A nuestros compañeros presos en Paraguay
“Carissima
mamma, no querría repetirte lo que ya frecuentemente te he escrito para
tranquilizarte en cuanto a mis condiciones físicas y morales. Para
estar tranquilo yo, querría que tú no te asustaras ni te turbaras
demasiado, cualquiera que sea la condena que me pongan. Y que comprendas
bien, incluso con el sentimiento, que yo soy un detenido político y
seré un condenado político, que no tengo ni tendré nunca que
avergonzarme de esta situación. Que, en el fondo, la detención y la
condena las he querido yo mismo en cierto modo, porque nunca he querido
abandonar mis opiniones, por las cuales estaría dispuesto a dar la vida,
y no sólo a estar en la cárcel. Y que por eso mismo yo no puedo estar
sino tranquilo y contento de mí mismo”.
“Yo no hablo nunca del aspecto negativo de mi vida, en primer lugar porque no quiero ser compadecido: era un combatiente que no ha tenido suerte en la lucha inmediata y los combatientes no pueden ni deben ser compadecidos cuando han luchado no por obligación sino porque lo han querido conscientemente”.
“Yo no hablo nunca del aspecto negativo de mi vida, en primer lugar porque no quiero ser compadecido: era un combatiente que no ha tenido suerte en la lucha inmediata y los combatientes no pueden ni deben ser compadecidos cuando han luchado no por obligación sino porque lo han querido conscientemente”.
Antonio Gramsci: Cartas desde la cárcel a su mamá
¡Cómo
me cuesta escribir estás líneas! A pesar de que la escritura siempre me
alivia y me hace sentir bien, esta vez siento una sensación de ahogo en
la garganta y de angustia en los ojos que no puedo terminar de
entender. Hace más de una semana y media que doy vueltas con los libros
subrayados y los materiales en la mano, los llevo, los traigo, los
vuelvo a llevar y no puedo escribir. Les había prometido a los
familiares de los presos paraguayos publicar sobre el reciente encuentro
que tuvimos en la cárcel de Asunción, pero hay algo que me traba. Y
encima ayer, mientras intento escribir en solidaridad con mis amigos y
compañeros prisioneros en Paraguay, veo a medio metro cómo se lo llevan
preso a Fernando Esteche, ante la bronca de su esposa que desesperada
golpea el auto policial con los ojos enrojecidos por las lágrimas,
rodeados ambos de centenares de militantes argentinos y argentinas de
las tribus populares y tendencias políticas más variadas, desde las más
institucionales hasta las más radicalizadas.
Acá y allá, en
Argentina y Paraguay (con todas las diferencias del caso), la militancia
popular encarcelada, los ricachones en sus barrios fastuosos y privados
ostentando lujos y derrochando impunidad. Familias enteras, hijos e
hijas, amigos, novias y madres del pueblo sufriendo mientras la
burguesía está muy preocupada y estresada por... sus dólares mugrientos y
el porvenir de sus cuentas bancarias. Cuánta mediocridad. Qué mundo
cruel que nos tocó vivir.
Otra vez en la cárcel
Conocimos personalmente a nuestros amigos y compañeros paraguayos en la
cárcel de Marcos Paz (provincia de Buenos Aires, Argentina) durante
junio del año 2007. Sus nombres: Arístides Vera, Agustín Acosta, Gustavo
Lezcano, Basiliano Cardozo, Simeón Bordón y Roque Rodríguez. Todos
campesinos.
En aquella oportunidad, habíamos ido a visitar al
penal de Marcos Paz a Fernando Esteche y Raúl Boli Lescano, hoy
nuevamente encarcelados por el terrible “pecado” de repudiar el
asesinato de un maestro. Más tarde fuimos a visitar a Roberto Martino,
otro dirigente piquetero. Cada vez que vamos, a los compañeros
argentinos les llevamos material de lectura. Aquella vez que los
conocimos, cuando en la cárcel nos cruzamos con estos seis entrañables
campesinos paraguayos, también a ellos les regalamos libros que
recibieron como el tesoro más preciado.
