Inquietud en Argentina por muerte de fiscal
SurAmericaPress
Raúl Kollmann
Tras el hallazgo del cuerpo de Alberto Nisman con un balazo en la cabeza en el baño de su casa, las primeras pericias concluyeron que “no intervinieron terceras personas”, como explicó la fiscal a cargo. Se investiga si existió alguna instigación, lo que llevó a la pregunta compartida por la Presidenta
La autopsia del Fiscal Alberto Nisman estableció que en su muerte “no intervinieron terceras personas”
Triste, solitario y final
Utilizó un arma que le había pedido a un empleado de la fiscalía. Los interrogantes sobre las últimas decisiones tomadas por el fiscal.
“En la muerte del fiscal Alberto Nisman no intervinieron terceras personas.” La frase de la fiscal Viviana Fein saldó ayer la polémica que se pretendió instalar pese a que los indicios remarcaban desde el principio la hipótesis del suicidio: Nisman fue encontrado muerto a las 22 del domingo dentro de un departamento cerrado, en un edificio hipercustodiado, con una pistola Bersa calibre 22 encontrada bajo su cabeza, un arma que le llevó un asesor de la fiscalía el sábado. Al cierre de esta edición faltaba todavía la prueba final, el barrido electrónico que detecta bario y antimonio en la mano, metales del fulminante, que demostraría que fue desde su mano que salió el disparo. Uno de los interrogantes del caso es por qué Nisman volvió precipitadamente de las vacaciones con su hija, en España, y resolvió presentar en feria judicial una denuncia contra la Presidenta. El mismo sabía –y lo dijo– que la denuncia no iba a tratarse en enero. No se explica qué lo llevó a entregar a las apuradas un escrito en el que ni siquiera aportó las pruebas, algo que le hizo notar la jueza María Servini de Cubría cuando le respondió que no había elementos para tratar la cuestión durante la feria. Esto se preguntó la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ayer, al referirse al caso en su cuenta de Facebook. “¿Qué fue lo que llevó a una persona a tomar la terrible decisión de quitarse la vida?”, se preguntó CFK.
Hay muy distintas versiones sobre el estado de ánimo de Nisman el fin de semana a raíz de que la denuncia fue arrasada en puntos esenciales por el ex secretario general de Interpol Ronald Noble y el juez de la causa AMIA, Rodolfo Canicoba Corral. Están quienes sostienen que estaba como siempre y los que aseguran que se encontraba agobiado porque debía afrontar una audiencia seguramente tumultuosa en el Congreso. Con las voces de Noble y Canicoba Corral, esa audiencia se le había puesto muy cuesta arriba.
Un cuerpo en el baño
La jueza Fabiana Palmaghini, de buen prestigio en Tribunales, retomaba la conducción de su juzgado anoche, después de regresar de Florianópolis. Es la que supervisará el expediente por la muerte de Nisman, aunque por ahora la voz cantante es de la fiscal Fein, ya que en casos como éste se apunta a la hipótesis de instigación al suicidio, con un autor no identificado.
Las bases para determinar que la muerte de Nisman fue un suicidio son las siguientes:
El informe de la autopsia, en el que se establece, textualmente, “que no hubo participación de terceras personas”.
La data de la muerte, fijada en esa autopsia entre las 14 y las 15 del domingo. No hubo movimientos de ninguna persona en ese horario, según constataron la seguridad del edificio y la custodia de Nisman.
El informe de la División Rastros, que indica que no hubo un movimiento de acarreo del cuerpo, que nadie pudo haber entrado al baño para acomodar el cuerpo y salir dejando el cuerpo tan contra la puerta que ésta no se podía abrir. “No se puede armar la escena del cuerpo atorando la entrada del baño”, concluyó la División Rastros.
El arma, una pistola Bersa número 88.821, le fue entregada a Nisman el sábado, según declaró una especie de asesor del fiscal, que estuvo ayer ante la fiscal Fein. Según dijo, Nisman le pidió el arma “por seguridad”.
Nadie pudo acceder a ese departamento, ubicado en un lujoso edificio con las más modernas medidas de seguridad. Para subir al piso 13 se requiere pasar por la guardia en la planta baja y se necesita una clave para el ascensor. Según constató la madre, el departamento estaba cerrado por dentro, con la llave puesta en la puerta de servicio y, aparentemente, una clave en la principal. Hubo que recurrir a un cerrajero para entrar. Nisman tenía, además, una custodia de diez hombres de la Policía Federal, que se relevaban cada 24 horas y trabajaban 24 horas. La orden del fiscal era que estuvieran en el hall del edificio.
