Para no perder la orientación, nada mejor que ir a las fuentes: el Programa de la Patria
establece como uno de sus objetivos nacionales “consolidar y expandir
el poder popular y la democracia socialista” (2.3). El mismo objetivo
incluye un complemento diagnóstico con aires de promesa: “La gestación y
desarrollo de nuevas instancias de participación popular dan cuenta de
cómo la revolución bolivariana avanza consolidando la hegemonía y el
control de la orientación política, social, económica y cultural de la
nación. El poder que había sido secuestrado por la oligarquía va siendo
restituido al pueblo, quien, de batalla en batalla y de victoria en
victoria, ha aumentado su nivel de complejidad organizativa”.
La Comuna, más que una nueva instancia de participación, es la avanzada
organizativa de esa democracia socialista por construir. En el mismo
aparte del Programa se lee que el imperativo es acompañar al pueblo
venezolano en la construcción y consolidación de 3 mil Comunas para el
período 2013-2019, calculando “un crecimiento anual aproximado de 450
Comunas” (2.3.1.4).
Durante 2013 se registraron 532 Comunas,
que vienen a sumarse a las 12 registradas entre agosto y diciembre de
2012, para un total de 544. En términos porcentuales, se registró el
118% de las Comunas previstas. Cumplida y superada la meta. Más
importante aún: iniciamos 2014 con un 60,4% de avance en el cumplimiento
de la meta para el año, que es alcanzar las 900 Comunas. Buenos
augurios.
Cualquiera podría objetar que los números no lo son
todo. Que más allá de lo cuantitativo está la cualidad de los procesos
políticos, máxime cuando estos tienen lugar en medio de una revolución.
Estoy completamente de acuerdo. No obstante, debemos estar atentos: los
números no lo son todo, pero mucho nos sirven para guiarnos. Ellos
constituyen una referencia ineludible, que nos permite medir nuestro
desempeño de manera permanente. Pero esto todavía es muy obvio. Lo
central, ciertamente, no es la meta, que no es un fin en sí mismo, sino
lo que hemos hecho (los procesos de trabajo o militancia en los que
hemos estado inmersos) para alcanzarla o, en su defecto, para
incumplirla.
Todavía habría que echar un poco más de leña a la
brasa de los números. Entre nosotros persiste un profundo menosprecio
por las cuentas, lo que nos hace imprecisos, inexactos. Justo porque en
ocasiones anteponemos el logro de la meta a los procesos que hacen
posible cumplirla, maquillamos los números para que ellos hablen
públicamente de una “eficiencia” que no es tal. De esta manera
“logramos”, al precio que sea, una meta que realmente no alcanzamos.
Ésta es una de las manifestaciones más comunes de la gestionalización de la política ,
fenómeno referido a la práctica de colocar lo administrativo por
delante de la política, y que trae como consecuencia que nuestros
militantes queden reducidos a meros gestores o burócratas de aparato.
Más dramático es cuando somos imprecisos e inexactos a la hora de
mostrar logros extraordinarios. Y esto es todavía más dramático en tanto
que es muchísimo más lo que la revolución bolivariana tendría que
mostrar en lugar de disimular. Ya sea por falta de rigurosidad o
disciplina, o por simple incompetencia, dejamos de registrar al detalle
experiencias y procesos inauditos, muchos de los cuales (como las
Misiones) han dejado una huella indeleble en millones de seres humanos
que ahora viven más dignamente.
“El diablo está en los
detalles”, le gustaba repetir al comandante Chávez, y ciertamente
deberíamos ocuparnos del menor detalle, por insignificante que parezca.
Estamos obligados a ser precisos, exactos, rigurosos con los números,
porque sólo con cuentas claras es posible dar el siguiente paso: darle
vida al frío e inerte número, hender los números como frecuentemente es
necesario hender las palabras para que seamos capaces de descubrir lo
que de otra forma jamás hubiéramos descubierto: lo nuevo.
Pero
hay algo más que nos exige ser rigurosos y disciplinados con nuestros
números, y en general con toda la información que recabamos o
producimos: la obligación de rendir cuentas a nuestro pueblo. Nuestro
pueblo tiene derecho a estar informado sobre lo que hacemos para lograr
los objetivos que nos han sido encomendados, y no sólo a saber cuál es
el uso que hacemos de los recursos que tenemos disponibles para tales
fines. Más allá de esto último, se trata de rendir cuentas, con afán
pedagógico, de lo que hacemos, de cómo lo hacemos y de los resultados
que obtenemos. Pedagógico en el sentido de que, en el camino, nos
obligamos a pensar sobre aquello que hacemos y creamos las condiciones
para que nuestro pueblo pueda evaluar y pensar sobre lo realizado. De
esta manera, todos aprendemos.
