Por Romano Paganini*
Isabel Donato es arquitecta, docente y observadora del planeta. Vive en un Ecobarrio en Salsipuedes que ella misma diseñó y dice: “Hay que formar nuevos pueblos en Argentina.” En Córdoba mismo ya hay proyectos iniciados. Donato es una de las primeras referentes de la construcción en barro en el país, y en esta nota nos habla sobre los edificios con granjas, de lo humano dentro de las instituciones y del subdesarrollo de nuestra especie.
En conferencias y charlas usted dice que hay que abandonar las ciudades. ¿Por qué?
Es un planteo que repito desde que se hizo el famoso informe Brundtland durante la primera cumbre climática, en 1987 en Oslo. El informe dice que las ciudades van a quedar como monumentos de una época en donde la humanidad se volvió loca. Venimos de un sistema de absoluta insustentabilidad que fue creando progresivamente el ser humano y que incrementó de un modo abismal el mundo de los negocios, en donde se crea una necesidad para luego cubrirla, incluso sin importar el valor intrínseco del ambiente y del ser humano. Esa especie de ruptura que se ha dado en esta civilización – la primera en la historia de la humanidad en que el mercado regula las relaciones sociales – alerta y pone en peligro el hábitat del ser humano. Y eso se refleja claramente en las ciudades.
A ver.
Si no hay combustible, no llega ni agua, ni alimento, ni energía – y la ciudad se hunde en cinco minutos. Lo que tratan los urbanistas hoy en día es mirar con una mirada más amplia a la geopolítica y buscar fuera de las ciudades áreas que sustenten a su ciudad. También se está trabajando en proyectos como ciudades flotantes o edificios autosustentables con una granja adentro y que se abastecen de energía.
Suena como de una película de ciencia ficción.
Pero es real. Todo eso ya está pensado, organizado, administrado y en las escuelas de diseño industrial se estudian. Hay muchas propuestas tecnológicas interesantes, para utilizar los extraordinarios recursos de la naturaleza en favor del proceso deldesarrollo del ser humano. Conjuntamente no separadamente.
¿Cómo sería eso?
Qué la tecnología sea útil para el humano y que respete al ecosistema. Ahí hay fuerzas inconmensurables que mover que ni siquiera las queremos mover porque estamos usando la misma electricidad que inventó Edison y eso ¡no tiene sentido! No tiene sentido hacer una represa en Patagonia, que financian los chinos para traer la luz a Córdoba. Ya existen sistemas de acumulación de energía solares con poli imanes. Cada casa puede tener su luz sin necesidad de una represa en Patagonia. Lo que pasa es que hasta que todo eso no signifique un gran negocio, no se va aplicar.
¿Sin negocio no hay avances?
Es que nosotros, los grupos que quieren el cambio, todavía no tenemos en nuestro poder la ciencia y la técnica. Porque si se junta ciencia y técnica para hacer un invento y ese invento va en contra del negocio, lo tiran a la basura o matan al inventor de un tiro. ¿Cuántos inventos se han hecho que después fueron comprados por una empresa y que no han sido puestos en funcionamiento?
Volvamos a su planteo de abandonar las ciudades. Desde el año 2007 vive más de la mitad de la humanidad en ciudades o centros urbanos.
Si todos los que vivimos en las ciudades nos vamos al campo, se acaba el planeta tierra...
... si seguimos viviendo en la misma forma.
Exactamente. Si nosotros aprendemos a vivir comunicado con la tierra utilizando sus recursos e incrementando su valor reproductivo no tenemos por qué. Está comprobado que la cantidad de hormigas que hay en el planeta tiene la misma masa física que la cantidad de hombres. Las hormigas pueden matar nuestro jardín, pero no matan el planeta, al contrario: lo favorecen en su desarrollo. Como especie encontraron la forma de convivir incrementando el recurso en vez de matarlo. Pero nosotros matamos los recursos que usamos.
El humano: una especie subdesarrollada.
Tenemos que comprender cómo se desarrollan los procesos de la naturaleza e incorporarlos a nuestra forma de vida, es decir, integrarnos realmente a la naturaleza. No para ser primitivos y comer únicamente frutas del bosque. Sino que cuando creamos niebla o producimos lluvia, tenemos que tomar la energía del sol, del viento y generar los avances que queremos generar en el infinito, pero dentro del proceso de la naturaleza, no destruyéndola. Pero eso la sociedad no lo valora. Si no compran el agua en botella o no les llega una factura de red ¡les importa un pito! Es como si estuviésemos afuera de la naturaleza.
Funcionamos como robots.
Sí, por este mundo extraño, paralelo, que se ha dado, que es el mundo del negocio y del mercado. Pero este mundo va acabar con nuestro planeta ¡y no es broma! Ningún sistema se puede mantener estable. Los sistemas – sean naturales, físicos, biológicos o sociales – evolucionan o sucumben.
