y eso no siempre; la izquierda «rusocéntrica» cubana apenas comprendió el contenido histórico del Ejército Rebelde, y a escala general lo mismo ha sucedido con las luchas de las naciones trabajadoras del llamado impropiamente Tercer Mundo. Luego o simultáneamente, el segundo logro fue la crítica radical realizada por sus izquierdas superando la bazofia de las denominadas «ciencias sociales» burguesas desarrollando una independencia teórico-política que les ha permitido y exigido a la vez avanzar al tercer logro: bucear hasta sus contradicciones específicas que son una forma precisa de las contradicciones esenciales del capitalismo mundial, descubrirlas como formas autónomas de la lucha de clases mundial e integrarlas en la totalidad de la lucha esencia entre el Capital y el Trabajo que recorre a la humanidad entera. 
La triple conquista explica que movimientos obreros, populares y sociales del mundo debatamos aquí y ahora sobre lo que nos une frente al enemigo común, el imperialismo. Muy lógicamente, existen diferencias y discusiones sobre cuestiones precisas en los niveles histórico-genéticos, pero que son matices enriquecedores siempre porque lo genético-estructural está asumido. Por tanto, en el plano de la lucha de la clase trabajadora frente a la crisis capitalista, la primera tarea a desarrollar es la de que cada nación obrera practique su liberación de clase dentro de la dialéctica entre lo singular, lo particular y lo universal. 
4. Praxis y militancia artistico-intelectual 
Hemos recurrido al empleo de una de las categorías del método dialéctico porque además de ser imprescindible para revolucionar el mundo, también nos lleva directamente al famoso y permanente debate sobre el «papel de los intelectuales» en la liberación humana. Debo confesar que para mí la palabra «intelectual» me produce un rechazo inmediato gravado a fuego por las lecciones de la militancia, excepto en los sobresalientes casos en los que es la praxis la que determina y llena de contenido al adjetivo de «intelectual». Lo sustantivo, la substancia de la tarea intelectual no es otra que la praxis revolucionaria, es decir, la comprensión del mundo como proceso simultáneo a su transformación revolucionaria, y viceversa, la transformación revolucionaria como proceso simultáneo a su comprensión. Pero también en esta dialéctica los pueblos trabajadores explotados nos dan lecciones viales. Che Guevara le dijo a Nasser que si un político no se había jugado la vida alguna vez, jamás pasaría de ser un simple político. Lo mismo hay que decir sobre los intelectuales. 
Che Guevara no era un intelectual ni tampoco un político, aunque desarrolló un poderoso intelecto y unas cualidades políticas majestuosas porque era un revolucionario que dio contenido radical a su labor político-teórica. ¿Y qué decir de Hugo Chávez? ¿De Rosa Luxemburgo, etc.? La praxis que les identifica es tanto más valiosa ahora que entonces por tres razones: una, porque, como hemos visto, el capitalismo necesita mercantilizar el pensamiento, la cultura, el arte, cualidades que definen junto a otras el modelo de ser humano rico en relaciones y en creatividad, y por ello autoconsciente, enemigo mortal de reducir el pensamiento a mercancía. La privatización e industrialización del conocimiento, de la cultura, mediante las patentes de propiedad es una de las formas más destructoras del saber humano ideada por el imperialismo para subsumirlo en su industria cultura. Los pueblos expoliados y empobrecidos apenas pueden defender su creatividad intelectual, artística y científica. La tarea organizativa y movilizadora de sus intelectuales militantes es decisiva en la defensa de la soberanía lingüístico-cultural: es una tarea política en su misma naturaleza porque sólo tiene visos de victoria si genera un poder político capaz de vencer la fagocitación intelectual de las grandes potencias: la llamada «fuga de cerebros» de los años ’60 y ’70 es un juego de niños comparada con las presiones actuales. 
Dos, porque la complejidad de lo real exige de un método de conocimiento filosóficamente ágil, móvil, consciente de lo contradictorio del mundo y por eso consciente sus propias contradicciones en cuanto autogeneradoras de nuevas verdades relativas, concretas y objetivas. La intelectualidad militante es irreconciliable, por una parte, con la visión tradicional de la filosofía como mera apetencia, querer o incluso «amor» hacia el conocimiento puro e inmaculado, sino como método crítico de transformación de las condiciones sociales que determinan el pensamiento; y por otra parte, es irreconciliable con cualquier forma de positivismo que rechaza todo método que recurra al principio de unidad y lucha de contrarios, que rechaza el decisivo criterio de la «negatividad absoluta» como momento previo al salto a la novedad cualitativa. 