Pasan los años... y
parece que volvemos a ver la misma película, una y otra vez, en un
eterno retorno de la injusticia y la irracionalidad del poder. Los
mismos jueces, los mismos presos, la misma perversión de las
instituciones.
Luego de aquella primera visita a Esteche y
Lescano del 2007, el 30 de marzo de 2008, los compañeros paraguayos nos
enviaron una hermosa carta de puño y letra. Entonces con la compañera María Victoria Prigione Greco (integrante de HIJOS-La Plata y del Colectivo Amauta) decidimos ir a
visitarlos. Hubo que esperar. Había mucha solidaridad del pueblo
argentino acumulada. Semana a semana distintas organizaciones y
colectivos populares esperaban su turno para conversar con ellos.
Nosotros recién pudimos hacerlo en julio de 2008, cuando les realizamos
una entrevista (que adjuntamos en los apéndices). Aunque organizamos mil
movidas en solidaridad (incluyendo cortes de las avenidas céntricas
Callao y Corrientes y clases públicas que salieron en seis canales de
televisión, jornadas culturales, exposición de videos y películas, notas
periodísticas que le pedimos a Osvaldo Bayer y otros intelectuales
solidarios, que también adjuntamos), no hubo caso. Sin piedad los
extraditaron a Paraguay, importándoles un comino su pedido de asilo
político.
Paraguay, esa herida abierta
Como
argentino no puedo ocultar mi vergüenza ante estos compañeros humildes y
pobres que vinieron a mi patria a pedir asilo político y de manera
cruel fueron ilegalmente apresados, mantenidos en cautiverio durante
años y luego extraditados, como si fueran delincuentes, a las cárceles
paraguayas. Otra vez la injusticia contra el pueblo pobre paraguayo.
Como si no hubiera alcanzado la bochornosa guerra de la triple infamia
contra ese heroico pueblo (1865-1870, ejecutada sumisamente en el siglo
XIX por los ejércitos de Argentina, Uruguay y Brasil, impulsados por la
mano pérfida del imperio británico que no toleraba que hubiera ríos,
comercios y aduanas que ellos no controlaran). Como si no hubiera sido
suficiente esa otra guerra artificial y delirante que entre 1932 y 1935
desangró y enfrentó al pueblo pobre de Paraguay contra el pueblo pobre
de Bolivia por los intereses petroleros de las grandes multinacionales.
Como si no hubiera sobrepasado todos los límites de lo imaginable esa
mugrienta dictadura militar que aplastó y torturó a ese pueblo noble
durante más de tres décadas (1954-1989) con abierto e indisimulado apoyo
norteamericano.
Si acaso todo eso no hubiera sido suficiente
castigo para esta gente humilde heredera de la riquísima cultura
guaraní, nuestro país, mejor dicho, las autoridades estatales de
Argentina, se hicieron cómplices —traicionando el discurso de los
derechos humanos que dicen defender— al haber apresado, primero, y al
haber extraditado después, a estos seis compañeros que legalmente habían
intentado pedir asilo político en Argentina. ¡Qué vergüenza! Y fue el
mismo Aníbal Fernández que ahora recibe inexplicablemente como galardón
el pañuelo de las madres de plaza de mayo quien más se movió y quien más
energía puso para extraditarlos y entregarlos a la mafiosa “justicia”
paraguaya. ¡Qué vergüenza! Alguna vez, cuando de verdad se de vuelta la
tortilla en Argentina, y el pueblo deje de ser simple base de maniobra
para convertirse en auténtico sujeto y dueño de su propia historia, no
sólo habrá justicia. Tendrá que haber una reparación histórica frente a
tantos atropellos, bochornos e inmundicias que se han cometido en nombre
de “la libertad”, “la legalidad”, “el respeto de las instituciones” y
“la democracia”. ¡Qué vergüenza que siento al verlos presos cuando tanto
mediocre ricachón, tanto corrupto y tanto represor se pasea con
impunidad haciendo compras suntuarias en los pasillos de los shoppings!
