lunes, 23 de junio de 2014

Fortalecimiento de la Asociación Transatlántica más allá del TTIP: Una visión estratégica para la UE y EE.UU.

Discurso de Michel Barnier, Comisario de Mercado Interior y Servicios de la Unión Europea




El texto que sigue es la traducción del discurso pronunciado en el Center for Strategic and International Studies (CSIS) en Washington el pasado 12 de junio 2014. Es de interés porque hace explícito el lado belicista del Tratado Transatlántico de Libre Comercio (TTIP). Traducción por S. Seguí.


Buenas tardes, señoras y señores:
Les doy las gracias por haberme invitado a hablar en el CSIS hoy.

Estoy muy contento de estar aquí hoy, delante de un público estadounidense, ya que es de la mayor importancia continuar hoy el diálogo con nuestros amigos estadounidenses.

Estuve en Bruselas el pasado mes de marzo, cuando el presidente Obama se dirigió a los jóvenes europeos. Y puedo decirles que a veces es bueno que se nos recuerde los valores que compartimos, tal como hicimos en las playas de Normandía hace unos días.

La razón por la que estoy aquí con ustedes hoy es precisamente porque me gustaría compartir con ustedes cómo queremos defender esos valores, junto con ustedes.

1 - El mundo ha cambiado desde el fin de la Guerra Fría; nuestra relación debe profundizarse.

A ambos lados del Atlántico, nos hemos enfrentado a la peor crisis financiera y económica desde la Gran Depresión. Estados Unidos tomó medidas importantes: implementó un fuerte plan de recuperación y una resuelta política monetaria. Y está en camino hacia la independencia energética, un objetivo que hubiera parecido totalmente irreal hace tan sólo unos años.

En Europa también, hemos dado grandes pasos:
• para salvar el euro;
• para regular los mercados financieros;
• establecer la unión bancaria;
• consolidar las finanzas públicas;
• mejorar nuestra competitividad;
• y poner en marcha nuevos sistemas de gobernanza económica y fiscal.

Confío en que tanto EE.UU. como Europa saldrán fortalecidos de la crisis. Pero esto no será suficiente.

Desde el fin de la Guerra Fría, el mundo en que vivimos se ha vuelto más pequeño, más rápido, más complejo y más interconectado. Han surgido nuevos actores, nuevas interdependencias y nuevas amenazas. Las desigualdades, el agotamiento de los recursos, el cambio climático y la demografía siguen siendo fuentes de inestabilidad en muchas partes del mundo.

Otros países –fuera de EE.UU. y Europa– han entrado en la escena mundial como grandes potencias económicas industriales y a veces militares: China, India y Brasil, por nombrar algunos. Defendiendo sus propios intereses en su esfera de influencia, tomando posiciones fuertes en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Todo ello conduce a la turbulencia y la intranquilidad en más y más lugares de todo el mundo: en el Sahel, tan dolorosamente recordado por el secuestro de las escolares en Nigeria: en Afganistán y Pakistán. En todo el Oriente Próximo, donde la crisis siria envía pocas señales de que vaya a resolverse. Y el aumento de la presión de los fundamentalistas en Iraq. Más cerca de casa, en Ucrania, donde el ejército nacional y los separatistas están ahora enfrentándose abiertamente entre sí en la región Slaviansk. Y no debemos olvidar las tensiones que emergen en el Mar del Sur de China.

En todas partes vemos que las crisis regionales pueden convertirse en conflictos violentos. Y que la violencia puede proceder tanto de actores estatales como de otros no estatales. Los terroristas pueden golpear a cualquiera, en cualquier lugar. Un coche bomba en Kabul; o un Kalashnikov en un museo judío de Bruselas, hace unos días. Las armas de destrucción masiva siguen estando al alcance de un cierto número de países. Los ciberataques pueden ir dirigidos a todos nosotros: los gobiernos, los bancos, las compañías de telecomunicaciones u hospitales.

En este nuevo orden, o desorden, internacional el liderazgo económico, militar, político e incluso moral de Occidente está siendo cada vez más cuestionado.

Si EE.UU. y la UE quieren estar en condiciones de influir en este nuevo mundo, tenemos que ser actores, no espectadores. Tenemos que actuar juntos. En medio de tanta turbulencia, es vital saber quiénes son tus amigos. Ser capaz de contar con un socio fiable. Y quiero hacer hincapié en ese punto en el día de hoy: Europa es ese socio fiable para EE.UU.. Y estamos decididos a actuar junto con ustedes para defender nuestros valores e intereses comunes.

Para ello –y este es mi segundo punto– como aliados naturales y amigos cercanos, tenemos que ser capaces de rediseñar nuestra relación y desarrollarla aún más. No necesito recordar la larga y especial asociación que hemos construido juntos. EE.UU. intervino dos veces en el siglo pasado para ayudar a defender la democracia en Europa contra la dictadura y la tiranía, y ayudó a reconstruir Europa con el Plan Marshall.

Juntos resistimos la expansión del comunismo en la era de la Guerra Fría; vimos el colapso del Telón de Acero y la reunificación de la familia europea. Y, más recientemente, hemos sido socios en la lucha contra el terrorismo, en particular en Afganistán.

Hoy en día, las negociaciones para un TTIP libre y justo iniciadas el año pasado, ofrecen una oportunidad única para reforzar y rediseñar la asociación transatlántica. Para hacer crecer nuestras dos economías sin renunciar a los valores que nos son propios. Para estar en la vanguardia de las normas y estándares mundiales. Y para dar forma al entorno global de negocios en los años venideros. Tenemos que ser ambiciosos y construir un mercado transatlántico real.

El comercio entre nosotros no tropieza sobre los aranceles de importación, ya bastante bajos en torno al 4%. Es en los temas de “detrás de las fronteras” donde radica el verdadero potencial de mejora. Y ahí es donde tenemos que enfocar nuestras energías.

El presidente Obama ha dicho que el Tratado debe ser “libre y justo”. Estoy de acuerdo. Y todavía no estamos allí.

Sin embargo, señoras y señores, por importante que el TTIP sea, la relación entre EE.UU. y Europa no pueden y no deben reducirse a sólo un área de libre comercio. Tiene que ser una relación política más fuerte.

2 - Si los europeos queremos seguir siendo sus mejores aliados en el escenario mundial, tenemos que actuar también como proveedores de seguridad.

No podemos dejar a los EE.UU. solos en el papel de único policía del mundo. Como el presidente Obama lo manifestó en West Point hace dos semanas: Los EE.UU. sólo puede usar su poderío militar cuando sus propios intereses fundamentales estén amenazados. Aliados y socios tienen que movilizarse en una acción colectiva. El Presidente también dijo con razón lo siguiente: el aparato militar de EE.UU. sigue siendo el mayor de martillo en el mundo. Pero no todo problema es un clavo. En conjunto, estos dos supuestos deben ser la base de una asociación de seguridad transatlántica renovada.

En el mundo actual, la seguridad casi nunca se puede lograr sólo por medios militares. Lo que necesitamos es un enfoque integral, basado en un amplio espectro de instrumentos, en su mayoría civiles. Este es el enfoque tradicional de seguridad de la UE y la característica principal de su Política Exterior y de Seguridad Común (PESC).

Sin embargo, en muchos casos, es indispensable respaldar esos instrumentos civiles con la capacidad de utilizar la potencia de fuego militar. De lo contrario, la diplomacia sigue siendo ineficaz. Por tanto, una PESC creíble necesita una fuerte PDSD (Política de Defensa y de Seguridad Común). Europa sólo puede convertirse en un proveedor de seguridad creíble si también dispone de medios militares para actuar. Y para ser capaz de actuar sin depender en todo momento del apoyo de EE.UU.

Desafortunadamente, esto no es la realidad hoy en día. Durante muchos años, las naciones europeas han reducido constantemente su gasto en defensa y, para hacer las cosas aún peor, lo hicieron de forma no coordinada. Esto ha dado lugar a importantes deficiencias en las capacidades, que limitan la capacidad de Europa para actuar.

