Ayer caminaba por la avenida Michigan en el centro de Chicago y frente al lago se realizaba el espectáculo anual de aviones en el que participan aviones de la Fuerza Aérea y en el que realizan infinidad de piruetas, evento al que acuden miles de espectadores. Cada vez que sobrevolaban el centro de la ciudad un sonido tétrico y horroroso se estancaba entre las calles y los rascacielos produciendo un eco que aceleraba el corazón y que paralizaba a las multitudes que en verano pasean por el centro de la ciudad, un sonido aterrador: el sonido de la muerte.