Pero bueno, tercos y obcecados, los fuimos a visitar nuevamente, ahora
en la penintenciaría de Tacumbú, Asunción. Nos hemos reencontrado en
Paraguay. Tuve que reprimir la emoción y las lágrimas al volver a
verlos. A pesar de tantos años prisioneros, nuestros queridos compañeros
y amigos siguen como siempre. Dignos. Altivos. Serenos. Firmes. Con la
moral intacta, la mirada transparente y la frente limpia. Convencidos de
la absoluta justicia de su causa, la del movimiento campesino y popular
paraguayo. Uno de los pueblos más castigados, más pobres y más
abnegados de este continente.
Más rejas, menos libertad
A
contramano de tanta retórica humanitaria, en lugar de disminuir la
cantidad de presos políticos, va en aumento. En nombre de “la libertad” y
“el pluralismo”, las rejas no dejan de generalizarse. Si en el penal de
Marcos Paz conocimos a los seis militantes paraguayos detenidos por
defender la causa popular, hoy en la cárcel de Tacumbú nos encontramos
con una nueva camada de presos políticos: las víctimas de la masacre de
Curuguaty (ocurrida el 15 de junio de 2012 en Marina Kue), orquestada
por la extrema derecha paraguaya y el imperialismo yanqui para avanzar
sobre el movimiento campesino y popular mientras ejecutaban el golpe de
estado “constitucional” contra el presidente Lugo.
Nuestro
encuentro de Asunción se dio entonces con dos núcleos distintos de
presos, los de antes, los que venían de Argentina, nuestros viejos
amigos y compañeros ya conocidos, y los jóvenes de ahora, los de
Curuguaty. Y había más presos políticos que no pudimos ver, acusados de
pertenecer al EPP (Ejército del Pueblo Paraguayo). Como sea y por las
razones que sean, cada vez hay más presos políticos. No disminuyen,
aumentan. Todos del campo popular. Mientras los yanquis tienen cada día
más poder e impunidad (incluso en Asunción vimos, por primera vez, un
local abierto de la USAID —una de las tantas fachada “legales” de la
CIA, tristemente famosa en los últimos años en Venezuela y Bolivia— de
la que tanto habíamos escuchado hablar). Ni siquiera disimulan o
esconden su presencia como hacen en otros países.
Los nuevos
presos políticos paraguayos, sobrevivientes de la masacre de Curuguaty,
llevan la marca de la represión en sus cuerpos. Uno de ellos,
tremendamente joven, tiene destrozada la boca y la mandíbula por una
bala de fusil. ¿Qué campesino paraguayo maneja esa especie sofisticada
de armas que deja semejante tipo de marca? Otro tiene pelada media
cabeza, pero no por la moda urbana de una nueva tribu punk, sino por una
herida de bala de fusil de la policía militarizada. Así marca la
represión de los grandes capitales sojeros y el agronegocio a los
cuerpos del campo popular: a sangre y fuego. No es metáfora. El que no
sale muerto, termina marcado, herido y físicamente destrozado. Para
ellos no hay estética, de esa que promueve la televisión siguiendo un
patrón yanqui de belleza. Nada de “tolerancia” con los rebeldes. Palo,
garrote y pólvora. Disciplina. Mano de hierro y crueldad extrema con los
de abajo; sumisión, servilismo y obediencia con los de arriba. La zorra
y el león de los que hablaban Maquiavelo y Gramsci, pero siempre contra
los de abajo. Esa es la fórmula de la dominación a escala continental,
no sólo en Paraguay.
¿De qué se acusó a los seis campesinos (la
primera tanda de presos que conocimos en Argentina) pertenecientes al
partido Patria Libre y al Movimiento Agrario y Popular? De haber secuestrado y asesinado a una joven, Cecilia Cubas, hija de un ex presidente de Paraguay.
