martes, 24 de julio de 2018

El mérito, la edad y la emoción



Resultado de imagen para El mérito, la edad y la emociónLa vida da para mucho o para nada, para vivirla o para li­mi­tarnos a existir. A cada cual, tarde o temprano, se le pre­senta el desafío de o diligenciarla o dejarse llevar. Dili­gen­ciarla es ir gestionándola a lo largo de los años en fun­ción de un interés, más allá de vivir, todavía inexplorado, de pre­disposiciones, de aptitudes, de habilidades, de posi­bili­dades, y luego de circunstancias que van sobrevi­niendo a medida que cumplimos años. Por otro lado, aun­que la solu­ción de nuestra vida material (pues tener re­suelta la vida material es determinante para todo lo de­más) y luego la prosperidad dependen en estas sociedades mucho más de la cuna y de coyunturas que del esfuerzo personal, vivir y el deseo de vivir son enteramente cosa nuestra... a menos que una mala constitución o una preca­ria salud física o ner­viosa nos agrien la vida. Y con mayor motivo en los tiem­pos y en la sociedad en que vivimos, en los que es necesario redoblar los esfuerzos respecto a la época anterior en la que la mayoría tenía mucho más fácil­mente resuelto el porve­nir. Y esto sucede, porque a causa de una “neoideología” que se ha enseñoreado de la vida colectiva, después de haber conseguido la sociedad para el individuo el aliento y el abrigo del Estado, cada día que pasa éste vuelve a sentir más el desamparo. Las circunstan­cias y las coyunturas tie­nen demasiada influen­cia en su destino y el mérito cuenta poco. Pues al valorar el esfuerzo como mérito, por más que los "entendidos" se empeñen en calibrarlo, no debemos olvi­dar lo que sabe­mos: que mientras unos individuos han de desvivirse al in­corporarse al mundo del trabajo para, al final de varios procesos en muchos casos fracasar o acabar siendo presa del desaliento, otros se lo encuentran por naci­miento “todo hecho”. No conduce a nada esconder o velar esta verdad. Ocurre en todo Occidente, pero en España es más rotundo, pues unas clases dominantes no han de­jado nunca de serlo. Éste es el real mapa biográfico de la ma­yor parte de las vidas, sean la de ese éxito sospechoso o de las artificiosamente fracasadas por no contar con ningún apoyo...