La privatización de la vida es una de las consecuencias más salvajes
del capitalismo. Si las semillas están patentadas no se pueden guardar
de un año para otro para plantarlas. Es un delito. La capacidad de
reproducción de la vida se ha privatizado gracias a la presión de las
Corporaciones Transnacionales y a la connivencia de los gobiernos. Esta
situación no sólo tiene graves consecuencias que se desencadenan sobre
la soberanía alimentaria de países enteros, sino por la penalización de
aquello que los campesinos y campesinas de todo el mundo llevan haciendo
desde el año 7.000 a.C.
Las semillas
no entienden de ratios de producción, ni de ahorro de costes, ni de
optimización de insumos. Las semillas simplemente se reproducen y esto
pone muy nerviosas a las grandes corporaciones. Tres han sido los
mecanismos que han utilizado para conseguir la mercantilización y
privatización de la vida: uno biológico (la hibridación), uno genético
(los organismos genéticamente modificados) y uno legal (las patentes).
Gracias a estos tres mecanismos, los agricultores y agricultoras de
todo el mundo han dejado de poder realizar esa tradición milenaria que
supone recoger la cosecha, secar las semillas y guardarlas para los
próximos años.
La mejora de las semillas
mediante técnicas tradicionales es un proceso eminentemente
colaborativo, cuanta más gente implicada, mejor. Baggett, un agricultor
de Estados Unidos, consiguió un brócoli cuyo tallo era más largo y por
tanto la cabeza de la planta estaba más alejada del suelo y era más
fácil de cosechar. Usó el método tradicional: cruzó un brócoli con otro,
identificó la mejor variedad y guardó las semillas para el año
siguiente. Esto fue repetido durante décadas y Bagget consiguió un
brócoli tan “separado” que los gorriones usaban sus ramas para posarse.
Bagget utilizó una planta que había sido cultivada en los años 50 por la
Universidad de Massachusetts. Inició su proceso de mejora de la planta
en 1966 y fue ayudado y seguido por Myers, otro agricultor de la zona de
Oregón.
Bagget and Myers compartieron su conocimiento con otros
agricultores y agricultoras a lo largo de los Estados Unidos. El
problema apareció cuando su versión mejorada del brócoli llegó a manos
del departamento de brócoli de la Royal Sluis, una empresa holandesa que
tenía granjas de investigación en California. Gracias a los tentáculos
de distintas consolidaciones corporativas su semilla acabó en la
corporación de de semillas
vegetales más grande del mundo, Seminis, la cual en 2005 fue absorbida
por la corporación de tecnología agrícola más grande del mundo,
Monsanto. En el año 2011 Seminis recibió la Patente US 8.030.549
“Brócoli adaptado para facilitar la cosecha” cuya principal
característica identificativa era tener una cabeza lo suficientemente
separada del suelo como para facilitar su cosecha. Más de un tercio del
material de la planta patentada venía de las mejoras realizadas por
Bagget.
Los abogados de Seminis comenzaron a llamar a Myers,
pidiendo más ejemplos de semilla de brócoli. La Patente US 8.030.549
cubría sólo unas pocas variedades de la planta y la corporación quería
patentar la “característica”, es decir, todos los brócolis adaptados
para facilitar la cosecha. Seminis necesitaba otras plantas para comprar
y probar que su invención era absolutamente novedosa. La petición de
patente fue denegada, pero Seminis ha recurrido y el proceso puede estar
abierto durante años.
El amparo de la ley y la connivencia de los gobiernos
En Estados Unidos, la Ley de Protección de Variedad de Semillas
(PVPA en su acrónimo inglés) de 1970 permitió a los y las agricultoras
guardar las semillas y replantarlas (pero no intercambiarlas y
venderlas). Las patentes
de uso, son sin embargo, absolutas, sin excepciones, no se pueden
guardar las semillas ni cruzarlas. Las patentes empezaron con los
granos, sobre todo con maíz y trigo, pero en la actualidad abracan a
gran variedad de lechugas y están llegando a las zanahorias, cebollas,
brócoli, coliflores y otros vegetales.