La bota imperial
Estados
Unidos necesitaba y necesita instalarse definitivamente en la triple
frontera (Argentina, Paraguay, Brasil), mantener la base de operaciones
de la CIA que de la mano de la dictadura de Stroessner dirigió el Plan
Cóndor y ampliarla como base operacional del Comando Sur de las Fuerzas
Armadas de Estados Unidos en la región, apuntando al control de los
recursos naturales (el Amazonas, el acuífero guaraní, la biodiversidad,
etc).
A su vez, la clase dominante criolla, enriquecida al calor
de la sumisión ante Estados Unidos y el gran capital brasileño y
argentino, también necesitaba y necesita “pacificar” y domesticar el
campo paraguayo para continuar acumulando capital con los agronegocios.
La
conjunción de esos intereses imperiales y criollos, entremezclados con
los periódicos ajustes de cuentas mafiosos, corruptos y narcos (así
funcionó y funciona Paraguay durante todo el siglo XX) le costaron la
vida a esta pobre joven llamada Cecilia y a muchos otros. Se necesitaba
crear un chivo expiatorio. El antiguo fantasma comunista ya no está de
moda. Ahora el nuevo espantapájaros es conocido como “narco-terrorismo”.
Entonces la clase dominante paraguaya, con asesoramiento gringo y
colombiano, inventó un supuesto vínculo entre la insurgencia bolivariana
de las FARC-EP y el campesinado paraguayo. El Plan Colombia del imperio
se extiende de esta manera como Plan Colombia-Paraguay. Ese libreto
inventado por la inteligencia yanqui, colombiana y paraguaya no resiste
el menor análisis serio y riguroso. Ni jurídico, ni político ni
siquiera... literario. Esa historia parece extraída del guión de una
película mala de clase B de Hollywood, de esas que se venden de oferta
en la calle y suelen pasarse como relleno y para ocupar el tiempo en los
autobuses de larga distancia mientras los pasajeros bostezan aburridos o
dormitan. Pero bueno, con esa pantalla ridícula en enero de 2002
comenzó la persecución feroz contra los principales referentes del
partido Patria Libre de Paraguay y el encarcelamiento de su dirigencia
campesina (en esa fecha fueron torturados Juan Arrom y Anuncio Martí).
Más tarde, en 2005, la persecución y represión contra esta organización
popular se profundizó. Los jueces corruptos del partido Colorado,
cómplices activos durante décadas de la sangrienta dictadura del general
Stroessner, convalidaron aquel libreto de inteligencia militar y no
descansaron hasta encontrar un chivo expiatorio, izquierdista y popular,
de ese ajuste de cuentas mafioso.
¿En realidad qué había
sucedido? Lo que realmente pasó tiene que ver con los ajustes de cuentas
internos a la mafia burguesa y oligárquica de Paraguay. ¿Se acuerdan de
la extraña muerte del hijo de Carlos Menem? Fue vox populi que su
fallecimiento era una “muerte rara”. En Paraguay sucedió algo similar.
Pagaron los platos rotos seis campesinos humildes, seis militantes
populares, seis revolucionarios, nacidos del noviazgo y el enamoramiento
entre la teología de la liberación y el marxismo latinoamericano. Pero
era y es un secreto a voces que ese crimen horrendo de Cecilia Cubas
tiene que ver con los golpes entre las mafias políticas de las altas
esferas del poder.
Fue “la embajada” (la de Estados Unidos, ¿o
hay otra?) la que inventó una supuesta conexión entre el movimiento
popular paraguayo y movimiento popular insurgente de Colombia. Antes era
el “monstruo” de la nieve rusa, ese fantasma tragicómico que
supuestamente devoraba niños crudos. En los últimos años aquel
“monstruo” de la blanca nieve soviética ha sido reemplazado por la más
tropical y verde insurgencia colombiana. Cualquier muchacho, cualquier
muchacha que se rebele, que levante su voz reclamando lo que le
corresponde o que simplemente se niegue a arrodillarse ante una orden de
un burócrata será acusado de ser “agente de las FARC”. Si no fuera
trágico daría risa, por lo pueril, por lo infantil, incluso por lo
bizarro.
