El mundo que construye el imperio a su imagen y semejanza es un mundo de terror, los últimos ejemplos en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina, la constante agresión a Cuba con la ocupación de parte de su territorio y el bloqueo más largo de la historia, Haití, ... y en el norte de África, y en Oriente Próximo y Lejano, ….y en África, y en Europa, … Intervenciones militares directas, intervenciones a través de organizaciones creadas para ello, con financiación mercenaria, con presiones económicas, con bloqueos, … Obama declara en la Cumbre de Panamá que lo sucedido (lo que ha hecho el imperio) antes de que él naciese no le importa. Terrible. ¿No le importa las consecuencias, el presente?. En la misma cumbre se pidió que el imperio sacase sus bases militares de Sudamérica. ¿Han oído algo al respecto?. El silencio de quienes teniendo el deber de informar, denunciar, hacer público el crimen imperial, es también terrible.En esta segunda parte sobre el libro firmado por Michel Collon, Noam Chomsky, James Petras y Fidel Castro, se empieza con la tercera intervención, autor James Petras, título : “Los intelectuales y la guerra: de la retirada a la rendición”. Comienza con una denuncia: “La oposición de los intelectuales izquierdistas occidentales a la devastadora guerra de Washington en Afganistán se ha prácticamente desintegrado”.
Hoy, años después de esta declaración, como resultado de las campañas estadounidenses tenemos al mundo de la intelectualidad apartado de todo compromiso, o en la órbita del “imperialismo humanitario”, término que emplea Petras para referirse a los intelectuales que ante las guerras de EEUU, mientras ese gobierno dice defender los Derechos Humanos, se ponen tras su propaganda apoyando la violencia que el imperio desata.
Carter emprendió guerras contra los países mencionados bajo el paraguas de la defensa de los DDHH, y los intelectuales occidentales quedaron cogidos al imperio con esa retórica. Pero no sólo ellos, muchas organizaciones que se presentaban como de izquierda, así como feministas occidentales, defendieron la intervención de EEUU en los derrocamientos para poner a la reacción más retrógrada, como en el caso de Afganistán, para lo que “EEUU y sus estados clientes reclutaron a decenas de miles de voluntarios fundamentalistas en todo el mundo árabe. Procedieron a destruir las escuelas mixtas, las instituciones seculares, y a degollar a cientos de mujeres que enseñaban en las escuelas rurales y a los campesinos que habían recibido tierras del programa de reforma agraria del gobierno secular. … Mientras los diversos señores de la guerra retrógrados avanzaban contra las tropas afganas y soviéticas combinadas, violaban y asesinaban a miles de mujeres trabajadoras, obligaban a miles de doctoras y maestras a huir de los campos y a confinarse en sus casas y a vestir la burka”.
La campaña estadounidense enarbolaba como excusa los DDHH. El encubrimiento del verdadero objetivo se repetiría en todas y cada una de las intervenciones, y fueron imponiendo entre quienes se suponía antiimperialistas la “nueva forma de pensar”. Petras escribe: “Al encontrar una base común con los intereses y las políticas estadounidenses, los intelectuales comenzaron el proceso de socavar toda la noción de imperialismo como el principal carácter definitorio de EEUU”. Después vendría Irak y Yugoslavia, y los intelectuales acabaron defendiendo “la guerra humanitaria”, aunque, como señala el autor, ante el terror que Israel, ocupante de Palestina, practicaba, el silencio se había generalizado hacía mucho tiempo; así rendían pleitesía al ocupante para que no se les acusase de “antisemitas”.
“Como en toda guerra imperial anterior, la izquierda oportunista evita los temas fundamentales, concentrándose en aspectos secundarios. Para justificar su hipocresía política se concentran en, y amplían,cualquier y todo defecto en las políticas y prácticas del régimen que se opone al poder imperial. … Los intelectuales evitan los temas fundamentales: la autodeterminación, el anticolonialismo, la imposición imperial de un régimen cliente, y la lógica de las invasiones pasadas, presentes y futuras”.
Y es que la postura de la mayoría de los intelectuales es de colaboración, se sabe porque su silencio es la manifestación en contra de su papel social, y porque en caso de verbalizar su postura o se manifiestan asepticos o se fijan en inconsistencias como forma de asimilación al imperio, verdadero causante de la situación por la que pasa el mundo.
