Fuente:
ALAINET
Autor:
Por Silvia Ribeiro*
Fecha:Martes,
05 Mayo 2015
La
Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó que el glifosato,
el agrotóxico más difundido en el mundo, que se usa con 85 por
ciento de los cultivos transgénicos, es causa probable de cáncer.
Comunidades y familias afectadas en Argentina, Paraguay y otros
países venían denunciando esta relación desde hace años, por
sufrirla directamente. Ahora Naciones Unidas la confirmó.
Es
otro legado tóxico de Monsanto a la humanidad: la empresa desarrolló
y patentó este herbicida de amplio espectro en 1974 y aunque su
patente expiró en el 2000, sigue siendo un importante rubro de sus
ventas y está asociado a la mayoría de sus transgénicos. Por ello,
Monsanto presiona ahora para que la OMS cambie este parecer,
alegando, como ha hecho por décadas, que el glifosato no causa
cáncer.
Pero
el grupo de expertos de la Agencia Internacional para la
Investigación sobre el Cáncer de la OMS (IARC por su sigla en
inglés), que realizó la evaluación, se mantiene en sus
conclusiones, explicando que sus documentos de base son muchos,
sólidos y sobre todo independientes, a diferencia de los presentados
por la empresa.
Un
grupo de 17 expertos de 11 países trabajó en la evaluación del
potencial carcinogénico de 5 plaguicidas organofosforados:
tetraclorvinfos, paratión, malatión, diazinón, y glifosato. El 20
de marzo publicaron los resultados en la revista científica The
Lancet. Todos los plaguicidas evaluados mostraron relación con
problemas graves a la salud, pero el caso del glifosato desató una
alarma global porque es el agrotóxico con mayor volumen de
producción y uso en el mundo, y porque instituciones de salud y
empresas aseguran que es de baja peligrosidad.
En
contraste, el grupo de expertos dictaminó que existen "pruebas
suficientes de que el glifosato puede causar cáncer en animales de
laboratorio y hay pruebas limitadas de carcinogenicidad en humanos
(linfoma no Hodgkin)". Para esto último, se basaron en estudios
de exposición a glifosato de agricultores en Estados Unidos, Canadá
y Suecia. Si hicieran estos mismos estudios en el Cono Sur de América
Latina, en Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay, Uruguay, el área
que la transnacional Syngenta llamó cínicamente "la República
Unida de la Soja", donde se planta el mayor volumen de soya
transgénica resistente a glifosato del planeta, los resultados
serían aún más graves, ya que la fumigación aérea y la falta de
control está mucho más extendida.
El
grupo de OMS encontró además "suficientes evidencias de daños
al ADN y daños cromosómicos en células humanas in vitro", o
sea, en pruebas de laboratorio. Son síntomas relacionados al
desarrollo de cáncer.
Señalan
que el glifosato es usado en agricultura, silvicultura, áreas
urbanas y hogares. Agregan que su uso aumentó exponencialmente con
la siembra de cultivos modificados genéticamente para ser
resistentes a este herbicida y que se han encontrado residuos de
glifosato en aire, agua y alimentos.
En
2013, un estudio de Amigos de la Tierra encontró residuos de
glifosato en la orina del 45 por ciento de los ciudadanos muestreados
en 18 ciudades europeas, y otro en Alemania, niveles de 5 a 20 por
ciento más altos en orina que los niveles permitidos en agua
potable. El movimiento Moms Across America de EU, encontró en 2014
presencia de glifosato en leche materna, en porcentajes hasta mil 600
por ciento superiores a lo permitido por la directiva europea.
En
Brasil, principal usuario de agrotóxicos del mundo, estudios del
investigador Wanderlei Pignati, mostraron desde 2011, grave presencia
de glifosato en leche materna en el estado de Mato Grosso, así como
altos porcentajes de residuos de glifosato y otros agrotóxicos en el
agua que beben en escuelas y en 88 por ciento de las muestras de
sangre y orina tomadas a maestros del municipio Lucas de Rio Verde de
ese estado. Hay resultados en el mismo sentido en Argentina. Allí,
los movimientos de madres y médicos de pueblos fumigados de Córdoba,
Santa Fe y otras provincias afectadas por la siembra de transgénicos,
denuncian desde hace años lo que consideran un genocidio silencioso.
En esos lugares, los casos de cáncer y malformaciones congénitas,
superan con mucho la media nacional. En el Chaco, hasta 400 por
ciento.
Darío
Aranda, periodista argentino que ha documentado estas luchas, nos
recordó ahora el trabajo de Andrés Carrasco, que en 2009, siendo
jefe del Laboratorio de Embriología Molecular de la Facultad de
Medicina de la Universidad de Buenos Aires e investigador principal
del Conicet, demostró con experimentos en anfibios, que el glifosato
tiene efectos teratogénicos, es decir, produce malformaciones en
fetos y neonatos. Debió por ello enfrentar una dura campaña de
desprestigio a manos de los sectores pro-transgénicos oficiales y
empresariales. "Los transgénicos y los agrotóxicos en
Argentina son un experimento masivo a cielo abierto", solía
advertir. Carrasco, fallecido en 2014, afirmaba que la mayor prueba
de los efectos de los agrotóxicos no había que buscarlas en los
laboratorios, sino ir a las comunidades fumigadas. Qué el había
mostrado en laboratorio solamente lo que la gente ya sabía, por la
enfermedad y muerte de sus familiares. (D. Aranda, 22/3/15,
lavaca.org).
Aunque
el glifosato existía antes que los transgénicos, éstos aumentaron
brutalmente su uso y riesgos. Ahora que causaron decenas de malezas
resistentes al glifosato, las transnacionales presionan para liberar
transgénicos con tóxicos aún peores. Urge terminar con el mito de
la agricultura química, transgénica e industrial: alimentan a una
minoría, contaminan todo y a todos, ganan solo un puñado de
transnacionales. Es un experimento masivo a nivel global y sus
efectos quedan cada vez más expuestos.
*Silvia
Riveiro es investigadora del Grupo
ETC
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