Yemen, en su configuración actual nace de la fusión en 1990 de la República Democrática Popular de Yemen del Sur y de la República árabe de Yemen del Norte. Estos dos estados han tenido recorridos diferentes. La creación de Yemen del Norte remonta a más de diez siglos con la llegada de los zaiditas (variante chií) a Saada, la zona más septentrional. Pero en 1962 una revolución estalla para derrocar el régimen feudal e instaurar una república.
Nasser, el presidente egipcio defensor de la independencia árabe, apoya al movimiento revolucionario. Por su parte, los EEUU, GB, Arabia Saudita y el Sha de Persia envían mercenarios para apoyar a los elementos reaccionarios del antiguo régimen feudal e impedir que se consolide la república. El conflicto desemboca en una dura guerra con miles de víctimas y que dura hasta 1970.
Finalmente, el gobierno republicano no es derrotado pero sale debilitado del conflicto. No tiene los medios de iniciar una revolución cultural, de democratizar completamente el país ni de industrializarlo. Yemen del Norte se estanca en el estado feudal y la revolución republicana no ha podido tener su verdadero desarrollo.
Yemen del Sur tiene un proceso diferente. En el siglo XIX, es colonizado por los británicos para bloquear la expansión de los franceses que se han hecho con Yibouti y de los rusos que se extienden hasta Asia Central.
Forma parte de la conquista de una serie de zonas estratégicas en el Cuerno de África y en torno al paso de Ormuz (como lo harán los EEUU más tarde) y en el camino a la India. El núcleo central de lo que será Yemen del Sur es la ciudad portuaria de ADEN construida por el imperio Británico para quien desempeñará un papel importante. Por otra parte, todas las personas que GB juzga peligrosas en su colonia india –nacionalistas o comunistas- son enviados en exilio a Adén. Así, Adén se convirtió en un centro de difusión de ideas progresistas que se extenderán por el mundo árabe y por el Cuerno de Africa. Desde la ciudad portuaria, se extiende y desarrolla un movimiento independentista, anticolonial y marxista que conducirá mediante una lucha de guerrillas a la expulsión de los ingleses y a la creación en 1967, de la República Democrática Popular de Yemen. Estará gobernada por el Partido Socialista Yemení: una coalición de diversos elementos progresistas heredados en parte de los prisioneros de Adén. Hay comunistas, nacionalistas, liberales, baasistas procedentes de Siria e Irak…Yemen del Sur se convierte entonces en el Estado árabe más progresista de la región y conoce los mejores años con una reforma agraria, igualdad de sexos, más cultura, y toda una serie de medidas progresistas y solidaridades internacionales con movimientos revolucionarios, pero no logran crear una base industrial. Los comunistas encuadran el partido y mantienen una cierta cohesión, pero cada vez que hay que hacer frente a una situación complicada saltan las contradicciones como consecuencia de las diversas corrientes en presencia y la ausencia de un proletariado con peso.
Estas contradicciones van a conducir a guerras internas importantes y al debilitamiento del partido. Esta debilidad y quizá la perspectiva de la caída de la URSS que fue un gran apoyo de Yemen del Sur, llevó a lo que Samir Amin calificó como un suicidio, es decir a la unificación con el Yemen del Norte tribal de Saleh –en el poder desde 1978-. En ese sentido se expresa el que fuera el último presidente de Yemen del Sur antes de la unificación en 1990 y luego vicepresidente del Yemen unificado desde esa fecha, Ali Salem Al-Said. Viene a decir que los acuerdos de unificación no fueron cumplidos por Saleh, que no se pudo realizar un referéndum de confirmación de la unificación en el Sur, que no se instauró una sociedad laica como se había acordado, que el esfuerzo y la aportación económica del Sur fue mucho mayor, que se fue desmontando la reforma agraria y que el Sur quedó inmerso en una gran pobreza. Por todo lo cual Ali Salem Al-Said dimitió de la vicepresidencia y tuvo que exiliarse. Y en 1994 no se produjo una brutal guerra entre el Norte y el Sur porque el Sur frustrado quisiera separarse del Norte, sino que se produjo una invasión en toda regla del Sur por parte del Norte para liquidar todos los vestigios del socialismo, con importantes matanzas de militares y civiles, expulsando a miles de funcionarios y militares de sus puestos de trabajo y privatizando de nuevo las tierras que habían sido requisadas. Todo lo cual condujo a replantearse en amplios sectores del Sur la necesidad de separarse del Norte y a enfrentarse con las tropas del Norte por dicha causa. Saleh, para poder salir victorioso de esta contienda tuvo que echar mano de todas las fuerzas reaccionarias de la región como Arabia saudita, las fuerzas imperialistas, EEUU en cabeza, y reactivar el yihadismo integrista forjado en la guerra de Afganistán, nacional e internacional, de la mano entre otros de destacados militares integrados en la esa línea como el hermanastro de Saleh, Ali Mohsen al-Ahmar y el carismático líder militar Tariq al-Fadhli.
El conflicto actual y sus protagonistas
El conflicto de 2011 que condujo tras un largo tira y afloja a la dimisión forzada del presidente Ali Abdullah Saleh, se venía forjando desde hacía tiempo. Llevaba 33 años en el poder y su gobierno fue un gobierno corrupto, ineficaz, represivo y dictador, que sumió al país en la mayor pobreza y falta de perspectivas, y en la que el dictador que se acaparaba todo para sí, fue creándose muchos enemigos, incluso dentro del ejército, siendo asimismo abandonado por sectores de las clases dominantes a los que fue marginando.
Saleh, sin embargo, siempre tuvo como aliados estrechos e incondicionales a los EEUU y a Arabia Saudita.
Sus mayores enemigos se encontraban por una parte en el Norte, los hutíes, y por otra en el Sur, donde había todo un conglomerado de partidos y grupos, más o menos ligados a la tradición de izquierdas del Sur y en alguna manera al partido Socialista de Yemen del Sur, constituyendo lo que se ha venido en llamar el “Movimiento del Sur” que se venía estructurando desde 2007. Entre sus líderes se encontraban antiguos dirigentes de la República Democrática Popular de Yemen. La mala experiencia vivida tras la unificación de Yemen en 1990, la brutal guerra de 1994 contra el Sur y la situación de dependencia y pauperización posteriores, hacen que gran parte de los sectores del “Movimiento del Sur” apuesten por la secesión como mejor alternativa.
El zaidismo del Norte, una variante chiita, ha tenido muchas tensiones y guerras con el poder central de Saleh –hasta seis guerras- que les ninguneaba, que los marginaba del poder y de la economía, y que mantenía una actitud sectaria y poco abierta con sus creencias y sus prácticas religiosas.
Los hermanos Muhammad y Hussein al-Houti, fundaron en 1992 un movimiento para renacer el zaidismo. En 2003, el movimiento pasó abiertamente al terreno político, organizando protestas contra EEUU por la invasión de Irak. En 2004, Saleh ordenó el arresto de Hussein, y el movimiento respondió lanzándose a una rebelión abierta contra el Gobierno. Las autoridades mataron a Hussein, pero el movimiento zaidista lanzó una insurgencia intermitente contra el gobierno hasta casi el estallido de las masas de 2011. A partir pues sobre todo del entorno de 2004, el zaidismo fue adquiriendo una vertiente política democratizadora y participativa, abierta a otras corrientes, reivindicativa de las necesidades económicas y sociales de la sociedad de su entorno, pero con una decisión firme que se traducía en estructuras políticas y militares muy eficaces, en una tenaz resistencia armada, adoptando el nombre de hutíes derivado del que tenía el fundador de este movimiento, Hussein Al-Houthi y estructurados en el movimiento llamado Ansarulá.
Yemen se encuentra dentro de la estrategia “contra el terror” de EEUU ya desde 2009, tras el atentado fallido en un avión de la línea Amsterdam-Detroit, el 26 de diciembre de 2009, de un nigeriano portador de explosivos, que supuestamente había sido entrenado por Al-Qaeda en Yemen.
Washington, invocando la amenaza de Al-Qaeda, bombardea el Sur de Yemen, e inicia un proceso de bombardeos sistemáticos –y de espionaje- mediante drones en Yemen del Sur oficialmente contra Al-Qaeda, en realidad contra el Movimiento del Sur, a quien se ve como un peligro. Por otra parte, la desestabilización de Yemen, la creación de un estado de guerra permanente, con Al-Qaeda como coartada, responde a un guión muy habitual del imperialismo norteamericano para justificar su presencia militar en lugares geoestratégicamente importantes, como es, como veremos, el caso de Yemen.
El 20 de enero de 2009, Nasir al-Wahayshi, el jefe de Al-Qaeda en Yemen, anuncia la formación de un grupo único a sus órdenes para toda la Península Arábiga, “Al-Qaeda de la Península Arábiga” también llamada AQAP o Asnar al-Sharia, con militantes de Yemen y los restos de la desmantelada red de Arabia Saudita. Dos importantes cuadros de esta organización serán expresos de Guantánamo, el saudita Abu-Sayyaf al-Shihri (nº 372), adjunto del jefe máximo, y el que será jefe militar, Abu Muhammad al-Awfi, (nº 333). Ya sabemos por otra parte, que Guantánamo es una fábrica, donde los EEUU crean militantes de Al-Qaeda para utilizarlos donde les interesa. Arabia Saudita, siempre fiel vasallo de los EEUU, siempre dispuesto a desestabilizar los países que le ordene su señor, y siempre obsesionado por combatir el chiismo e impulsar las formas más agresivas y extremas del sunismo wahabita, colaborará todo lo que haga falta con armas y capital para extender Al-Qaeda. Lo que para EEUU es una coartada para justificar su presencia militar, para Arabia Saudita se convierte en el objetivo de crear “Califatos” o feudos wahabitas que disputen territorios al chiismo y extiendan su reinado y hegemonía regional. Los aparentes ataques contra Al Qaeda, son en realidad un buen medio para prestigiarla y fortalecerla, al igual que ha estado sucediendo con el ISIS por parte de EEUU y sus aliados.
