Opinión
El abogado y ex ministro de relaciones internacionales del gobierno de Fernando Lugo, Hugo Ruiz Díaz Balbuena, analiza la política económica implementada por el actual presidente Horacio Cartes, su posicionamiento ante el Mercosur, la presencia de tropas norteamericanas en territorio paraguayo y las perspectivas para una mayor integración regional. En relación a este tema destaca que “El desafío que se presenta a los movimientos progresistas y sociales es que ante una situación de crisis (con un fuerte apoyo de Estados Unidos y de ciertos sectores de la iglesia católica) se trate de buscar una salida para abrir la posibilidad de retorno a gobiernos progresistas”.
En agosto se cumplen dos años de la asunción de Horacio Cartes a la presidencia de Paraguay ¿Cuál ha sido la política económica implementada en estos meses que lleva en el poder?
Después del golpe de Estado en junio de 2012 se instaura en el poder Horacio Cartes, que es un empresario que fue apoyado por el Partido Colorado para su candidatura. Desde el primer momento tuvo la intención de implementar una política de derecha y tenía la concentración del poder en sus manos: primero en materia fiscal, segundo en la cuestión económica financiera (en especial en las inversiones y otros campos) y en tercer lugar un poder político concentrado en las fuerzas armadas de quien tiene el mando prácticamente absoluto.
Es decir él empezó su gobierno con una fuerte concentración de poder que pasó primero por lo que se llama la alianza pública-privada, que sabemos y conocemos que es una variante nominal-formal del famoso Programa del Consenso de Washington (con el consiguiente achicamiento del Estado, su sometimiento a las leyes del mercado y las privatizaciones). Esa es la línea fundamental implementada en materia de alianza público-privada.
En materia fiscal, los sectores predominantes (principalmente los productores de soja y terratenientes) no son objeto de impuesto alguno. El tercer punto consiste en la militarización, pues utilizó este poder para aplicar una política de criminalización efectiva de las luchas y los dirigentes sociales. Por ejemplo, en el norte del país hay más de ciento noventa imputados por oponerse a las violaciones a la propiedad privada o a la fumigación con agrotóxicos.
Sin embargo, a pesar de tener un claro apoyo de los sectores oligárquicos (principalmente los exportadores de carne, los agrosojeros y las empresas de capital transnacional como Monsanto y Cargill) este proyecto no ha podido ser implementado en su totalidad en materia político-económica debido a dos razones fundamentales: la primera, que Horacio Cartes representa al capital transnacional asociado a las grandes corporaciones opuesto al otro proyecto representado por el Partido Colorado. En este último, las empresas públicas tienen que jugar un rol importante para mantener la clientela política y la fuente de sustento político, económico e ideológico para este proyecto de derecha. El segundo factor que se generó en este contexto fueron las grandes movilizaciones contra las privatizaciones y también las manifestaciones campesinas (la última en junio pasado, donde lograron movilizar aproximadamente 30 mil personas).
Detrás de esta intención de intentar “modernizar a través del capital financiero transnacional”, hoy podemos hablar que esa política económica se encuentra obstaculizada y de difícil aplicación en la práctica. Se dio como una contraposición a la política económica implementada por Fernando Lugo, que tuvo una clara intención de privilegiar a sectores sociales marginados. Con Esta última fue una política que en un primer momento desconcertó a la oligarquía, y en un segundo momento desde la oligarquía ya reagrupada se dio una respuesta política.
Durante el gobierno de Lugo, dentro de su estructuración económica se intentaron dar respuestas concretas a las necesidades del campesinado y de los sectores sociales marginados, con proyectos de vivienda y de contenido social (como subsidios a desempleados, la gratuidad en escuelas, meriendas y útiles, entre otros). No fueron reformas del sistema económico que tuvo que gestionar, pero representó una variante cualitativa social dentro del gobierno.
También se da una confrontación por la ineficacia y la incompetencia del gobierno de Cartes (agravado por el tema de la división que da dentro de la derecha misma que se ve desplazada). Además, sectores tradicionales del empresariado están pidiendo su destitución o juicio político.
Eso implica que evidentemente en Paraguay se está viviendo una situación en donde el proyecto que se inicia en junio de 2012 está alcanzando una especia de paroxismo. El reclamo y las movilizaciones son generalizadas, y los que conocen Paraguay saben que el debate hoy es si vuelve o no el Frente Guazú. Aunque no entre dentro de la categoría de mi análisis, es un hecho sugestivo que el 62% de la población reclame el regreso de Fernando Lugo. Esto se debe no sólo a que se hicieron unas pequeñas cosas sino, sobre todo a que (pese a los errores y las limitaciones) marcó la historia Paraguaya y estableció paradigmas distintos a los que hoy implementa este gobierno precedido por el gobierno golpista de Federico Franco.
