Por Emilio Godoy
La explosión de una planta petroquímica en el sudeste de México puso de relieve la necesidad de reforzar en el país el monitoreo de sustancias peligrosas, fortalecer la inspección de esas instalaciones y actualizar las regulaciones.
El estallido el 20 de abril de la planta Clorados III, del Complejo Petroquímico de Pajaritos, en la ciudad portuaria de Coatzacoalcos, en el estado de Veracruz, ocasionó la muerte de 32 personas y dejó 136 heridas.
La planta, de la empresa mixta Petroquímica Mexicana de Vinilo (PMC), produce 170.000 toneladas anuales de policloruro de vinilo (PVC), que genera dioxinas y furanos y para cuya destrucción operan dos incineradores.
Esos compuestos, provenientes de la combustión del cloruro de etilo,son nocivos para la salud humana y el ambiente, según ha determinado la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El cloruro de vinilo, considerado altamente cancerígeno, se encuentra en forma de gas y líquido, por lo que al inhalarlo o estar en contacto con la piel puede causar irritación, mareo, dolor de cabeza y sensación de desmayo, mientras que la exposición duradera puede ocasionar graves lesiones en la piel y alteración hepática.
Las dioxinas pueden provocar problemas de reproducción y desarrollo, afectar el sistema inmunitario e interferir con hormonas. Son compuestos que integran la lista de los peligrosos contaminantesambientales persistentes (COP) y que pueden entrar a la biota (conjunto de organismos vivos en un área) y a la cadena alimenticia.
“Es importante que monitoreen este tipo de químicos, no solamente mediante muestras ambientales sino también en la biota, inclusive en población humana expuesta, como trabajadores o vecinos”, explicó Fernando Díaz-Barriga, investigador de la Coordinación para la Innovación y Aplicación de la Ciencia y la Tecnología de la públicaUniversidad Autónoma de San Luis Potosí.
Para ello, puntualizó en diálogo con IPS, “habría que buscarlos en sedimentos y suelos”.
Desde hace tres décadas, Díaz-Barriga estudia el impacto de estas sustancias sobre la salud humana y el ambiente, incluyendo el área de Pajaritos, y el resultado ha sido siempre el mismo: niveles altos de compuestos y elementos tóxicos.
Luego del desastre, uno de los peores en la historia de México por la posible emisión de dioxinas, expertos de Greenpeace tomaron cuatro muestras en agua, tierra y polvo en comunidades próximas al complejo para detectar contaminantes.
El material es ahora analizado en la británica Universidad de Exeter y laboratorios independientes sus resultados se conocerán en unas semanas.
Mientras, Díaz-Barriga recopiló dos semanas antes de la explosión muestras de biota, suelo y sedimento en las inmediaciones del Complejo de Pajaritos para identificar los COP en el área, cercana al puerto sobre el Golfo de México y a la desembocadura de un río.
La empresa PVM surgió en 2013 de una alianza entre la firma privada Mexichem, con 54 por ciento de sus acciones y que opera la planta, y la estatal Petróleos Mexicanos, con 46 por ciento.
El accidente no es un suceso aislado de la realidad mexicana de los químicos nocivos.
Foto: Dos técnicos de Greenpeace toman muestras de las aguas del río que colinda con el Complejo Petroquímico de Pajaritos, en la ciudad mexicana de Coatzacoalcos, donde el 20 de abril estalló la Planta Clorados III, en un incidente que dejó 32 personas muertas y 136 heridas. Crédito: Greenpeace México
Ecoportal.net
IPS Noticias
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