Para superar estas deficiencias y construir una capacidad de actuación, Europa tiene una sola opción: la cooperación y la integración.

Como expresó recientemente Arnaud Danjean, Presidente de la Subcomisión de Seguridad y Defensa del Parlamento Europeo: “Ninguno de nuestros Estados miembros, ni siquiera Francia o el Reino Unido, las dos potencias militares más fuertes, está en una posición por sí solo de hacer frente a los retos de seguridad actuales y las amenazas en Europa. Ninguno de nuestros Estados miembros, ni siquiera Alemania, la potencia económica más fuerte, está en una posición por sí sola para garantizar la competitividad de su base industrial nacional. Ninguno de nuestros Estados miembros, ni siquiera los más atlantistas, está en una posición para apoyarse eternamente en la protección de EE.UU.”

En pocas palabras: EE.UU. necesita una Europa fuerte. Y sólo una Europa unida tiene el potencial de ser fuerte. Una PESC, no una única PESC. Una Europa unida, no uniforme.

En la UE de hoy, hay una conciencia creciente de la necesidad de hacer frente a este desafío. En diciembre pasado, por primera vez desde la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, los líderes europeos se reunieron para discutir de defensa al más alto nivel político. Y claramente se comprometieron en la intensificación de la Política Exterior y de Seguridad Común.

¿Cómo?:

En primer lugar, aumentando la eficacia de la PDSD (en particular mediante el fortalecimiento del enfoque de seguridad integral que combina medios civiles y militares).

En segundo lugar, mejorando el desarrollo de las capacidades de defensa (con especial atención a las deficiencias de capacidad más importantes).

Y en tercer lugar, fortaleciendo la industria de defensa europea (en particular, mediante la profundización del mercado interior de la UE para la defensa y el fomento de la innovación).

Para lograr estos objetivos, se encargó los Estados miembros y las instituciones europeas a tomar más de 30 medidas concretas.

Este catálogo incluye una amplia gama de medidas, que van desde la preparación de una Estrategia de Seguridad Marítima al desarrollo de una capacidad de repostaje aire-aire y el desarrollo de una seguridad integral del régimen de abastecimiento.

El mensaje fue claro: los Estados miembros y todas las instituciones de la UE; el Servicio de Acción Exterior, bajo la dirección de Cathy Ashton, la Agencia Europea de Defensa y la Comisión Europea tienen que entregar y reportar sus avances a los Jefes de Estado y de Gobierno en junio de 2015.

Sabemos que la cooperación en defensa nunca es fácil, ya que alude a la soberanía nacional. Y que los países europeos tienen fuertes tradiciones nacionales que siguen siendo fuertes obstáculos a cualquier enfoque común.

Esa es una de las razones por las que creo que la Comisión Europea tiene un papel que desempeñar y puede aportar un valor añadido real. Por supuesto, la defensa sigue siendo principalmente un dominio para los Estados miembros. Sin embargo, la Comisión siempre ha sido el motor de la integración europea, y puede serlo también en el sector de la defensa. Sé que las competencias de la Comisión en este ámbito son limitadas, pero puede hacer una contribución importante con sus políticas, como las de mercado interior, industria, investigación, energía y espacio.

No vamos a alcanzar estos objetivos de la noche a la mañana. Sin embargo, son necesarios, y estoy convencido de que la próxima Comisión mantendrá en un lugar preeminente de su programa la seguridad y la defensa.

Pero tenemos que hacer más.

Como político y en base a los recientes acontecimientos, veo tres hechos principales:

En primer lugar, la situación en Crimea dejó claro que nos falta un régimen de sanciones rápido y eficiente. Dado que no tenemos un conocimiento o una visión general de las inversiones y los activos en poder de las empresas y los ciudadanos rusos en la UE, nos tomó demasiado tiempo para reaccionar. He pedido desde hace tiempo un sistema de seguimiento de las inversiones extranjeras implementables, sobre todo los de las tecnologías críticas o las industrias de defensa.

En segundo lugar, la amenaza al suministro de gas de Europa nos da una oportunidad única para iniciar una reflexión sobre la energía en Europa, tal como se hizo aquí una serie de años atrás con el gas de esquisto. Esto es tanto una cuestión de independencia, como de competitividad.

Y en tercer lugar, creo que es de suma importancia abrir un amplio debate sobre las prioridades estratégicas de Europa.

Sobre la base de la estrategia de seguridad existente, es preciso desarrollar un nuevo concepto estratégico. Uno que defina nuestros intereses comunes, las amenazas que enfrentamos, y las capacidades necesarias para hacer frente a estas amenazas.
Necesitamos un concepto así para orquestar mejor nuestras políticas en nuestro entorno: Europa del Este y los Balcanes, Magreb y África. Porque ¿cómo podemos pretender actuar en la escena mundial si no somos capaces de desempeñar un papel activo con nuestros vecinos más cercanos?

Al establecer este concepto estratégico, también seríamos capaces de definir mejor la forma en que íbamos a compartir la carga de la seguridad y la defensa de nuestros intereses comunes con los EE.UU..

Una vez que tengamos un concepto estratégico, debemos ser capaces de hacer más progresos con los países de la UE en cuanto a la planificación y la formación; en la cooperación para el desarrollo de nuevas tecnologías y capacidades; en el intercambio de información e inteligencia; y, por qué no, en el desarrollo de una gama de capacidades comunes gestionadas directamente por la UE.

Señoras y Señores:

En el orden mundial del siglo XXI, EE.UU. y Europa se necesitan mutuamente más que nunca antes. EE.UU. necesita una Europa fuerte. Y Europa sólo puede ser fuerte si está unida, cuando la UE desarrolle una política común de defensa de gran alcance sobre la base de una amplia cooperación e integración.

Cuando Europa intensifique su capacidad militar y tecnológico estará en mejores condiciones de intervenir donde y cuando los EE.UU. no desee hacerlo, por ejemplo en África. Y ser un socio mucho más capaz en acciones conjuntas, como en Libia.

Europa y los EE.UU. forman un buen equipo. Lo hemos demostrado en el pasado y vamos a probarlo en el futuro. Empleando todas las armas de nuestro arsenal para construir nuestra asociación. Y haciendo frente a los desafíos de un mundo en constante cambio.

Gracias.

1  Tratado Transatlántico de Libre Comercio (TTIP, por sus siglas en inglés) N. del t.

jueves, 19 de junio de 2014

"El chavismo es la dignificación y el empoderamiento del sujeto popular"

Entrevista con

Reinaldo Iturriza, ministro de Comunas y Movimientos Sociales







Reinaldo Iturriza López es el ministro de Comunas y Movimientos Sociales de Venezuela. Este ministerio es un órgano clave para el presente y el futuro de la Revolución Bolivariana. Su responsabilidad principal es el desarrollo de políticas públicas para avanzar hacia lo que Hugo Chávez llamó “el Estado Comunal”. Es decir que se trata de un espacio que, por definición –y paradójicamente- se propone una ruptura con las características del propio Estado en el que habita. 
“Este es un programa de transición al socialismo y de radicalización de la democracia participativa y protagónica. Partimos del principio de que acelerar la transición pasa necesariamente por acelerar el proceso de restitución de poder al pueblo”, escribió Chávez en su testamento político, el Plan de la Patria 2013-2019. “El vivo, efectivo y pleno ejercicio del poder popular protagónico es insustituible condición de posibilidad para el socialismo bolivariano del siglo XXI. Esto pasa por pulverizar completamente la forma Estado burguesa que heredamos, la que aún se reproduce a través de sus viejas y nefastas prácticas, y darle continuidad a la invención a nuevas formas de gestión política”.
Desde el primer día, Nicolás Maduro anunció que continuaría el legado de Chávez e impulsó una política para hacer realidad estos objetivos. Uno de sus logros más importantes -y acaso el más invisibilizado- es el registro de más de 650 comunas, organizaciones de base territorial que prefiguran un tipo de gobierno inédito y conforman uno de los soportes más importantes para el gobierno bolivariano. La permanente movilización popular es una de las razones fundamentales para entender por qué que la Revolución Bolivariana logra resistir la ofensiva derechista a que está sometida en estos momentos.
En el cierre de un día de mucha tarea, el ministro Iturriza nos recibió en su despacho para dialogar sobre este período de la historia venezolana.