El otro gran aliado que nunca puede faltar para estas tareas, son los Hermanos Musulmanes, el “alma” de Al-Qaeda, los suministradores de militancia para Al Qaeda, y siempre al servicio del imperialismo, y que en el caso de Yemen, se trata de la organización Al-Islah, quienes siempre han colaborado en las tareas represivas contra el chiismo, contra los hutíes y en 1994, en la guerra contra el Sur. Un militar de gran prestigio, Ali Mohsen al-Ahmar, hermanastro de Saleh y brazo derecho suyo durante mucho tiempo, luego distanciado, antichiita y anticomunista furibundo, el antiguo jefe de la primera División Acorazada del ejército yemení, uno de los máximos responsables de la represión contra los hutíes, siempre ha jugado un papel importante en favor de la yihad y su variante de Al Qaeda, desde los tiempos de Afganistán, hasta los más recientes de Al-Qaeda, impulsando el sunismo radical incluso en territorio zaidí, dentro de su guerra contra el chiismo y para mayor goce de Arabia saudita. El oportunismo de Al-Qaeda en defensa de la secesión de Yemen del Sur, al igual que el “Movimiento del Sur”, ha facilitado la confusión y la acusación por parte de Saleh, de que el “Movimiento del Sur” y Al-Qaeda, son la misma cosa.
La conjunción del malestar de todas las fuerzas democráticas, del Norte y del Sur, incluido el de sectores de las clases dominantes marginados por Saleh e importantes sectores del ejército, también descontentos, condujo en 2011, a crear una fuerte presión contra Saleh, para que se produjeran importantes cambios democráticos, económicos y sociales. En lo que respecta al ejército, la Guardia Republicana, dirigida por el hijo de Saleh, siguió básicamente leal al presidente, pero cuando se suponía había de proteger el palacio presidencial, una parte de ella es la que atacó al presidente el mes de junio de 2011, dejándolo gravemente herido, por lo que tuvo que abandonar el país para curarse de sus heridas antes de volver a ocupar el poder. La Primera División Blindada también se posicionó del lado de los manifestantes, y asimismo por ejemplo, la milicia de una de las principales federaciones tribales, la de la tribu de los Hasid, dirigida por Sadiq al-Ahmar, apoyó el movimiento de la revuelta. Es interesante destacar también, el papel crucial que desempeñó un destacado líder militar de Saleh, Tariq al-Fadhli, que se posicionó en su contra y en defensa del Movimiento del Sur. La historia de este militar condensa en cierto modo la del propio Yemen. Así, su padre fue un administrador de lo que fue la colonia inglesa de Aden, poseedor de grandes tierras en ese sur del Yemen. Cuando se produjo la revolución que condujo a la República Democrática Popular de Yemen del Sur, las tierras de su padre fueron requisadas. El todavía era pequeño.
Pero cuando tuvo 18 años fue voluntario con la Yihad a luchar contra los comunistas rusos en Afganistán como venganza por la expropiación de los comunistas yemeníes de las tierras de su padre. Terminada la guerra de Afganistán, cuando Saleh se enfrentó en 1994 con los comunistas de Yemen del Sur, al-Fadhli reclutó fuerzas yihadistas que eran excombatientes en Afganistán, para ir en auxilio de Saleh, jugando un papel importante en esa contienda. Pero 15 años después, desengañado con la política de corrupción y concentración de riquezas de Saleh, se volvió en su contra y se posicionó con el Movimiento del Sur, lo que supuso un importante refuerzo para este movimiento.
La arrogancia de Saleh y el apoyo de sus incondicionales (Arabia Saudita entre otros) lo mantuvieron un cierto tiempo todavía en el poder, reprimiendo violentamente a las manifestaciones pacíficas. Pero al final, tratando de evitar lo peor, sus incondicionales le forzaron a dimitir, pero asegurándole total inmunidad y un proceso de transición controlado. Así, tras la dimisión de Saleh en febrero de 2012, le sucedió quien había sido su vicepresidente desde 1994, Abd Rabbuh Mansur al-Hadi, y será el nuevo presidente en funciones.
La propuesta de Hadi para abrir supuestamente un proceso constituyente nuevo fue la de la Conferencia de Diálogo Nacional(CDN) a realizarse entre las distintas fuerzas políticas. Esta Conferencia se realizó a lo largo de los meses entre marzo 2013 y enero 2014, pero no resolvió ninguno de los problemas pendientes en Yemen. La falta de consenso sobre una nueva estructura federal era uno de los mayores problemas. En septiembre 2013 se creó un subcomité de 8 representantes de cada parte, del Norte y del Sur, que fue el encargado de buscar una solución al problema. Se llegó a un acuerdo absolutamente ambiguo, como era que la República de Yemen, un estado unitario con 21 gobernaciones, se debería convertir en una entidad federativa, pero sin concretar nada más. De hecho el Comité 8+8 no logró ponerse de acuerdo sobre el número de nuevas regiones federales (dos, cinco o seis) o de sus límites. En lugar de ello, el comité subcontrató estas decisiones a otro comité bastante poco representativo, elegido a dedo y presidido por el presidente Hadi, que se dedicó a estudiar los parámetros de un sistema federal. Este comité de 22 miembros, llamado Comité de las Regiones, delimitó en menos de dos semanas 6 nuevas regiones federales. La mayoría de los principales movimientos políticos como el partido Socialista de Yemen, el salafista Rashad, el Movimiento del Sur (Herak) y los hutíes rechazaron la propuesta, porque se hacía un reparto desigual de los recursos y las riquezas, porque no respondía a la historia de Yemen y porque en última instancia se hacía una distribución en función de intereses caciquiles prosauditas.
Los hutíes, con una gran potencia y experiencia militar, hartos de la situación sin salida en que se encontraba el país, y en el contexto de una gran subida de los precios de los carburantes que agudizaba la crisis del país, en septiembre 2014, tomaron militarmente la capital Sanáa, y emplazaron al presidente Hadi a realizar cambios democratizadores, modificar el borrador de Constitución y federar Yemen en dos, Norte y Sur. Tuvieron conversaciones con otros grupos políticos para buscar una salida y recibieron un importante apoyo popular. El presidente Hadi, dijo que estaba dispuesto a aplicar las reformas pedidas por los hutíes, firmando un Acuerdo de Paz y Reconciliación en ese sentido, acuerdo que no será cumplido.
En enero de 2015, en vista del incumplimiento del Acuerdo de septiembre 2014, los hutíes se apoderan del palacio presidencial de Sanáa, haciéndose formalmente con el poder. Al de unos días realizan en el palacio presidencial, con la presencia de importantes fuerzas y diversas personalidades, una Declaración Constitucional, donde plantean la creación de una Asamblea Nacional transitoria de 551 miembros que reemplazaría al disuelto Parlamento, la creación de un Consejo Presidencial compuesto por 5 miembros que cumpliría la función de la presidencia de la República, la realización después, de elecciones presidenciales y legislativas y una política exterior basada en el principio de buena vecindad y no injerencia en los asuntos internos de otros países.
A finales de enero 2015 el presidente Hadi dimite. Los hutíes presionan a los grupos políticos para llegar a acuerdos y pone un plazo, cumplido el cual, si no había acuerdos impondría su propia solución. De hecho, la mayoría de las organizaciones políticas yemeníes acuerdan, a primeros de febrero 2015, crear un Consejo presidencial interino para gestionar el país durante un año, para intentar sacar al país de la crisis, agravada con la reciente dimisión del presidente Hadi, Así, 9 partidos y grupos, incluida una facción del grupo independentista de sur Herak, acuerdan la constitución del citado Consejo presidencial de cinco miembros y que estará encabezado por Ali Naser Mohamed, uno de los presidentes de Yemen del Sur antes de la unificación de 1990. El Movimiento del Sur, partidario en su mayoría de la secesión, siempre ha visto los sucesos del país como desde cierta distancia. Los grupos que no entran en dicho acuerdo son los Hermanos Musulmanes (al-Islah) y otros grupos salafistas y sunitas radicales y prosaudíes, que siempre jugarán la baza del imperialismo y Arabia saudita.
