El escrutinio
que podía haber cerrado el ciclo inaugurado por el golpe de Estado de
2009, cuando fue depuesto de su cargo el legítimo presidente José Manuel
Zelaya, no hizo más que profundizar las diferencias entre dos proyectos
antagónicos de país.
El partido Libertad y Refundación –LIBRE- denunció irregularidades e “inconsistencia en actas”,
tras los primeros datos ofrecidos por el Tribunal Supremo Electoral
(TSE), que le dan ventaja al Partido Nacional (34,1% a 28,5%, con el 46%
de las actas escrutadas). De acuerdo a estas cifras el candidato del
PN, Juan Orlando Hernández, se adjudicó el triunfo, y afirmó haber
recibido las felicitaciones de Juan Manuel Santos, presidente de
Colombia; Otto Perez Molina, presidente de Guatemala, y Roberto
Martinelli, presidente de Panamá. Es decir, “construyó” su victoria
frente a los medios luego de que el TSE de el primer boletín –que tenía
sólo un 24% de las actas-.
José Manuel Zelaya, Coordinador Nacional de LIBRE, declaró que “el que altera la paz es el que miente: nos robaron la elección”,
alegando que, según las actas partidarias fiscalizadas a lo largo y
ancho del país, el resultado es 30,6% a 25,6% a favor de la candidatura
de Xiomara Castro. Luego afirmó que “vamos a defender cada diputación, cada alcaldía y cada urna, y sus resultados en Honduras” . De acuerdo al primer comunicado público de LIBRE, más del 20% del total de actas en poder del TSE “no ha sido computado debido a supuestas anomalías”.
Crónica de un desenlace anunciado
La posiblidad de la existencia de irregularidades en esta elección fue
denunciada hace semanas por diversos analistas internacionales, y medios
de comunicación en todo el continente. Al parecer, el despliegue de
miles de fiscales de LIBRE a lo largo y ancho del país no pudo evitar
las maniobras, y todas las miradas recaen en el trabajo del propio TSE.
Para Rafael Alegría, dirigente de la Vía Campesina de Honduras, la
explicación es sencilla: “ El Tribunal Supremo Electoral responde al
candidato oficialista. Es triste porque nos espera mayor crisis social y
política en el país”. Tras comentar esto, Alegría declaró a públicamente que “no nos vamos a quedar de brazos cruzados, si hay que volver a las calles lo vamos a hacer”.
En tanto, desde el Partido Nacional también intentan retomar la iniciativa: Juan Orlando Hernández declaró que el triunfo “no se negocia”, y comentó que ya comenzará a conformar su gabinete. “El pueblo ya eligió, ahora a trabajar y a trabajar”,
declaró el candidato del PN. El ejemplo mexicano –el fraude sobre
Andrés Manuel Lopez Obrador en 2006- muestra que los primeros días
pueden definir mucho en estos casos: si no se puede articular una sólida
movilización en el país, y si no se puede denunciar masivamente a nivel
internacional el caso, la posible reversibilidad del cuadro se hará
cada vez más difícil. La derecha lo sabe, y por eso arremeterá con
iniciativa durante las próximas semanas: allí está la posible sobrevida
del gobierno cuestionado.
El papel de EEUU y los gobiernos de la Alianza del Pacífico
Cuando no, el primer gobierno que reconoció a Hernández, a través de su
embajadora en Tegucigalpa -Lisa Kubiske- fue EEUU. Kubiske declaró,
tras haberse conocido el segundo boletín, que “ reconozco los resultados anunciados y lo que los observadores nos reportan"
. Incluso la propia Embajadora había afirmado -horas antes, el domingo,
en pleno proceso de votación!- que los hondureños no debían tener “miedo” de “utilizar el poder del sufragio: ustedes deben preguntarse qué clase de país quieren construir los hondureños”.
También, como mencionábamos antes, quien primero conversó con Juan
Orlando Hernández –tras el primer boletín- fue Juan Manuel Santos. El
trasfondo del llamado es claro: Colombia negocia el ingreso de Honduras
como miembro pleno al bloque de la Alianza del Pacífico para el año
2014. El único candidato que le puede asegurar dicha membresía es
Hernández -Xiomara de Castro había declarado que, en caso de llegar
libre al gobierno, optaría por otras herramientas de integración
regional, autónomas, como Unasur y Celac-.
Un futuro incierto, en un país con creciente pobreza y vulneración de DDHH
La situación, por todo lo visto, es del inicio de una nueva crisis
política en el país. Honduras tiene hoy dos candidatos presidenciales
que se proclaman vencedores de las elecciones del domingo. Hay cifras
que expresan preocupación sobre la coyuntura, y el futuro del país: a
nivel económico hay un notorio aumento de la pobreza en amplias capas de
la población, producto de una orientación política que privilegia menos
el tratamiento de “lo social” que durante el gobierno de Zelaya.
Esto fue investigado por el “Centro de Investigaciones Económicas y
Políticas”, con sede en Washington (CEPR, de acuerdo a sus siglas en
inglés), quien afirmó recientemente que, de 2010 a 2012, la pobreza
aumentó en Honduras 13,2% -elevando la pobreza extrema a 26,3%-. La
misma investigación muestra que, durante la gestión Zelaya (2006-2009),
la pobreza se había reducido un 7,7% -disminuyendo también la extrema,
en 20,9%-.
También la situación de DDHH es preocupante, ya que
ha habido una creciente represión sobre dos sectores específicos: el
campesinado por un lado, y los trabajadores y trabajadoras de prensa,
por otro. Entre varias fuentes consultadas se estima en unos 300 los
asesinatos políticos en los últimos cuatro años, algo sobre lo cual la
opinión pública internacional, lamentablemente, no se ha expresado.
De consumarse la “victoria autoconstruida” de Juan Orlando Hernández,
el actual esquema de poder en Honduras seguirá vigente: es decir, no
podrá haber avances en desmontar el régimen político impuesto desde 2009
-que era lo que se proponía, durante su campaña, Xiomara Castro, a
tráves de la propuesta de una Constituyente-. Los próximos días –y el
papel de las organizaciones sociales y políticas que apoyaron a LIBRE-
serán claves para saber cual es el futuro de millones de hondureños en
relación a su gobierno.
Juan Manuel Karg. Licenciado en Ciencia Política UBA / Investigador del Centro Cultural de la Cooperación