Me gustaría que hagas un balance general de este año largo, desde el 5 de marzo de 2013, en cuanto a lo que está pasando con la Revolución Bolivariana.

Creo que lo fundamental de este año es el hecho de que el chavismo haya logrado superar el decisivo escollo que significa la desaparición física del Comandante. Eso determina todo. Esto implica que se haya despejado lo que para las fuerzas contrarias de la Revolución era una incógnita que se experimentaba -se vivía- casi con gozo morboso. Recuerdo la cantidad de veces que a mí, personalmente, y disculpa que me ponga de ejemplo, pero, a mí mismo en varias oportunidades, varios periodistas, incluso periodistas extranjeros, me preguntaron no solamente qué iba a pasar en Venezuela después de Chávez, sino quién iba a ser el sucesor. Esa era una pregunta que se repetía muchísimas veces, por supuesto intentando asimilar la experiencia venezolana a la experiencia de cualquier dictadura, en cualquier lugar de lo que ellos llaman “el tercer mundo”. Esos análisis daban por sentado el fracaso de la Revolución, es decir que la Revolución Bolivariana después de Chávez era el “poschavismo”, era algo después del chavismo. 
Yo me di a la tarea poco grata de revisar lo que escribieron unos cuantos intelectuales progresistas de América Latina, inmediatamente después de la desaparición física del Comandante y eran verdaderamente pesimistas sobre la posibilidad de que la Revolución Bolivariana continuara. Recuerdo un artículo de un autor, Guillermo Almeyra, era verdaderamente, como te digo, pesimista. La caracterización que hacía de las fuerzas que componían el gobierno bolivariano en aquel entonces no solamente reflejaban un profundo desconocimiento de las fuerzas que componen el chavismo, sino que lo que expresaba era el fin del proceso bolivariano. Lo recuerdo particularmente porque antes de ese artículo había leído algunas otras cosas de este autor y me parecía bastante agudo, sensato. Y para mí ese momento fue una expresión bastante clara de la deriva de la intelectualidad, del pánico que cundió entre la intelectualidad, y es el mismo pánico que cundió entre un sector bastante minoritario del chavismo. Como lo viene haciendo desde el ’98, el pueblo chavista despejó esa incógnita y dijo: “Esta Revolución continúa”. Este dato, al que no se le presta mayor atención, al que no se le concede tanta relevancia, a mí me parece el dato más decisivo de todo este año.
Luego, lo otro que me parece bastante determinante es lo sucedido con las fuerzas contrarias a la Revolución, a lo interno. Desde hace muchísimos años aquí en Venezuela se produjo, sobre todo a partir del 2007, un importantísimo giro táctico en la oposición venezolana, y se impuso un conjunto de fuerzas que apostaban ya no a la salida violenta, a la confrontación violenta en la calle, sino a penetrar las bases sociales del chavismo mediante una serie de estrategias, insistiendo muchísimo en el tema de la ineficiencia. 
Si bien es cierto que Venezuela nunca ha dejado de ser un país asediado, incluyendo el asedio económico -que fue, como sabemos, bastante fuerte en los primeros años, hasta el 2003, que duró el famoso “paro sabotaje”, que dejó pérdidas mil millonarias-, a partir de 2007-2008 la guerra económica empieza a expresarse de otra manera. Es una guerra de “baja intensidad”, a cuentagotas. La desaparición en los anaqueles de los artículos de primera necesidad empieza a expresarse con mucha fuerza a partir de esos años. Se produce un desplazamiento también en el protagonismo opositor. La vocería tradicional desaparece de escena, ese es el momento que “aparecen” los estudiantes. Recuerdo que “la academia” también tuvo un peso muy importante, sobre todo “los expertos en pobreza”, del tipo Universidad Católica Andrés Bello, es decir, los tecnócratas de las ciencias sociales, que alimentaban todo este discurso de la ineficiencia, etcétera.
Si no se entiende que en ese momento se produce ese giro, es muy difícil entender a Venezuela ahorita. Es muy difícil entender el proceso venezolano en general, pero obviamente lo que ha pasado de ese momento para acá. Esto tiene sus antecedentes muy puntuales pero lo importante fundamentalmente es lo que sucedió después. Y eso es un proceso que tiene su punto culminante, su “clímax”, en la campaña presidencial de Henrique Capriles Radonski. Todo el proceso de mímesis del chavismo, que era tan descarado que parecía una provocación, dirigida deliberadamente a desmoralizar al chavismo. Esto del “candidato vigoroso”, que caminaba, que recorría Venezuela. Yo lo he dicho en varias oportunidades: si tú escuchas las líneas centrales del discurso de Capriles Radonski en 2012 y escuchas el discurso del presidente en la toma de posesión de 1999, es impresionante la similitud, cómo utiliza frases específicas: “Todo lo que va a suceder tiene su hora”. Es verdaderamente impresionante. Entonces, ¿hacia dónde apuntaba eso? Al mismo propósito: minar las bases sociales de la Revolución.

¿Te referís a la campaña de 2012?


Sí, cómo no. Toda la estrategia, a partir de 2007, 2008. Después de la derrota de 2006, que es la derrota más categórica que le ha propinado en todos estos años el chavismo al antichavismo. 63%, 7 millones 300 mil votos, no recuerdo exactamente, pero una ventaja muy, muy grande de votos. 63% de votos logró el chavismo. Entonces comienzan todo un conjunto de prácticas, de discursos, que apuntan a minar las bases sociales del chavismo. Y lo que te digo: ahí comenzamos a ver de manera sistemática los efectos de la guerra económica. Es decir, la oposición optó por la vía “pacífica y democrática”, porque no le quedaba de otra. Porque durante todos los primeros años de la Revolución le disputó la calle al chavismo y el chavismo siempre lo derrotó. Cuando el antichavismo comienza a hablar de ineficiencia y de los problemas sociales, etcétera, es la primera vez en años que el antichavismo establece algún nivel de resonancia con el chavismo. Es decir, hay una parte del chavismo que comienza a escuchar a una parte del antichavismo, suceden cosas inéditas.
Después de 2012, la base social del antichavismo está absolutamente segura de que va a triunfar, y cuando se produce la derrota, con el Comandante disminuido y ya con algunas señales de que se está despidiendo de la escena política, con todo eso, nosotros volvemos a triunfar. E inmediatamente después, las expresiones de desasosiego, de frustración, de honda frustración y de resentimiento social contra el chavismo vuelven a florecer, de una manera que no habían florecido durante muchísimo tiempo. Durante todos los años anteriores, el discurso criminalizante, el discurso de clase, racista, se apaciguó, se atenuó increíblemente. A nosotros a veces se nos olvidan los signos de las épocas pero eso disminuyó radicalmente. En ese momento aflora, vuelve a mostrarse en toda su crudeza ese antichavismo supremacista.
Cuando el 5 de marzo se produce la muerte del Comandante, en ese momento planteamos:
“La pregunta no es qué va pasar con el chavismo, sino qué va a pasar ahora con el antichavismo. ¿Va a seguir con su línea democrática de participar en las elecciones o va a apelar a las medidas de fuerza?”. Y bueno, fíjate. A lo largo de este año está comprobado que la oposición decidió volver a lo que fue su política antes del 2006, sobre todo durante los primeros años de la Revolución, una táctica de violencia en la calle, inclusive ahora con el añadido de la guerra económica.
Tenemos un antichavismo decidido a derrotar a la Revolución Bolivariana valiéndose de todos los medios posibles. Aquí el plan era que cuando se desarrollaban las guarimbas eso se articulara en algún momento con un golpe militar, que fue neutralizado, como finalmente fue neutralizada la guarimba. Pero bueno, ahí tenemos ese desafío enorme que continúa significando la guerra económica.
Entonces ahí aparece el tercer elemento. El primero es cómo está el chavismo, el segundo es lo que ha terminado sucediendo con el antichavismo y el tercero es la táctica a la que han apelado con mucha fuerza desde el antichavismo, que es la guerra económica. Sus efectos los estamos viendo como no los habíamos visto en ningún momento previo de la Revolución. Nunca se había expresado con tanta crudeza la guerra económica. De manera que sí es ciertamente un momento novedoso y está asociado obviamente a la desaparición física del comandante, pero obedece a un muy importante proceso de realineamiento de fuerzas, que está por terminar de desarrollarse y cuyos efectos estamos por ver.

