OnCuba
La Habana y Estocolmo iniciaron una ‘nueva etapa’ en sus relaciones bilaterales. Después de más de diez años de vínculos limitados por la política europea de ‘posición común’ y varios enfrentamientos diplomáticos, ambos gobiernos firmaron este viernes un acuerdo que oficializa el restablecimiento de un proceso de acercamiento.
El documento, cuyo título es “Memorando de entendimiento para el restablecimiento de la cooperación oficial y el establecimiento de consultas políticas bilaterales”, fue firmado por la embajadora sueca en Cuba, Elisabeth Eklund, y el vicecanciller cubano Rogelio Sierra Díaz. Según el sitio oficial de la cancillería cubana, el convenio “ratifica la voluntad de ambas partes de iniciar una nueva etapa en los vínculos bilaterales (…) y demuestra el avance favorable de las relaciones con los países que integran la Unión Europea”.
En la ceremonia, ambos funcionarios explicaron a la prensa que el acuerdo permitirá consultas políticas prácticas y eficaces entre ambas cancillerías. Se trata de un primer paso en el camino hacia futuros intercambios en materia económica, comercial y de cooperación.
La diplomática sueca dijo a la prensa que el objetivo del memorando no es sólo profundizar la cooperación intergubernamental, sino estrechar los lazos entre los pueblos de Suecia y Cuba. Eklund intentó pasar borrón y cuenta nueva al antagonismo bilateral que marcó los últimos años. Ante las cámaras, se refirió al vicetitular cubano como ‘mi querido amigo’ y prometió que a partir de ese momento, “veremos un desarrollo fantástico entre Cuba y Suecia”.
El funcionario cubano correspondió tímidamente esas declaraciones. Dejó claro que existen diferencias entre su país y el Reino sueco y que a través de este instrumento jurídico, éstas podrán ser dirimidas “siempre en un marco de diálogo y respeto entre ambos países”. Además, dijo que el Reino de Suecia es el 19º país de la Unión Europea en rectificar su posición con respecto a la isla a través de ese tipo de acuerdos con Cuba.
Una mirada al pasadoLlegar a este acuerdo no ha sido cosa fácil, máxime si se tiene en cuenta la historia reciente, para nada amistosa. En 1996, Suecia se sumó a la denominada “posición común” adoptada por Europa. La resolución definía como objetivo de la Unión Europea en sus relaciones con Cuba “favorecer un proceso de transición hacia una democracia pluralista y el respeto de los derechos humanos y libertades fundamentales, así como una recuperación y mejora sostenibles del nivel de vida del pueblo cubano”.
En los años posteriores, las relaciones Cuba-Suecia se deterioraron progresivamente. Como otros países de su zona, el Reino sueco se incorporó a la llamada ‘guerra de cocteles’, que consistía en invitar a recepciones en sus embajadas a cubanos abiertamente opositores al gobierno.
Por si fuera poco, en 2007 estalló una nueva crisis diplomática. Ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, el canciller sueco, Cari Bildt, acusó al gobierno cubano de “graves violaciones a los derechos humanos”. El representante de la Isla calificó esa denuncia como hipócrita y denunció la xenofobia de su contraparte, así como los actos de “limpieza étnica” e “imperialismo”. Desde entonces, y hasta hace pocos años, Suecia se oponía a normalizar las relaciones con la Isla.
La carrera por Cuba2015, en cambio, marcó un giro de 180 grados en la política exterior sueca hacia La Habana. En abril, el gobierno de ese país donó a un museo de la Isla un fusil propiedad del general mambí cubano Antonio Maceo. El gesto allanó el camino de reconciliación que inició públicamente la Secretaria de Estado del Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino, Annika Söder.
En tierra cubana, Söder expuso la disposición de su gobierno de “ampliar y fortalecer las relaciones entre ambos países”. Fue la primer emisaria del Reino. Dos meses más tarde, una decena de cocodrilos sueco-cubanos nacidos en un acuario de la nación europea fueron donados al gobierno cubano para su liberación en la Ciénaga de Zapata.
Entre regalos exóticos y visitas diplomáticas ocurrió el primer encuentro entre mandatarios de ambos países. Durante su visita Nueva York, el presidente Raúl Castro, recibió al premier sueco, Stefan Löfven, en la sede de la misión cubana. Del encuentro sólo se conoció un escueto anuncio de la cancillería Cubana.
Las relaciones con Suecia entraron en el mismo camino que intentan transitar, apresurados, el resto de los países del bloque comunitario europeo. Luego del 17D, son más los promotores de acabar con la “Posición Común” y no pocos los ejemplos de intercambios comerciales provechosos con la Isla. De hecho, varios de sus primeros socios comerciales son naciones de esa zona.
