23/10/13 
 
Por GRAIN
               
      
         
    
Ya en el año 2005 decíamos “Observadas hoy en día, todas las leyes de 
semillas refieren a la represión. Tratan acerca de lo que los 
agricultores no pueden hacer. Dictan qué tipo de semillas no pueden 
venderse, no pueden intercambiarse y en algunos casos incluso no pueden 
usarse. ¡Todo en nombre de la regulación comercial y la protección de 
los productores agrícolas! Si algo ha cambiado desde entonces, es que 
las estrategias de privatización se han multiplicado y se han hecho más 
extremas y ambiciosas.
     
 
            
    
         
    
        
    
                
    
    
             
   
      
         
Introducción
Los intentos por privatizar las semillas
 continúan desplegándose globalmente de las manos de los gigantes 
corporativos del agronegocio. Detrás de ellos hay un objetivo claro de 
apropiarse de las semillas de manera monopólica y de convertir la 
práctica histórica y milenaria de mantener y reproducir semillas en un 
delito. 
 
América Latina no está libre de tales ataques
Aunque la agresión tiene actualmente como punta de lanza las leyes
 UPOV, lo que en realidad se vive es una andanada de leyes, decretos y 
regulaciones que incluyen patentes sobre eventos biotecnológicos, normas
 sanitarias, normas de comercialización, leyes de certificación, 
registros varios, reglas tributarias, las mal llamadas “buenas prácticas
 agrícolas”, programas de investigación, políticas de establecimiento de
 mercados de semillas y más.
 
Ya en el año 2005 decíamos “Observadas hoy en día, todas las leyes de semillas refieren a la represión. Tratan acerca de lo que los agricultores no pueden hacer. 
 
Dictan qué tipo de semillas
 no pueden venderse, no pueden intercambiarse y en algunos casos incluso
 no pueden usarse. ¡Todo en nombre de la regulación comercial y la 
protección de los productores agrícolas! En este sentido, las leyes
 de semillas se complementan con los regímenes de derechos de propiedad 
intelectual (DPI) como la protección de variedades vegetales y las 
patentes. Los dos tipos de leyes — regulaciones para la comercialización
 y derechos de propiedad— se refuerzan mutuamente. 1
 
Si algo ha cambiado desde entonces, es que las estrategias de 
privatización se han multiplicado y se han hecho más extremas y 
ambiciosas. Lo que empresas y gobiernos no esperaban es que 
simultáneamente se han multiplicado las resistencias desplegadas a nivel
 nacional y regional.
¿Que es UPOV?
La Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales 
(UPOV) es una organización intergubernamental con sede en Ginebra 
(Suiza). La UPOV fue creada por el Convenio Internacional para la 
Protección de las Obtenciones Vegetales. El Convenio fue adoptado en 
París en 1961, y fue revisado en 1972, 1978 y 1991. Según su propia 
definición “la misión de la UPOV es proporcionar y fomentar un sistema 
eficaz para la protección de las variedades vegetales, con miras al 
desarrollo de nuevas variedades vegetales para beneficio de la 
sociedad”. 2 En el lenguaje de UPOV, "protección" significa 
privatización.
La historia de UPOV muestra una expansión permanente y aparentemente sin
 límite de los derechos de las empresas semilleras junto a una reducción
 también permanente y sin límites de los derechos y libertades de agricultores y campesinos.
 El Convenio original otorgaba derechos de propiedad solamente sobre 
variedades que hubiesen sido desarrolladas por quien solicitaba la 
privatización, concedía poco más que el derecho exclusivo de 
comercializar una variedad privatizada y no establecía sanciones 
específicas. Con las sucesivas transformaciones en 1972, 1978 y 1991, 
UPOV actualmente concede propiedad sobre variedades "descubiertas" y 
otorga derechos monopólicos sobre la producción, comercialización, 
exportación, importación, además de permitir a las empresas pedir la 
confiscaciòn de cultivos, plantaciones, cosechas y productos derivados 
de la cosecha. Asimismo, establece que las empresas pueden demandar 
penalmente, lo que implica penas de cárcel.
 
El Convenio UPOV 91 es el que hoy se está intentando imponer en todo el 
mundo bajo el pretexto de la “protección”. Sin embargo en el presente 
está ampliamente demostrado que UPOV 91 niega los derechos de los agricultores
 tanto a nivel particular como en su sentido más amplio al cercenar su 
derecho a guardar semilla para la siembra y permitir a las corporaciones
 adueñarse de la biodiversidad, logrando un control comercial completo 
sobre las semillas y los conocimientos de las comunidades. Además los 
criterios de protección de obtenciones en UPOV exacerban la erosión de 
la biodiversidad por promover la uniformidad de las semillas. 
 
Esto es tremendamente peligroso pues la uniformidad conduce a pérdidas 
de cosecha y a mayor inseguridad alimentaria. Finalmente la 
privatización de las semillas afecta negativamente a la investigación y 
el intercambio de conocimientos.
En América Latina y el Caribe son miembros de UPOV Argentina, Bolivia 
(Estado Plurinacional de), Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador,
 México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, 
Trinidad y Tobago y Uruguay. De estos Costa Rica, Panamá, República 
Dominicana y Perú son los únicos que en este momentos aplica UPOV 91. 3
El saco sin fondo de las ambiciones empresariales
Las leyes de semillas que hoy buscan imponerse son una aplicación irrestricta y a menudo ampliada de UPOV 91. Por lo tanto,
a) Permiten la privatización de variedades “descubiertas”, lo que además
 de ser absurdo desde el punto de vista de los supuestos principios de 
la propiedad intelectual (que dice privatizar sólo lo inventado), es un 
absurdo en el ámbito de las semillas, ya que toda variedad vegetal es 
obra humana. En otras palabras, las nuevas leyes permiten a las empresas
 o centros de investigación apropiarse del trabajo ajeno, más 
específicamente de las semillas campesinas. Este robo se ve facilitado 
por el hecho que la circulación de una variedad por circuitos locales campesinos no impide que quien se apropie de ella la defina como “nueva”.
b) El robo luego es llevado hasta límites impensables cuando las nuevas 
leyes expanden la propiedad otorgada a toda variedad “similar”, sin 
importar cuánto tiempo ella haya existido. Es decir, las leyes UPOV 
buscan imponer un robo con retroactividad. Una cláusula como ésta fue 
incluida en la resolución 970 del ICA en Colombia, inclusión que fue uno
 de los detonantes del Paro Agrario que se llevó a cabo en Colombia y 
que obligó al gobierno colombiano a retirar tal resolución.
c) Las 
sanciones contra quienes no obedezcan el absurdo aumentan 
significativamente, permitiendo la confiscación no sólo de las semillas 
que se consideren “ilegales”, sino también de los cultivos, 
plantaciones, cosechas y productos elaborados que provengan de tales 
semillas. Los procedimientos judiciales para tales confiscaciones serán 
del tipo sumario, lo que significa que se harán de manera rápida y con 
poca exigencia de pruebas. La experiencia práctica permite temer 
fundamentadamente que las empresas desplegarán estrategias de 
acusaciones múltiples sin mayores pruebas para amedrentar a campesinos y agricultores
 “díscolos”. La situación se agrava más aún por el hecho que al 
empresariado se le otorga explícitamente la posibilidad de perseguir 
penalmente a los agricultores, imponiendo penas de cárcel.
 