Recientemente se designó a Paraguay la presidencia pro-tempore del Mercosur. Al respecto queríamos preguntarle cómo se posiciona el país en este bloque y en miras a una integración regional.
Lo que le interesa a Horacio Cartes en esa línea de inserción de Paraguay en la región, que es convertirlo en un punto geoestratégico que sirva como pivote o como elemento de desestabilización, también se ve extremadamente dificultado. Por un lado por la continuidad de algunos gobiernos democráticos, por otro por el fracaso de los intentos de desestabilización en otros países, y sobre todo porque a nivel regional y subregional están surgiendo movimientos sociales de solidaridad con Paraguay. A tal punto que en la última Cumbre que se realizó en Brasilia, las posiciones asumidas por algunos presidentes durante sus intervenciones y por los movimientos sociales fueron bastante duras con respecto al gobierno actual de Cartes.
Todas estas situaciones hacen que el rol que iba a jugar su gobierno, de desestructuración de los proyectos de integración y de inclinación de la balanza hacia otra iniciativa político-económico-comercial-financiera (como la Alianza del Pacífico y el Acuerdo Transpacífico con los Estados Unidos), tenga que desempeñarse con mucha prudencia. Esto no obsta que en Paraguay estén presentes tropas del Mossad y norteamericanas, un comando que si bien no realiza operaciones en el territorio es un peligro mortal para todos los procesos; y que la criminalización de los movimientos sociales continúe siendo una política implementada por su gobierno.
¿Podría profundizar un poco más sobre este tema de la inserción de las tropas norteamericanas en territorio paraguayo?
El tema es polémico, porque vino un batallón por medio de un acuerdo que no fue discutido a nivel público. Se entiende que es una prolongación de un acuerdo que estaba firmado en 1971, el mismo que habíamos rechazado durante el gobierno de Fernando Lugo. Es decir, a través de un acuerdo complementario se permitió la presencia de estas tropas que aunque no son muy numerosas constituyen parte de un proceso en donde este gobierno está intentando fortalecerse con el apoyo directo de los Estados Unidos.
También se da una situación interestatal peculiar porque estas tropas desfilaron ante el comandante en jefe, que en teoría es Horacio Cartes pero en la práctica son los empresarios los que están manejando las Fuerzas Armadas paraguayas. Lo cierto y lo concreto es que están desplegadas y realizarían operaciones de inteligencia, colecta de información, procesamiento de esa información, seguimientos, fichajes, y también podrían realizan operaciones clandestinas. Además están operando en el país con todas las cláusulas de impunidad en materia penal, civil, comercial, financiera, de responsabilidad por daños, no pueden ser juzgados por tribunales paraguayos, tienen impunidad ante la Corte Penal Internacional, entre otras. Con esa serie de categorías se tiene un poco la dimensión de la importancia que tienen las tropas acá en nuestro país. Además pueden entrar con armas sin pasar por aduana y sin siquiera ser identificados con cédula, pasaporte o grado militar.
¿Con qué argumento se justifica la presencia de las tropas militares norteamericanas?
Para la lucha contra el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) y el terrorismo en el país. Siempre hay pretextos de este tipo. En realidad hoy sigue operando el EPP pero nadie sabe de qué se trata eso. Hay opiniones divididas: algunos piensan que es el brazo derecho de la oligarquía que actúa en momento críticos para dar oxigenación a los gobiernos oligárquicos; otros dicen que está ligado al narcotráfico; y yo sostengo que hay elementos de ambas partes. Lo cierto es que el EPP es hoy el argumento ideal para la presencia de estas tropas norteamericanas, de tropas de inteligencia colombiana (que también están desplegadas en nuestro territorio) y de operaciones del Mossad.
El objetivo de fondo es recuperar un espacio geoestratégico donde se pueda actuar más libremente que lo que se podría hacer en otros Estados (que difícilmente aceptarían esta presencia). En estos días también se reabrieron las embajadas de Israel y de Inglaterra (cuidado con las Malvinas); y también militares ingleses vinieron a entrenar a las elites de las Fuerzas Armadas paraguayas.
Estamos en una situación bastante contradictoria. Por un lado el desgaste de un gobierno y de un proyecto; y por otro la crisis de legitimidad y de gobernabilidad que se profundiza (hay una desestabilización prácticamente irreversible). Estamos discutiendo si llegamos o no al 2018 y ese es un debate que está hoy sobre el tapete. Lo cierto es que al mismo tiempo está recibiendo apoyo de Estado Unidos y no puede dar garantía a largo plazo de un proyecto que desbarate con armas (no sólo con los medios de comunicación sino también con otras) los procesos de integración regional o llegara a derrocar gobiernos. En esa situación nos encontramos hoy.