Ante un momento de ofensiva de la derecha se unifica el chavismo. Pero en términos de proyecto económico y de cómo saltar en términos estratégicos ese obstáculo que es la guerra económica, pareciera que en el chavismo hay diferentes alternativas que de algún modo conviven –y no es una novedad de la etapa de Maduro, porque también pasaba con Chávez.
Sí, esas son fuerzas que se han expresado ya. El comandante Chávez en numerosas oportunidades invitó a sectores nacionales, patrióticos, de la burguesía a incorporarse al proyecto bolivariano. Eso no es de ninguna forma una novedad. Incluso el comandante hizo esa convocatoria de manera reiterada, no al comienzo, cuando hablaba de la Tercera Vía, sino una vez declarada la orientación socialista del proyecto Bolivariana. El Comandante, como líder de este proceso, tenía la obligación no solamente de construir ese bien político tan importante que es el horizonte socialista sino que tenía que hacer de nuestro socialismo un proyecto viable. Yo creo que por haberlo logrado era el líder de este proceso, hay una relación causa efecto. Es tan importante la orientación estratégica como todo lo que hacemos para que sea viable en lo concreto. Las comunas, por cierto, obedecen a ese esfuerzo que el Presidente hacía por aterrizar, por territorializar el modelo, como lo decía el 20 de octubre de 2012 en el Golpe de Timón. Ese esfuerzo por hacerlo viable pasaba por construir la Comuna y por construir alianzas con parte del sector privado.
Creo que el chavismo por naturaleza es un sujeto muy diverso y muy amplio. Me parece muy poco serio ponerlo en duda y rasgarse las vestiduras por eso. Es clarísimo que el sujeto chavista, si bien siempre ha sido fundamentalmente popular, es un sujeto policlasista. Siempre lo ha sido. El proyecto chavista obedecía desde sus orígenes a las demandas y a las aspiraciones de las clases populares, que es la inmensa mayoría de este país, pero también de parte de las clases medias. En cuanto a la burguesía, en Venezuela tiene características particulares, es una burguesía mayoritariamente parasitaria. Los más importantes pensadores de lo económico en Venezuela, como Federico Britto Figueroa, Orlando Araujo, coinciden en que la burguesía comercial importadora no produce absolutamente nada, vive de la renta del Estado. No es con esa burguesía que el comandante llamaba a tener alianzas Esa burguesía es la que gobernó este país siempre, esa burguesía sigue teniendo muchísimo poder, ese poder que el Comandante Chávez llamaba “poderes fácticos”. Él llamaba a otra burguesía que ha sido muy minoritaria, que es la burguesía con alguna vocación de producción. Él insistía que por lo menos en esta etapa, el socialismo bolivariano pasaba por la alianza con parte de la propiedad privada. No negaba la forma de propiedad privada, de hecho la Constitución reconoce todas las formas de propiedad.
Creo que también es bastante claro que el chavismo siempre ha tenido fuerzas más de avanzada y otras más conservadoras. En el Estado es una tensión que experimentamos con mucha intensidad. Hay un funcionariado que es sumamente conservador, que tiene una perspectiva de lo popular en general -como lo tuvo siempre la institucionalidad- de menosprecio, de tutelaje en el mejor de los casos. De la gente que “no sabe”, de la gente “a la que hay que atender”, de la gente que “es malagradecida”, de la gente que “es pedigüeña”, de la gente que “no tiene conciencia y hay que dársela”. Hay un funcionariado que es así y hay otro que no. Hay fuerzas que tienen presencia en el Estado que no comulgan con esa perspectiva. Hay que recordar que la izquierda, cuando gana el comandante Chávez, era una fuerza política sumamente minoritaria y el contenido revolucionario de este proceso se lo ha dado fundamentalmente el pueblo llano, el pueblo que nunca participó en política. Ese es uno de los fenómenos inéditos de la Revolución Bolivariana. Entonces, lo que te quiero decir es que todas esas contradicciones, todos esos antagonismos, no solamente el comandante logró dirimir el conflicto político en Venezuela con el antichavismo, con el imperialismo, por la vía electoral y democrática lo que es muchísimo decir, sino que logró aglutinar a una cantidad de fuerzas inclusive antagónicas en torno a un mismo proyecto.
Relacionándolo con la primera pregunta que me hacías, lo que esperaban con ansías quienes hablaban del poschavismo era que todas esas contradicciones afloraran o se expresaran de manera muy caótica y que eso culminara en la división. Eso, por supuesto, no ha sucedido así. Eso es muy difícil que ocurra por más que se hacen esfuerzos sistemáticos por atizar las diferencias dentro del chavismo. Pero naturalmente eso se expresa cuando se da la discusión sobre lo económico.
Te voy a decir cuál es mi postura pero antes lo que me parece importante destacar de esos escenarios de diálogo, es el mismo diálogo. Yo no pongo en duda la necesidad de sentar a una parte de la clase política antichavista con el gobierno bolivariano. Me parece una táctica absolutamente correcta del presidente Nicolás Maduro. Nuestra lucha de las últimas semanas ha sido por preservar la paz. A nosotros no nos conviene en absoluto el escenario de la violencia, del caso, del no gobierno. Pero habiendo dicho esto, habiendo reivindicado la justeza de esa táctica, sí me parece que el Comandante Chávez fue bastante claro a propósito de la orientación de lo que debe ser la política del gobierno bolivariano, con él y en su ausencia. Nadie me quita de la cabeza que por eso le dedicó tanta energía a trabajar en el Plan de la Patria.
Para hablar solamente de sus últimos discursos, Chávez fue muy claro en cuanto a que la Revolución Bolivariana siguiera estando definida por el peso de lo popular, no solamente en lo político, sino fundamentalmente en lo económico. Que no se pusiera en ningún momento en duda la orientación revolucionaria, transformadora, socialista, del gobierno bolivariano. Es decir, si esta circunstancia se presta para que alguien tenga duda sobre la orientación que debe seguir este gobierno bolivariano, lo único que tengo para decir al respecto es que eso lo pondría en las antípodas de lo que fue la orientación del comandante Chávez.
El Comandante fue bastante claro al respecto de cómo vamos a construir el socialismo, de qué socialismo se trata. El presidente reflexionó mucho al respecto. Insistió mucho en que el socialismo bolivariano tenía que estar anclado en nuestra realidad, reconociendo las circunstancias de tiempo y lugar en el que se desarrolla, en el que estamos trabajándolo, en el que estábamos experimentándolo. Pero ese no era un socialismo adocenado, no era la socialdemocracia, no era un proyecto político que implicara pactar con la burguesía, fuera o no productiva, y mucho menos con la oligarquía. Si hay alguien que no lo tiene claro ahorita, es por oportunista, porque el presidente fue sumamente claro al respecto.