A finales de febrero de 2015 el dimitido presidente Hadi escapa de la capital Sanáa a la segunda ciudad más importante, Adén, ciudad que declaró la capital de facto. Las fuerzas rebeldes, hutíes, Movimiento del Sur y el Ejército, posicionado éste básicamente en favor del cambio, avanzan rápidamente hacia el control del Sur, tomando primero la tercera ciudad de Yemen, Taiz y luego Adén, de donde Hadi huye a Arabia Saudita. Las fuerzas contra las que se enfrentan son los sectores suníes de los Hermanos Musulmanes –al Islah- y salafistas muy relacionados con Arabia Saudí, fuerzas de Al Qaeda y seguidores del militar islamista y fanático ultra, Ali Mohsen al-Ahmar, uno de los principales represores de los hutíes, pero que tras su derrota frente al avance de éstos en las inmediaciones del Palacio presidencial, se exilió en Arabia Saudita. Frente al avance rebelde, Arabia Saudita pronto activará y pondrá en práctica con bombardeos continuados sobre Yemen, la coalición que junto con Israel y los países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) ha ido forjando, la “Otan de Oriente Medio”, como reacción al muy odiado y temido acuerdo EEUU-Irán, incluso ampliada en esta ocasión a más países, con la compensación de fabulosos créditos económicos. Así, en esta coalición formarán parte, además de las monarquías del Golfo, Jordania, Marruecos, Sudán, Turquía y de una forma más figurativa que real Egipto y Pakistán. Por detrás de todo ello, por supuesto, el director de orquesta, EEUU.
Así, el 25 de marzo de 2015 inician una campaña brutal de bombardeos, la inicialmente denominada “Tempestad decisiva”, que trata de destrozar lo mismo objetivos militares que civiles, con el objetivo de crear terror, utilizando armas prohibidas –bombas de racimo por ejemplo, proporcionadas además por los EEUU-, destrozando escuelas, lugares históricos, lugares de culto religioso, hospitales e infraestructuras, carreteras a las centrales eléctricas, depuradoras de agua, con bloqueo por mar de acceso de alimentos, medicinas, y productos básicos, agudizando tremendamente la ya de por sí gran penuria alimentaria, sin concesión ninguna a treguas humanitarias –cuando el 80% de los yemeníes necesitan ayuda urgente-. Un mes después de iniciada la campaña de “Tempestad decisiva”, inician la campaña de “Restauración de la Esperanza” supuestamente porque ya habían cumplido los objetivos –cuando en realidad habían fracasado estrepitosamente- y como que los bombardeos iban a paralizarse. Ninguno de sus supuestos “objetivos” estaba cumplido y los bombardeos siguieron igualmente. Hay que decir por otra parte, que las violaciones sistemáticas de las convenciones de Ginebra en Yemen, sobrepasan a las de muchas guerras actuales, igualan a las denunciadas a Israel en su represión en Gaza pero en Yemen son silenciadas. El silencio internacional sobre estas violaciones y el apoyo a los bombardeos salvajes de Yemen, está ratificando la desaparición de toda referencia legal en materia de guerra.
Las campañas se estaban realizando con un gran despliegue de medios, con aviones pilotados muchas veces por pilotos israelíes, con miles de muertos –del orden de 5000 hasta ahora, además de unos 20.000 heridos- y la mitad de ellos civiles. Todo ello en apoyo de las tropas terrestres que actúan en connivencia con Arabia Saudí, a las que suministran armas desde los aviones –como hacían los norteamericanos con el ISIS en Irak y Siria- No hay que olvidar que además del apoyo de Al Qaeda regional cuentan también con el del ISIS, que contribuye a su manera, mediante atentados con matanzas de chiitas (200 muertos) y destrucción de mezquitas. Una campaña que dura todavía, tras más de siete meses, pero que está empantanada por la firmeza de los rebeldes, que se mantienen básicamente en sus posiciones –a finales de junio 2015, el 70% de Yemen estaba bajo el control de los hutíes, Ejército y Movimiento del Sur, a excepción de la provincia de Hadramaut, ocupada por Al Qaeda-. Esta guerra está agotando los recursos de los saudíes desde el punto de vista militar, económico, político y estratégico, y le está creando muchos conflictos internos. Además, Arabia Saudita –ante la incapacidad por otra parte de sus tropas de tierra, todas mercenarias- está recurriendo a contratar miles de mercenarios sudaneses, eritreos y colombianos además de contar con los quinientos militantes del ISIS fletados recientemente desde Siria por Turquía en cuatro aviones para luchar contra las fuerzas populares de Yemen. Como era de prever, el emirato del ISIS, es el cultivo de un tumor letal de asesinos, que luego irán siendo transportados por el imperialismo que los ha creado y alimentado, a los puntos de conflicto que les interesa. Hoy es el caso de Yemen y de Ucrania (para crear desestabilización en Crimea). Mañana será al Cáucaso islamista ruso, o a la zona islamista china de Xinkiang o a Asia Central u otros lugares, para desestabilizar aquellos países.
A partir de primeros de mayo de 2015 se crea un Alto Consejo Popular para la Movilización General de Yemen. El citado órgano comprende a diferentes partidos, movimientos, sindicatos, asociaciones, líderes religiosos y activistas. El propósito de la formación del Consejo será “unir y reforzar el frente local contra la agresión saudí” y “establecer un diálogo con todos los grupos políticos y sociales yemeníes”. El Consejo también se encarga de apoyar a los frentes yemeníes con ayuda militar y financiera.
La ONU, como siempre, al servicio del imperialismo. En la Resolución 2216 del Consejo de Seguridad de dicho organismo de 14 de abril de 2015, se pide la retirada unilateral de las fuerzas populares y el embargo de armas contra ellos, respaldando la postura de Arabia Saudita y justificando por otra parte todos los bombardeos. Cosa que no sirvió para nada. Francia por su parte, gran suministrador de armas de las terroristas monarquías del Golfo, justifica sus bombardeos, como ha justificado siempre todas las intervenciones militares asesinas del imperialismo. Las negociaciones de Ginebra sobre Yemen, fracasan. Las negociaciones terminaron sin un acuerdo sobre una tregua, saboteada por Turquía, sin fijar ninguna fecha para nuevas discusiones, según anunció el emisario de Paz de la ONU, el subsecretario general Ismail Ould Sheij Ahmed. La delegación de Sanáa representó a 13 partidos mientras que la de Riad, representante del dimitido presidente Hadi, rehusó mantener conversaciones directas con aquella. Por otra parte, uno de los líderes de Al Qaeda de Yemen, Abdul Wahhab al Humaiqani, estuvo participando en las conversaciones de Ginebra dentro de la delegación saudí, sin que por otra parte fuera detenido a pesar de estar en múltiples listas negras como terrorista.
En el marco de los diálogos yemeníes-yemeníes en Mascate, la capital de Omán, en agosto de 2015, se firmó un acuerdo de 10 puntos, según el cual, los revolucionarios yemeníes del Norte comenzarían su retirada de las regiones del sur del país y entregarían el control de estas zonas al Movimiento del Sur de Yemen (Al Harak), y así mismo, se reconoce que los revolucionarios asuman el control de Sanáa, la capital yemení, y de las regiones del norte, bajo el liderazgo del movimiento popular yemení Ansarolá.
El Cuerno de Africa en la geoestrategia imperialista
Yemen del Norte y luego el Yemen unificado, siempre han sido el patio trasero de Arabia Saudita, obsesionada por el chiismo del Norte, por la situación estratégica del país, sus riquezas y los territorios fronterizos en disputa, por lo que siempre ha intervenido en su política interior como está haciéndolo ahora. Pero los intereses en juego, y hablamos de los del imperialismo, van mucho más lejos. En primer lugar, como ruta petrolífera vital.
En el cruce de Yemen, Djibouti, Eritrea y Somalia, el estrecho de Bab el-Mandeb relaciona el Golfo de Adén y el Mar de Arabia. El petróleo y otras mercancías procedentes del Golfo Pérsico deben franquear Bab el-Mandeb antes de entrar en el Mar Rojo y en el canal de Suez. En 2006, el departamento de Energía de Washington informaba que un volumen de alrededor de 3,3 millones de barriles de petróleo transitaba cada día por este estrecho de vía navegable hacia Europa, EEUU y Asia. Lo esencial del petróleo, es decir 2,1 millones de barriles por día, toma la dirección del Norte por Bab el-Mandeb hacia el complejo Suez/Sumed que desemboca en el Mediterráneo. El oleoducto Sumed, partiendo del Canal de Suez, atraviesa Egipto por el sur de El Cairo y desemboca cerca de Alejandría en el Mediterráneo. Da una alternativa al Canal de Suez para el transporte de petróleo desde el Golfo Pérsico hacia Europa y el Mediterráneo.
La militarización por los EEUU y la OTAN del entorno del estrecho de Bab el-Mandeb, forma parte de su estrategia de control de las principales rutas marítimas de hidrocarburos y sus puntos más sensibles como son los estrechos –así como del control de las vías terrestres de oleoductos y gasoductos-. Casi la mitad de la producción mundial de petróleo, unos 90 millones de barriles diarios, se transporta actualmente por vía marítima, según dice la Administración de Información de Energia de EEUU (EIA). La mayor parte de este crudo atraviesa en un momento dado uno de los siete “cuellos de botella” de transporte marítimo, es decir uno de los siete estrechos más importantes.