Este es el corazón de las leyes UPOV. Otros elementos altamente dañinos 
también han sido introducidos en algunas propuestas de ley. El proyecto 
chileno inicialmente entregaba el control de la aplicación de la ley a 
las empresas semilleras, creando de facto una policía privada. El 
proyecto argentino crea un registro obligatorio de usuarios de semillas,
 lo que significa que todo el que quiera sembrar debe registrarse.
Pero los intentos de privatización van más allá de UPOV. La 
certificación y las leyes de comercialización han sido centrales en la 
privatización de semillas de México y Colombia. Brasil está utilizando 
normas de comercialización. En Argentina avanza la privatización de 
eventos biotecnológicos y en todo el Cono Sur las empresas están creando
 su mundo legal paralelo a través de la imposición de contratos privados
 para cobro de regalías. A ello se agregan casi universalmente las 
políticas crediticias y de asistencia técnica que exigen el uso de 
semillas provenientes de las empresas o de los centros de investigación.
Todos
 estos mecanismos actúan conjuntamente y complementándose para desde 
distintos frentes intentar el fin último del control absoluto de las 
semillas.
La resistencia crece y se multiplica
Pero también es en América Latina donde las resistencias se están 
expresando de manera más contundente y donde los pueblos han logrado 
frenar en muchos países estos intentos de doblegar su autonomía. A 
continuación hacemos un recorrido por la situación en los diferentes 
países donde el protagonismo popular y campesino ha sido clave para 
detener estos avances corporativos y donde las luchas hoy continúan cada
 día.
Chile
La ofensiva de UPOV en Chile difiere poco de lo que está intentando 
imponer en muchos otros países. Diversos artículos facilitan la 
apropiación de semillas locales por parte de las empresas, criminalizan 
el uso de semillas propias por parte del campesinado, e imponen 
elementos absurdos como que aquellas empresas que registran alguna 
variedad como propia luego pueden impedir el uso de cualquier semilla 
que se le parezca. Y la amenaza de la confiscación de semillas, cultivos
 y plantaciones es parte de las nuevas que se imponen a las familias 
campesinas que osen continuar haciendo lo que han hecho toda su vida.
Lo que las empresas y el gobierno no esperaban es la reacción social que poco a poco se ha ido construyendo en Chile. La ley de semillas
 de acuerdo a UPOV 91 fue aprobada en primer trámite en el año 2010, a 
pesar de la fuerte oposición de diversas organizaciones campesinas — 
especialmente de ANAMURI y de la CLOC-VC —, así como de grupos de la 
sociedad civil.
 
A pesar de esta primera derrota, las organizaciones siguieron informando
 y denunciando los contenidos de la ley, por lo que cuando Chile adhirió
 al Convenio UPOV 91, la oposición fue muchísimo más amplia y activa, lo
 que llevó a un grupo de senadores a solicitar que el Tribunal 
Constitucional declarara la inconstitucionalidad de esta adhesión. Aquí 
se sufrió una nueva derrota, pero el trabajo de información siguió y se 
amplió, entre otros medios, a través de las muchas movilizaciones 
sociales que se han realizado en el país desde 2011.
Actualmente, el rechazo a la privatización de las semillas y a la Ley 
UPOV 91 es una preocupación nacional y transversal que hasta hace poco 
había impedido que la ley fuese aprobada en segundo trámite. Sin 
embargo, el gobierno de derecha —bajo la presión del gobierno de Estados
 Unidos— le dio urgencia a este segundo trámite, intentando empujarla 
sin que las organizaciones pudiesen reaccionar. La movilización esta vez
 fue a nivel nacional y por todo tipo de medios, desde marchas en todo 
el país que causaron gran impacto, a campañas de información por 
internet, a programas de radio, entrevistas por televisión, a talleres 
de información en comunidades rurales, universidades, reuniones con 
autoridades religiosas, conversaciones e intercambio de información con 
senadores, etc.
El impacto de miles de personas movilizándose, presionando a senadores y
 protestando, fue suficientemente fuerte como para romper al menos 
parcialmente el férreo cerco informativo que se vive en Chile y para 
convencer a una mayoría de los senadores (21 de 38) a comprometerse a 
votar en contra del proyecto de ley.
Ante esta nueva situación, el gobierno retiró la ley de la votación, con
 el fin de postergarla hasta después de las elecciones que se harán en 
noviembre de 2013, cuando varios de los senadores actualmente 
comprometidos contra la ley habrán cesado sus labores parlamentarias.
A la fecha en que se escribe esta nota, comienzos de octubre de 2013, 
las organizaciones campesinas y de la sociedad civil seguirán 
movilizándose para exigir que el voto de rechazo se haga efectivo a la 
brevedad.
Argentina
El Proyecto de modificación de la Ley de Semillas en Argentina es fruto de un lobby concreto de Monsanto
 que comenzó en el 2003 cuando la empresa comenzó a solicitar que se 
cambiara la Ley de Semillas para garantizar la “seguridad jurídica” de 
sus inversiones en transgénicos. En ese entonces no encontró ecos en el 
gobierno y anunció que se retiraba del país no introduciendo nuevos 
eventos. En su lucha por el cobro de regalías, Monsanto frenó embarques 
enteros de soja transgénica en puertos de Europa con demandas judiciales
 porque contenían genes de su propiedad y Argentina no admitía el pago 
de regalías. Finalmente esta demanda fue ganada por Argentina cuando los
 tribunales europeos desestimaron la demanda de Monsanto.
 