¿Cómo podemos romper con ese comportamiento destructivo?
Estamos en un punto que necesitamos dar un salto evolutivo. Y si no lo damos, vamos a sucumbir. Eso lo saben los científicos, los pensadores, los filósofos, los teólogos y hasta el Papa lo sabe. En ese proceso hay fuerzas que nos arrastran a sucumbir y hay otras fuerzas que nos apoyan a dar el salto evolutivo, esta conversación misma aporta al salto. David Sempau lo describe en su libroLas cosas por su nombre: El vuelo de una mariposa puede inclinar en un sentido el salto evolutivo o no. Cada cosa que hacemos nosotros dice él – y yo lo comparto – sería como el vuelo de esa mariposa que va apuntando al salto evolutivo. Así, llegará un momento en el que se va a juntar tanta energía hacia el salto evolutivo que solo se va a dar.
Es decir: ¿Construir con barro, meditar, organizarnos en grupos o sembrar la tierra como ayuda a nivel metafísico?
A nivel físico y a nivel metafísico.
Tendremos que confiar en esa posibilidad.
Empezar a confiar y creer es la base del paso que tenés que dar. Porque si no confiás y no creés y abrís el diccionario del escéptico, no vas a dar ningún paso. Queda todo ahí clavado y te va a arrastrar como una piedra.
¿Hay que formar nuevos pueblos?
Yo creo que sí, hay que formar nuevos pueblos. En realidad ya estamos en eso. Ya hay gente en la Provincia de Córdoba que está ofreciendo tierras para empezar. Hace poco leí una nota en Internet de alguien que está ofreciendo 80.000 hectáreas en la provincia de Chubut.
¿Las ofertas vienen de privados?
Son privados, sí. Los gobiernos – por más avanzados que sean – están atados al sistema imperante, dentro de una especie de rueda que no tiene asidero.
¿No ve la posibilidad de que dentro de los gobiernos se pueda girar hacia otra dirección?
Los gobiernos y universidades no están rígidos, porque están organizados por seres humanos. Entonces hay gente, que tiene sus quiebres y cada dos por tres sale algún directivo del Banco Mundial que habla de lo mal que están las cosas y arma revuelo. Las instituciones son palpables porque hay seres humanos ahí. Igual hay que ir por abajo de esta rueda sin asidero y apoyar a los otros. Acá por ejemplo, un sector muy fuerte que tiene clara las cosas y que están en el pico del cambio, son los grupos de los pequeños campesinos y de los campesinos indígenas. Ellos demuestran a los gobiernos con números que en el lugar de cortar los algarrobos y utilizándolos bien, tendrían más recursos por hectáreas que plantando soja. Claro que no podemos dejar de producir soja de un día para el otro, sino se nos viene la noche. Pero sí apoyemos a otra gente a ver qué pasa.
Mencionó proyectos para formar nuevos pueblos. ¿De qué se trata exactamente?
De armar grupos de aldeas sustentables en toda la zona de las Sierras (Provincia de Córdoba). Estamos preparando una plataforma digital, en donde la gente se puede anotar si quieren dar tierra gratuitamente o paga, si quieren trabajar o si quieren vivir. Cada uno puede ofrecer algo, sea trabajo, dinero, material o conocimientos. Todavía no está publicado y ya hay gente que se ofrece.
La gente está esperando por alguien que lo organice...
...y que tenga – una mala palabra del capitalismo – el knowhow (se ríe). Nos buscan porque tenemos el knowhow por la experiencia con el Ecobarrio de Salsipuedes. Quieren ver qué errores cometimos y qué pueden hacer mejor. Entonces eso muestra la efervescencia que hay.
¿Y entonces por qué la mayoría sigue viviendo en las ciudades?
Si no se sale de manera masiva, es porque no se encuentra la facilidad para hacerlo, o porque a los que lo han intentado les fue mal. No somos campesinos, no estamos preparados para vivir en comunidad, ni para autoabastecernos o conformarnos con eso.
Hay muchos proyectos que fracasan.
Muchos, pero no todos.
No estamos preparados para irnos de las ciudades.
No, no estamos preparados. La gente confunde su deseo con su capacidad de hacerlo. Quieren irse de la ciudad y cuando están en el campo se asustan: Ay un escorpión! ay una víbora! ay la tierra está muy baja! Pero siempre hay grupos más sólidos que tienen mayor consciencia, mayor impulso y voluntad de organizarlo y también mayor sacrificio. Son grupos que están haciendo punta mostrando que sí es posible hacerlo.
La página del Movimiento de Unificación Planetaria Amor esta online pero todavia en construcción: http://www.movimientoupa.org/
* Periodista en transición
Ecoportal.net
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