El análisis del baño quedó en manos de la Policía Federal y la pericia sobre el resto del departamento está a cargo de la Prefectura. La fiscal y el juez que actuó en la noche del domingo y ayer lunes, Manuel De Campos, secuestraron la computadora y los celulares. Por los trascendidos, no se encontró ninguna carta en el departamento ni en el auto, un Audi estacionado en planta baja. Quedan revisar la computadora y el celular para ver sí allí dejó algún mensaje.
El viaje
El interrogante es por qué el fiscal se quitó la vida. Parece haber una ilación entre este hecho y la decisión de Nisman de volver de sus vacaciones en forma sorpresiva para presentar la denuncia contra la Presidenta, el canciller, el diputado Andrés Larroque, el dirigente de Miles Luis D’Elía, el de Quebracho Fernando Esteche y un ciudadano argentino pro iraní, Alejandro Yussuf Khalil.
Nisman salió hacia España el 1º de enero y tenía pasaje para regresar al país el 23. Era un viaje con su hija, parte de un regalo para su cumpleaños de 15. Sin embargo, decidió regresar en forma anticipada, llegó el 12 de enero y presentó la denuncia el 13. El hecho resultó asombroso porque entregó su denuncia en plena feria judicial cuando era evidente –lo señaló él mismo– que le iban a decir que no se habilitaba la feria para un texto en el que no se pedían detenciones ni prohibiciones de salir del país. Más teniendo en cuenta que Nisman afirmaba que había trabajado durante cuatro años en la investigación, por lo que 15 días más no cambiarían las cosas.
A la propia DAIA el dato le llamó la atención y en un encuentro con el fiscal, el miércoles pasado, le preguntaron por qué había vuelto de España, por qué presentó la denuncia durante la feria judicial y, sobre todo, por qué entregó la denuncia sin aportar las pruebas documentales: las transcripciones de las escuchas, los elementos para sostener lo que decía en el texto. Esto mismo le contestó la jueza María Romilda Servini de Cubría: que no habilitaba la feria porque la denuncia no implicaba medidas inmediatas y porque el fiscal no había entregado las pruebas que sostenían su denuncia. Nisman les contestó a los dirigentes de DAIA con un argumento poco creíble: que entregó la denuncia cuando terminó de hacerla. No resiste el menor análisis que un trabajo de cuatro años se entregara justito en la feria “porque en ese momento se terminó” y menos todavía que se alegara que se terminó y la realidad es que no se acompañaron las pruebas.
Razones para volver
Quienes conocían a Nisman de cerca remarcan su relación estrechísima con “Jaime” Stiuso, ex jefe de Operaciones de la Secretaría de Inteligencia (SI), desplazado de su cargo a mediados de diciembre tras el descabezamiento de la cúpula de la SI. Parece cantado que la denuncia, en sus formas y en su contenido, tiene la inspiración de Stiuso, por cuanto Nisman afirmó que es un trabajo de años y también contó que se reunía con Stiuso casi todos los días. La base de la denuncia son escuchas telefónicas, algo que también vincula el texto con Stiuso. Habrá que ver entrecruzamientos de llamadas para establecer por qué el fiscal volvió de forma tan urgente, incluso dejando a su hija en España.
Una versión que circuló es que Nisman se enteró en esos días de que iba a ser desplazado de la causa AMIA y entonces reaccionó con la denuncia. La Procuración niega tajantemente esa versión: “En diciembre hicimos numerosos cambios y no hubo ningún cambio ni propuesta de cambio para la fiscalía especial AMIA”, afirmaron cerca de la procuradora Alejandra Gils Carbó. Es más, desde la conducción del Ministerio Público se hizo saber que Nisman hizo un pedido de personal en diciembre y le fue concedido. Se le firmó la licencia de enero y se designó para ese período a quien él pidió, Alberto Gentili.