En los 80 la ingeniería
genética superó todas las expectativas. La industria se consolidó y las
grandes corporaciones compraron pequeños agricultores que no podían
competir. En Estados Unidos empezó a ser legal patentar semillas como si
fueran invenciones privadas y se extendieron las patentes
a todas las formas de vida desarrolladas a través de la ingeniería
genética. En el año 2001 la corte extendió estos derechos al cultivo tradicional, por lo cual, una planta obtenida a través de un cruce de semillas, podía ser patentada.
Guardar semillas se vuele un crimen con las patentes.
La consolidación de la industria genética y las restricciones impuestas
por la propiedad intelectual, han llevado a que los y las agricultoras
cada vez tengan menos opciones y trabajen de manera más aislada, además
de a una reducción de la riqueza natural del mundo vegetal. En el corto
plazo puede que las consecuencias sean tener menos variedades de tomate
en la mesa, pero en el largo plazo, las consecuencias pueden ser
devastadoras, atacando a la propia resiliencia de la agricultura. El
tener acceso a una amplia gama de semillas es para los agricultores
fundamental. Cada vez que la protección de los derechos intelectuales de
las corporaciones se ponen encima de la mesa, una línea genética se reduce.
En torno a los años 90 las grandes corporaciones
empezaron a utilizar la metáfora del software para aplicarlo a las
semillas. Las consideraban un bien comercializable, cuyo código
pertenecía a un sistema de mayor envergadura perteneciente a la
corporación y que incluía pesticidas, herbicidas, etc. Se calculó que
por aquella época, el negocio de las semillas a nivel global estaba en
torno a los 14.5 mil millones de dólares. En torno a 2013 había crecido
un 250%, a los 39.5 mil millones de dólares y hay estimaciones de que
para 2018 serán 52 mil millones.
La Iniciativa de Semillas de Código Abierto
Volviendo
a Myers, harto del acoso de Seminis para patentar su brócoli fácil de
cosechar, fundó junto con otros colegas, la OSSI, la Open Source Seeds
Initiative, o lo que es lo mismo, la Iniciativa de Semillas de Código Abierto,
en el año 2012. Su finalidad era restablecer el intercambio libre de
semillas creando una reserva de semillas que no pueden ser patentadas,
“un parque nacional de germoplasma” [1] lo llama uno de sus fundadores.
Precisamente utilizando la metáfora del software utilizado por las corporaciones, OSSI decide inspirarse en el software de código abierto.
La idea es utilizar la misma herramienta que las corporaciones pero con
la finalidad contraria: crear y reforzar el intercambio y la creación
conjunta. El objetivo práctico de OSSI es crear una reserva de
germoplasma, pero en realidad estamos hablando de redistribuir el poder
en el mundo. Estamos hablando de luchas de base y de reconocimiento del
derecho natural de la vida a reproducirse a sí misma sin pertenecer a
nadie.
Jack Kloppegurg, otra de las personas implicadas, reconoce
que las semillas es uno de los recursos que siempre ha pertenecido al
área de los bienes comunes, los recursos naturales que son públicos de
manera inherente, como el aire, el sol o la lluvia, pero gracias a las
patentes, esta riqueza cultural, estos recursos que pertenecen a todos,
han entrado en la lógica mercantilista para el beneficio privado. El
problema de las patentes no es sólo éste, sino que también tienen un
efecto disuasorio: las personas ya no intercambian semillas por miedo a
las multas, aunque sus plantas no hayan sido genéticamente modificadas.
Si una corporación consigue demostrar que el material genético de su
maíz patentado y el maíz de un agricultor privado es muy similar, este
último puede ser acusado de cometer un delito contra la propiedad
intelectual.
Lo que distingue a las semillas OSSI es su etiqueta,
la cual reza: “Tienes la libertad de utilizar las semillas OSSI de la
manera que desees. A cambio, te comprometes a no restringir el uso de
estas semillas o sus derivados mediante patentes u otros medios.
Asimismo debes incluir esta etiqueta en cualquier intercambio que
realices con estas semillas o sus derivados”.
En la actualidad hay más de 20 compañías de semillas que promueven semillas de código abierto.
La página web de OSSI conecta a compradores y empresas de variedades
OSSI tratando de crear una red de intercambio de semillas que proteja
los bienes comunes, y en última instancia, la vida.
[1] El germoplasma es el conjunto de genes que se transmite por la reproducción a la descendencia
Ecoportal.netEl Salmón contra la Corriente
http://www.elsalmoncontracorriente.e
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