No obstante, Cuba aclara que se toma su tiempo en cualquier tipo de negociación y lo ha demostrado en las recientes rondas sostenidas con Bruselas. El restablecimiento de la cooperación oficial entre La Habana y Estocolmo es apenas el inicio de ese “futuro fantástico” que auguró la representante del Reino sueco.
El documento, cuyo título es “Memorando de entendimiento para el restablecimiento de la cooperación oficial y el establecimiento de consultas políticas bilaterales”, fue firmado por la embajadora sueca en Cuba, Elisabeth Eklund, y el vicecanciller cubano Rogelio Sierra Díaz. Según el sitio oficial de la cancillería cubana, el convenio “ratifica la voluntad de ambas partes de iniciar una nueva etapa en los vínculos bilaterales (…) y demuestra el avance favorable de las relaciones con los países que integran la Unión Europea”.
En la ceremonia, ambos funcionarios explicaron a la prensa que el acuerdo permitirá consultas políticas prácticas y eficaces entre ambas cancillerías. Se trata de un primer paso en el camino hacia futuros intercambios en materia económica, comercial y de cooperación.
La diplomática sueca dijo a la prensa que el objetivo del memorando no es sólo profundizar la cooperación intergubernamental, sino estrechar los lazos entre los pueblos de Suecia y Cuba. Eklund intentó pasar borrón y cuenta nueva al antagonismo bilateral que marcó los últimos años. Ante las cámaras, se refirió al vicetitular cubano como ‘mi querido amigo’ y prometió que a partir de ese momento, “veremos un desarrollo fantástico entre Cuba y Suecia”.
El funcionario cubano correspondió tímidamente esas declaraciones. Dejó claro que existen diferencias entre su país y el Reino sueco y que a través de este instrumento jurídico, éstas podrán ser dirimidas “siempre en un marco de diálogo y respeto entre ambos países”. Además, dijo que el Reino de Suecia es el 19º país de la Unión Europea en rectificar su posición con respecto a la isla a través de ese tipo de acuerdos con Cuba.
Una mirada al pasadoLlegar a este acuerdo no ha sido cosa fácil, máxime si se tiene en cuenta la historia reciente, para nada amistosa. En 1996, Suecia se sumó a la denominada “posición común” adoptada por Europa. La resolución definía como objetivo de la Unión Europea en sus relaciones con Cuba “favorecer un proceso de transición hacia una democracia pluralista y el respeto de los derechos humanos y libertades fundamentales, así como una recuperación y mejora sostenibles del nivel de vida del pueblo cubano”.
En los años posteriores, las relaciones Cuba-Suecia se deterioraron progresivamente. Como otros países de su zona, el Reino sueco se incorporó a la llamada ‘guerra de cocteles’, que consistía en invitar a recepciones en sus embajadas a cubanos abiertamente opositores al gobierno.
Por si fuera poco, en 2007 estalló una nueva crisis diplomática. Ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, el canciller sueco, Cari Bildt, acusó al gobierno cubano de “graves violaciones a los derechos humanos”. El representante de la Isla calificó esa denuncia como hipócrita y denunció la xenofobia de su contraparte, así como los actos de “limpieza étnica” e “imperialismo”. Desde entonces, y hasta hace pocos años, Suecia se oponía a normalizar las relaciones con la Isla.
La carrera por Cuba2015, en cambio, marcó un giro de 180 grados en la política exterior sueca hacia La Habana. En abril, el gobierno de ese país donó a un museo de la Isla un fusil propiedad del general mambí cubano Antonio Maceo. El gesto allanó el camino de reconciliación que inició públicamente la Secretaria de Estado del Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino, Annika Söder.
En tierra cubana, Söder expuso la disposición de su gobierno de “ampliar y fortalecer las relaciones entre ambos países”. Fue la primer emisaria del Reino. Dos meses más tarde, una decena de cocodrilos sueco-cubanos nacidos en un acuario de la nación europea fueron donados al gobierno cubano para su liberación en la Ciénaga de Zapata.
Entre regalos exóticos y visitas diplomáticas ocurrió el primer encuentro entre mandatarios de ambos países. Durante su visita Nueva York, el presidente Raúl Castro, recibió al premier sueco, Stefan Löfven, en la sede de la misión cubana. Del encuentro sólo se conoció un escueto anuncio de la cancillería Cubana.
Las relaciones con Suecia entraron en el mismo camino que intentan transitar, apresurados, el resto de los países del bloque comunitario europeo. Luego del 17D, son más los promotores de acabar con la “Posición Común” y no pocos los ejemplos de intercambios comerciales provechosos con la Isla. De hecho, varios de sus primeros socios comerciales son naciones de esa zona.
No obstante, Cuba aclara que se toma su tiempo en cualquier tipo de negociación y lo ha demostrado en las recientes rondas sostenidas con Bruselas. El restablecimiento de la cooperación oficial entre La Habana y Estocolmo es apenas el inicio de ese “futuro fantástico” que auguró la representante del Reino sueco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario