En 2008, la actriz Mia Farrow se reunió con Erick Prince, director de Blackwater, la mayor proveedora de mercenarios del mundo, a fin de contratar los servicios de esta empresa para “solucionar” la sangrienta guerra civil en Darfur (Sudán). Prince afirmó que la empresa tenía las capacidades para hacerlo, pero que el negocio no le convenía, pues podría afectar sus contratos con su principal cliente: el gobierno de EEUU.