martes, 31 de marzo de 2015

El imperialismo existe



El Viejo Topo


El 9 de marzo Barack Obama firmó la Orden Ejecutiva Declaración de una Emergencia Nacional con respecto a Venezuela. En ella se afirma que este país “constituye una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos, y por la presente declaro una emergencia nacional para enfrentar esta amenaza”. Obama se concede así poderes especiales para autorizar intervenciones y operaciones militares, además de imponer otras sanciones. Decretos de Emergencia similares fueron el preludio de las acciones contra Nicaragua, Panamá, Afganistán, Irak, Libia, Irán, Siria... 

¿Alguien puede pensar en serio que Venezuela suponga una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional de los Estados Unidos? ¿No será más bien al revés? La historia muestra que las intervenciones imperiales siempre van precedidas por campañas mediáticas plagadas de mentiras para encubrir sus moti- vos reales.

El tamaño de las reservas petroleras y gasíferas certificadas en Venezuela es conocido. No lo es tanto el reciente inicio, por parte de Exxon Mobil y de Anadarko Petroleum Corp., de actividades en una zona reconocida por el Servicio Geológico de los EE.UU. como la segunda mayor área del mundo con petróleo sin explorar. El yacimiento se encuentra en un área marítima del Esequibo, cuya soberanía está en disputa entre Guyana y Venezuela. Casualmente, de la junta directiva de Anadarko forman parte Anthony R. Chase, amigo y financiador de las campañas de Obama, y dos ex altos funcionarios del Pentágono: el general Kevin Chilton, ex comandante del Comando Estratégico, y Pete Geren, director de las Secretarías de la Fuerza Aérea y del Ejército del Departamento de Defensa entre 2005 y 2009.

En América Latina, los pueblos saben bien que el imperialismo norteamericano no es cosa del pasado. En este siglo, Venezuela, Honduras, Paraguay, Ecuador, Bolivia han sufrido la combinación de las estrategias llamadas de “intervención encubierta” y de “poder inteligente” (smart power), mezcla de principios y pragmatismo, en palabras de Hillary Clinton.

En Europa, en cambio, la propaganda de las grandes empresas privadas de comunicación conectadas con poderosos intereses políticos y económicos, ha conseguido sembrar la confusión entre las mayorías, e incluso entre sectores de fuerzas políticas y sociales que se reclaman de valores de izquierda: si los engaños construidos para justificar la invasión de Irak no pasaron, no ha ocurrido lo mismo en las intervenciones en Libia, Siria y más recientemente en Ucrania, que no han tenido la respuesta que merecían.

No se trata aquí de terciar en el debate acerca de la conceptualización mejor de las características del imperialismo contemporáneo y de sus novedades con respecto al de siglos pasados. Pero sí de afirmar que no tenemos dudas sobre la vigencia y pertinencia del concepto. El despliegue de la política exterior y de seguridad norteamericana en Ucrania, Oriente Medio y América Latina, y su conexión con la lógica capitalista de la acumulación por desposesión son a nuestro modo de ver muestras más que evidentes de ello.

Con el decreto firmado por Obama están dadas las condiciones y los requisitos para un salto cualitativo en el intervencionismo estadounidense frente a la República Bolivariana de Venezuela. Lo sabe el pueblo venezolano y los pueblos y gobiernos de América Latina y el Caribe, alertados por lo que también pretende servir de advertencia ejemplar para todos. Gracias a la UNASUR, la CELAC, el ALBA-TCP, Venezuela no está sola. Ellos sí saben que el imperialismo existe. Aquí, modestamente, deseamos contribuir a correr la voz para que se sepa en todas partes. Y para obrar en consecuencia.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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