La negatividad absoluta de la clase trabajadora, del Trabajo, es la burguesía, es el Capital; esa absoluta negatividad presiona en la unidad y lucha de contrarios entre Trabajo y Capital para forzar la victoria revolucionaria del primero sobre el segundo mediante la intervención consciente de la clase obrera como fuerza social organizada políticamente. Esta pugna recorre y determina de mil modos diferentes todas y cada una de las casi infinitas formas en la que toma cuerpo el Capital como relación social que se autoreproduce, también y cada vez más mediante el trabajo complejo, cualificado, tecnificado, de eso que la docta ignorancia idealista define como «economía de la inteligencia, cognitiva o inmaterial», como si la fabricación de instrumentos complejos por los humanos de hace 1,8 millones de años no fuera «economía cognitiva» realizada para acelerar la ley del ahorro de energía o del mínimo esfuerzo y la ley de la productividad del trabajo, como base materialista objetiva de la antropogenia. 
La cualificación cognitiva de relativamente pocos trabajos concretos, ya activa en esas primeras herramientas complejas realizadas en el comunismo primitivo, entra en fragrante contradicción con la esquilmadora simplificación y descualificación de la mayoría de los trabajos concretos, realizados por fuerza de trabajo condenada al analfabetismo funcional más básico. Esta contradicción también recorre la estructura social entera expresándose con terribles efectos alienadores, reaccionarios y hasta fascistas mediante la manipulación inconsciente y subconsciente de la estructura psíquica de masas realizada por el Capital sobre el Trabajo esclavizado psicológica y mentalmente con la ayuda inestimable de la ignorancia cultural más desoladora. Incluso el relativamente escaso trabajo cualificado, la «economía cognitiva», se sostiene sobre una asfixiante formación parcial, unidimensional y monotemática, estricta y fríamente tecnicista según las exigencias de la máxima rentabilidad instrumental y positivista, que expulsa al olvido y que reprime toda muestra de cultura libre, no mercantilizada, la verdaderamente peligrosa para la burguesía. 
Y tres, la descualificación inherente a la producción mercantil en cadena nos replantea la función social de los artistas, que no sólo de los intelectuales y de los movimientos obreros y populares. Hablamos de artistas en plural porque no tenemos tiempo para debatir las múltiples concepciones de Arte, ni sobre el momento histórico de la aparición de la estética como sentimiento y cualidad que, según todo indica, estaba ya presente en los neandertales, si no antes. Pero sí debemos saber que con la dictadura del valor de cambio, de la mercancía, la estética, lo bello, el arte y hasta la misma cultura sufre una degradación cualitativa. Si definimos a la cultura de la especie humana-genérica como la producción de los valores de uso en base a las capacidades colectivas e individuales, y su distribución social y horizontal en base a las necesidades colectivas e individuales, entonces esta cultura genérica desaparece aplastada por la propiedad privada de las fuerzas productivas, y con ella el arte y la estética en su sentido de especie humana genérica. 
La esencia de la cultura burguesa radica en la producción de máquinas humanas. La latencia subterránea e imperecedera de lo bello y estético como expresión «inmaterial», simbólica, emocional y afectiva realizada en los valores de uso, es cada vez más aplastada en las profundidades de lo inaccesible a la irracionalidad instrumental de la lógica del máximo beneficio mercantil. La militancia estética, artística, cultural e intelectual pugna así con la esencia misma del valor de cambio que lo reduce todo a la superficialidad fetichizada del dinero. Para el Capital lo bello es el dólar. Frente y contra esta degradación, los y las militantes que realizan su praxis en la lucha teórica y estética se enfrentan a una prioridad: extender en las izquierdas el criterio de que la emancipación humana es una obra de arte global, total, es un «todo estético», según lo pensaba Marx. Para el humanidad explotada, la libertad es el canon de la belleza. 
5. A modo de resumen 
Concluyendo, los movimientos populares y la militancia artística e intelectual somos parte del Trabajo explotado por el Capital. De hecho, es imposible establecer fronteras insuperables entre las tres áreas ya que la conciencia radical y la cultura crítica, que es lo mismo, forman una unidad interna en cualquier praxis de lucha de un pequeño movimiento social que en su barriada empobrecida organice una sesión de teatro y un recital de poesía. La larga historia de la emancipación de los pueblos explotados nos muestra cómo el arte y la cultura denigrados como «populares», «vulgares», «primitivos»… por la clase dominante y por el imperialismo, tienen contenidos progresistas y hasta revolucionarios que debemos rescatar, actualizar y abrirlos al futuro. 