Estos son además de los de Bab el-Mandeb y el Canal de Suez/Oleoducto de Sumed, el Estrecho de Ormuz que une el Golfo de Oman con el Golfo Pérsico y por donde transita el 20% del crudo mundial, lo que representa 17 millones de barriles diarios de petróleo, y punto de tensión entre Irán y EEUU; el Estrecho de Malaca, uno de los “cuellos de botella” más importantes a nivel mundial, que separa la costa occidental de la península malaya y la isla indonesia de Sumatra, por donde hace años pasaban 15 millones de barriles diarios, cifra incrementada sensiblemente debido al rápido crecimiento de las economías en el sudeste asiático; el Canal de Panamá, la vía comercial más importante de América, con 14000 barcos que lo cruzan cada año, y según datos de 2011, 755.000 barriles de petróleo lo cruzan cada día, siendo sus usuarios principales los EEUU, China, Japón y Chile, en un proceso de ampliación al triple de capacidad, al que habrá que añadir el previsto Canal de Nicaragua; asimismo hay que incluir en esta lista los Estrechos daneses, que son tres canales que conectan el mar Báltico con el Mar del Norte por Dinamarca, y por donde pasan 3 millones de barriles de petróleo al día, así como los Estrechos de Turquía (Dardanelos y Bósforo), con una circulación de 50.000 buques anuales y 3 millones de barriles diarios de petróleo.
El control militar de estos canales por los EEUU y la OTAN, está destinado a privar de su aprovisionamiento de petróleo a China, la UE o cualquier otra región o país que se oponga a la política de los EEUU. Sabiendo que volúmenes importantes de petróleo saudí transitan por Bab el-Mandeb, el control militar de este punto por los EEUU sirve también para disuadir a Arabia Saudita de contratar futuras ventas de petróleo a China u otros países en una moneda que no sea el dólar, como lo explicaba Robert Fisk, periodista del diario británico The Independent. Asimismo, los EEUU están por otra parte en posición de amenazar el transporte petrolero chino desde Port-Soudan en el Mar Rojo, puerto de salida al mar del petróleo de Sudán, justo al norte de Bab el-Mandeb, y que representa una importante vía de aprovisionamiento energético de China.
Pero además de la consideración de Bab el-Mandeb como vía de paso estratégico de petróleo, está la existencia probada de enormes reservas petrolíferas en toda la zona, a un lado y otro de la zona marítima, lo que la convierten con más razón, en zona geoestratégica importante. Así, en la región que llaman de la “Cuarta Parte Vacía” (The Empty Quarter) en el desierto de Rub’al-Khali, uno de los mayores desiertos de arena del mundo y situado en los territorios de Arabia Saudita, Yemen, Oman y Emiratos Arabes Unidos (EAU), existe una gigantesca bolsa de petróleo que ha sido ocultada por los EEUU y sus aliados en tanto no haya un “control” político total de la zona por parte de estos, en sintonía entre el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) y Yemen, para explotarla económicamente. Y asimismo existe otra bolsa gigantesca de petróleo en la zona de Ogaden de Etiopía, cuya explotación permitiría unificar el Cuerno de Africa bajo la dirección de Etiopía, dentro de la mirada vigilante y controladora de los EEUU. Y en relación a estos dos “Eldorados” existe el proyecto de crear dos grandes ciudades, ambas Al-Noor, una en Yibuti y la otra en Yemen, que serían unidas a través de un puente de 28 km y que cruzaría el estrecho de Bab el-Mandeb. Son proyectos hegemonizados por los EEUU con la colaboración muy directa y estrecha de Israel y Arabia Saudita, y del que podrían repartir una parte del pastel a Yemen y los otros miembros del CCG y a los países africanos del Cuerno de Africa.
La importancia geoestratégica del Cuerno de Africa tiene que ver también con la política de destrucción de Somalia que han practicado los EEUU, la utilización para fines militares del conflicto que hubo de los piratas, las bases militares de Yibuti, Somalilandia y de la isla de Diego Garcia en el Indico, la presencia de Al Qaeda en Somalia (al igual que ha sido propiciada en otros países africanos), el fraccionamiento de Sudán de la mano de Israel, la introducción del Africom en Africa y la presencia militar norteamericana en gran cantidad de Estados africanos tanto del Cuerno de Africa, como de Africa Central y Occidental, siempre en torno al petróleo y grandes riquezas africanas y bajo la coartada de luchar contra Al Qaeda.
Haremos una mención somera a estas cuestiones que requerirían un tratamiento exclusivo y exhaustivo. A lo largo de los siglos XIX y XX, británicos, franceses e italianos establecieron sedes en la región de Somalia.
La Somalia actual surgió el 1 de julio de 1960 de la unión de los territorios de la Somalilandia británica y la Somalia italiana. La Somalilandia francesa conseguiría la independencia por separado, convirtiéndose en el actual Yibuti.
La “primera república” de 1960-69, fue una democracia neocolonial, dominada por los intereses coloniales tradicionales de Europa (en particular Italia y GB).
Tras el golpe de Estado de Syad Barre en 1969, y durante una primera etapa (1969-1982) se impulsaron medidas progresistas tendentes al desarrollo económico, de la educación, salud, infraestructuras, de impulso a la identidad nacional y de la cultura y lengua somalíes, consideradas africanas pero no árabes. De hecho, en esa época se consideró socialista, y formó parte de los “No alineados” de la era Bandoung. Por esa misma época, Etiopía también vivió un período socialista con Megistu (1974-91), al igual que Yemen del Sur (1967-90) e incluso la entonces región autónoma de Eritrea. El carácter socialista, popular y antiimperialista de estos países llevó entonces a Fidel Castro a proponer la construcción de una gran confederación, lo cual posiblemente hubiera sido beneficioso para todos estos países, hubiera dado una mayor amplitud a su base de desarrollo y hubiera creado un bloque importante con capacidad para confrontarse a las ambiciones de las potencias imperialistas. Pero esa idea y esas perspectivas se malograron.
La Somalia de Syad Barre entró en una guerra estúpida contra Etiopía en 1977-78 a cuenta del deseo de recuperar Ogaden considerado de etnia somalí, en la que perdió en parte por la ayuda de la URSS a Etiopía. A partir de ahí, Somalia cayó en barrena en una dependencia total del imperialismo, con la apropiación de muchas de sus mejores tierras petroleras por grandes compañías petroleras preparando una futura explotación del elemento, se dejó aconsejar y llevar por el FMI que adoptó medidas que destrozaron su economía agrícola y ganadera haciéndola absolutamente dependiente del capital internacional y de sus productos y se endeudó con Arabia Saudita que a cambio le introdujo islamismo radical y Al Qaeda. Somalia quedó despedazada y fracturada, entre distintos señores de la guerra, entre distintas zonas y regiones –Somalilandia posee una independencia de hecho y en menor medida, pero también en cierto modo, la región del norte de Putlandia-, con un poder central ficticio y reducido a la capital, supuestamente apoyado por los EEUU, pero en realidad convertido en un títere. El Al Qaeda de Somalia, al-Shabaab, ha sido la coartada perfecta para los EEUU para justificar su presencia militar en todos los países de la zona –Uganda, Kenia, Etiopía tras el golpe que en 1991 derrocó a Megistu, incluso Chad y Congo-, para armar y adiestrar a sus ejércitos en la supuesta tarea de defender la Paz, de luchar contra el terrorismo, movilizando sus tropas mediante servicios de transporte proporcionados por los EEUU de un lado para otro, a Somalia en ocasiones, como en el caso de la invasión teledirigida de Etiopia sobre Somalia en 2006, con la intención de crear una estructura militar controlada y manejada por los EEUU, para en última instancia tener acceso sin problemas al petróleo y las riquezas de esta región africana. La piratería que surgió en Somalia fue una reacción frente al brutal expolio durante largos años de la pesca de sus mares por las embarcaciones pesqueras occidentales y del vertido en grandes cantidades de sustancias toxicas e incluso radiactivas.
Pero esa piratería, que adquirió auge a finales de la primera década del 2000, fue también coartada para militarizar la estratégica zona por la marina norteamericana y de la OTAN. Sudán ha sido el único país que no ha querido integrarse en la estrategia y en los planes del imperialismo. Sus relaciones comerciales con China han sido razón añadida para que el imperialismo le demonice como un país terrorista y genocida, acusándole de matanzas en Darfur por ejemplo, cuando todo que indica han sido provocadas por el propio imperialismo. Como “castigo” Israel ha jugado un papel activo en la secesión de Sudán del Sur (julio 2011) alimentando con armas, introducidas desde la costa de Etiopía y a través de este país cuando Eritrea todavía no era independiente (independencia mayo 1993) y luego desde la costa de Kenia, a través de este segundo país.
La base de Yibuti, base militar francesa en principio, se ha convertido en la punta de lanza de la introducción militar norteamericana en Africa y en parte en Oriente Medio. El Africom creado en 2007 tiene su base aquí en este momento. Según informaciones satelitales la base militar ha crecido de manera gigantesca. El campo de aviación de Chabelley, que era un campo de aviación relativamente humilde, ahora se ha llenado de hangares, platos satelitales y drones de gran envergadura. La expansión de Chabelley comenzó en 2013, después de que el Pentágono trasladara allí su flota de drones de Camp Lemmonier, en la capital de Yibuti. Esta base permite a los drones de EEUU cubrir el territorio de Yemen, el sudoeste de Arabia Saudita y una gran parte de Somalia, así como partes de Etiopía y el sudoeste de Egipto.
Hoy la función de Yibuti no se encuentra solamente sobre el mar o en tierra, también tiene objetivos bajo el mar: desde la vigilancia de los cables de comunicación que se hallan en el fondo del mar y que unen China, Asia y Occidente, en coordinación entre hombres rana que bucean a controlar los cables y los submarinos israelíes que patrullan en el Mar Rojo. Pero Somalilandia, hoy base de fuerzas israelíes, también está siendo punto de partida de parte de los aviones que bombardean que Yemen.
