Ulises Noyola Rodríguez
El establecimiento del Banco de Sur marcó un punto de inflexión en los proyectos de integración en América Latina con la firma del acta constitutiva a finales de 2007. La Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) propuso la creación del banco con el fin de prestar asistencia financiera a los doce países miembros para la ejecución de proyectos regionales.
La iniciativa del Banco del Sur entrará en vigor este año después de siete años de negociaciones atravesando diversas dificultades. El retraso del banco es alarmante debido a los recortes de proyecciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe y el Fondo Monetario Internacional que estiman un crecimiento económico de 1 y 0.5% respectivamente para Latinoamérica en 2015.
El final de la prosperidad económica impulsada por el alza de los precios de commodities durante el período 2003-2007 evidenció la necesidad de la implementación de nuevas políticas que apoyen el desarrollo de América Latina. Sin embargo, el éxito de los proyectos regionales dependerá de la cooperación y convergencia de los países miembros que poseen diferentes intereses, prioridades y disputas en la región.
Las políticas generales del Banco del Sur serán elaboradas por el Consejo de Ministros conformado por los ministros de economía, finanzas de los países miembros. El poder económico de los países no incidirá sobre la toma de decisiones ya que cada país miembro tendrá derecho a un voto que podrán utilizar para alcanzar el mínimo requerido (75% de los votos totales).
La importancia del Banco del Sur radica en que el origen del capital disponible es totalmente latinoamericano. El banco complementará el financiamiento otorgado por la Corporación Andina de Fomento, el Banco del ALBA, el Banco Centroamericano de Integración Económica y el Banco de Desarrollo del Caribe.
El Banco del Sur podría ayudar a cubrir la insuficiencia de financiamiento por las cuatro entidades financieras que otorgaron préstamos por un monto de 82,465 millones de dólares en el período 2008-2014. Esta insuficiencia se reflejó en el papel del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial (BM) que financiaron proyectos por casi el doble de las cuatro instituciones (153,030 millones de dólares) durante el mismo período.
No obstante, el capital inicial disponible del Banco del Sur será de 8,000 millones de dólares con posibilidad de ampliarse a 20,000 millones de dólares aportados por Brasil, Argentina, Venezuela con 4,000 millones de dólares cada uno, mientras que Paraguay, Uruguay, Bolivia y Ecuador con 8,000 millones de dólares en conjunto.
En contrapartida, la aspiración de Brasil para cambiar su status en el sistema mundial como gran potencia privilegia las relaciones externas con el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura y el BRICS donde contribuye con grandes desembolsos económicos con el fin de aumentar su presencia a nivel internacional.
La evolución positiva del Banco del Sur exigirá mayores aportaciones de los países miembros dada la fragilidad financiera de América Latina que está imposibilitada a mantener las necesidades de financiamiento en los períodos cruciales de crisis. Esta acción les permitirá a los países latinoamericanos acceder a fuentes alternativas de financiamiento, situación que evitará la condicionalidad de los préstamos otorgados por el BID y el BM.
Los cinco rubros de proyectos que financiará el banco incluyen: a) apoyo a sectores clave de la economía; b) apoyo a sectores sociales como vivienda y salud; c) expansión e interconexión de la infraestructura regional; d) reducción de las asimetrías de los países miembros.
El financiamiento de actividades que apoyen la diversificación de las estructuras productivas es primordial para reducir las relaciones de dependencia de las economías latinoamericanas. En consecuencia, el banco ayudará a cubrir la brecha de infraestructura anual de 320,000 millones de dólares presente en América Latina[1].
La situación actual es bastante desfavorable ya que la mayoría de los países miembros (Venezuela, Ecuador, Bolivia, Colombia, Paraguay, Chile, Perú, Guyana, Suriname, Uruguay) poseen más del 80% de las exportaciones concentradas en materias primas[2]. De esta manera, la inserción internacional de las economías latinoamericanas profundizó los efectos negativos de la crisis estadounidense sobre América Latina desde 2008.
Este objetivo será realizado mediante el apoyo a proyectos de integración que fortalezcan las cadenas de valor regionales. De este modo, los proyectos de infraestructura deberán impulsar las relaciones comerciales intrarregionales para aumentar el valor agregado de las exportaciones de los países latinoamericanos.
Sin embargo, el resultado positivo del Banco del Sur dependerá de la implementación de proyectos nacionales en sectores claves que estimulen el crecimiento de las economías latinoamericanas. Por lo tanto, el papel de las autoridades nacionales será decisivo para cambiar la tendencia decreciente de crecimiento económico que enfrentan las economías latinoamericanas con mayor peso económico.
Por otra parte, los proyectos de infraestructura exigen la modernización de las líneas de transporte y comunicación que reemplacen la infraestructura deficiente de la región. Sin embargo, el tipo de infraestructura construida determinará la continuidad del desarrollo de la región.
El Banco del Sur decidirá cambiar la tendencia de la mayor parte de los proyectos de infraestructura pertenecientes a la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) financiados principalmente por el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil.