¿Aprendemos qué? Tal vez estemos aprendiendo qué significa aquello de gobernar “ socialistamente “.
Porque el socialismo es una entelequia si no se expresa en unas
prácticas de gobierno específicamente socialistas. ¿Qué significa,
entonces, gobernar “socialistamente”? He aquí algunas pistas: 1)
socializar información precisa, pormenorizada, que nos permita seguir
produciéndola socialmente (pueblo y gobierno); 2) anteponer siempre la
política a lo administrativo, los procesos de trabajo a la meta: ésta
nunca es un número (que, habiéndolo alcanzado, me permite aferrarme a un
cargo u obtener cuotas de poder), sino la transformación revolucionaria
de la sociedad, que se expresa en felicidad social. Anteponemos la
política a la “gestión” porque la política es revolucionaria, esto es,
está al servicio del cambio social. Hacemos “gestiones” para desplegar
nuestra política revolucionaria. La eficacia de nuestra política se mide
por el cambio que produce en nuestro pueblo, por la felicidad social
que produce. La felicidad social de nuestro pueblo depende de su
capacidad para “autogestionarse”, lo que implica una manera
profundamente revolucionaria de entender el problema de la gestión.
Hacia allá deben apuntar las Comunas: al “autogobierno” popular, a la
“soberanía plena”, como está escrito en el Programa de la Patria (2.3).
Es cierto que de nada vale afirmar que hemos registrado las primeras
544 Comunas si olvidamos que lo estratégico es crear las condiciones que
hagan posible que las Comunas sean espacios de autogobierno popular.
Ahora bien, ¿qué procesos hicieron posible el registro de tal cantidad
de Comunas? Socializar esta información, rendir cuentas al respecto, es
tan importante como reafirmar la orientación estratégica de la política.
Es por allí que debemos comenzar.
¿Cómo comenzaba el comandante Chávez su reflexión del consejo de ministros del 20 de octubre de 2012, el célebre Golpe de Timón ?
Haciendo el mismo ejercicio que he intentado hacer aquí: preguntándose
cómo medir los logros de una revolución. Para ello echaba mano de un
fragmento del capítulo XIX de Más allá del capital, el libro de
Mészáros: “El patrón de medición, dice Mészáros, de los logros
socialistas es: hasta qué grado las medidas y políticas adoptadas
contribuyen activamente a la constitución y consolidación bien arraigada
de un modo sustancialmente democrático, de control social y autogestión
general”. La pregunta de fondo que se hacía Chávez era la siguiente:
¿nuestras políticas están contribuyendo al logro de esos objetivos que
enuncia Mészáros? Y más específicamente: ¿nuestras políticas están
orientadas a la construcción de las Comunas?
Acto seguido,
planteaba el comandante dos cuestiones decisivas: en primer lugar, la
necesidad de “territorializar los modelos”, nuestro modelo de
socialismo, y empleaba una imagen portentosa: un modelo que pase por la
creación de “una red que vaya como una gigantesca telaraña cubriendo el
territorio de lo nuevo”, para evitar que el monstruo del capitalismo,
esa “gigantesca amiba”, lo absorba. En segundo lugar, se refería a la
naturaleza de la hegemonía que está llamado a construir el chavismo:
nuestro socialismo, afirmaba, “tiene que ser verdaderamente nuevo, y una
de las cosas esencialmente nuevas en nuestro modelo es su carácter
democrático, una nueva hegemonía democrática, y eso nos obliga a
nosotros no a imponer, sino a convencer”.
Cuando a finales de
abril de 2013 nos dispusimos a concebir lo que tendría que ser el signo
de nuestra actuación al frente del ministerio, intentamos traducir en el
ámbito institucional lo que el comandante Chávez ya había orientado en
su Golpe de Timón. Si tuviera que resumirlo, diría que trabajamos para
respondernos las siguientes interrogantes: ¿cómo territorializar nuestro
socialismo? ¿Cómo suscitar la emergencia del “territorio de lo nuevo”,
que desde el principio veíamos expresado en las Comunas organizadas de
acuerdo a una lógica reticular, en forma de “gigantesca telaraña”?
Además, ¿cómo contribuir a la construcción de “una nueva hegemonía
democrática”, optando por el convencimiento en lugar de la imposición?
En la misma formulación de los problemas estaba (sigue estando) la clave
de su resolución.
Este trabajo de análisis dio como resultado,
pocas semanas después, un documento que es público, y que resume la
orientación estratégica de todo lo que hacemos desde entonces: nuestro Plan Político Estratégico Comuna o nada .
De su contenido quisiera resaltar la idea-fuerza o el “principio de
acción”, como le llamamos en el documento, que a mi juicio explica en
buena medida cómo hemos sido capaces de alcanzar las 544 Comunas
registradas. Es la idea-fuerza de amplitud política.
En un
momento en que la hegemonía política construida por el chavismo estaba
seriamente en entredicho, principalmente como consecuencia de la
desaparición física de su líder histórico, lo último que necesitábamos
era “revolucionarios” que recriminaran al pueblo entristecido,
“malagradecido” y presa de la incertidumbre. Quizá nunca como entonces
fue necesario acompañarlo, escucharlo (que es nuestro deber siempre),
convocarlo a la movilización, incluso orientarlo. Eso fue lo que nos
permitió esa extraordinaria iniciativa política de Nicolás Maduro que
fue el “gobierno de la eficiencia en la calle”.
Resultaba
imprescindible transmitirle al pueblo venezolano que la revolución
bolivariana había sido siempre una obra colectiva, que éramos el
resultado de la acción virtuosa de millones, con todo y sus
imperfecciones; que habíamos comenzado a ser lo que deseábamos ser, y
que estábamos dejando de ser la imposición de otros.
Tal fue el
mensaje que llevamos a los comuneros y comuneras. Pero sobre todo nos
sentamos a escuchar. Paciente y atentamente. Llenamos cuadernos de
notas. Colectivamente fuimos construyendo un diagnóstico de todo lo que
impedía avanzar en la consolidación de las Comunas. Recibimos lo
nuestro: fuertes cuestionamientos, severos llamados de atención. También
un sinnúmero de propuestas. Nos reunimos con todas las tendencias, y
pronto comenzamos a realizar reuniones donde fuerzas supuestamente
irreconciliables volvían a encontrarse. Si deseábamos afrontar la crisis
de hegemonía política en puertas, debíamos practicar el tipo de
política que nos enseñó Chávez: una política con vocación de
articulación de la diferencia, de unidad en la diversidad; una política
para incorporar al que piensa distinto; una política amplia,
democrática.
Sin duda alguna, el grueso de los cuestionamientos
de comuneros y comuneras era relativo a las dificultades para lograr el
registro de las Comunas. Procedimos a simplificar los trámites
administrativos, haciendo recaer el peso en dos procesos capitales:
elaboración colectiva de propuesta de carta fundacional y referendo
aprobatorio.
Además, realizamos cinco encuentros regionales de
Comunas, en los que participaron 534 Comunas. Antes del primer encuentro
(celebrado en Lara, entre el 6 y el 8 de agosto) existían 101 Comunas
registradas en el país. 185 Comunas de las 433 restantes se habían
registrado al cierre del ciclo de encuentros, es decir, el 42,7%.
El fin de semana del 7 y 8 de septiembre se realizó el Censo Comunal
2013, que continuó durante los días viernes 13, 14 y 15 de septiembre.
La actividad, ideada por el Presidente Maduro, convocó a 1401 Comunas en
distintos grados de desarrollo (registradas, con comisiones promotoras
ya constituidas, consejos comunales con la intención de organizarse en
Comunas).
El 17 y 18 de noviembre tuvo lugar en Caracas el
Primer Encuentro Nacional de Comuneras y Comuneros, con la participación
de 506 Comunas. Este acontecimiento fue sucedido por sendas jornadas
nacionales de referendos aprobatorios de cartas fundacionales, los días
24 de noviembre y 15 de diciembre, luego de las cuales se registraron
217 Comunas.
Más que como actividades puntuales dirigidas a
alcanzar metas numéricas, todas las previamente mencionadas fueron
concebidas como jornadas de movilización popular, de acuerdo con el
primer objetivo de nuestro Plan Político Estratégico: reagrupar y
movilizar a las fuerzas revolucionarias en sus territorios. Si a esto le
sumamos la reinstalación de la Comisión Presidencial para el Impulso de
las Comunas, dirigida por el Vicepresidente Jorge Arreaza, y el hecho
muy significativo de que el mismo Presidente Maduro se convirtió en el
principal agitador de estas jornadas, poniendo siempre de realce la
importancia estratégica que reviste la Comuna, es posible entender por
qué fue posible alcanzar la meta del Programa de la Patria.
¿Las
544 Comunas registradas hasta ahora lograrán consolidarse como espacios
de autogobierno? Por supuesto que no podemos asegurarlo. Lo que sí
podemos asegurar es que estamos trabajando para que así sea. No sólo no
hemos dejado de lado, en ningún momento, lo estratégico, sino que el
mismo logro de la meta de Comunas registradas ha sido posible porque
hemos procurado actuar en razón de las orientaciones estratégicas del
comandante Chávez. Desplegados siempre en el territorio, sin
imposiciones, inventando junto a nuestro pueblo, haciendo que emerja lo
nuevo.
* Reinaldo Iturriza López es Ministro del Poder Popular para las ComunasFuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=179094
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