Nasser, el presidente egipcio defensor de la independencia árabe, apoya al movimiento revolucionario. Por su parte, los EEUU, GB, Arabia Saudita y el Sha de Persia envían mercenarios para apoyar a los elementos reaccionarios del antiguo régimen feudal e impedir que se consolide la república. El conflicto desemboca en una dura guerra con miles de víctimas y que dura hasta 1970.
Finalmente, el gobierno republicano no es derrotado pero sale debilitado del conflicto. No tiene los medios de iniciar una revolución cultural, de democratizar completamente el país ni de industrializarlo. Yemen del Norte se estanca en el estado feudal y la revolución republicana no ha podido tener su verdadero desarrollo.
Yemen del Sur tiene un proceso diferente. En el siglo XIX, es colonizado por los británicos para bloquear la expansión de los franceses que se han hecho con Yibouti y de los rusos que se extienden hasta Asia Central.
Forma parte de la conquista de una serie de zonas estratégicas en el Cuerno de África y en torno al paso de Ormuz (como lo harán los EEUU más tarde) y en el camino a la India. El núcleo central de lo que será Yemen del Sur es la ciudad portuaria de ADEN construida por el imperio Británico para quien desempeñará un papel importante. Por otra parte, todas las personas que GB juzga peligrosas en su colonia india –nacionalistas o comunistas- son enviados en exilio a Adén. Así, Adén se convirtió en un centro de difusión de ideas progresistas que se extenderán por el mundo árabe y por el Cuerno de Africa. Desde la ciudad portuaria, se extiende y desarrolla un movimiento independentista, anticolonial y marxista que conducirá mediante una lucha de guerrillas a la expulsión de los ingleses y a la creación en 1967, de la República Democrática Popular de Yemen. Estará gobernada por el Partido Socialista Yemení: una coalición de diversos elementos progresistas heredados en parte de los prisioneros de Adén. Hay comunistas, nacionalistas, liberales, baasistas procedentes de Siria e Irak…Yemen del Sur se convierte entonces en el Estado árabe más progresista de la región y conoce los mejores años con una reforma agraria, igualdad de sexos, más cultura, y toda una serie de medidas progresistas y solidaridades internacionales con movimientos revolucionarios, pero no logran crear una base industrial. Los comunistas encuadran el partido y mantienen una cierta cohesión, pero cada vez que hay que hacer frente a una situación complicada saltan las contradicciones como consecuencia de las diversas corrientes en presencia y la ausencia de un proletariado con peso.
Estas contradicciones van a conducir a guerras internas importantes y al debilitamiento del partido. Esta debilidad y quizá la perspectiva de la caída de la URSS que fue un gran apoyo de Yemen del Sur, llevó a lo que Samir Amin calificó como un suicidio, es decir a la unificación con el Yemen del Norte tribal de Saleh –en el poder desde 1978-. En ese sentido se expresa el que fuera el último presidente de Yemen del Sur antes de la unificación en 1990 y luego vicepresidente del Yemen unificado desde esa fecha, Ali Salem Al-Said. Viene a decir que los acuerdos de unificación no fueron cumplidos por Saleh, que no se pudo realizar un referéndum de confirmación de la unificación en el Sur, que no se instauró una sociedad laica como se había acordado, que el esfuerzo y la aportación económica del Sur fue mucho mayor, que se fue desmontando la reforma agraria y que el Sur quedó inmerso en una gran pobreza. Por todo lo cual Ali Salem Al-Said dimitió de la vicepresidencia y tuvo que exiliarse. Y en 1994 no se produjo una brutal guerra entre el Norte y el Sur porque el Sur frustrado quisiera separarse del Norte, sino que se produjo una invasión en toda regla del Sur por parte del Norte para liquidar todos los vestigios del socialismo, con importantes matanzas de militares y civiles, expulsando a miles de funcionarios y militares de sus puestos de trabajo y privatizando de nuevo las tierras que habían sido requisadas. Todo lo cual condujo a replantearse en amplios sectores del Sur la necesidad de separarse del Norte y a enfrentarse con las tropas del Norte por dicha causa. Saleh, para poder salir victorioso de esta contienda tuvo que echar mano de todas las fuerzas reaccionarias de la región como Arabia saudita, las fuerzas imperialistas, EEUU en cabeza, y reactivar el yihadismo integrista forjado en la guerra de Afganistán, nacional e internacional, de la mano entre otros de destacados militares integrados en la esa línea como el hermanastro de Saleh, Ali Mohsen al-Ahmar y el carismático líder militar Tariq al-Fadhli.
El conflicto actual y sus protagonistas
El conflicto de 2011 que condujo tras un largo tira y afloja a la dimisión forzada del presidente Ali Abdullah Saleh, se venía forjando desde hacía tiempo. Llevaba 33 años en el poder y su gobierno fue un gobierno corrupto, ineficaz, represivo y dictador, que sumió al país en la mayor pobreza y falta de perspectivas, y en la que el dictador que se acaparaba todo para sí, fue creándose muchos enemigos, incluso dentro del ejército, siendo asimismo abandonado por sectores de las clases dominantes a los que fue marginando.
Saleh, sin embargo, siempre tuvo como aliados estrechos e incondicionales a los EEUU y a Arabia Saudita.
Sus mayores enemigos se encontraban por una parte en el Norte, los hutíes, y por otra en el Sur, donde había todo un conglomerado de partidos y grupos, más o menos ligados a la tradición de izquierdas del Sur y en alguna manera al partido Socialista de Yemen del Sur, constituyendo lo que se ha venido en llamar el “Movimiento del Sur” que se venía estructurando desde 2007. Entre sus líderes se encontraban antiguos dirigentes de la República Democrática Popular de Yemen. La mala experiencia vivida tras la unificación de Yemen en 1990, la brutal guerra de 1994 contra el Sur y la situación de dependencia y pauperización posteriores, hacen que gran parte de los sectores del “Movimiento del Sur” apuesten por la secesión como mejor alternativa.
El zaidismo del Norte, una variante chiita, ha tenido muchas tensiones y guerras con el poder central de Saleh –hasta seis guerras- que les ninguneaba, que los marginaba del poder y de la economía, y que mantenía una actitud sectaria y poco abierta con sus creencias y sus prácticas religiosas.
Los hermanos Muhammad y Hussein al-Houti, fundaron en 1992 un movimiento para renacer el zaidismo. En 2003, el movimiento pasó abiertamente al terreno político, organizando protestas contra EEUU por la invasión de Irak. En 2004, Saleh ordenó el arresto de Hussein, y el movimiento respondió lanzándose a una rebelión abierta contra el Gobierno. Las autoridades mataron a Hussein, pero el movimiento zaidista lanzó una insurgencia intermitente contra el gobierno hasta casi el estallido de las masas de 2011. A partir pues sobre todo del entorno de 2004, el zaidismo fue adquiriendo una vertiente política democratizadora y participativa, abierta a otras corrientes, reivindicativa de las necesidades económicas y sociales de la sociedad de su entorno, pero con una decisión firme que se traducía en estructuras políticas y militares muy eficaces, en una tenaz resistencia armada, adoptando el nombre de hutíes derivado del que tenía el fundador de este movimiento, Hussein Al-Houthi y estructurados en el movimiento llamado Ansarulá.
Yemen se encuentra dentro de la estrategia “contra el terror” de EEUU ya desde 2009, tras el atentado fallido en un avión de la línea Amsterdam-Detroit, el 26 de diciembre de 2009, de un nigeriano portador de explosivos, que supuestamente había sido entrenado por Al-Qaeda en Yemen.
Washington, invocando la amenaza de Al-Qaeda, bombardea el Sur de Yemen, e inicia un proceso de bombardeos sistemáticos –y de espionaje- mediante drones en Yemen del Sur oficialmente contra Al-Qaeda, en realidad contra el Movimiento del Sur, a quien se ve como un peligro. Por otra parte, la desestabilización de Yemen, la creación de un estado de guerra permanente, con Al-Qaeda como coartada, responde a un guión muy habitual del imperialismo norteamericano para justificar su presencia militar en lugares geoestratégicamente importantes, como es, como veremos, el caso de Yemen.
El 20 de enero de 2009, Nasir al-Wahayshi, el jefe de Al-Qaeda en Yemen, anuncia la formación de un grupo único a sus órdenes para toda la Península Arábiga, “Al-Qaeda de la Península Arábiga” también llamada AQAP o Asnar al-Sharia, con militantes de Yemen y los restos de la desmantelada red de Arabia Saudita. Dos importantes cuadros de esta organización serán expresos de Guantánamo, el saudita Abu-Sayyaf al-Shihri (nº 372), adjunto del jefe máximo, y el que será jefe militar, Abu Muhammad al-Awfi, (nº 333). Ya sabemos por otra parte, que Guantánamo es una fábrica, donde los EEUU crean militantes de Al-Qaeda para utilizarlos donde les interesa. Arabia Saudita, siempre fiel vasallo de los EEUU, siempre dispuesto a desestabilizar los países que le ordene su señor, y siempre obsesionado por combatir el chiismo e impulsar las formas más agresivas y extremas del sunismo wahabita, colaborará todo lo que haga falta con armas y capital para extender Al-Qaeda. Lo que para EEUU es una coartada para justificar su presencia militar, para Arabia Saudita se convierte en el objetivo de crear “Califatos” o feudos wahabitas que disputen territorios al chiismo y extiendan su reinado y hegemonía regional. Los aparentes ataques contra Al Qaeda, son en realidad un buen medio para prestigiarla y fortalecerla, al igual que ha estado sucediendo con el ISIS por parte de EEUU y sus aliados.