La mayor parte de los proyectos de la IIRSA consisten en obras de infraestructura y corredores que impulsan la exportación y explotación de los recursos naturales de Sudamérica. Las empresas multinacionales brasileñas explotan la biodiversidad regional, creando fricciones y disputas con los países fronterizos que poseen recursos naturales estratégicos.
El mismo caso se replica con las nuevas instituciones financieras multilaterales creadas por el BRICS. Lo anterior se confirma con la reciente propuesta de Brasil al Banco de Desarrollo del BRICS de financiar un corredor ferroviario interoceánico con salida al Pacífico para aumentar la competitividad de las materias primas exportadas hacia China.
Por lo tanto, la infraestructura de transporte no consiste solamente en la construcción de obras que impulsen la exportación de productos básicos de los países miembros, sino que debe crear las condiciones necesarias para fortalecer la integración productiva a largo plazo en Latinoamérica.
Por otro lado, la influencia del Banco del Sur no estará solamente circunscrita en aumentar el valor de los bienes producidos, sino que abordará las necesidades prioritarias de la población latinoamericana. Por lo tanto, la lógica de operación del Banco del Sur consiste en beneficiar a las mayorías sociales con el fin de erradicar la exclusión social en América Latina.
De esta manera, los proyectos sociales de salud, educación, seguridad social y desarrollo comunitario ayudarán a disminuir la pobreza extrema que fue de 11.7% en 2013, situación que se tradujo en 69 millones de personas que no alcanzan a cubrir sus necesidades básicas en Latinoamérica[3].
Sin embargo, los países latinoamericanos deberán emprender políticas de redistribución del ingreso que cambie la correlación de fuerzas entre las clases sociales. Estas acciones enfrentarán numerosos conflictos políticos ya que la crisis económica actual presiona a aumentar la explotación de las clases populares y mantener la rentabilidad de las grandes empresas.
Por lo tanto, la radicalización de los gobiernos progresistas será fundamental para crear nuevas formas de desarrollo a largo plazo que puedan beneficiar a las clases populares durante períodos difíciles donde la caída del precio de las materias primas interrumpe el progreso económico de América Latina.
Por otra parte, el diseño de políticas estatales redistribuirá los beneficios de la integración productiva de la región. De esta manera, la creación prevista de mecanismos financieros permitiría resolver el problema del resultado desigual de los procesos de integración de América Latina.
Los países más vulnerables que dependen significativamente de la demanda de productos básicos necesitan el apoyo de las economías más grandes de la región. De este modo, el apoyo de Brasil será decisivo para que las economías latinoamericanas construyan la infraestructura necesaria para impulsar la industrialización regional.
La distribución de la cartera de préstamos del Banco del Sur beneficiará a las economías más pequeñas que recibirán créditos por un monto de hasta ocho veces al capital aportado individualmente. Esta acción será el primer paso que permitirá circular el ahorro de la región con el fin de ayudar a los países latinoamericanos con estructuras productivas frágiles.
La creación de políticas comerciales es primordial para estimular las relaciones comerciales bilaterales de las economías latinoamericanas. De forma paralela, los excedentes de las economías de la región deberán ser reinvertidos en las economías más pequeñas para empezar a contrarrestar las divergencias estructurales presentes.
No obstante, el comercio de Brasil con los países suramericanos es insuficiente para estimular la convergencia de los países suramericanos. Por ejemplo, el comercio intrarregional de Brasil con los miembros del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) apenas representa 10% del comercio total[4].
Además, el posible establecimiento de acuerdos comerciales entre el MERCOSUR y los bloques de las economías latinoamericanas pequeñas como la Alianza Bolivariana de los Pueblos y la Comunidad del Caribe pasó a segundo plano para dar paso a los acuerdos de envergadura para las economías más grandes de la región.
La agenda económica de Brasil es reforzar las relaciones del MERCOSUR con grandes bloques como la Unión Europea, Estados Unidos y China para impulsar las exportaciones de materias primas ante los resultados económicos negativos en 2015. Estos acuerdos plantean nuevos problemas debido a la oposición del gobierno argentino que protege el sector industrial ante las empresas industriales europeas.
Finalmente, el Banco del Sur emitirá obligaciones de los países miembros apoyándose en un fondo de garantías. Este nuevo mecanismo financiero aportaría financiamiento a los países latinoamericanos con tasas de interés menores reduciendo los altos costos de endeudamiento presentes en América Latina.
En resumen, el Banco del Sur representa la iniciativa de cooperación financiera regional con mayor alcance y presencia en América Latina. Los países latinoamericanos deberán realizar mayores esfuerzos para que el banco ayude a superar el subdesarrollo de la región y pueda estar sustentado en la participación masiva de las clases sociales.
- Ulises Noyola Rodríguez
Colaborador de la División del Posgrado de Economía en la UNAMNotas
[1] Comisión Económica para América Latina y el Caribe. La brecha de infraestructura económica y las inversiones en América Latina. Fecha de publicación: 13/10/2014.
[2] Banco Interamericano de Desarrollo. Carta Mensual INTAL. Fecha de publicación: 01/02/2015.
[3] Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Panorama Social de América Latina 2013. Fecha de publicación: enero 2014.
[4] Banco Interamericano de Desarrollo. Informe MERCOSUR número 18. Fecha de publicación: enero 2014.
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