Como bien señala uno de los campesinos presos, Agustín Acosta, en su libro Reflexiones políticas desde la cárcel: “Estamos
presos por denunciar esta realidad, presos por querer ser libres, por
educar a los humildes. Estamos presos porque somos del pueblo, somos la
voz del pueblo pobre. Estamos presos porque somos coherentes con nuestro
discurso, somos patriotas y pensamos días mejores para las nuevas
generaciones [...] Somos prisioneros de la guerra preventiva”. (Agustín Acosta: Reflexiones políticas desde la cárcel.
Bs.As., El Colectivo-América Libre, 2008. páginas 64-65). Su conclusión
es extensiva a todos sus compañeros, presos políticos. Están presos por
luchar. Ni más, ni menos. Es sencillo, aunque duela, es sencillo.
La cárcel como escuela
Al
reencontrarnos con ellos constatamos que los seis compañeros que
habíamos conocido en Argentina, curtidos en la lucha contra la crueldad
del sistema, ahora son como los “hermanos mayores” de los nuevos jóvenes
presos. Los presentan ante las visitas, los aconsejan, los abrazan y
acompañan. La fraternidad revolucionaria a flor de piel, en medio de un
régimen carcelario donde sobreviven como si fueran linyeras o mendigos
casi 4.000 prisioneros (en un edificio que tiene capacidad física y
espacial para no más de 1.400). Miles de muchachos hacinados, descalzos,
en patas, durmiendo en el cemento, sin colchón o con sólo una manta,
mendigando a las visitas una moneda para poder comprar una comida
escasamente digerible (en la prensa paraguaya hubo denuncias públicas de
que les daban para comer carne de perros). Una gigantesca favela
enrejada, una monumental villa miseria enjaulada y con barrotes.
Una
imagen dantesca e infernal que es la contracara oculta de un mundo
mercantil de mugre, vigilancia y control permanente, donde todo se
compra y se vende, donde todo tiene un precio, donde la frivolidad de
las vidrieras y el espacio plano de la imagen (fragmentada y acelerada
como si fuera un video clip) pretende aplastar el tiempo profundo de la
historia y la identidad colectiva de los pueblos en lucha.
En
ese “paisaje” trágico de pobreza extrema, abandono y mendicidad, estos
entrañables compañeros, hoy prisioneros del régimen capitalista, nos
esperan sonrientes con la joya más codiciada en la mano: un libro sobre
la historia del Paraguay.
La lectura y el estudio, la formación
política ante todo. Entramos a la cárcel llevando de regalo bajo el
brazo nuestros libros y nos retiramos... ¡con otros libros! Llevamos lo
poco que sabemos y nos vamos sabiendo que sabemos muy poco. Nos
retiramos con la tarea de continuar aprendiendo, seguir leyendo y
estudiando los materiales que nos regalaron, tratando de seguir
reconstruyendo la historia de las luchas de Nuestra América indómita y
rebelde. Y dentro de Nuestra América, en particular la historia de
Paraguay, un pueblo que no se resigna, heredero de una historia
riquísima (mayormente desconocida) para la tradición revolucionaria.
Curiosos “terroristas” estos presos políticos que hacen un culto casi
religioso y sagrado de la lectura, el estudio y los libros (uno de los
compañeros presos nos confiesa que en la cárcel de Marcos Paz leyó y
estudió nuestros escritos, un honor que nos llena de orgullo y emoción,
eternamente agradecido).
¿Quiénes son los verdaderos
terroristas, señores fiscales a sueldo de los poderosos? ¿Quiénes son
los violentos, señores periodistas? ¿Quiénes son los incivilizados y los
salvajes, señores empresarios, señores policías, señores militares?