El otro gran aliado que nunca puede faltar para estas tareas, son los Hermanos Musulmanes, el “alma” de Al-Qaeda, los suministradores de militancia para Al Qaeda, y siempre al servicio del imperialismo, y que en el caso de Yemen, se trata de la organización Al-Islah, quienes siempre han colaborado en las tareas represivas contra el chiismo, contra los hutíes y en 1994, en la guerra contra el Sur. Un militar de gran prestigio, Ali Mohsen al-Ahmar, hermanastro de Saleh y brazo derecho suyo durante mucho tiempo, luego distanciado, antichiita y anticomunista furibundo, el antiguo jefe de la primera División Acorazada del ejército yemení, uno de los máximos responsables de la represión contra los hutíes, siempre ha jugado un papel importante en favor de la yihad y su variante de Al Qaeda, desde los tiempos de Afganistán, hasta los más recientes de Al-Qaeda, impulsando el sunismo radical incluso en territorio zaidí, dentro de su guerra contra el chiismo y para mayor goce de Arabia saudita. El oportunismo de Al-Qaeda en defensa de la secesión de Yemen del Sur, al igual que el “Movimiento del Sur”, ha facilitado la confusión y la acusación por parte de Saleh, de que el “Movimiento del Sur” y Al-Qaeda, son la misma cosa.
La conjunción del malestar de todas las fuerzas democráticas, del Norte y del Sur, incluido el de sectores de las clases dominantes marginados por Saleh e importantes sectores del ejército, también descontentos, condujo en 2011, a crear una fuerte presión contra Saleh, para que se produjeran importantes cambios democráticos, económicos y sociales. En lo que respecta al ejército, la Guardia Republicana, dirigida por el hijo de Saleh, siguió básicamente leal al presidente, pero cuando se suponía había de proteger el palacio presidencial, una parte de ella es la que atacó al presidente el mes de junio de 2011, dejándolo gravemente herido, por lo que tuvo que abandonar el país para curarse de sus heridas antes de volver a ocupar el poder. La Primera División Blindada también se posicionó del lado de los manifestantes, y asimismo por ejemplo, la milicia de una de las principales federaciones tribales, la de la tribu de los Hasid, dirigida por Sadiq al-Ahmar, apoyó el movimiento de la revuelta. Es interesante destacar también, el papel crucial que desempeñó un destacado líder militar de Saleh, Tariq al-Fadhli, que se posicionó en su contra y en defensa del Movimiento del Sur. La historia de este militar condensa en cierto modo la del propio Yemen. Así, su padre fue un administrador de lo que fue la colonia inglesa de Aden, poseedor de grandes tierras en ese sur del Yemen. Cuando se produjo la revolución que condujo a la República Democrática Popular de Yemen del Sur, las tierras de su padre fueron requisadas. El todavía era pequeño.
Pero cuando tuvo 18 años fue voluntario con la Yihad a luchar contra los comunistas rusos en Afganistán como venganza por la expropiación de los comunistas yemeníes de las tierras de su padre. Terminada la guerra de Afganistán, cuando Saleh se enfrentó en 1994 con los comunistas de Yemen del Sur, al-Fadhli reclutó fuerzas yihadistas que eran excombatientes en Afganistán, para ir en auxilio de Saleh, jugando un papel importante en esa contienda. Pero 15 años después, desengañado con la política de corrupción y concentración de riquezas de Saleh, se volvió en su contra y se posicionó con el Movimiento del Sur, lo que supuso un importante refuerzo para este movimiento.
La arrogancia de Saleh y el apoyo de sus incondicionales (Arabia Saudita entre otros) lo mantuvieron un cierto tiempo todavía en el poder, reprimiendo violentamente a las manifestaciones pacíficas. Pero al final, tratando de evitar lo peor, sus incondicionales le forzaron a dimitir, pero asegurándole total inmunidad y un proceso de transición controlado. Así, tras la dimisión de Saleh en febrero de 2012, le sucedió quien había sido su vicepresidente desde 1994, Abd Rabbuh Mansur al-Hadi, y será el nuevo presidente en funciones.
La propuesta de Hadi para abrir supuestamente un proceso constituyente nuevo fue la de la Conferencia de Diálogo Nacional(CDN) a realizarse entre las distintas fuerzas políticas. Esta Conferencia se realizó a lo largo de los meses entre marzo 2013 y enero 2014, pero no resolvió ninguno de los problemas pendientes en Yemen. La falta de consenso sobre una nueva estructura federal era uno de los mayores problemas. En septiembre 2013 se creó un subcomité de 8 representantes de cada parte, del Norte y del Sur, que fue el encargado de buscar una solución al problema. Se llegó a un acuerdo absolutamente ambiguo, como era que la República de Yemen, un estado unitario con 21 gobernaciones, se debería convertir en una entidad federativa, pero sin concretar nada más. De hecho el Comité 8+8 no logró ponerse de acuerdo sobre el número de nuevas regiones federales (dos, cinco o seis) o de sus límites. En lugar de ello, el comité subcontrató estas decisiones a otro comité bastante poco representativo, elegido a dedo y presidido por el presidente Hadi, que se dedicó a estudiar los parámetros de un sistema federal. Este comité de 22 miembros, llamado Comité de las Regiones, delimitó en menos de dos semanas 6 nuevas regiones federales. La mayoría de los principales movimientos políticos como el partido Socialista de Yemen, el salafista Rashad, el Movimiento del Sur (Herak) y los hutíes rechazaron la propuesta, porque se hacía un reparto desigual de los recursos y las riquezas, porque no respondía a la historia de Yemen y porque en última instancia se hacía una distribución en función de intereses caciquiles prosauditas.
Los hutíes, con una gran potencia y experiencia militar, hartos de la situación sin salida en que se encontraba el país, y en el contexto de una gran subida de los precios de los carburantes que agudizaba la crisis del país, en septiembre 2014, tomaron militarmente la capital Sanáa, y emplazaron al presidente Hadi a realizar cambios democratizadores, modificar el borrador de Constitución y federar Yemen en dos, Norte y Sur. Tuvieron conversaciones con otros grupos políticos para buscar una salida y recibieron un importante apoyo popular. El presidente Hadi, dijo que estaba dispuesto a aplicar las reformas pedidas por los hutíes, firmando un Acuerdo de Paz y Reconciliación en ese sentido, acuerdo que no será cumplido.
En enero de 2015, en vista del incumplimiento del Acuerdo de septiembre 2014, los hutíes se apoderan del palacio presidencial de Sanáa, haciéndose formalmente con el poder. Al de unos días realizan en el palacio presidencial, con la presencia de importantes fuerzas y diversas personalidades, una Declaración Constitucional, donde plantean la creación de una Asamblea Nacional transitoria de 551 miembros que reemplazaría al disuelto Parlamento, la creación de un Consejo Presidencial compuesto por 5 miembros que cumpliría la función de la presidencia de la República, la realización después, de elecciones presidenciales y legislativas y una política exterior basada en el principio de buena vecindad y no injerencia en los asuntos internos de otros países.
A finales de enero 2015 el presidente Hadi dimite. Los hutíes presionan a los grupos políticos para llegar a acuerdos y pone un plazo, cumplido el cual, si no había acuerdos impondría su propia solución. De hecho, la mayoría de las organizaciones políticas yemeníes acuerdan, a primeros de febrero 2015, crear un Consejo presidencial interino para gestionar el país durante un año, para intentar sacar al país de la crisis, agravada con la reciente dimisión del presidente Hadi, Así, 9 partidos y grupos, incluida una facción del grupo independentista de sur Herak, acuerdan la constitución del citado Consejo presidencial de cinco miembros y que estará encabezado por Ali Naser Mohamed, uno de los presidentes de Yemen del Sur antes de la unificación de 1990. El Movimiento del Sur, partidario en su mayoría de la secesión, siempre ha visto los sucesos del país como desde cierta distancia. Los grupos que no entran en dicho acuerdo son los Hermanos Musulmanes (al-Islah) y otros grupos salafistas y sunitas radicales y prosaudíes, que siempre jugarán la baza del imperialismo y Arabia saudita.
A finales de febrero de 2015 el dimitido presidente Hadi escapa de la capital Sanáa a la segunda ciudad más importante, Adén, ciudad que declaró la capital de facto. Las fuerzas rebeldes, hutíes, Movimiento del Sur y el Ejército, posicionado éste básicamente en favor del cambio, avanzan rápidamente hacia el control del Sur, tomando primero la tercera ciudad de Yemen, Taiz y luego Adén, de donde Hadi huye a Arabia Saudita. Las fuerzas contra las que se enfrentan son los sectores suníes de los Hermanos Musulmanes –al Islah- y salafistas muy relacionados con Arabia Saudí, fuerzas de Al Qaeda y seguidores del militar islamista y fanático ultra, Ali Mohsen al-Ahmar, uno de los principales represores de los hutíes, pero que tras su derrota frente al avance de éstos en las inmediaciones del Palacio presidencial, se exilió en Arabia Saudita. Frente al avance rebelde, Arabia Saudita pronto activará y pondrá en práctica con bombardeos continuados sobre Yemen, la coalición que junto con Israel y los países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) ha ido forjando, la “Otan de Oriente Medio”, como reacción al muy odiado y temido acuerdo EEUU-Irán, incluso ampliada en esta ocasión a más países, con la compensación de fabulosos créditos económicos. Así, en esta coalición formarán parte, además de las monarquías del Golfo, Jordania, Marruecos, Sudán, Turquía y de una forma más figurativa que real Egipto y Pakistán. Por detrás de todo ello, por supuesto, el director de orquesta, EEUU.