Si bien durante los últimos años de la década pasada el gobierno anunció en varias ocasiones que iba a presentar una nueva Ley de Semillas
 al Congreso fue recién en el año 2012 que se produce un radical cambio 
de postura sobre el tema. En junio del 2012 la presidenta Cristina 
Fernández anuncia en el 
 
Consejo de las Américas que a partir de sus conversaciones con Monsanto
 la empresa volvería a realizar inversiones en el país con eje en una 
planta de procesamiento de maíz transgénico en el Barrio Malvinas 
Argentinas en la Ciudad de Córdoba.
 
A los pocos meses, en una conferencia de prensa conjunta, el Ministro de
 Agricultura Norberto Yahuar y Pablo Vaqueros, Presidente de Monsanto
 Argentina anunciaron la aprobación y lanzamiento de la nueva soja 
transgénica RR2 “Intacta” (resistente al glifosato e insecticida) y la 
modificación de la Ley de Semillas
 para proteger a los inversores por “los grandes gastos que tienen”. El 
compromiso allí explicitado fue presentar la Ley al Congreso antes de 
fines del 2012 para que fuera tratada y aprobada.
 
La reacción de las organizaciones sociales no se hizo esperar y fue 
mucho más contundente cuando se hizo público que el borrador en 
discusión estaba siendo negociado en secreto dentro del Ministerio de 
Agricultura por las grandes cámaras semilleras y los grandes 
terratenientes del país. El rechazo a la modificación de la Ley de 
Semillas se extendió ampliamente en la sociedad y diferente colectivos 
incluyeron la demanda en diferentes actividades, movilizaciones, charlas
 y documentos.
Los análisis de las organizaciones sociales de una copia filtrada del 
proyecto en discusión encontraron que el mismo introducía, a partir de 
modificaciones en el articulado de la Ley vigente (que data del año 
1973), casi todos los contenidos de UPOV 91 y las restricciones que esta
 norma impone.
El Movimiento Nacional Campesino Indígena junto a Amigos de la Tierra y 
GRAIN comenzó una campaña de recolección de firmas que hacia fines de 
noviembre contaba ya con más de 500 adhesiones de organizaciones 
sociales y más de 3 mil 500 firmantes particulares.
El documento “10 motivos para luchar contra el proyecto de ley que 
pretende privatizar las semillas en la Argentina” 4 expresa que “la ley 
propuesta no protege los conocimientos ni la biodiversidad; sólo fomenta
 la privatización y protege la propiedad sobre lo que es un patrimonio 
colectivo de los pueblos, especialmente de las comunidades campesinas y 
los pueblos indígenas. De esta forma expande un principio inaceptable, 
el de que es posible y aceptable privatizar los conocimientos y diversas
 formas de vida” y que “Abre las puertas para que se profundice la 
expropiación y privatización de la biodiversidad agrícola y silvestre de
 Argentina. El proyecto de ley hace posible la mayor privatización de 
los recursos genéticos y de la biodiversidad nativa de Argentina al 
expandir los llamados derechos de obtentor sobre las especies 
vegetales”. Además “ilegaliza o restringe gravemente prácticas que han 
estado en vigencia desde los inicios de la agricultura, como es el 
seleccionar, mejorar, obtener, guardar, multiplicar e intercambiar 
semilla libremente a partir de la cosecha anterior”.
El documento concluye con un llamado a “Rechazar un proyecto de ley que 
atenta gravemente contra el conjunto de los habitantes de nuestro país. 
La agricultura tiene un carácter eminentemente social, puesto que tiene 
la función de sustentar y alimentar a toda la población. Poner en riesgo
 la seguridad y soberanía alimentaria de Argentina a través de la 
concesión de nuevos privilegios para las empresas transnacionales que 
están en el negocio agrícola es avanzar por el camino de la pérdida de 
soberanía para nuestro pueblo”.
El extendido rechazo que muy pronto encontró eco en varios sectores del 
oficialismo produjo que el Proyecto nunca ingresara al Parlamento, lo 
que fue entendido por las organizaciones como una victoria parcial. 
Durante los primeros meses del año 2013 el Ministro de Agricultura 
expresó que por ser un año electoral el Proyecto no sería enviado al 
Congreso pero ante evidentes nuevas presiones de Monsanto
 a las pocas semanas el Secretario de Agricultura anunció que ni bien 
concluyeran las elecciones el Proyecto ingresaría al Congreso.
 