Porque lo que nosotros vemos y constatamos en la cárcel, en el sótano
de la prisión donde nos encontramos con los campesinos paraguayos
encarcelados, es gente fraterna, solidaria, altruista, amante de los
libros, el estudio y la cultura. ¿No será que los delincuentes, las
salvajes y los violentos irracionales están del otro lado, fuera de las
rejas de la cárcel?
Reitero la pregunta: ¿Quiénes son los terroristas, señores embajadores de Estados Unidos en los distintos países del cono sur?
Los nuevos presos
Señalábamos que los seis campesinos apresados en Argentina tienen
nuevos compañeros, una nueva generación de prisioneros políticos, los
presos de Curuguaty.
El 15 de junio del 2012, una comando de 324
policías armados realizó un desalojo (ilegal, para más datos, pero si
fuera legal no cambiaría el asunto) en las tierras públicas de Marina Kue
, departamento de Canindeyú, Paraguay. En ese momento el territorio se
encontraba ocupado por campesinos sin tierra que lo reclamaban para
trabajar. Como resultado de la acción represiva de Curuguaty ( una
verdadera masacre que la oligarquía paraguaya y sus grandes medios
llamaron “enfrentamiento”), perdieron la vida once campesinos y seis
policías. Esta masacre, fue el alegato principal del Poder Legislativo
corrupto, mafioso y conservador para la farsa de juicio político express
que se desarrolló días después, entre el 21 y 22 de junio del 2012 y
que terminó con la destitución fulminante del presidente constitucional
Fernando Lugo, volviendo a la vieja y conocida lógica de los golpes de
estado, ahora “legales” y “constitucionales”. De ahí que Paraguay haya
sido sancionado como Estado por la UNASUR y el MERCOSUR.
Las
tierras en disputa son propiedad del estado paraguayo, aunque se
encuentran usurpadas por la empresa Campos Morombí de la familia del
político colorado Blas Riquelme.
Esas dos mil (2.000) hectáreas
pertenecían a la empresa La Industrial Paraguaya S.A. y fueron donadas
al estado (más precisamente a la Armada Nacional) en 1967, donación que
fue aceptada por Decreto Nº 29.366 del 6 de septiembre de aquel mismo
año. Actualmente la empresa Campos Morombí arrienda las tierras públicas
usurpadas ( conocidas como Marina Kue) . ¿A quiénes? A empresarios brasileños. ¿Para qué? Para el cultivo de la soja.
Garrote, tiros y pólvora para los asentamientos campesinos, guantes de
seda y alfombras rojas para los empresarios que viven de rentas
rascándose el ombligo. Antigua ecuación por demás conocida. ¿No es
cierto?
El poder judicial paraguayo abrió entonces una
“investigación”, por llamarla de alguna manera y para ser elegantes,
absolutamente parcial, como no podía ser de otro modo. ¿Su objetivo?
Legitimar el golpe y al mismo tiempo incriminar a los campesinos por los
supuestos delitos de “ invasión de inmueble, asociación criminal y homicidio doloso en grado de tentativa ”. Producto de ese proceso judicial se encarcelaron o se les aplicó
arresto domiciliario a Juan Tillería, Alcides Ramírez, Luis Olmedo,
Lucía Agüero, María Fani Olmedo, Dolores López, Rubén Villalba, Néstor
Castro Benítez, Adalberto Castro, Arnaldo Quintana, Felipe Benítez,
Felipe Nery Urbina, además de una adolescente. Toda gente humilde, todos
de abajo, todos sin tierra, sin ningún apellido prestigioso, todos sin
dinero. ¿Habrá sido un error?
El fiscal de la causa, el doctor
Jalil Rachid (amigo y pariente político de la familia Riquelme) nunca
aportó elementos jurídicos probatorios que justifiquen su acusación, sin
embargo ha recibido innumerables denuncias sobre hechos de tortura y
ejecuciones extrajudiciales por parte de la policía. ¡Oh casualidad!
Esas denuncias… no fueron investigadas. ¿Les suena conocido? Creo que
esta película ya la ví muchas veces.