La burguesía busca desesperadamente encontrar nuevas ramas productivas que contrarresten la tendencia a la caída de la tasa media de ganancia, y la «cultura» abstractamente definida le ofrece un campo de negocio prácticamente inagotable. Se trata además de un «negocio redondo», como se dice, porque no produce únicamente rentas económicas, sino también políticas, ideológicas, costumbristas, sexuales… beneficios globales que apuntalan los cimientos de un capitalismo aquejado por una crisis de sobreproducción agravada por un agotamiento de los recursos y un crecimiento imparable de los mal llamados «costos externos», los causados por la rotura casi irreversible del inestable equilibrio medioambiental y climático. El caos geopolítico y la militarización son parte de esta dinámica y la empeoran. 
Más que nunca antes, la dialéctica entre lucha de clases, reconquista de derechos humanos concretos, profundización del pensamiento racional y de la creatividad artística libre, la lucha por la recuperación de los bienes colectivos y comunales expropiados al pueblo y privatizados, la reintegración de la humanidad en la naturaleza y su desmercantilización, la emancipación de la mujer que deja de ser «instrumento de trabajo» en propiedad del hombre, la reducción drástica del tiempo de trabajo explotado y el aumento del tiempo libre y propio, la satisfacción de estas y otras muchas necesidades radicales se ha convertido en una tarea imperiosa. Y entre todas ellas, como síntesis de todas ellas, destaca fundamentalmente la toma del poder por la clase trabajadora. No hay otra alternativa que esta para defender los derechos de la humanidad. Cada pueblo deber lograrlo según, desde y para sus circunstancias, debilidades y fuerzas, pero, al fin y al cabo, se trata de una labor de la humanidad entera, como unidad consciente en lo básico opuesta a la unidad de mando del imperialismo. 

Nota
[1] Carmen Bohórquez: Fidel y Chávez inspiran Red en Defensa de la Humanidad 29-10-2014 www.boltxe.info
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Humala: promesas de mediodía, hechos de medianoche

Un balance del Gobierno de Ollanta Humala en Perú



El autor hace balance de la presidencia de Humala en Perú que pasó de ser una «importante expectativa» para Latinoamérica, de ser el «Chávez peruano», a ser un impulsor del rumbo neoliberal en la economía y apostar por la «Alianza del Pacífico» que impulsa Washington.



La victoria de Ollanta Humala, líder del Partido Nacionalista Peruano, en las elecciones presidenciales de junio de 2011, generó importantes expectativas en América Latina por la posibilidad de que el bloque gris (neoliberal y pro-EEUU) perdiera un aliado de peso medio (30 millones de habitantes y quinto país más poblado de la región) y de ubicación estratégica (más de 2.000 kilómetros de costa en el Pacífico, con puertos clave para el intercambio con el gigante chino y el continente asiático). Casi 3 años y medio después del inicio del mandato, el balance del Ejecutivo de Humala es sumamente deficiente en relación a las expectativas creadas, como lo corroboran diferentes analistas a los que pudimos entrevistar en nuestra estancia en Perú.Antecedentes: Para el filósofo peruano Eduardo Cáceres la década del noventa, la del «Fujimorismo», fue clave porque supuso el restablecimiento del poder oligárquico que había sido desmontado en el «Velasquismo», durante el gobierno militar revolucionario de Velasco Alvarado (1968-1975), y la imposición de un modelo neoliberal que se mantuvo intacto -excepto en su vertiente dictatorial- en los siguientes gobiernos de Alejandro Toledo (2001-2006) y Alan García (2006- 2011). En este contexto, la aparición de Ollanta Humala generó ciertas expectativas de cambio para sectores de la izquierda y el progresismo.
Proyecto Humala 2006. Humala se da a conocer como candidato a las presidenciales de 2006 con un perfil notablemente rupturista y con el padrinazgo y la asesoría de Venezuela. Aunque una gran parte de la izquierda tenía muchas reticencias por su pasado en el Ejército en el que fue acusado de violaciones de derechos humanos durante el enfrentamiento armado entre el Estado y Sendero, su caracterización como el «Chávez peruano» le permitió convertirse en la esperanza de los sectores populares y de todos aquellos que aspiraban a superar el neoliberalismo.