Así, el 25 de marzo de 2015 inician una campaña brutal de bombardeos, la inicialmente denominada “Tempestad decisiva”, que trata de destrozar lo mismo objetivos militares que civiles, con el objetivo de crear terror, utilizando armas prohibidas –bombas de racimo por ejemplo, proporcionadas además por los EEUU-, destrozando escuelas, lugares históricos, lugares de culto religioso, hospitales e infraestructuras, carreteras a las centrales eléctricas, depuradoras de agua, con bloqueo por mar de acceso de alimentos, medicinas, y productos básicos, agudizando tremendamente la ya de por sí gran penuria alimentaria, sin concesión ninguna a treguas humanitarias –cuando el 80% de los yemeníes necesitan ayuda urgente-. Un mes después de iniciada la campaña de “Tempestad decisiva”, inician la campaña de “Restauración de la Esperanza” supuestamente porque ya habían cumplido los objetivos –cuando en realidad habían fracasado estrepitosamente- y como que los bombardeos iban a paralizarse. Ninguno de sus supuestos “objetivos” estaba cumplido y los bombardeos siguieron igualmente. Hay que decir por otra parte, que las violaciones sistemáticas de las convenciones de Ginebra en Yemen, sobrepasan a las de muchas guerras actuales, igualan a las denunciadas a Israel en su represión en Gaza pero en Yemen son silenciadas. El silencio internacional sobre estas violaciones y el apoyo a los bombardeos salvajes de Yemen, está ratificando la desaparición de toda referencia legal en materia de guerra.
Las campañas se estaban realizando con un gran despliegue de medios, con aviones pilotados muchas veces por pilotos israelíes, con miles de muertos –del orden de 5000 hasta ahora, además de unos 20.000 heridos- y la mitad de ellos civiles. Todo ello en apoyo de las tropas terrestres que actúan en connivencia con Arabia Saudí, a las que suministran armas desde los aviones –como hacían los norteamericanos con el ISIS en Irak y Siria- No hay que olvidar que además del apoyo de Al Qaeda regional cuentan también con el del ISIS, que contribuye a su manera, mediante atentados con matanzas de chiitas (200 muertos) y destrucción de mezquitas. Una campaña que dura todavía, tras más de siete meses, pero que está empantanada por la firmeza de los rebeldes, que se mantienen básicamente en sus posiciones –a finales de junio 2015, el 70% de Yemen estaba bajo el control de los hutíes, Ejército y Movimiento del Sur, a excepción de la provincia de Hadramaut, ocupada por Al Qaeda-. Esta guerra está agotando los recursos de los saudíes desde el punto de vista militar, económico, político y estratégico, y le está creando muchos conflictos internos. Además, Arabia Saudita –ante la incapacidad por otra parte de sus tropas de tierra, todas mercenarias- está recurriendo a contratar miles de mercenarios sudaneses, eritreos y colombianos además de contar con los quinientos militantes del ISIS fletados recientemente desde Siria por Turquía en cuatro aviones para luchar contra las fuerzas populares de Yemen. Como era de prever, el emirato del ISIS, es el cultivo de un tumor letal de asesinos, que luego irán siendo transportados por el imperialismo que los ha creado y alimentado, a los puntos de conflicto que les interesa. Hoy es el caso de Yemen y de Ucrania (para crear desestabilización en Crimea). Mañana será al Cáucaso islamista ruso, o a la zona islamista china de Xinkiang o a Asia Central u otros lugares, para desestabilizar aquellos países.
A partir de primeros de mayo de 2015 se crea un Alto Consejo Popular para la Movilización General de Yemen. El citado órgano comprende a diferentes partidos, movimientos, sindicatos, asociaciones, líderes religiosos y activistas. El propósito de la formación del Consejo será “unir y reforzar el frente local contra la agresión saudí” y “establecer un diálogo con todos los grupos políticos y sociales yemeníes”. El Consejo también se encarga de apoyar a los frentes yemeníes con ayuda militar y financiera.
La ONU, como siempre, al servicio del imperialismo. En la Resolución 2216 del Consejo de Seguridad de dicho organismo de 14 de abril de 2015, se pide la retirada unilateral de las fuerzas populares y el embargo de armas contra ellos, respaldando la postura de Arabia Saudita y justificando por otra parte todos los bombardeos. Cosa que no sirvió para nada. Francia por su parte, gran suministrador de armas de las terroristas monarquías del Golfo, justifica sus bombardeos, como ha justificado siempre todas las intervenciones militares asesinas del imperialismo. Las negociaciones de Ginebra sobre Yemen, fracasan. Las negociaciones terminaron sin un acuerdo sobre una tregua, saboteada por Turquía, sin fijar ninguna fecha para nuevas discusiones, según anunció el emisario de Paz de la ONU, el subsecretario general Ismail Ould Sheij Ahmed. La delegación de Sanáa representó a 13 partidos mientras que la de Riad, representante del dimitido presidente Hadi, rehusó mantener conversaciones directas con aquella. Por otra parte, uno de los líderes de Al Qaeda de Yemen, Abdul Wahhab al Humaiqani, estuvo participando en las conversaciones de Ginebra dentro de la delegación saudí, sin que por otra parte fuera detenido a pesar de estar en múltiples listas negras como terrorista.
En el marco de los diálogos yemeníes-yemeníes en Mascate, la capital de Omán, en agosto de 2015, se firmó un acuerdo de 10 puntos, según el cual, los revolucionarios yemeníes del Norte comenzarían su retirada de las regiones del sur del país y entregarían el control de estas zonas al Movimiento del Sur de Yemen (Al Harak), y así mismo, se reconoce que los revolucionarios asuman el control de Sanáa, la capital yemení, y de las regiones del norte, bajo el liderazgo del movimiento popular yemení Ansarolá.
El Cuerno de Africa en la geoestrategia imperialista
Yemen del Norte y luego el Yemen unificado, siempre han sido el patio trasero de Arabia Saudita, obsesionada por el chiismo del Norte, por la situación estratégica del país, sus riquezas y los territorios fronterizos en disputa, por lo que siempre ha intervenido en su política interior como está haciéndolo ahora. Pero los intereses en juego, y hablamos de los del imperialismo, van mucho más lejos. En primer lugar, como ruta petrolífera vital.
En el cruce de Yemen, Djibouti, Eritrea y Somalia, el estrecho de Bab el-Mandeb relaciona el Golfo de Adén y el Mar de Arabia. El petróleo y otras mercancías procedentes del Golfo Pérsico deben franquear Bab el-Mandeb antes de entrar en el Mar Rojo y en el canal de Suez. En 2006, el departamento de Energía de Washington informaba que un volumen de alrededor de 3,3 millones de barriles de petróleo transitaba cada día por este estrecho de vía navegable hacia Europa, EEUU y Asia. Lo esencial del petróleo, es decir 2,1 millones de barriles por día, toma la dirección del Norte por Bab el-Mandeb hacia el complejo Suez/Sumed que desemboca en el Mediterráneo. El oleoducto Sumed, partiendo del Canal de Suez, atraviesa Egipto por el sur de El Cairo y desemboca cerca de Alejandría en el Mediterráneo. Da una alternativa al Canal de Suez para el transporte de petróleo desde el Golfo Pérsico hacia Europa y el Mediterráneo.
La militarización por los EEUU y la OTAN del entorno del estrecho de Bab el-Mandeb, forma parte de su estrategia de control de las principales rutas marítimas de hidrocarburos y sus puntos más sensibles como son los estrechos –así como del control de las vías terrestres de oleoductos y gasoductos-. Casi la mitad de la producción mundial de petróleo, unos 90 millones de barriles diarios, se transporta actualmente por vía marítima, según dice la Administración de Información de Energia de EEUU (EIA). La mayor parte de este crudo atraviesa en un momento dado uno de los siete “cuellos de botella” de transporte marítimo, es decir uno de los siete estrechos más importantes.
Estos son además de los de Bab el-Mandeb y el Canal de Suez/Oleoducto de Sumed, el Estrecho de Ormuz que une el Golfo de Oman con el Golfo Pérsico y por donde transita el 20% del crudo mundial, lo que representa 17 millones de barriles diarios de petróleo, y punto de tensión entre Irán y EEUU; el Estrecho de Malaca, uno de los “cuellos de botella” más importantes a nivel mundial, que separa la costa occidental de la península malaya y la isla indonesia de Sumatra, por donde hace años pasaban 15 millones de barriles diarios, cifra incrementada sensiblemente debido al rápido crecimiento de las economías en el sudeste asiático; el Canal de Panamá, la vía comercial más importante de América, con 14000 barcos que lo cruzan cada año, y según datos de 2011, 755.000 barriles de petróleo lo cruzan cada día, siendo sus usuarios principales los EEUU, China, Japón y Chile, en un proceso de ampliación al triple de capacidad, al que habrá que añadir el previsto Canal de Nicaragua; asimismo hay que incluir en esta lista los Estrechos daneses, que son tres canales que conectan el mar Báltico con el Mar del Norte por Dinamarca, y por donde pasan 3 millones de barriles de petróleo al día, así como los Estrechos de Turquía (Dardanelos y Bósforo), con una circulación de 50.000 buques anuales y 3 millones de barriles diarios de petróleo.