Las conclusiones del
informe sobre el caso de Marina Kue —un voluminoso libro que aporta una
cantidad abrumadora de pruebas empíricas y datos estadísticos— no dejan
margen a la duda: “ En la raíz del conflicto suscitado sobre las
tierras de Marina Kue, este informe concluye en que existe evidencia
documentada que señala por lo menos la posible responsabilidad en la
administración de justicia por parte de funcionarios judiciales
encargados del trámite de los procedimientos que fueron incoados por la
firma Campos Morombí S. A. C. y A. para apropiarse de las 2.000
hectáreas de tierra que fueron donadas por LIPSA al Estado paraguayo en
1967. Esta evidencia es particularmente notoria y fehacientemente
documentada en dos momentos procesales determinantes para el nacimiento
del conflicto, en los que es posible advertir resoluciones incorrectas e
indebidas por parte de jueces en la gestión del litigio judicial y en
la observación de una estricta imparcialidad en la conducción del
proceso”. (Coordinadora de Derechos Humanos de Paraguay: Informe de derechos humanos sobre el caso Marina Kue. Asunción, CODEHUPY, 2012. página 62).
De
aquí en más, los seis campesinos paraguayos que nosotros conocimos hace
años en Argentina ya no estarán solos. ¿Serán los últimos prisioneros?
Todo hace suponer que en la medida en que las luchas sociales y las
demandas populares se incrementen, habrá nuevas camadas de presos
políticos. Ojalá nos equivoquemos.
El “adentro” y el “afuera”
Cuando nos despedimos, al apretarnos las manos y darnos un abrazo,
tanto con los viejos presos políticos y como con estos nuevos
compañeros, cuesta no dejar escapar un lagrimón. Pero qué gran enseñanza
nos dejan estos muchachos... En medio de las peores adversidades de la
vida y la lucha de clases, no cabe otra alternativa que continuar
batallando con tenacidad por lo que consideramos justo, valioso y digno.
Agustín Acosta, amigo y compañero, lo sintetiza de esta manera
al finalizar su libro, proporcionándonos el secreto del enigma que les
permitió a todos ellos sobrevivir tan enteros. La clave está en “la capacidad de aferrarse a la vida, de amar, de soñar de los pueblos” (Agustín Acosta: Reflexiones políticas desde la cárcel. página 90).
Al
atravesar la última guardia, el último portón y la última reja de la
prisión de Tacumbú, cuando pusimos el primer pie en la calle bajo un sol
fuerte, muy fuerte, Daniel, uno de los compañeros comunistas que me
acompañó en la visita (a quienes estoy muy agradecido), me dijo, con una
mezcla de ironía en los labios y tristeza en la mirada: “Néstor, salimos de una cárcel para entrar en otra”. Lamentablemente tenía razón.
Aunque
obviamente en el “adentro” todo es peor, más cruel y salvaje, en el
“afuera” cada día hay más rejas, control y observación cotidiana de la
población, cámaras de filmación que registran cada centímetro, milímetro
y segundo de nuestra vida, vigilancia de las llamadas telefónicas y los
correos electrónicos y una multiplicación infinita de gente
especializada (con uniforme o sin él) en fichar, clasificar, controlar,
reprimir, disparar y matar contra los humildes, contra los pobres,
contra el mundo de la clase trabajadora.
Nuestros amigos, los de
antes y los nuevos, quedaron adentro. Aun así son infinitamente más
libres que sus tristes carceleros y que la burguesía mafiosa que los
mantiene como rehenes del movimiento popular.
Quiero terminar
estas breves líneas haciendo una invitación a los organismos de derechos
humanos y de abogados, a toda la militancia popular en sus diferentes
tendencias y corrientes (tanto de Argentina como de Paraguay y de todo
el cono sur), a los profesores y periodistas, al movimiento estudiantil y
de la cultura, a las agrupaciones sindicales y campesinas, a que
visiten a los campesinos paraguayos prisioneros del régimen. También a
los presos políticos argentinos. Y si no pueden visitarlos por las
razones que sean, que de alguna manera u otra hagan sentir públicamente
su solidaridad. Hay que romper la estrategia de aislamiento y
demonización a los que el imperialismo y sus socios nativos pretenden
condenarlos. Para ellos y ellas, para los presos y presas políticas, es
muy importante, repito, muy importante la visita, la solidaridad
cotidiana y el abrazo fraterno.
Frente a los molinos de viento
del capital y sus carceleros, sólo la solidaridad popular podrá
ayudarlos y al mismo tiempo ayudarnos. Sólo la solidaridad nos hará
libres, a los de “adentro” y a los de “afuera”.
Buenos Aires, 4 de diciembre de 2013
Última carta publica de los 6 presos, para difundir:
A la opinión pública
Asunción, 5 de noviembre de 2013
Nosotros,
los seis campesinos presos desde la cárcel de Tacumbú nos dirigimos a
ustedes para expresar nuestra opinión sobre el momento histórico que
vive nuestro país. A casi noventa días de la asunción del nuevo gobierno
con Cartes a la presidencia, un hombre con una dudosa procedencia y
toda su fortuna, encamina al país hacia una nueva colonización después
de 200 años.
La probación de la modificación a la Ley de
seguridad para el uso de las FFAA en conflictos internos, como refuerzo
de la Ley “antiterrorista” aprobada en el 2009, para de esta manera
legalizar la represión a cualquier intento de repudio de los sectores
populares del país.
Sumado a esto las medidas políticas y
económicas estratégicas para profundizar el neoliberalismo, dos leyes
aprobadas de “responsabilidad fiscal” y la Ley de “alianza
público-privada”, la primera, para recortar 4% anual de gastos públicos y
congelar los salarios del sector público por cuatro años. La segunda
representa la entrega de todas las instituciones estatales, toda la
infraestructura y servicios públicos.
Ante esta feroz oleada del
neocolonialismo hacemos un llamado a la reflexión a todos los
compatriotas, porque estamos ante un profundo abismo, que solamente
podremos sortear si somos capaces de comprender la necesidad imperiosa
de unirnos para defender nuestra soberanía e independencia como nación,
el ejemplo de nuestros próceres.
Queridos compatriotas, estamos
llamando a la defensa del país como nación libre y soberana, es el
momento de escribir otra página heroica en la historia de nuestro
pueblo.
Nos despedimos, esperando sean bien acogidas nuestras
opiniones, les dejamos a todos nuestro abrazo, nuestro cariño desde
nuestro rincón de lucha en la cárcel.
Atentamente,
Los seis dirigentes campesinos.
Agustín Acosta – Roque Rodríguez – Simeón Bordón – Basiliano Cardozo – Gustavo Lezcano . Arístides Vera Presos políticos paraguayos
[Apéndices adjuntados]
* Entrevista de María Victoria Prigione Greco y Néstor Kohan a los presos paraguayos (Cárcel de Marcos Paz, Buenos Aires, 8/7/2008): http://amauta.lahaine.org/?p=1849
* Carta de los presos paraguayos al Colectivo Amauta-Cátedra Che Guevara (Buenos Aires, 30/3/2008) http://amauta.lahaine.org/?p=1770
* Osvaldo Bayer: “Seis refugiados políticos paraguayos presos en Argentina” (Página 12, Buenos Aires, 18/3/2007) http://www.lahaine.org/index.php?p=16070
* Osvaldo Bayer: “Chokokue” (Página 12, Buenos Aires, 15/9/2007) http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-91404-2007-09-15.html
* Carta Abierta a la opinión pública de los paraguayos presos por el caso Cecilia Cubas (Buenos Aires, 4/7/2006) http://www.rodolfowalsh.org/spip.php?article2062 * Video de Osvaldo Bayer en solidaridad con los campesinos paraguayos(youtube): https://www.youtube.com/watch?v=XJGWd1P0k88
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