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La cuarta y última parte del libro, titulada “El terrorismo, la guerra y la crisis económica”, recoge las palabras del “Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, el 2 de noviembre de 2001, en la Televisión Cubana, sobre la actual situación internacional, la crisis económica y mundial y la forma en que puede afectar a Cuba”.
Así se presenta a nuestra lectura el detallado documento. La exposición exhaustiva y ordenada la convierte en una lección con la que comprender el por qué del momento crítico en que vive el mundo.
Comienza con la indicación sobre mediados los años 90, y cómo el imperialismo sin ninguna potencia que le frene entra en una nueva etapa histórica. Su poder se va a extender sin apreciar enseñanzas de ningún tipo. Comienza por la expansión del capital financiero. El capitalismo apuesta por el beneficio inmediato e intangible, de modo que abandona el sistema productivo en gran parte y el comercio. Con ello recrea una situación de ganancias ficticias y en la que el resto de la población mundial queda relegada como un sobrante. “Un elemental análisis bastaba para comprender que aquella situación era insostenible”, concluye Fidel Castro.
A partir de aquí va exponiendo lo que sucede año tras año desde 1997, “estalla la primera gran crisis del mundo neoliberal globalizado”. 1998, 1999, 2000, 2001, los organismos internacionales del gran capital, FMI, BM, OCDE, CE y otros, se ven obligados a cambiar a la baja todos sus planes. Y Fidel Castro nos aporta los datos sobre el retroceso del crecimiento que el mismo día 10 de septiembre del 2001, el día antes al derrumbe de las Torres Gemelas, publicó el FMI, en el documento se puede ver cómo desde el otoño del 2000 la economía mundial, de EEUU, Japón y Europa entran en caída libre y se reducen en un solo año a la mitad, a menos de la mitad o a cero, el desempleo se multiplica, la capacidad industrial retrocede como nunca y las bolsas se frenan.
Pero es que 3 días antes del 11 de septiembre se nos dice que llegaban las peores noticias nunca vistas. La crisis estaba servida. Todos los periódicos económicos presentaban un panorama dantesco, los datos ofrecidos indican que el capitalismo se ha metido en la peor tormenta conocida. “Como puede apreciarse, la crisis económica no es consecuencia de los ataques del 11 de septiembre y de la guerra contra Afganistán. … La crisis es consecuencia del estruendoso e irreversible fracaso de una concepción económica y política impuesta al mundo: el neoliberalismo y la globalización neoliberal”.
Y la crisis del capitalismo arrastra otros dos problemas: el terrorismo y la guerra, y se expone el momento por el que pasa el mundo. Con ello, Fidel abre las páginas en las que va a analizar la situación de Cuba: el turismo desde el “periodo especial”, el peso cubano, beneficios de la población, Cuba bajo el bloqueo yanki, saldos económicos, la convertibilidad de la moneda. A pesar de la crisis capitalista y la presión sobre Cuba, la resistencia de la Revolución ofrece datos esperanzadores que han ido afianzando la economía cubana, salarios, pago por resultados, desempleo, días que se sufrían apagones, consumo, protección del medio ambiente, servicio de agua potable, gasificación, telefonía, vivienda, educación, … “Es innecesario hablar de ideas y del colosal proyecto social que ustedes conocen y que nos conduce a un socialismo mucho más justo y perfecto y a la meta de convertirnos en el pueblo más educado y culto del mundo”, declara Fidel Castro. Y recuerda el papel que ha jugado el pueblo cubano, hoy más unido que nunca, mejor preparado, con justicia social, mejor organizado, más eficaz y más disciplinado. A esto añade lo ocurrido a quienes abandonaron el socialismo por el capitalismo.
Tras el 11 de septiembre condena el acto terrorista y advierte de lo inútil de buscar en la fuerza la solución a los problemas: “La comunidad internacional debe crear una conciencia mundial contra el terrorismo. … Más valdría un gigantesco altar a la paz, donde la humanidad rinda tributo a todos los que hayan sido víctimas inocentes del terror y la violencia ciega, sea un niño norteamericano o un niño afgano.
Lo dice un adversario de la política de Estados Unidos, que cree tener una idea de la historia, la psicología y la justicia humana; no un enemigo.
Si está probado que a Estados Unidos sus amigos le temen pero no lo estiman, Cuba no teme en lo más mínimo el inmenso poder de ese país pero es capaz de estimar a su pueblo”.
Este es un libro de palabras verdaderas, de significados ciertos, de pedagogía política que no debe dejar de leer.
Hoy, años después de esta declaración, como resultado de las campañas estadounidenses tenemos al mundo de la intelectualidad apartado de todo compromiso, o en la órbita del “imperialismo humanitario”, término que emplea Petras para referirse a los intelectuales que ante las guerras de EEUU, mientras ese gobierno dice defender los Derechos Humanos, se ponen tras su propaganda apoyando la violencia que el imperio desata.
Carter emprendió guerras contra los países mencionados bajo el paraguas de la defensa de los DDHH, y los intelectuales occidentales quedaron cogidos al imperio con esa retórica. Pero no sólo ellos, muchas organizaciones que se presentaban como de izquierda, así como feministas occidentales, defendieron la intervención de EEUU en los derrocamientos para poner a la reacción más retrógrada, como en el caso de Afganistán, para lo que “EEUU y sus estados clientes reclutaron a decenas de miles de voluntarios fundamentalistas en todo el mundo árabe. Procedieron a destruir las escuelas mixtas, las instituciones seculares, y a degollar a cientos de mujeres que enseñaban en las escuelas rurales y a los campesinos que habían recibido tierras del programa de reforma agraria del gobierno secular. … Mientras los diversos señores de la guerra retrógrados avanzaban contra las tropas afganas y soviéticas combinadas, violaban y asesinaban a miles de mujeres trabajadoras, obligaban a miles de doctoras y maestras a huir de los campos y a confinarse en sus casas y a vestir la burka”.
La campaña estadounidense enarbolaba como excusa los DDHH. El encubrimiento del verdadero objetivo se repetiría en todas y cada una de las intervenciones, y fueron imponiendo entre quienes se suponía antiimperialistas la “nueva forma de pensar”. Petras escribe: “Al encontrar una base común con los intereses y las políticas estadounidenses, los intelectuales comenzaron el proceso de socavar toda la noción de imperialismo como el principal carácter definitorio de EEUU”. Después vendría Irak y Yugoslavia, y los intelectuales acabaron defendiendo “la guerra humanitaria”, aunque, como señala el autor, ante el terror que Israel, ocupante de Palestina, practicaba, el silencio se había generalizado hacía mucho tiempo; así rendían pleitesía al ocupante para que no se les acusase de “antisemitas”.
“Como en toda guerra imperial anterior, la izquierda oportunista evita los temas fundamentales, concentrándose en aspectos secundarios. Para justificar su hipocresía política se concentran en, y amplían,cualquier y todo defecto en las políticas y prácticas del régimen que se opone al poder imperial. … Los intelectuales evitan los temas fundamentales: la autodeterminación, el anticolonialismo, la imposición imperial de un régimen cliente, y la lógica de las invasiones pasadas, presentes y futuras”.
Y es que la postura de la mayoría de los intelectuales es de colaboración, se sabe porque su silencio es la manifestación en contra de su papel social, y porque en caso de verbalizar su postura o se manifiestan asepticos o se fijan en inconsistencias como forma de asimilación al imperio, verdadero causante de la situación por la que pasa el mundo.
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La cuarta y última parte del libro, titulada “El terrorismo, la guerra y la crisis económica”, recoge las palabras del “Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, el 2 de noviembre de 2001, en la Televisión Cubana, sobre la actual situación internacional, la crisis económica y mundial y la forma en que puede afectar a Cuba”.
Así se presenta a nuestra lectura el detallado documento. La exposición exhaustiva y ordenada la convierte en una lección con la que comprender el por qué del momento crítico en que vive el mundo.
Comienza con la indicación sobre mediados los años 90, y cómo el imperialismo sin ninguna potencia que le frene entra en una nueva etapa histórica. Su poder se va a extender sin apreciar enseñanzas de ningún tipo. Comienza por la expansión del capital financiero. El capitalismo apuesta por el beneficio inmediato e intangible, de modo que abandona el sistema productivo en gran parte y el comercio. Con ello recrea una situación de ganancias ficticias y en la que el resto de la población mundial queda relegada como un sobrante. “Un elemental análisis bastaba para comprender que aquella situación era insostenible”, concluye Fidel Castro.
A partir de aquí va exponiendo lo que sucede año tras año desde 1997, “estalla la primera gran crisis del mundo neoliberal globalizado”. 1998, 1999, 2000, 2001, los organismos internacionales del gran capital, FMI, BM, OCDE, CE y otros, se ven obligados a cambiar a la baja todos sus planes. Y Fidel Castro nos aporta los datos sobre el retroceso del crecimiento que el mismo día 10 de septiembre del 2001, el día antes al derrumbe de las Torres Gemelas, publicó el FMI, en el documento se puede ver cómo desde el otoño del 2000 la economía mundial, de EEUU, Japón y Europa entran en caída libre y se reducen en un solo año a la mitad, a menos de la mitad o a cero, el desempleo se multiplica, la capacidad industrial retrocede como nunca y las bolsas se frenan.
Pero es que 3 días antes del 11 de septiembre se nos dice que llegaban las peores noticias nunca vistas. La crisis estaba servida. Todos los periódicos económicos presentaban un panorama dantesco, los datos ofrecidos indican que el capitalismo se ha metido en la peor tormenta conocida. “Como puede apreciarse, la crisis económica no es consecuencia de los ataques del 11 de septiembre y de la guerra contra Afganistán. … La crisis es consecuencia del estruendoso e irreversible fracaso de una concepción económica y política impuesta al mundo: el neoliberalismo y la globalización neoliberal”.
Y la crisis del capitalismo arrastra otros dos problemas: el terrorismo y la guerra, y se expone el momento por el que pasa el mundo. Con ello, Fidel abre las páginas en las que va a analizar la situación de Cuba: el turismo desde el “periodo especial”, el peso cubano, beneficios de la población, Cuba bajo el bloqueo yanki, saldos económicos, la convertibilidad de la moneda. A pesar de la crisis capitalista y la presión sobre Cuba, la resistencia de la Revolución ofrece datos esperanzadores que han ido afianzando la economía cubana, salarios, pago por resultados, desempleo, días que se sufrían apagones, consumo, protección del medio ambiente, servicio de agua potable, gasificación, telefonía, vivienda, educación, … “Es innecesario hablar de ideas y del colosal proyecto social que ustedes conocen y que nos conduce a un socialismo mucho más justo y perfecto y a la meta de convertirnos en el pueblo más educado y culto del mundo”, declara Fidel Castro. Y recuerda el papel que ha jugado el pueblo cubano, hoy más unido que nunca, mejor preparado, con justicia social, mejor organizado, más eficaz y más disciplinado. A esto añade lo ocurrido a quienes abandonaron el socialismo por el capitalismo.
Tras el 11 de septiembre condena el acto terrorista y advierte de lo inútil de buscar en la fuerza la solución a los problemas: “La comunidad internacional debe crear una conciencia mundial contra el terrorismo. … Más valdría un gigantesco altar a la paz, donde la humanidad rinda tributo a todos los que hayan sido víctimas inocentes del terror y la violencia ciega, sea un niño norteamericano o un niño afgano.
Lo dice un adversario de la política de Estados Unidos, que cree tener una idea de la historia, la psicología y la justicia humana; no un enemigo.
Si está probado que a Estados Unidos sus amigos le temen pero no lo estiman, Cuba no teme en lo más mínimo el inmenso poder de ese país pero es capaz de estimar a su pueblo”.
Este es un libro de palabras verdaderas, de significados ciertos, de pedagogía política que no debe dejar de leer.
Título: La guerra global ha comenzado. Michel Collon; La nueva guerra contra el terror. Noam Chomski; Los intelectuales y la guerra: de la retirada a la rendición. James Petras; El terrorismo, la guerra y la crisis económica. Fidel Castro.
Editorial: Hiru (colección Sediciones nº 19).
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