Fuera del ámbito intelectual, en las masas campesinas y más humildes, Humala se proyectaba como el nuevo «Velasco Alvarado». En el imaginario campesino la figura del general Velasco está asociada a la reforma agraria y al combate a la oligarquía, y por tanto es un referente histórico de lo nacional- popular. A una parte de la izquierda urbana e intelectual le ha costado más reivindicar su figura, aunque en los últimos años, según Eduardo Cáceres, «todos coincidimos en que el Velasquismo fue el proyecto nacional más importante del siglo XX».
Raul Wiener, prestigioso periodista y exasesor de Humala, recuerda que en la campaña de 2005 el candidato «parecía un izquierdista de los 70» con un fuerte discurso estatista. Ganó la primera vuelta y para la segunda mantuvo un discurso radical. La «derrota» frente a Alan García, plagada de acusaciones de fraude, retrasó la llegada de Humala al Palacio Presidencial. La maquinaria del viejo APRA funcionó eficazmente alterando en las actas lo que en los votos supuestamente no había logrado el camaleónico García.
Proyecto Humala 2011. Hasta el año 2009, señala Wiener, Humala mantuvo un perfil similar al de los comicios de 2006. Sin embargo, será ese año cuando se produce el distanciamiento con Venezuela, la entrada en escena de Brasil y el inicio de vínculos cada vez más estrechos con Lula y el PT. El grupo de asesores más izquierdistas y/o de inspiración bolivariana van a ser desplazados y sustituidos, a partir de 2010, por asesores brasileños. Según Wiener, el nuevo círculo de influencia le convence que debe moderar su imagen y reducir su perfil confrontativo. En síntesis, construyen un «Ollanta de marketing publicitario».
Inicio de mandato y Conga. Pedro Francke, economista y profesor de la Universidad Católica señala que durante los primeros cinco meses de gobierno la composición del Ejecutivo tuvo cierta imagen «progresista», ya que Humala nombró como primer ministro a Salomón Lerner, una figura próxima a la izquierda, además de otorgar dos carteras (Ambiente y Mujer) a referentes del espectro del progresismo. De cualquier manera, desde el primer momento el ministerio de Economía fue puesto bajo el control de un hombre de las transnacionales, el exfuncionario del Banco Mundial Luis Castilla. Paralelamente, en otra institución estratégica como el Banco Central, Humala decide mantener la misma estructura directiva que había diseñado el anterior presidente, Alan García.
Las reformas impulsadas a lo largo de este primer medio año, indica Francke, fortalecen una imagen y una ilusión de cambio, tras más de dos décadas de neoliberalismo. La propuesta de impuesto adicional a las empresas mineras, la promesa de consulta a las comunidades en proyectos extractivistas, el impulso de nuevos programas sociales y el acercamiento a Brasil y Unasur, son los aspectos más relevantes de esta primera etapa. Mar Daza, del Instituto de investigación PDTG (Programa Democracia y Transformación Global), considera que en esos primeros meses se vio más cerca un horizonte de cambio, una posibilidad de «primavera de izquierda».
Sin embargo, la explosión del conflicto minero de Conga truncó las expectativas que podían tener algunos sectores. La resistencia popular contra el proyecto minero transnacional en Conga (departamento de Cajamarca) puso contra las cuerdas a Humala, que por arte de prestidigitación había pasado del «¡Conga no va! ¡Agua sí oro no!» (pronunciado durante su campaña electoral frente a la población cajamarquina) al «¡Conga va, sí o sí!» (apenas 6 meses después). Los muertos provocados por la represión policial consiguieron paralizar el proyecto empresarial pero supusieron un punto de inflexión, según Cesar Aliaga -presidente regional de Cajamarca-, ya que el gabinete Lerner cae y Humala gira a la derecha nombrando como nuevo primer ministro al titular de Interior, Oscar Valdés, hombre de mano dura y orientación neoliberal.
Balance económico. Todos los analistas consultados coinciden en que Humala ha mantenido el rumbo neoliberal implantado por Fujimori en el año 90. Cáceres puntualiza que el núcleo del equipo económico en el Estado no ha cambiado en 20 años. Agrega que las políticas económicas se siguen diseñando bajo la batuta del Instituto Peruano de Economía, «think tank» al servicio de la elite.