Mientras tanto Monsanto no permanece en actitud de espera si no que 
mantiene su ofensiva obligando a los compradores de la nueva soja 
transgénica rr2 “intacta” a firmar un “contrato de regalías extendidas”.
 Monsanto informa en su página web para esta soja 5 que "Los productores
 que deseen optar, a su criterio y decisión, por utilizar semillas de 
soja conteniendo la tecnología intacta rr2 deberán suscribir con 
Monsanto una licencia limitada de uso de la tecnología". Una particular 
manera de entender el “criterio propio y decisión” de los productores 
que ronda la ilegalidad.
La movilización y la atención de la sociedad sigue de cerca cada paso 
que se da tratando de avanzar con La ley y hoy está presente en la lucha
 que los vecinos de la Asamblea Malvinas Lucha por la Vida y las Madres 
de Barrio Ituzaingó Anexo están dando en el Bloqueo a la Planta que 
Monsanto está intentando construir allí y que lleva mas de tres semanas 
de bloqueo.
Colombia
En abril del año 2102 el Congreso de la República de Colombia aprobó la 
Ley 1518 por medio de la cual se aprobó el "Convenio Internacional para 
la Protección de las Obtenciones Vegetales" cumpliendo los “deberes” que
 el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos le imponía para 
proteger los intereses de las grandes corporaciones del agronegocio.
La organizaciones sociales denunciaron rápidamente que la aprobación se 
había realizado desconociendo disposiciones de rango superior y 
desarrollos normativos y jurisprudenciales internacionales que consagran
 las obligaciones del Estado de garantizar y respetar los derechos de 
quienes están bajo su jurisdicción y específicamente la obligación de 
velar por la soberanía y seguridad alimentaria de la población.
Según el Grupo Semillas y la Campaña Semillas de Identidad el Convenio 
Internacional fue ratificado “sin garantizar el derecho fundamental a la
 consulta previa de las minorías étnicas” y su objetivo principal es 
buscar “la concesión y consecuente protección de derechos de obtentor de
 géneros y especies vegetales estableciendo, por un lado, determinadas 
condiciones que no pueden cumplir las variedades nativas y criollas 
porque el mejoramiento genético que han realizado los agricultores se 
basa en un enfoque y principios totalmente diferentes al que realizan 
los fitomejoradores modernos, y por otro, los alcances de su 
reconocimiento protegiendo intereses económicos de algunos e imponiendo 
el uso de semillas protegidas legalmente por requerimiento de las 
empresas transnacionales”. 6
A partir de este análisis diversas organizaciones realizaron una 
presentación ante la Corte Constitucional logrando en diciembre del 2012
 que la Corte Constitucional declarara INEXEQUIBLE la Ley 1518. 7 De 
esta manera se logró frenar el avance de UPOV 91 bajo el argumento de la
 falta de consulta previa a los pueblos indígenas y tribales sobre 
medidas legislativas o administrativas que los afecten directamente, 
bajo el amparo del Convenio 169 de la OIT, en cuyo artículo 6º se 
establece la obligatoriedad de dicha consulta. Si bien la amenaza de la 
aprobación de UPOV aún permanece, hasta el momento no se ha puesto en 
marcha el proceso de consulta requerido por la Corte. Esto produjo la 
preocupación de los Estados Unidos que hizo conocer a través de los 
medios su “pleno derecho de pedir que Colombia compense los perjuicios 
ocasionados por la decisión de la Corte Constitucional colombiana de 
declarar inexequible las Leyes 1518 y 1520, que establecieron una serie 
de normas requeridas para la firma del Tratado de Libre Comercio con ese
 país”. 8
Pero durante el año 2013 los acontecimientos ligados a las luchas 
campesinas volvieron a poner a las semillas en el centro de la escena. 
Fue a partir de la difusión del Documental “9.70 la historia de la 
semilla privatizada”9 de la joven directora Victoria Solano, que se 
comenzó a multiplicar entre la sociedad el impacto de las normas que 
privatizan las semillas.
La disposición 9.70 del ICA (Instituto Colombiano Agropecuario) data del
 año 2010 y pretende controlar la producción, uso y comercialización de 
semillas en el país. Esta resolución aplica los conceptos de la 
propiedad intelectual a las semillas y fue promulgada como requisito 
para la aprobación del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Colombia y 
Estados Unidos. “El documental analiza los impactos de la resolución 
tomando como ejemplo el caso Campoalegre, un pueblo al sur de Colombia 
donde se aplicó la resolución. En el 2011 el Instituto Colombiano 
Agropecuario, ICA, llegó hasta el municipio e incautó 70 toneladas de 
arroz, luego volvió con fuerza pública, y finalmente destruyó la semilla
 en un basurero por considerarla ilegal” exponen sus autores.
El fuerte impacto público que tuvo el documental coincidió con el inicio
 de las movilizaciones campesinas del 19 de agosto que conmovieron al 
país y rápidamente el rechazo a la disposición 9.70 se sumó a los 
múltiples reclamos campesinos.
 A partir de estas luchas la norma 9.70 fue “congelada por dos años”, lo
 que representa un inmenso triunfo de las organizaciones campesinas y 
sociales de Colombia. Sin embargo, en el presente resulta claro que lo 
que el pueblo de Colombia exige es que esta resolución sea completamente
 derogada de la misma forma que cualquier intento de imponer UPOV 91 por
 otras vías. 10
 
