En su reciente gira por América Latina, Barack Obama se propuso apuntalar el proceso de recuperación de la derecha regional y dar mayor impulso al rediseño de los mecanismos de conspiración contra los gobiernos progresistas.
La inclusión de Argentina en la gira fue dispuesta por los estrategas estadounidenses con al propósito de saludar, con la figura presidencial presente, la instalación de un gobierno de ultraderecha en uno de los tres países de América Latina con membrecía en el G-20.
Barack Obama saludó la política neoliberal diciendo al pueblo que el “dolor a corto plazo” puede ayudar a resolver problemas.
Celebró la decisión de Macri de destinar más de 4 mil millones para pagar a los tenedores de bonos soberanos (hablamos de fondos buitres), favoreciendo con ello a magnates estadounidenses como el influyente Paul Singer.
En el intercambio de elogios entre ambos presidentes, fueron obviados el descontento y los temores manifiestos hoy en la sociedad argentina, donde el avance neoliberal amenaza con hacer retroceder viejas conquistas.
Entre enero y febrero fueron despedidos 107 mil 719 trabajadores del sector público y 14 mil 340 en el sector privado debido a una baja en la producción (cifras de la consultora Tendencias Económicas). A esto hay que añadir la eliminación de los subsidios, que ha elevado en un 300 por ciento el precio de la energía eléctrica. Los productos de consumo masivo han subido de precio debido a la devaluación, en un 30 por ciento, del peso argentino (cambio con respecto al dólar).
“Estados Unidos está listo para trabajar con Argentina en su transición histórica”, dijo Obama.
El pasado día 15, declaró a la cadena CNN que con Macri se inició una nueva etapa. Agregó que fueron cordiales sus encuentros con la expresidenta Cristina Fernández, pero que esta aplicaba “políticas antinorteamericanas” y mantenía “un discurso anquilosado en los años 60 y 70”.
Trataron de borrar la memoria
En sus declaraciones en CNN, Obama sencillamente calificó de anacrónico el discurso de Cristina Kirchner, pero no reconoció el papel de Estados Unidos en el surgimiento y sostenimiento de las dictaduras militares en América Latina.
Colocar sobre la historia una especie de cortina de humo es uno de los servicios que solicita la derecha.
Obama se presentó junto a Macri (a quien en varios momentos le fue imposible ocultar su condición de títere) tratando de encubrir acciones. En una fecha simbólica para el pueblo argentino, el 24 de marzo, los mandatarios no condenaron el terrorismo de Estado y, por el contrario, en forma burda, llamaron a olvidar.
¡Para reafirmar el pacto de clase se les hizo necesario apostar al descaro!
La anunciada desclasificación de documentos fue un recurso para hacer menos grotesco el llamado a aceptar el fin de la historia. Confían en el poder mediático para manipular la información.
Todo por la derecha
El saludo a la reinstalación del neoliberalismo, es dictado por el compromiso con las corporaciones yanquis y con los principales financiadores electorales.
Al hablar de la crisis política en Brasil, el presidente de Estados Unidos dijo confiar en las instituciones y se negó a ahondar en el carácter de la misma.
Si políticos del partido gobernante hicieron gestiones no limpias con la compañía Odebrecht y esto salpica al propio expresidente Lula, la acción de aprovechar ese fenómeno para desarticular el equipo gobernante y dar paso a la paso a la derecha en Brasil (otro país de América Latina miembro del G-20), se realiza con el asesoramiento de los estrategas yanquis.
No es casual que el alto nivel de actividad en el caso de organismos brasileños se conjugue con la inercia de la Justicia y del Ministerio Público en República Dominicana. Esto ocurre porque en República Dominicana el neoliberalismo camina en aguas tranquilas y Danilo Medina y su equipo de saqueadores no están en la “lista negra” del poder estadounidense.
Sin asumir la defensa de grupos y personas en casos de soborno, hay que decir que la dilucidación de los casos debe hacerse en forma transparente y tomando en cuenta que la derecha como sector no puede ser un ente acusador, porque tiene cuentas pendientes con los pueblos.
¿Cómo se explica que nunca haya ido a la cárcel o haya sido apresado y condenado por peculado y deudas de sangre Álvaro Uribe Vélez, ligado a formas grotescas de delito político y a las más abominables facetas del delito común? Se trata de un privatizador dispuesto a coordinar la conversión de Colombia en el Israel de América Latina. Es el mismo elemento que preserva a Juan Manuel Santos, a pesar de que fue importante funcionario de Uribe.
El Obama que apadrina la recomposición de la derecha ha propuesto, para el año fiscal 2017 (que inicia en octubre) la asignación de 450 millones de dólares para la ejecución del proyecto llamado Paz Colombia, que es una extensión del mal llamado Plan Colombia.
Se trata de incrementar la presencia militar y la penetración política en Colombia en la presente coyuntura política.
No hay que hacer esfuerzo alguno para determinar por qué, en más de una ocasión, Obama ha elogiado a Juan Manuel Santos.
Para coordinar la aplicación de un plan colonialista, el poder estadounidense necesita a la derecha bien posicionada en el continente. Obama juega su papel y mueve a sus peones.
En Cuba, lo predecible
En el tramo final de su visita a Cuba, Obama se reunió con dirigentes de la mal llamada disidencia, a quienes expresó admiración y apoyo.
La contrarrevolucionaria emisora Radio Martí, informó que al encuentro asistieron miembros de la sociedad civil como Miriam Celaya, Nelson Álvarez Matute, Dagoberto Valdés, Laritza Diversent, Juana Mora y Ángel Yunier Remon– y varios disidentes, entre los cuales cita a Manuel Cuesta Morúa, Guillermo Fariñas, José Daniel Ferrer, Antonio González Rodiles, Miriam Leiva, Berta Soler y Elizardo Sánchez.
Sobre el financiamiento a esa “disidencia”, nada hay que informarle al presidente Obama, quien no ha regateado fondos.
Para afinar la conspiración, hace el intento de identificar posibles liderazgos.
Muchos de los asistentes a la reunión estaban ya en actividad en abril del año 2009, cuando Jonathan Farrar, en su condición de jefe de la Oficina de Intereses en La Habana, dirigió a la entonces recién iniciada administración un documento en el cual “evaluaba a la oposición cubana como un grupo desconectado de la sociedad", "más preocupados por conseguir dinero que en llevar sus propuestas a sectores más amplios de la sociedad cubana".
¿Acaso no es la visita de Obama un intento de allanar el camino para la circulación más efectiva de la propuesta que esa disidencia ha sido incapaz de formular de manera convincente?
Como dijo Ben Rodhes, asesor presidencial de Seguridad, el Gobierno de Estados Unidos quiere lo mismo que la oposición cubana.
Es lo que explica que el presidente no utilice sus facultades legales para desmontar aceleradamente el infame bloqueo, cuyo anacronismo él mismo reconoce. Si hubiera voluntad política de hacer justicia, hubieran sido también sensiblemente recortados los fondos oficiales para el financiamiento de la derecha conspiradora.
Apuntalando a los neoliberales
Entre los recursos que aporta Obama a la recomposición de la derecha en América están su propio carisma y su inteligencia política.
Sigue el consejo de los estrategas imperialistas de utilizar las debilidades de ciertos dirigentes progresistas y la ambigüedad de ciertas posiciones para impulsar el posicionamiento de la derecha.
En Venezuela, la conspiración se ejecuta más cómodamente tras la desaparición (quizás inducida por manos criminales) de Hugo Chávez, y solo un efectivo trabajo de concientización a las mayorías y medidas contundentes para cerrar el paso a la derecha, puede frustrar los planes de reinstalar en el gobierno a los sectores más oscuros.
Obama sigue aplicando sanciones y al elogiar a los grupos golpistas muestra su compromiso personal con la desestabilización del proceso.
La derecha sigue dando algunos pasos en Bolivia y en Ecuador, y el poder estadounidense sigue al acecho para franquear el paso a sus servidores.
El gran reto de los sectores progresistas es fortalecer los mecanismos regionales de integración y superar las debilidades.
Para las mayorías y sus organizaciones de vanguardia, se torna urgente fortalecer sus niveles de organización y elevar el tono de sus reclamos.
Obama saca cuentas en Cuba de las detenciones de opositores y manifiesta admiración por Leopoldo López y los conspiradores venezolanos, pero no saca cuentas al gobierno dirigido por Juan Manuel Santos por la cantidad de prisioneros (insurgentes o sencillamente militantes políticos o de derechos humanos) que mantiene en sus cárceles en condiciones infrahumanas, ni por el asedio y los frecuentes asesinatos contra defensores de los derechos humanos.
Y en el espectáculo presidencial con dos actores que se escenificó recientemente en Argentina, no fue mencionado en momento alguno el nombre de Milagro Sala, prisionera cuyos derechos civiles han sido violentados y quien no puede ser acusada de hechos abominables como aquellos en los cuales ha estado vinculado Leopoldo López.
Hablaron de democracia, de derechos y de progreso, sin tomar en cuenta la carga de violencia que se ha aplicado contra los miles de empleados públicos arrojados de sus puestos.
Ultraderechistas y parte de la rancia oligarquía como Juan Manuel Santos y Mauricio Macri, son aquilatados sin medida por Barack Obama y el poder estadounidense en su conjunto y constituyen el modelo de aliados en esta etapa.
Las visitas presidenciales y las ceremonias oficiales protocolares en países como Cuba, Venezuela o Ecuador, son pasos para actualizar la injerencia y hacer más eficaz la labor conspirativa.
Obama cumple con la derecha impulsando su reorganización en el hemisferio… Trata de sentar las bases para que América Latina repita de nuevo, como bloque, las combinación de términos que más agrada al oído de los estrategas imperialistas: Yes Sir…
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