Jadaliyya/Viento Sur
“No solo invadieron nuestra casa, se apropiaron de nuestro espacio y nos desahuciaron, sino que a mí incluso me detuvieron y me llevaron a la maskubya, la comisaría de policía. Me encerraron en la habitación número cuatro, sola, durante mucho tiempo. Después entró un hombre grande y alto, un agente de policía, en el cuarto de interrogatorios. Yo estaba sola y me puse a temblar de miedo cuando él cerró la puerta, comenzó a mover objetos de un lado para otro y me examinó de pies a cabeza. Yo estaba aterrorizada, el corazón me latía desbocado. Sus ojos penetraron mi cuerpo mientras él abría los cajones en busca de algo. Entonces salió de la habitación y volvió cinco minutos después con una caja en las manos, de la que extrajo un par de guantes de plástico azules y se los puso, mientras me miraba y me dijo: ‘Ven aquí…’ He de decir que yo estaba aterrorizada cuando invadieron nuestra casa y nos expulsaron. Estaba sumamente preocupada cuando detuvieron a mi hijo. Pero mi temor de ‘sabes qué’… que abusen de ti… que te violen esas grandes manos azules y más... fueron los momentos más terribles de mi vida/1.”