Entonces estamos hablando de un sujeto político policlasista pero en el marco de un proyecto clasista, podríamos decir: revolucionario, socialista. ¿Cuáles son esas clases, más allá de decir “el pueblo en general”, que se perfilan como las que hegemonizan ese proyecto y le dan viabilidad?
Mira, en Venezuela, a diferencia de otros procesos revolucionarios, se produce una Revolución primero en lo político y luego en todo el esfuerzo por saldar la deuda social. Nos queda pendiente la tarea de realizar la Revolución económica. Por las características de la naturaleza de la burguesía, nuestro país nunca se caracterizó por producir mucho, en los 90 directamente desapareció lo poco que había de capacidad instalada de producción. Era un país precarizado. Por eso el sujeto popular no es una abstracción. No es el obrero industrial. Y usando una categoría que puede servir para Europa, no es que no sea el obrero industrial porque aquí estamos en el posfordismo. No, hermano, aquí lo que se produjo fue la desindustrialización del país, la precarización, la desregulación, ¡la flexibilización salvaje! Eso que irrumpe el 27 de febrero de 1989 no es de ninguna forma la clase obrera. Mucho izquierdista denigró a ese sujeto político. La cantidad de epítetos que se utilizaron contra lo que luego se convirtió en el chavismo es horrible. Entonces, estamos hablando de una enorme cantidad de población absolutamente precarizada. Si tú reconstruyes la manera cómo fue narrada Venezuela culturalmente, cinematográficamente, literariamente, en la academia, lo que hoy es el chavismo, el protagonista de esta revolución, no existía, era invisible. O era, como suele ser en nuestros países, caricaturizado. Obviamente estamos hablando de un sujeto desposeído de las condiciones materiales dignas para vivir. Se parece a eso que algunos autores han llamado el “precariado”, un sujeto precarizado que permanecía al margen de las formas tradicionales de participación, sean de derecha o de izquierda.
Entonces, se trata de un sujeto precarizado, invisibilizado y a su manera despolitizado, en el sentido de que no pasaba por los circuitos o por espacios tradicionales de la política. En algún momento, fundamentalmente en la década de los 90, se da el esquema que Gramsci enseñaba. Se produce una crisis del bloque hegemónico. Es decir, las elites no son capaces de garantizar hegemonía. La clase media era bastante exigua, pero que construye opinión, genera sentido etcétera, deja de sentirse representada o identificada por las elites y eventualmente establece esta alianza circunstancial con el chavismo, porque veían en el Comandante Chávez la posibilidad de orden, de orden autoritario. Había una necesidad de autoridad. Pero cuando comienza a ver que el protagonista real de la cosa es el pueblo pobre, el pueblo invisibilizado, el pueblo excluido, se produce un desencuentro radical y se produce el parteaguas, en 2001-2002, sobre todo el 11 y el 13 de abril.
Luego se produce un proceso muy interesante, que merece un análisis más profundo que el que podemos desarrollar ahora, que es el proceso de inclusión, que genera el engrosamiento de una clase media popular, muy popular todavía, pero clase media al fin, con valores que incluso a veces empiezan a ser antagónicas, empiezan a entrar en conflicto con algunas de las ideas fuerzas más caras del chavismo, como el igualitarismo. Estas son parte también de las tensiones que estamos viendo ahorita. Pero en todo caso lo que no debe quedar nunca en duda en que por más compleja que sea la sociedad venezolana, es evidente que hay un profundo conflicto de clase, indudablemente con la Revolución Bolivariana sigue estando el pueblo, las clases populares.
De la misma manera que ha habido transformaciones en el sujeto chavista, en el antichavista también y eso es lo que determina la naturaleza, la crudeza, la violencia con la que se expresa el conflicto hoy en día: las transformaciones que se han dado a nivel de las bases sociales.

Pensando en la transformación de la base social del chavismo. A partir de la redistribución del ingreso que genera por controlar la renta petrolera, se va produciendo un relativo ascenso social. Pareciera que parte de esa población que asciende socialmente , después se vuelve en contra y expresa políticamente lo que se desea ser, más que su propio origen social y hasta por ahí, su propia posición social. ¿Cómo ves esa situación?
Mira, una revolución que no se plantee la desaparición de la pobreza, no es una revolución. Tiene que producir otra cosa. Eso que produzca no puede evidentemente reproducir los valores de la misma sociedad, porque estás reproduciendo entonces la vieja sociedad. Estás eliminando a los pobres pero la sociedad vieja permanece intacta, aunque aparezca una contradicción. Esa no es solamente una tensión de la Revolución Bolivariana. Eso es una tensión de todos los procesos revolucionarios. El problema no es que la gente viva mejor. Nos pone frente a las limitaciones de los cambios que se han producido en el plano cultural. Si hemos podido avanzar mucho en lo político, si hemos avanzado un poco en lo económico, en lo cultural tenemos un desafío tan importante como el resto.
Creo que esto tiene mucho que ver con una reflexión que hace un amigo, Andrés Antillano, sobre el peso que tiene el Estado venezolano en el curso de la política. La cultura está muy determinada por el rentismo, aunque no lo esté en última instancia.
De esa premisa se deriva un sentido común que obnubila, que obstaculiza la posibilidad de comprender al venezolano, a la venezolana. Toda esa leyenda que se ha construido sobre el venezolano flojo, sobre el que utiliza la palanca, sobre la viveza criolla. Aquí han corrido ríos de tinta sobre eso, sobre cómo el venezolano, acostumbrado como está a la renta, no puede vivir de otra forma si no es a merced del usufructo de la renta petrolera. Yo estoy convencido de que eso es una leyenda que construyeron las elites. No estoy diciendo que aquí no haya vivos, no quiero caricaturizar tampoco la cosa. A lo que me refiero es que eso lo que oculta es que aquí ha habido una población absolutamente mayoritaria que nunca disfrutó de la renta. Nunca. Que tuvo que conformarse siempre con migajas. Que fue instrumentalizada de manera permanente por la clase política tradicional. Yo crecí escuchando este tipo de ejemplo: “El pueblo se conforma con una lámina de zinc y con el bloque, o con tal cosa”. Esa es una manera no solamente de humillarlo mediante la práctica clientelar, sino que además dices algo que es absolutamente falso, que es que la gente se conforma con eso. El chavismo –la aparición, la consolidación de ese sujeto político- desmiente radicalmente eso.
Te hablaba hace unos minutos de lo que sucede a lo interno del Estado, de cómo todas esas contradicciones, todo ese sentido común, esa manera de entender la sociedad venezolana se expresa también en el Estado. Sí creo que hay un chavismo acomodado, acomodado también en las instituciones, que sigue reproduciendo al misma lógica antipopular de elites, que a pesar de votar por el chavismo es un chavismo conservador. Vota por el chavismo porque eso significa procurarse beneficios para sí mismo. Es decir, los beneficios considerados como privilegios.
Entonces nosotros experimentamos esa cosa un poco esquizofrénica que es la institucionalidad. Por supuesto que estoy hablando en líneas muy generales, ni siquiera estoy diciendo que la mayoría del funcionariado sea así, pero eso es una fuerza que tiene presencia allí, que sigue teniendo un peso muy importante. Entonces se da esta situación, un poco esquizofrénica, de un funcionariado que está allí para ejecutar políticas sociales de signo profundamente transformador pero que asume esa tarea con lógicas clientelares y por tanto muy conservadoras. Es decir, es la misma gente que antes, o mejor dicho la versión contemporánea. La gente que dice que el pueblo chavista es malagradecido, que “cómo es posible que nosotros le damos, le damos y siempre está pidiendo, siempre está pidiendo”. O como se dice en algunos casos, “aquella gente que a pesar de que nosotros les damos todo, reclaman”.
¿Por qué me refiero a todo esto? Porque a mí me parece que eso es una expresión bastante elocuente de las limitaciones culturales de una parte de la sociedad venezolana. Es decir, una parte de la sociedad venezolana -y del chavismo, que como sabemos es la mayoría de la sociedad venezolana- que probablemente ascendió socialmente con el chavismo, que se acomodó, y que entonces viene ahora a reproducir ese mismo sentido común. El sentido común es sentido común porque uno lo naturaliza, pero obviamente eso es la expresión de un prejuicio y en última instancia eso es un prejuicio de clase. Obviamente es de clase. Y que sea un prejuicio de clase significa que es un sentido común que ha sido construido a imagen y semejanza de las elites de este país.
Sí creo que hay un chavismo que es muy conservador, que asciende socialmente y entonces comienza, como te digo, pues a reproducir todo ese imaginario. No necesariamente trabaja en las instituciones, yo te hablo de eso porque es lo que yo conozco, donde me desenvuelvo. Es el funcionariado que considera que el chavismo sigue siendo el chavismo pedigueño, cuando precisamente, el chavismo lo que ha demostrado es todo lo contrario. El chavismo es la dignificación del sujeto popular, el chavismo es el empoderamiento popular. El chavismo es la posibilidad, por primera vez en la historia de este país, la posibilidad de administrar la renta. De administrarla, que es absolutamente distinto de que a uno le regalen una lámina de zinc, entre comillas regalen. Entonces el chavismo es esa dignificación. Es decir hay una restitución de tus derechos espirituales por decirlo de alguna manera, pero también de tus derechos materiales. El chavismo vive mejor.
Entonces por una parte se ha dado este proceso de dignificación de las condiciones materiales del pueblo venezolano pero eso también ha tenido su expresión, digamos, perversa. Es este segmento, este subconjunto del chavismo que sigue reproduciendo las mismas prácticas. Yo creo que es absolutamente normal: uno construye lo nuevo siempre a partir de lo viejo. Uno sigue arrastrando parte los viejos valores de la sociedad con la que está combatiendo. Lo que me parece fundamental es tenerlo claro y tener claro que esa manera de entender y de relacionarse con el pueblo chavista, incluso cuando uno se llama revolucionario, es un problema que tenemos que superar. Lo que no podemos hacer es naturalizarlo y hacer como si eso nos cayó del cielo. Cada vez que reproducimos esos prejuicios, estamos reproduciendo prejuicios de las elites de este país.

Justamente, hablando de la gestión institucional, tu recorrido era bastante distinto hasta hace un año. ¿Qué cosas te sorprendieron dentro de la institución, desde esta nueva posición que asumís, y de la visión emergente de esa posición?
Lo que más he disfrutado de la institución, literalmente, es la posibilidad de hacer cosas. Yo dejé de decir, porque me parecía un poco grosero, pero en algunos momentos llegué a decir que no entendía como nos podían pagar por hacer lo que hacíamos. Bueno, el tiempo que uno deja de estar con la familia, y el desgaste físico, obviamente nadie quiere eso. Pero buena parte del tiempo que nosotros le dedicamos a esto es muy gratificante, muy gratificante. Buena parte del tiempo por no exagerar, para no decir que todo el tiempo. Por supuesto que hay problemas, pero es muy gratificante.
Este es un Estado con mucho músculo, con mucha fuerza. Independientemente de los obstáculos que a nosotros se nos presenten en el camino, que son una infinidad como en todas partes, aquí hay la orientación general de las políticas. Si uno sabe aprovechar las oportunidades, o las posibilidades que te brinda la institucionalidad, se pueden hacer cosas que tienen un impacto muy, muy profundo en la población.

¿Y para mal?
A mí me cuesta mucho lidiar con esta mentalidad de la que recién te hablaba, me cuesta mucho. Me sorprende muchísimo -me sorprende literalmente- la facilidad con la que gente, incluso de mucha confianza, cuando es interpelada sobre algún proceso de trabajo, alguna cuestión que está mal o en la que fallamos, automáticamente responde defendiendo la institución y echándole la culpa a la gente, responsabilizando a la gente. Eso es un fenómeno que a mí me asombra: la facilidad con que nosotros hacemos eso. Uno de los propósitos de vida míos es dejar registro sobre eso. Quisiera reconstruir la micropolítica. Yo digo que incluso el más pintado, incluso la persona con más convicciones puede fácilmente ceder y ser derrotado por esa lógica. Es una lógica, una cultura.
Yo estoy reflexionando sobre esto: cuando tú te detienes, la inercia apunta hacia allá, siempre, siempre. “La institución hizo lo que tenía que hacer, la culpa la tiene la gente”. Si uno no está prevenido contra eso, se deja llevar fácilmente por esa lógica. Termina siempre excusándose, sacándose responsabilidad y achacando responsabilidad a la gente. Yo lo conversaba con una amiga hace pocos días y le decía: todo lo que significó que el comandante Chavez asumiera la responsabilidad el 4 de febrero de 1992. En fin, a mí me sorprende la increíble facilidad con que nosotros dejamos de asumir responsabilidad cuando la tenemos tanto, cuando la tenemos tanto...