Es público que algunas de las partes querellantes en la causa sobre las pistas falsas y el desvío de la investigación AMIA pidieron que Nisman sea apartado de ese aspecto del caso. Está previsto un juicio por encubrimiento para el segundo semestre de este año y consideraban –por ejemplo, Memoria Activa– que resultaba incoherente que Nisman fuera el fiscal en un juicio en el que los acusados eran –entre otros– Eamon Mullen y José Barbaccia, que habían sido sus compañeros de trabajo. En la Procuración también niegan que estuviera en sus planes desplazar a Nisman de esta parte de la investigación, que de todas maneras no significaba sacarlo de la causa del atentado mismo.
De todas maneras, es cierto que la causa sobre el encubrimiento del atentado podía volverse contra el propio Nisman, que ya no contaba con el respaldo de Stiuso en la SIDE. En buena parte de los hechos que se investigan, Nisman –y también Stiuso– fueron protagonistas y tal vez eso desencadenó el viaje de urgencia Barajas-Ezeiza.
En la carta hecha pública por la Presidenta, la mandataria también hace foco en ese regreso apresurado. CFK sostiene como hipótesis que lo que parece haber detonado la presentación de apuro de la denuncia fue el ataque contra Charlie Hebdo en París. El texto de Nisman consistía en asociar a la Presidenta y su gobierno con un encubrimiento de supuestos terroristas días después de la conmoción por un atentado terrorista. O sea que se sugiere que el objetivo fue político.
Golpe
Lo que más debe haber golpeado el ánimo del fiscal en los últimos días fueron las declaraciones de dos protagonistas centrales del caso AMIA, el ex secretario general de Interpol, Roland Noble, y el juez de la causa Rodolfo Canicoba Corral.
El norteamericano que estuvo a cargo de Interpol desde 2000 a 2014 fue categórico respecto de la denuncia de Nisman: “Lo que dice el señor Nisman es falso”, afirmó. Es que el texto del fiscal sostenía que el gobierno argentino había pactado la impunidad de los sospechosos iraníes y que el punto clave fue que el canciller Timerman hizo gestiones para que se levantaran las órdenes de captura con alertas rojas contra esos sospechosos. iraníes. “Jamás hubo una sugerencia o gestión para que se levantaran las capturas con alertas rojas –dijo Noble–. Todo lo contrario. Todas las veces que me reuní o hablé con Timerman o con cualquier funcionario del gobierno argentino me reiteraron ciento por ciento su compromiso con las alertas rojas. Lo hicieron por escrito y pidieron que Interpol lo ratificara por escrito, lo que se hizo en marzo de 2013.” Con esas frases, Noble derrumbó uno de los principales sostenes de la denuncia de Nisman.
En la misma semana, el juez del caso AMIA, Canicoba Corral, sostuvo que “la denuncia de Nisman tiene escaso o nulo valor probatorio. Es información de inteligencia. Yo le manifesté por escrito al fiscal que debía profundizar la pista iraní, porque sus pruebas estaban demasiado basadas en informes de inteligencia; le dije que investigara la pista siria y que investigara la conexión local. Y ahora me encuentro que no hizo nada de lo que yo le marqué, que estuvo trabajando para esta denuncia durante cuatro años, sin informar a ningún juez. Dijo que se estaba fraguando una pista para echarles la culpa a fachos locales y no me informó nada. Es muy grave. Voy a estudiar si no incurrió en una grave desviación de la causa”.
Con este cuadro de situación, Nisman afrontaba su visita al Congreso, un desafío de envergadura. Algunos integrantes de su fiscalía dicen que estaba de ánimo normal, pero otros cuentan que el sábado llamó a una especie de asesor para pedir un calibre 22 por razones de seguridad, aunque no se trata de un arma para enfrentar ningún peligro serio. Quienes conocieron al fiscal durante muchos años afirman que, si hubiera recibido un llamado de amenaza, un mail o un mensaje de texto, hubiera hecho la denuncia judicial. Es más, la Procuración le ofreció el miércoles pasado un refuerzo de la custodia –se lo contó a la DAIA– y la rechazó.
Como en buena parte de los casos en los que una persona se quita la vida, nadie puede saber qué pasó por la cabeza de la persona que tomó esa decisión. Tal vez se encuentren respuestas en la computadora, en el celular y en el entrecruzamiento de llamadas. Pero eso todavía no lo conocemos.
raulkollmann@hotmail.com
Fuente: SurAmericaPress
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