Venezuela
En Venezuela está en la pauta para el tratamiento de la Asamblea 
Nacional un proyecto de modificación de la Ley de Semillas que ha 
provocado mucha preocupación en las organizaciones sociales. Por un lado
 este Proyecto de Ley plantea una situación muy compleja pues pretende 
reglamentar la prohibición de los transgénicos en Venezuela y al mismo 
tiempo legislar las cuestiones de propiedad intelectual.
La Campaña Venezuela Libre de Transgénicos 11 ha venido dando 
seguimiento a este proyecto y realizado observaciones proponiendo la 
“prohibición de las semillas transgénicas en el país, la prohibición de 
cualquier figura de derecho de propiedad intelectual o patentes sobre 
las semillas, y la solicitud de ampliar el debate de la ley desde la 
construcción colectiva con los colectivos y movimientos populares 
revolucionarios”.
Las declaraciones públicas de los impulsores de la ley hablan de que la 
misma prohibirá los transgénicos en Venezuela pero la campaña ha 
expresado sus preocupaciones en relación al “articulado de la propuesta 
de ley que continúa reconociendo derechos de obtentor (figura de 
propiedad intelectual sobre la semilla), no define claramente los 
mecanismos de control y sanción de las semillas transgénicas, establece 
fiscalizaciones rigurosas a la semilla campesina, establece sanciones 
que pueden criminalizar las prácticas de intercambio tradicionales, aún 
no establece mecanismos de participación del poder popular, entre otros,
 todos aspectos que consideramos elementos de lucha del movimiento 
popular en el debate de esta ley”.
El compromiso de un amplio debate 
público y la fuerte movilización de los movimientos sociales abre las 
puertas para que se produzcan en el proyecto modificaciones que 
respondan a las demandas que se están realizando.
México
Tras la puesta en vigor del TLCAN, se fue articulando un escenario de 
leyes combinadas 12 que incluyó a “la ley de Variedades Vegetales” 
(1996) 13, la puesta en vigor de la ley de Bioseguridad de 2005 14 y la 
nueva ley de Semillas, de 2007 15 mediante las cuales el sistema 
jurídico mexicano dio un paso muy grande hacia el registro, la 
certificación, el patentamiento
 y privatización de las semillas, buscando imponer semillas de 
laboratorio diseñadas y criminalizando la custodia e intercambio de 
semillas nativas por los canales de confianza que durante siglos fueron 
la base de los sistemas alimentarios indígenas, campesinos, a nivel 
nacional.
 