El presidente propuso en el acto del 1 de mayo en el Poliedro la creación de un Consejo de Gobierno Comunal, para avanzar hacia el autogobierno. ¿Qué nos podés adelantar de esa propuesta?
Lo del Consejo es una idea del Presidente. Una idea inacabada, algo que hay que construir obviamente con el aporte decisivo del sujeto comunero. El Presidente ya ha dado algunas orientaciones generales. Planteaba la necesidad de establecer interlocución directa con él mismo. Me parece que eso es parte de la potencialidad del espacio. Creo que él se plantea que sea un espacio donde se problematicen muchos aspectos de la vida nacional. Es decir, no está restringido de antemano el espectro de los temas que se pueden tratar ahí.
En lo particular, pienso que es un espacio que debe ser aprovechado para todas estas cosas que acabo de decir: para construir política, naturalmente. De hecho el Presidente lo planteó así: un espacio donde sobre el tema X ustedes me plantean lo que hay que hacer, lo discutimos y lo decidimos. Un espacio para construcción de política. Todo espacio para construcción de política, con el sujeto de la política, tiene un potencial transformador muy grande.
Me parece que es un espacio desde el cual el sujeto comunero tiene que hablarle al resto de la sociedad. Me parece que tiene que ser no autorreferencial: no para que los comuneros le hablen a los comuneros o le hablen al presidente sobre los problemas de los comuneros. Es un espacio para la construcción de hegemonía: de hegemonía popular democrática, no de hegemonía en el mal sentido. Un espacio desde el cual, construyendo política, el sujeto comunero tiene la extraordinaria posibilidad de transmitirle al resto de la sociedad venezolana qué es una comuna.
Ese día, cuando hace el anuncio, Maduro dice que se trata de algo único a nivel mundial, el hecho de que se esté discutiendo sobre la democracia en esos términos, además ante casi 20 mil personas. Al día siguiente, me sorprendió el lugar –bastante secundario- que los principales medios de difusión de la Revolución le dieron a eso mismo que el propio Presidente había calificado como un acontecimiento mundial. ¿Qué opinión tenés respecto a aquella convocatoria del presidente Chávez, durante el Golpe de Timón, en cuanto al lugar que deben tener las comunas y el pueblo organizado en los medios de comunicación?
Bueno, yo creo que el llamado del Presidente sigue siendo un llamado vigente. Cuando llegamos al ministerio, hicimos esa reflexión. Difícilmente alguien haga una crítica a este ministerio más dura que nosotros mismos. Cuestionamos lo que hacemos aquí sin mucho problema. Esa fue la política que aprendimos del Comandante Chávez y creemos que hacer honor al Comandante es practicar esa política. Cuando llegamos aquí, al ministerio, asumimos una responsabilidad. Y cuando la asumimos nosotros, es que ya no era de más nadie, era nuestra. Y comenzamos a cuestionarnos la manera en que se trabajaba la comunicación aquí. Hubo gente que no la entendió y pensó que era una crítica injusta contra alguien. Por supuesto no se trataba de eso. Se trataba de una autocrítica dura que nos hacíamos. ¿Por qué? Porque se hacía un esfuerzo prácticamente nulo. Se hacía muy poco esfuerzo por transmitir la experiencia de la comuna.
Además de la posibilidad de hacer, te diría que lo que más me sorprendió fue ver la comuna. Ver lo que era. Y eso, junto con el Gobierno de Calle que fue otra experiencia verdaderamente extraordinaria, que pasa por lo mismo. El Gobierno de Calle fue lo que me permitió ver qué era eso. Yo era escéptico en relación con la comuna antes de asumir esta responsabilidad. Lo he dicho varias veces. Y cuando vi lo que era, cuando la vi viva, fue un muy profundo impacto y desde ese momento nos entró la angustia por comunicarle eso al mundo. Creo que de la misma manera que nosotros entramos aquí escépticos con la comuna, de la misma manera que reconocimos nuestras limitaciones para comunicar lo que es la comuna, creo que eso nos pasa absolutamente a todos, sin excepción. Creo que es una idea que no se termina de entender, por eso no tiene el espacio que exige. Cuando decimos esto, puede haber gente que considere que estamos pidiendo más centimetraje para nuestra gestión. No es para nuestra gestión, es para la comuna.
Como lo planteaba el Comandante, la comuna no es un tema de este ministerio, sino de todo el gobierno, y del pueblo, obviamente. Creo que falta mucho pero también nuestra filosofía de gobierno es que en lugar de estar lamentándonos de eso, nosotros tenemos que trabajar para que se comunique cada vez más.
Con el acto del Poliedro, teníamos bastante temor, por su magnitud. Y mira, fue casi el doble de la gente que esperábamos. Nosotros procuramos una serie de condiciones logísticas para que sucediera, pero obviamente eso no sucede sin voluntad de movilización, que excedió absolutamente nuestras previsiones. Uno tiene que hacer todo el esfuerzo posible cuando el pueblo venezolano se moviliza y habla claro, como sucedió. Entonces creo que lo que tenemos que seguir haciendo es simplemente asumiendo nuestra responsabilidad: seguir trabajando para que, cuando esa movilización se produzca -sabemos que se va a seguir produciendo-, que el mundo lo sepa pues. Que lo sepa la sociedad venezolana y en general el mundo. Que es un sujeto que está allí, vivo, y que está experimentando la comuna. Con muchos problemas, con muchos obstáculos pero de manera muy gozosa. La gente está construyendo con mucha alegría las comunas.
Parte del balance que hacíamos luego de ese acto es que, sin falsa modestia, nosotros hemos procurado establecer una relación con el comunero y con la comunera con mucho respeto. Nosotros fuimos fundamentalmente a escuchar, a aprender de esas experiencias. Procuramos agilizar los trámites que le impedían registrarla. Luego creamos las condiciones para que se encontraran, nos reunimos en un Encuentro Nacional. Luego nos fuimos a construir junto con ellos planes de desarrollo comunales. Es decir, hemos puesto la institución al servicio de su consolidación, con los errores que por supuesto hayamos cometido.
Hay estados donde nuestros errores han sido graves, donde no hemos hecho los cambios que demandan esos estados. Por supuesto que hemos fallado muchas veces. Pero sí nos hemos esforzado en algo ha sido en tratar a la gente con el respeto que se merece. ¿Eso implica que ya ganamos la partida, que todo está hecho, que ya nos podemos sentir satisfechos? De ninguna manera, creemos que estamos apenas comenzando. Las amenazas son muchas, pero en todo caso fue una muy importante demostración de fuerza. Y bueno, volviendo al sentido de tu pregunta, creo que es estratégico saber identificar cuándo esas demostraciones de fuerza ocurren, tratar de indagar cuando esos acontecimientos aparecen, y comunicarlos. Creo que es una obligación de nosotros los revolucionarios

Última pregunta. En una frase, ¿para dónde va la Revolución Bolivariana?
La Revolución Bolivariana va hacia el encuentro permanente del pueblo venezolano. Ahí está, en el corazón del pueblo, y allí tiene que seguir estando. Mientras eso sea así, habrá Revolución Bolivariana para rato.

* Fernando Vicente Prieto es periodista argentino residente en Caracas
@FVicentePrieto
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

miércoles, 18 de junio de 2014

El año de la Agricultura Familiar Campesina Indígena




Osvaldo León

ALAI AMLATINA  



En el marco de la crisis alimentaria, la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el 2014 como el Año Internacional de la Agricultura Familiar (AIAF), con el objetivo general de “promover la conciencia internacional y apoyar los planes impulsados por los países para fortalecer la contribución de la agricultura familiar y los pequeños agricultores a la erradicación del hambre y la reducción de la pobreza rural, conduciendo así al desarrollo sostenible de las zonas rurales y la seguridad alimentaria”.
 
En tal sentido, el AIAF apunta a reposicionar este segmento en las políticas agrícolas, ambientales y sociales de las agendas nacionales, regionales y globales por su aporte significativo a la producción mundial de alimentos, a la preservación de alimentos tradicionales, a la generación de empleo y mitigación de la pobreza, a la conservación de la biodiversidad y tradiciones culturales.
 
A la Agricultura Familiar se la presenta como “una forma de organizar la agricultura, ganadería, silvicultura, pesca, acuicultura y pastoreo, que es administrada y operada por una familia y, sobre todo, que depende preponderantemente del trabajo familiar, tanto de mujeres como de hombres. La familia y la granja están vinculados, co-evolucionan y combinan funciones económicas, ambientales, sociales y culturales”.

 
Disputa de sentidos
 
Como no podía ser de otra manera, la propia denominación del Año Internacional de la Agricultura Familiar suscita cuestionamientos.  Por ejemplo, Gustavo Duch pregunta: “¿Es el apelativo familiar la mejor definición para trazar la línea que separa la agricultura de las sociedades anónimas, las cotizaciones en bolsa y las semillas esterilizadas de la agricultura campesina de los mercados locales y de la biodiversidad cultivada?  ¿Es suficiente definirla como aquella actividad agraria operada por una familia y que depende principalmente de la mano de obra familiar, incluido tanto a mujeres como hombres?  La familia, ¿es el único modelo para desarrollar agricultura campesina a pequeña escala?”[1].
 
Cuestionamientos que, en el fondo, hacen parte de la disputa de sentidos que se está librando en diversos planos respecto al AIAF, porque éste –como suele acontecer con los eventos que propicia la ONU– contribuye a visibilizar debates que se mantenían en sordina por obra y gracia de la conjunción de los poderes fácticos con el mediático.
 
En la dinámica de las corporaciones para subordinar la agricultura mundial a sus intereses, aparece un relato cuyo eje es “incorporar” la agricultura familiar a su cadena productiva.  Y es lo que están negociando en las instancias oficiales.  Es así que en la 37 reunión anual del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), realizada en Roma (19-20, febrero 2014), esta entidad presentó como un primer logro del AIAF la suscripción de un convenio con Unilever, destacando que ambas organizaciones se guían por principios similares y comparten objetivos y compromisos en torno a la agricultura familiar. 
 
Como reseña un comunicado del FIDA, el Director Ejecutivo de Unilever, Paul Polman, “resaltó cómo conectar mejor a las multinacionales, pequeñas y medianas empresas con los pequeños agricultores, de manera recíprocamente beneficiosa y productiva”.  Unilever es una transnacional agroalimentaria que opera en 100 países, con materia prima en la que abundan transgénicos y agrotóxicos, conservantes y químicos, y que es cuestionada por encubrir trabajo infantil y precarizado.  ¿Serán, acaso, tales las condiciones mínimas para quienes opten por “incorporarse” a la oferta “beneficiosa y productiva” que propone el Director Ejecutivo de Unilever?
 
