Paraguay
La
guerra química en Paraguay es directamente proporcional a la
expansión exponencial del agronegocio, la destrucción masiva de
comunidades campesinas e indígenas es inherente al modelo
destructivo extractivista emprendida a partir de 1970, la llamada
revolución verde, la utilización del mismo paquetes tecnológicos
de la Monsanto y otras multinacionales que siguen devastando a las
comunidades campesina e indígenas con el método de fumigación, la
única diferencia a la guerra química de Vietnam, es que en esta
nueva operación de guerra lo llamó “modernización agrícola”,
la destrucción lo denominan “Desarrollo” y a la invasión lo
justifican con “Inversión”. El crecimiento del plan sojera con
el modelo transnacional en Paraguay es muy evidente, según las
cifras de las Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores
de Cereales y Oleaginosas "CAPECO", en el año 1995 se
habían sembrado 833.000 has de esta oleaginosa. Diez años después,
en 2005 se llegó a 2.000.000 de has. Solo en siete años más, en
2012, se llegó a 3.157.600 has.
La
muerte de niños y niñas por la fumigación química es continua y
de igual manera exponencial, las enfermedades, contaminación de
ríos, animales, comunidades enteras sufren a diario esta guerra
química de destrucción masiva de las multinacionales del
agronegocio. En el 2007, el Comité Derechos Económicos Sociales y
Culturales de Naciones Unidas señalo entre sus observaciones que «la
expansión del cultivo de soja ha traído aparejado el uso
indiscriminado de agro-tóxicos, provocando muertes y enfermedades de
niños y adultos, contaminación del agua, desaparición de
ecosistemas y afectación a los recursos tradicionales alimenticios
de las comunidades» (Observaciones finales del CDESC, Consejo
Económico y Social, E/C.12/PRY/CO/322_10-2007, p.3).
Estos
estudio y denuncia realizada por los organismo nacionales e
internacionales fueron hechas después de la muerte del niño Silvino
Talavera el 6 de enero de 2003, el niño fue rociado por glifosato
por empresarios alemanes que estaban fumigando su cultivo de soja, a
escasos metros de la casa de la familia Talavera. También resultaron
víctimas de las fumigaciones los padres del niño y sus hermanos
Ramón, Sofía (quien sufre secuelas hasta hoy), Justiniano y
Patricio, estos crímenes producto de esta guerra química continuada
hasta hoy siguen impunes, las denuncia nacionales e internacionales
de los organismos están solo impresos en libros con tapas bien
diseñada, sin embargo el dolor y el acechos a las familias
campesinas e indígenas siguen padeciendo esta guerra química
continuada. En la comunidad campesina Leopoldo Perrier, la
contaminación de la población con agro tóxicos llegan a un punto
crítico cuando en agosto de 2007 murió el niño Jesús Jiménez, de
3 años, después de intensas fumigaciones. La población y los
padres del niño denunciaron la falta de diagnostico en el momento de
su muerte (La Nación, 18 oct. 2007, p.40). Como la intoxicación con
agro tóxicos fue negada por los productores de soja, las
organizaciones lograron impulsar una orden judicial para la
exhumación del cadáver para su necropsia y la realización de un
diagnostico socio ambiental de la comunidad por parte de tres
instituciones estatales. La necropsia demostró que había altos
niveles de agro tóxicos en el cuerpo.
Una
investigación realizada el mismo año en los 4 Departamentos de
mayor producción sojera, revelaron que en las comunidades estudiadas
el 78% de las familias presentaban algún problema de salud
ocasionado por las frecuentes fumigaciones en sojales, el 63% debido
a la contaminación del agua (Palau et.al. 2007).
Nuevamente
esta guerra de nunca acabar en el departamento de Canindeyú,
dirigentes de la Federación Nacional Campesina (FNC) denunciaron el
caso de dos menores que murieron luego de presentar aparentes
síntomas de intoxicación, la organización de manara sistemática
vienen sufriendo las consecuencia de la fumigaciones en sus
asentamiento, sus luchas y denuncia en contra de esta guerra química
nunca fueron tomadas en cuenta por las autoridades nacionales,
siempre de manera directa tratan de criminalizar sus reivindicaciones
y denuncias, protegiendo por otro lado las siembras de los empresario
con militares y policía para seguir con las fumigaciones, de igual
manera los empresarios con el apoyo de la policía, jueces y fiscales
emprendieron una amenaza continua a los dirigentes principales de
esta organización, incluidos la amenaza de muerte, existen evidente
violación de los derechos humanos por la represión permanente a la
comunidad en resistencia. Ante este nuevo hecho, el ministro de
Salud, Antonio Barrios, confirmo que ya se dispuso la conformación
de un equipo multidisciplinario que llegará esta tarde a la colonia
Huber Dure, en Curuguaty, para investigar estos hechos.
Esta
operación de guerra química contra las comunidades campesinas e
indígenas es parte del plan de exterminio al sector campesinado, de
histórica y larga luchas en el país, las ansias del control total
de la tierra por parte de las multinacionales y empresario brasileños
empiezan a recrudecer sus ataques con la restauración neoliberal del
nuevo rumbo Paraguay y con el presidente Horacio Cartes, cómplices y
actores directo del golpe parlamentario al gobierno legitimo de
Fernando Lugo. A estas fumigaciones acompañan desalojos violento,
destrucción de sembradíos, asesinatos selectivos a dirigentes
campesinos, imputaciones, militarización de asentamientos
campesinos, esta realidad orienta a una violencia y criminalización
en asenso y es producto de la guerra asimétrica por la tierra
declarada entre campesinos, campesinas, indígenas y un gobierno
neoliberal que impulsa la patria sojera de las multinacionales del
agronegocio.
Del
Rosario Ignacio Denis. Ingeniero Agroecologico graduado en Instituto
Latinoamericano de Agroecologia Paulo Freire (IALA)
Twitter:
@yiyoparaguay
Blog
del Autor : http://ayvuguasu.blogspot.com/
Publicado en: Rebelion.Org
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http://www.rebelion.org/noticia.php?id=187583
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