Aunque México no se ha suscrito a la versión 1991 del Convenio, ya su 
ley de Semillas de 2007 explícitamente promueve la criminalización de 
las semillas nativas, criterios inconsistentes con el comportamiento de 
las semillas en la vida cotidiana de las comunidades estableciendo 
criterios abstractos de calidad y una “estabilidad” que implicaría un 
congelamiento de sus características, casi que la “obligación de no 
seguir evolucionando”. 16
Esto, junto con la Ley de Variedades Vegetales, de 1996 (parte de las 
obligaciones de ser miembro de UPOV) y su reglamento de 1998, abrió la 
explotación y aprovechamiento privados de variedades vegetales y 
materiales de propagación y su concesión pagada y venta mediante 
reglamentaciones muy favorables a las corporaciones.
En 2012, un sinnúmero de organizaciones campesinas y de la sociedad 
civil lograron detener el intento de que la Ley Federal de Variedades 
Vegetales se reformara hacia lineamientos más afines con UPOV 91. La 
reforma habría sido muy grave, porque concedía a los obtentores privados
 “el beneficio exclusivo [monopólico] procedente de ventas de semillas u
 otros materiales vegetales hasta por 15 años, o 18 en el caso de 
plantas perennes, ornamentales, forestales —aun cuando las plantas que 
se utilicen para desarrollar nuevas variedades sean del dominio 
público”. 17 Se incluían los organismos genéticamente modificados en 
coherencia con la ley de Bioseguridad, “lo cual es absurdo dado que los 
OGM son creados por la introducción de material genético que no es 
vegetal”. 18
La Ley de Variedades Vegetales recargada habría sido clave para 
potenciar a la ley de Semillas de 2007, pues habría promovido una 
policía de las semillas, un sistema de fiscalización y decomiso de las 
semillas no certificadas, clasificadas absurdamente como “piratas”, por 
no contar con factura, registro o certificación, pese a haberse guardado
 e intercambiado por lo menos hace 6 mil años. La reforma de la Ley de 
Variedades está pospuesta, pero seria un error pensar que está 
desactivada su aprobación. 19
En el resto de América Latina y el Caribe la situación difiere según 
existan o no Tratados de Libre Comercio (TLC) firmados con los Estados 
Unidos. Es el caso de Costa Rica y República Dominicana que por la firma
 del CAFTA (Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica-República 
Dominicana y Estados Unidos) han debido cambiar sus legislaciones para 
adaptarse al TLC o de Perú que también ha firmado un TLC con EEUU. En el
 resto del Continente y aunque en estos momentos no haya ofensivas las 
presiones para la adhesión a UPOV 91 son permanentes y es muy posible 
que en algunos países, como Paraguay, por ejemplo, en los próximos meses
 se produzcan embates en esa dirección.
Las resistencias dan sus frutos
Lo sorprendente en un contexto de avance del agronegocio en toda la 
región es que las resistencias al control corporativo de las semillas 
han dado sus frutos en casi todos los países donde se han presentado 
estas ofensivas.
En Argentina el Proyecto de Ley de Semillas no salió de su ámbito de 
discusión secreto en el Ministerio de Agricultura y jamás tomó estado 
parlamentario.
En Chile las organizaciones lograron que una mayoría de los senadores se
 comprometieran a votar contra el Proyecto de Ley Monsanto.
En Colombia la movilización campesina logró que la Resolución 9.70 fuera frenada.
En Venezuela existen firmes compromisos para que los principios que impulsó Hugo Chávez no sean traicionados.
También en México las luchas sociales impidieron que Ley Federal de 
Variedades Vegetales se reformara hacia lineamientos más afines con UPOV
 91.
Todo esto para el mes de octubre del 2013. No sabemos que ocurrirá en 
los próximos meses. Pero está claro que estas victorias no significan 
que las batallas contra la apropiación estén ganadas. Los movimientos 
sociales son muy consientes de que la situación actual plantea el 
desafío de seguir construyendo articulaciones, conciencia y nuevos 
aliados para enfrentar los embates que habrá de aquí en adelante y 
seguir defendiendo a las semillas como Patrimonio de los Pueblos al 
Servicio de la Humanidad; poniéndole el cuerpo a esta hermosa consigna 
de la Campaña de la Semilla de la Vía Campesina.
Fuente. EcoPortal.net
Grain