El control militar de estos canales por los EEUU y la OTAN, está destinado a privar de su aprovisionamiento de petróleo a China, la UE o cualquier otra región o país que se oponga a la política de los EEUU. Sabiendo que volúmenes importantes de petróleo saudí transitan por Bab el-Mandeb, el control militar de este punto por los EEUU sirve también para disuadir a Arabia Saudita de contratar futuras ventas de petróleo a China u otros países en una moneda que no sea el dólar, como lo explicaba Robert Fisk, periodista del diario británico The Independent. Asimismo, los EEUU están por otra parte en posición de amenazar el transporte petrolero chino desde Port-Soudan en el Mar Rojo, puerto de salida al mar del petróleo de Sudán, justo al norte de Bab el-Mandeb, y que representa una importante vía de aprovisionamiento energético de China.
Pero además de la consideración de Bab el-Mandeb como vía de paso estratégico de petróleo, está la existencia probada de enormes reservas petrolíferas en toda la zona, a un lado y otro de la zona marítima, lo que la convierten con más razón, en zona geoestratégica importante. Así, en la región que llaman de la “Cuarta Parte Vacía” (The Empty Quarter) en el desierto de Rub’al-Khali, uno de los mayores desiertos de arena del mundo y situado en los territorios de Arabia Saudita, Yemen, Oman y Emiratos Arabes Unidos (EAU), existe una gigantesca bolsa de petróleo que ha sido ocultada por los EEUU y sus aliados en tanto no haya un “control” político total de la zona por parte de estos, en sintonía entre el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) y Yemen, para explotarla económicamente. Y asimismo existe otra bolsa gigantesca de petróleo en la zona de Ogaden de Etiopía, cuya explotación permitiría unificar el Cuerno de Africa bajo la dirección de Etiopía, dentro de la mirada vigilante y controladora de los EEUU. Y en relación a estos dos “Eldorados” existe el proyecto de crear dos grandes ciudades, ambas Al-Noor, una en Yibuti y la otra en Yemen, que serían unidas a través de un puente de 28 km y que cruzaría el estrecho de Bab el-Mandeb. Son proyectos hegemonizados por los EEUU con la colaboración muy directa y estrecha de Israel y Arabia Saudita, y del que podrían repartir una parte del pastel a Yemen y los otros miembros del CCG y a los países africanos del Cuerno de Africa.
La importancia geoestratégica del Cuerno de Africa tiene que ver también con la política de destrucción de Somalia que han practicado los EEUU, la utilización para fines militares del conflicto que hubo de los piratas, las bases militares de Yibuti, Somalilandia y de la isla de Diego Garcia en el Indico, la presencia de Al Qaeda en Somalia (al igual que ha sido propiciada en otros países africanos), el fraccionamiento de Sudán de la mano de Israel, la introducción del Africom en Africa y la presencia militar norteamericana en gran cantidad de Estados africanos tanto del Cuerno de Africa, como de Africa Central y Occidental, siempre en torno al petróleo y grandes riquezas africanas y bajo la coartada de luchar contra Al Qaeda.
Haremos una mención somera a estas cuestiones que requerirían un tratamiento exclusivo y exhaustivo. A lo largo de los siglos XIX y XX, británicos, franceses e italianos establecieron sedes en la región de Somalia.
La Somalia actual surgió el 1 de julio de 1960 de la unión de los territorios de la Somalilandia británica y la Somalia italiana. La Somalilandia francesa conseguiría la independencia por separado, convirtiéndose en el actual Yibuti.
La “primera república” de 1960-69, fue una democracia neocolonial, dominada por los intereses coloniales tradicionales de Europa (en particular Italia y GB).
Tras el golpe de Estado de Syad Barre en 1969, y durante una primera etapa (1969-1982) se impulsaron medidas progresistas tendentes al desarrollo económico, de la educación, salud, infraestructuras, de impulso a la identidad nacional y de la cultura y lengua somalíes, consideradas africanas pero no árabes. De hecho, en esa época se consideró socialista, y formó parte de los “No alineados” de la era Bandoung. Por esa misma época, Etiopía también vivió un período socialista con Megistu (1974-91), al igual que Yemen del Sur (1967-90) e incluso la entonces región autónoma de Eritrea. El carácter socialista, popular y antiimperialista de estos países llevó entonces a Fidel Castro a proponer la construcción de una gran confederación, lo cual posiblemente hubiera sido beneficioso para todos estos países, hubiera dado una mayor amplitud a su base de desarrollo y hubiera creado un bloque importante con capacidad para confrontarse a las ambiciones de las potencias imperialistas. Pero esa idea y esas perspectivas se malograron.
La Somalia de Syad Barre entró en una guerra estúpida contra Etiopía en 1977-78 a cuenta del deseo de recuperar Ogaden considerado de etnia somalí, en la que perdió en parte por la ayuda de la URSS a Etiopía. A partir de ahí, Somalia cayó en barrena en una dependencia total del imperialismo, con la apropiación de muchas de sus mejores tierras petroleras por grandes compañías petroleras preparando una futura explotación del elemento, se dejó aconsejar y llevar por el FMI que adoptó medidas que destrozaron su economía agrícola y ganadera haciéndola absolutamente dependiente del capital internacional y de sus productos y se endeudó con Arabia Saudita que a cambio le introdujo islamismo radical y Al Qaeda. Somalia quedó despedazada y fracturada, entre distintos señores de la guerra, entre distintas zonas y regiones –Somalilandia posee una independencia de hecho y en menor medida, pero también en cierto modo, la región del norte de Putlandia-, con un poder central ficticio y reducido a la capital, supuestamente apoyado por los EEUU, pero en realidad convertido en un títere. El Al Qaeda de Somalia, al-Shabaab, ha sido la coartada perfecta para los EEUU para justificar su presencia militar en todos los países de la zona –Uganda, Kenia, Etiopía tras el golpe que en 1991 derrocó a Megistu, incluso Chad y Congo-, para armar y adiestrar a sus ejércitos en la supuesta tarea de defender la Paz, de luchar contra el terrorismo, movilizando sus tropas mediante servicios de transporte proporcionados por los EEUU de un lado para otro, a Somalia en ocasiones, como en el caso de la invasión teledirigida de Etiopia sobre Somalia en 2006, con la intención de crear una estructura militar controlada y manejada por los EEUU, para en última instancia tener acceso sin problemas al petróleo y las riquezas de esta región africana. La piratería que surgió en Somalia fue una reacción frente al brutal expolio durante largos años de la pesca de sus mares por las embarcaciones pesqueras occidentales y del vertido en grandes cantidades de sustancias toxicas e incluso radiactivas.
Pero esa piratería, que adquirió auge a finales de la primera década del 2000, fue también coartada para militarizar la estratégica zona por la marina norteamericana y de la OTAN. Sudán ha sido el único país que no ha querido integrarse en la estrategia y en los planes del imperialismo. Sus relaciones comerciales con China han sido razón añadida para que el imperialismo le demonice como un país terrorista y genocida, acusándole de matanzas en Darfur por ejemplo, cuando todo que indica han sido provocadas por el propio imperialismo. Como “castigo” Israel ha jugado un papel activo en la secesión de Sudán del Sur (julio 2011) alimentando con armas, introducidas desde la costa de Etiopía y a través de este país cuando Eritrea todavía no era independiente (independencia mayo 1993) y luego desde la costa de Kenia, a través de este segundo país.
La base de Yibuti, base militar francesa en principio, se ha convertido en la punta de lanza de la introducción militar norteamericana en Africa y en parte en Oriente Medio. El Africom creado en 2007 tiene su base aquí en este momento. Según informaciones satelitales la base militar ha crecido de manera gigantesca. El campo de aviación de Chabelley, que era un campo de aviación relativamente humilde, ahora se ha llenado de hangares, platos satelitales y drones de gran envergadura. La expansión de Chabelley comenzó en 2013, después de que el Pentágono trasladara allí su flota de drones de Camp Lemmonier, en la capital de Yibuti. Esta base permite a los drones de EEUU cubrir el territorio de Yemen, el sudoeste de Arabia Saudita y una gran parte de Somalia, así como partes de Etiopía y el sudoeste de Egipto.
Hoy la función de Yibuti no se encuentra solamente sobre el mar o en tierra, también tiene objetivos bajo el mar: desde la vigilancia de los cables de comunicación que se hallan en el fondo del mar y que unen China, Asia y Occidente, en coordinación entre hombres rana que bucean a controlar los cables y los submarinos israelíes que patrullan en el Mar Rojo. Pero Somalilandia, hoy base de fuerzas israelíes, también está siendo punto de partida de parte de los aviones que bombardean que Yemen.
Texto completo en: http://www.lahaine.org/yemen-frente-a-la-geoestrategia
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