Lo cierto es que Paraguay asume la presidencia pro-tempore del Mercosur y tiene la de la Unasur. Algo raro es que el gobierno se presenta como que tiene los brazos abiertos a los movimientos sociales, pero evidentemente allí hay una táctica que tiene que ser evaluada. Estamos en una especie de pendiente peligrosa en donde todo puede pasar.
En relación al Mercosur ¿Cuáles son los desafíos que se le presentan a Paraguay?
Paraguay está presente con un perfil muy bajo. En la última Cumbre el canciller planteó que Paraguay iba a proponer el retorno del Mercosur a sus orígenes; y creo que conocemos cuáles son, que han sido superados y que fueron fortalecidos por proyectos de integración de bloques. Pero la presentación del presidente ha sido bastante cauta en este tema y no se habló de este retorno, lo cual indica una serie de limitaciones para actuar como pivote de otros proyectos (como la Alianza del Pacífico) y limitar este proceso.
Otro elemento importante es que Paraguay se mantiene en los reclamos tradicionales concernientes a superar las asimetrías (sobre todo económicas) que generan un desequilibrio en el poder de decisiones en el seno de este bloque. Algo que llama poderosamente la atención y desconcierta es que el gobierno de Cartes estuvo intentando coordinar con movimientos sociales para que tengan presencia efectiva dentro de la Cumbre del Mercosur.
Otro punto relevante es que Paraguay posee la presidencia del Mercosur y no está haciendo prácticamente nada para parar todo eso. Tampoco hace mucho para alimentarlo pero no cumple su “deber” para comenzar a resquebrajar y a debilitar estos procesos. Cuando hablo de Paraguay lógicamente me estoy refiriendo no sólo al gobierno de facto sino también a las fuerzas transnacionales dominantes que tienen el objetivo de reestructurar estos procesos y que consideran a estos gobiernos como los elementos oportunos para jugarse estas cartas. Sin embargo, el gobierno no ha dado ningún paso claro desde el punto de vista político para esta tarea (por ejemplo no va a la Alianza del Pacífico). Paraguay firmó el tratado de TISA pero esas negociaciones ya habían empezado con el anterior gobierno golpista de Federico Franco y, además, esta firma no le da mayor relevancia. Sin embargo son signos evidentes de que Paraguay está hoy subordinado a los intereses de los Estados Unidos.
Entre octubre y noviembre Paraguay organizará Cumbres simultáneas del Mercosur y de Unasur, y allí veremos si el gobierno sigue en pie y cuál es el grado de movilización de sindicatos, campesinos y en los barrios. En noviembre tenemos elecciones, y en ese marco es que el gobierno de Cartes no se sale del rol tradicional de reclamar las asimetrías, y algunas que otras concesiones. Pero en ningún caso se podría decir que en su política exterior esté resquebrajando a estos bloques de integración regional, incluso teniendo el apoyo directo de los Estados Unidos.
¿Ante esta fuerte presencia de los Estados Unidos cuáles podrían ser los desafíos para que efectivamente se alcance una mayor integración regional?
El desafío inmediato es cuál es la actitud que van a tomar los movimientos sociales, campesinos y el Frente Guazú ante este gobierno. Desde abajo se está apostando al mil por ciento a esta fuerza de integración.
Estamos en una situación bastante incierta y no definida. El desafío que se presenta a los movimientos progresistas y sociales es que ante una situación de crisis (con un fuerte apoyo de Estados Unidos y de ciertos sectores de la iglesia católica) se trate de buscar una salida para abrir la posibilidad de retorno a gobiernos progresistas. En eso estamos hoy en Paraguay, en una confrontación paradigmática directa de dos modelos: el del gobierno de Fernando Lugo con el Frente Guazú y, por otro lado, un proyecto oligárquico que quiere continuar con la restauración de los privilegios de un cierto sector del empresariado. Este último, en este momento se encuentra no sólo en pérdida de velocidad (en la aplicación de determinados proyectos) sino también con la resistencia de ciertos movimientos campesinos, sociales y sindicales; y por otro lado con una limitación seria que es la crisis de gobernabilidad en la que se encuentra el gobierno de Cartes.
- Helena Marchini y Pablo Nuño Amoedo, Licenciados en Ciencias de la Comunicación
http://www.alainet.org/es/articulo/171510
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