Francke destaca que Perú ha vivido una década (2004-2014) de fuerte crecimiento económico, con tasas siempre por encima del 5% e incluso en algunos años alrededor del 8 y 9%, situando al país en uno de los puestos más altos del ranking mundial. El fuerte crecimiento lo explica fundamentalmente el alto precio de los metales en el mercado internacional, y más concretamente el del oro y cobre. Tanto Francke, como Wiener y Cáceres consideran que el modelo se ha caracterizado por una fuerte concentración del ingreso y mayor desigualdad, pero a su vez reconocen que este gran incremento del PIB ha posibilitado una ampliación de las clases medias, una mayor recaudación para el Estado e incluso cierto impacto positivo en el poder adquisitivo de los estratos más empobrecidos.
En cuanto a la estructura del actual poder económico, el mapa presenta continuidades pero también la entrada con fuerza de nuevos grupos. La inversión minera privada sigue siendo uno de los motores de la economía, además de un fuerte crecimiento estos años del sector de la construcción, con la consiguiente especulación inmobiliaria que conlleva, la cual es muy visible en Lima, capital del país. Por otro lado, según Cáceres, están creciendo nuevos grupos económicos que tienen como fuente de acumulación actividades ilegales (narcotráfico, contrabando) y que se están haciendo fuertes en regiones mineras andinas y en zonas de la Amazonia. Estas nuevas elites se están posicionando en gobiernos regionales, conscientes del atractivo nicho de negocios que supone el control de la administración pública. Por último, otros sectores estratégicos siguen bajo control privado, como el petróleo, la electricidad y las pensiones. Esta radiografía, evidencia que Perú sigue siendo uno de los países latinoamericanos donde menos se han podido revertir las contrarreformas neoliberales, apunta Francke.
Política social. En el ámbito social, el gobierno de Humala pretendió en un inicio transmitir una imagen de mayor preocupación con un área que durante los gobiernos anteriores había sido secundaria. La primera acción simbólica fue la creación del Ministerio de Inclusión Social (MIDIS) y paralelamente el impulso de nuevos programas como Pensión 65 (una ayuda básica de unos 30 euros mensuales para las personas mayores más pobres) y Beca 18 (unas 5.000 becas universitarias para jóvenes de bajos recursos). A su vez, amplió la cobertura del «Programa Juntos», un clásico programa de «inspiración Banco-Mundial» de transferencias monetarias condicionadas (educación-salud-nutrición), que venía del gobierno de Alan García. El MIDIS asegura que en tres años incrementó en un 43% los beneficiarios, de menos de 500.00 personas a más de 700.000.
De cualquier manera, Humala mantuvo gran parte de los principios rectores de la política social neoliberal: focalización, compensación y fuerte peso de la lógica privada. En esta línea, destaca su defensa del modelo de «alianzas público-privadas», como está ocurriendo en el sector salud, donde se está promoviendo la gestión privada de hospitales públicos.
Geopolítica. En materia de política internacional, la capacidad de mutación de Humala ha sido realmente antológica. Pasó de ser el «hombre de Chávez» en 2006 al nuevo aliado de Brasil en 2011, para finalmente, terminar «traicionando a los brasileños», como afirma categóricamente Raúl Wiener, y apostar sin ningún escrúpulo por la «Alianza del Pacífico», principal plataforma inter-estatal de apoyo a Washington en América Latina. Aparece por tanto junto a México, Colombia y Chile, formando parte de un entramado que tiene como función principal desgastar las iniciativas de integración soberana en la región, principalmente Unasur y la CELAC. La relación con Brasil, sin embargo, es más compleja de lo que parece. A pesar de que en su primer año se negó a comprar los aviones tucanos brasileños y finalmente apostó por la oferta de Corea del Sur (con tecnología gringa), durante su periodo las grandes constructoras privadas (Odebrecht, etc.) del gigante sudamericano están haciendo suculentos negocios en el sector de infraestructuras.
Hacia 2016. Aunque queda más de año y medio para los próximos comicios presidenciales, las quinielas han comenzado a circular. Por una parte, el PNP de Humala es un cascarón vacío sin ninguna opción de futuro. La única alternativa con cierto carisma, su esposa, actual presidenta del partido y figura de gran poder, ha sido satanizada por los mass media locales para frenar su candidatura. Por otra parte, las encuestas dan como favoritos a Keiko Fujimori y al inmortal Alan García, dos caras de la misma moneda: la continuidad neoliberal. Sin embargo, no hay que olvidar, como acertadamente nos indica Marco Arana, líder del partido Tierra y Libertad y uno de los precandidatos de la izquierda con mayor proyección, que en las últimas elecciones hay una franja superior al 30% que vota siempre contra el «stablishment», por lo que hay una base suficiente para poder disputar la presidencia en 2016.