“La idea de la ‘integración’ de los agricultores familiares a la cadena agroindustrial global supone un libre mercado en el que todos podemos competir y donde las reglas son ‘claras’”, señala un pronunciamiento de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo – Vía Campesina (CLOC-VC)[2]; para luego añadir: “Veamos algunos datos: con tan solo ¼ de las tierras arables del mundo, los campesinos y campesinas alimentamos al 70% de la población mundial, y según la FAO , más del 40% de los alimentos de la cadena agroindustrial se pierden por descomposición.  El 90% del mercado mundial de granos está en manos de cuatro corporaciones: ABC, Bunge, Cargil y Dreyfus”.
 
Monsanto, acota el documento, “controla el 27% del mercado global de semillas, y junto con otras 9 corporaciones más del mercado de agrotóxicos.  Esta concentración les permite presionar especulativamente para que los precios de los commodities aumenten sistemáticamente.  Además su estrecha alianza con la banca internacional les permite disponer de enormes masa de capital de origen especulativo que se utiliza para el acaparamiento de tierras, lobby y presión a los gobiernos del mundo, la corrupción, etc.  ¿De qué mercado libre nos hablan?  El ‘mercado’ es rehén de las corporaciones y el capital financiero”.
 
Por lo mismo, subraya: “si sumamos al monopolio, los problemas de pérdida de biodiversidad y crisis ambiental provocada por grandes extensiones de monocultivos, los problemas graves de salud y contaminación por miles de millones de toneladas de agrotóxicos que fumigan indiscriminadamente, el trabajo esclavo, el uso indiscriminado de combustibles fósiles, la destrucción de mercados locales, entre otros, aparece con claridad que no es posible armonizar agricultura campesina, con la agricultura de las corporaciones, así como no será posible terminar con el Hambre de la mano de ese sistema nacido con la revolución verde”.
 
Consecuentemente, la CLOC-VC afirma, “tenemos claridad: que el sistema del capital financiero para el campo es la agricultura industrial en manos de las corporaciones transnacionales y eso es totalmente contradictorio con la Soberanía Alimentaria y la Agricultura Familiar Campesina Indígena”.
 
En un texto referido a las cualidades de la agricultura familiar, Jan Douwe van der Ploeg[3] establece que entre las amenazas internas consta la tendencia a ingresar en procesos empresariales que afecta la continuidad y virtuosidad de la agricultura familiar; sin embargo, destaca que existen tendencias importantes que corren en sentido contrario.
 
“Muchos predios familiares se están fortaleciendo e incrementado su renta con el empleo de principios agroecológicos, con la participación en nuevas actividades económicas o con la producción de nuevos productos y la prestación de nuevos servicios que son en general distribuidos y ofrecidos a través de nuevos mercados, socialmente construidos”, dice.  Para luego acotar que “estas nuevas estrategias se definen como formas de recampesinización, que buscan restaurar la naturaleza campesina de la agricultura al fortalecer el predio familiar.  La recampesinización es, por tanto, una forma de defender y fortalecer la agricultura familiar”.
 
- Osvaldo León es Director de “América Latina en Movimiento.
 
* Este texto es parte de la Revista América Latina en Movimiento, No., 496 de junio de 2014, que trata sobre el tema de " Políticas y alternativas en el agro en el año de la agricultura familiar" - http://www.alainet.org/publica/496.phtml
 
Notas:
[1]La agricultura desposeída de la tierra, http://alainet.org/active/74283
[2] La CLOC Vía Campesina en el Año Internacional de la Agricultura Familiar http://alainet.org/active/72077
[3] Dez qualidades da Agricultura Familiar, http://alainet.org/active/71672


URL de este artículo: http://www.alainet.org/active/74538

Pacto azulgrana origen y fundamento de un golpe parlamentario continuado







El ejercicio de un sistema bipartidista del llamado pacto azulgrana en Paraguay entre el partido colorado y partido liberal lo componen la clases políticas mafiosas, buscan un solo objetivos, consolidar una organización política tipo "cartel" para garantizar un negocio seguro a unas élites. Este pacto en su origen y fundamento es corrupta y criminal, sabemos lo que pasó en la masacre de Curuguaty, un crimen planificado por la mafias políticas que lo convirtió a un golpe parlamentario destituyendo al presidente legitimo Fernando Lugo elegidos por la mayoría del pueblos paraguayo, en solo meses en el poder Federico Franco vaciaron el arcas del estados, es un robo y saqueo directo al estados paraguayo, al instante se dieron luz verdes a la Monsanto para la entrada de las semillas transgénicas, la invasión transnacional se proyecta a privatizar todos lo entes públicos incluidos los recursos naturales que quedan, finalmente llegaron la hora de la locura electoral, la misma plutocracia de este pacto es el encargado de recomponer el descontento del golpismo condenados por todos los organismo multilaterales, con el discursos de la vuelta de la democracia, el progreso y desarrollo excluyeron y discriminaron positivamente a sus oponentes con la propuesta del nuevo rumbo Paraguay.
Este pacto sus principios y practica política seguirán siendo la descomposición de la instituciones llamada democrática, el amiguismo o clientelismo político se perfeccionaran, igualmente la corrupción aumentaran, con el pacto azulgrana la criminalidad versos impunidad están garantizados, el parlamento se convertirán en un circos de lobos con golpes parlamentario continuado contra el pueblos, el peligro de esta alianza bipartidista compuestas de las élites mafiosas, empresariales, latifundistas es la criminalización de los indígenas y campesinos bajo la misma esquema judicial, policial, militar y paramilitar de la masacre de Curuguaty que igualmente continúan, nadie pueden esconder que el 80% de las tierras se adueñan el 2% en el país en su mayoría extranjeros, esta realidad dejan sin tierras a 80% de los paraguayos y paraguayas y en extrema pobreza.
La confrontación entre terrateniente y campesinos, campesinas, originarios en Paraguay llegan a un nivel antagónicos, tal como ocurrió en Bolivia la guerra por el agua, la guerra por la tierra en Paraguay se agudizaran en este momento si no se resuelven el problema de la tierra, la propuestas de reforma agraria integral bandera de lucha histórica de las organizaciones campesinas, como también la ley marco de soberanía y seguridad alimentaria presentada por la bancada del Frente Guazú nunca fueron interés en el parlamento, pero sin embargo la aprobación de la ley de seguridad y defensa del nuevo rumbo Paraguay aprobado por el mismo parlamento, hoy garantiza la militarización policial y militar de los asentamientos campesinos, campesinas e indígenas, caso de Ñacunday que con una maniobras el presidente del Instituto de Desarrollo Rural y de la Tierra (INDERT) pretenden desalojar y blanquear al empresario Brasileño Tranquilo Favero que se adueñan de una propiedad de orígenes irregulares y falsas, todas las denuncias fueron presentados por las organizaciones campesinas con el respaldo y acompañamiento del senador Sixto Pereira bancada del Frente Guazú, estos conflictos son generalizados sin ninguna posibilidad ni apertura por parte del estados para buscar una salida o una solución al problema, con el pacto azulgrana se proyecta solo a la consolidación de un estado con su doble naturaleza, la restauración de la dictadura desde la democracia representativa, poder absoluto a la plutocracia para seguir haciendo negocio con la patria garantizando el rumbo al capitalismo salvaje que también tienen una clara intención de restauración en el continente.
Con el pacto azulgrana continúan golpeando al pueblo en defensa de la oligarquía latifundista y mafiosas.
El presente es de la luchas el futuros nos pertenecen, el pueblo unidos jamás serán vencidos.
Del Rosario Ignacio Denis. Ingeniero Agroecologico graduado en Instituto Latinoamericano de Agroecologia Paulo Freire (IALA)

Twitter: @yiyoparaguay

Blog del Autor : http://ayvuguasu.blogspot.com/

Publicado en: Rebelion.Org
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=186249




Nota: