Hoy, 17 de Noviembre, el Ejército Zapatista de
Liberación Nacional cumple 30 años de existencia. Son tres décadas de
historia, la primera de ellas en la más absoluta clandestinidad,
formando y fortaleciendo la organización armada que sorprendió al mundo
tomando 6 cabeceras municipales del Suroriental estado de Chiapas el 1
de Enero de 1994. Tras doce días de enfrentamientos armados con el
Ejército Federal Mexicano, el zapatismo civil fue ganando terreno.
En estos 30 años de rebeldía, las comunidades zapatistas han construido un sistema de autogobierno indígena basado en el principio de “mandar obedeciendo”. En este sistema todas las autoridades son elegidas por el pueblo, pero ninguna elección se hace a través de partidos políticos, los cargos siempre son rotativos y nunca tienen carácter remunerado. Han desarrollado un sistema de salud y educación propios. Cientos de escuelas y decenas de clínicas funcionan en la selva Lacandona sin haber recibido nunca dinero del gobierno municipal, estatal ni federal. Han construido algo más que un enorme espacio de resistencia al neoliberalismo y sus consecuencias. Han construido un espacio de creatividad, donde los pueblos organizadamente tratan de construir otras relaciones, otra sociedad, otro mundo.
Todo esto se ha construido con el esfuerzo de los pueblos indígenas, que tratan de construir un país y una modernidad donde acceder a la salud, la educación y el bienestar no suponga renunciar a su carácter de pueblos originarios; donde salir de la pobreza no suponga abandonar su lengua, su religiosidad ni sus costumbres; donde ser indígena no sea sinónimo de marginación, sino de dignidad.
En estos años se han realizado importantes avances en la liberación de la mujer en las comunidades zapatistas. Como han reconocido las propias autoridades zapatistas en más de una ocasión, aún falta camino por recorrer, pero lo cierto es que hoy hay mujeres que son autoridades de sus pueblos, educadoras o promotoras de salud, y esto era absolutamente impensable antes del levantamiento armado.
Hoy, los pueblos originarios de México están luchando por crear un mundo mejor, “un mundo donde quepan muchos mundos”. Y lo que es más importante; lo están consiguiendo. Es justo decir que en el caminar de estos treinta años de rebeldía, las comunidades zapatistas han contado con la solidaridad de otros pueblos.
En el estado español hay varios Comités de Solidaridad que cada año enviamos grupos de observadores y observadoras de Derechos Humanos que permanecen en aquellas aldeas susceptibles de ser atacadas por paramilitares a fin de evitar un enfrentamiento. En una estrategia pacífica, como la desarrollada por las comunidades zapatistas, la presencia de sociedad civil internacional ha contribuido sensiblemente a frenar la impunidad de la que aún hoy disfrutan los grupos paramilitares en Chiapas.
La lucha zapatista continúa, y se avecinan nuevas actividades e iniciativas por parte del EZLN. Hoy más que nunca debemos estar atentos y atentas a lo que sucede en Chiapas.
En estos 30 años de rebeldía, las comunidades zapatistas han construido un sistema de autogobierno indígena basado en el principio de “mandar obedeciendo”. En este sistema todas las autoridades son elegidas por el pueblo, pero ninguna elección se hace a través de partidos políticos, los cargos siempre son rotativos y nunca tienen carácter remunerado. Han desarrollado un sistema de salud y educación propios. Cientos de escuelas y decenas de clínicas funcionan en la selva Lacandona sin haber recibido nunca dinero del gobierno municipal, estatal ni federal. Han construido algo más que un enorme espacio de resistencia al neoliberalismo y sus consecuencias. Han construido un espacio de creatividad, donde los pueblos organizadamente tratan de construir otras relaciones, otra sociedad, otro mundo.
Todo esto se ha construido con el esfuerzo de los pueblos indígenas, que tratan de construir un país y una modernidad donde acceder a la salud, la educación y el bienestar no suponga renunciar a su carácter de pueblos originarios; donde salir de la pobreza no suponga abandonar su lengua, su religiosidad ni sus costumbres; donde ser indígena no sea sinónimo de marginación, sino de dignidad.
En estos años se han realizado importantes avances en la liberación de la mujer en las comunidades zapatistas. Como han reconocido las propias autoridades zapatistas en más de una ocasión, aún falta camino por recorrer, pero lo cierto es que hoy hay mujeres que son autoridades de sus pueblos, educadoras o promotoras de salud, y esto era absolutamente impensable antes del levantamiento armado.
Hoy, los pueblos originarios de México están luchando por crear un mundo mejor, “un mundo donde quepan muchos mundos”. Y lo que es más importante; lo están consiguiendo. Es justo decir que en el caminar de estos treinta años de rebeldía, las comunidades zapatistas han contado con la solidaridad de otros pueblos.
En el estado español hay varios Comités de Solidaridad que cada año enviamos grupos de observadores y observadoras de Derechos Humanos que permanecen en aquellas aldeas susceptibles de ser atacadas por paramilitares a fin de evitar un enfrentamiento. En una estrategia pacífica, como la desarrollada por las comunidades zapatistas, la presencia de sociedad civil internacional ha contribuido sensiblemente a frenar la impunidad de la que aún hoy disfrutan los grupos paramilitares en Chiapas.
La lucha zapatista continúa, y se avecinan nuevas actividades e iniciativas por parte del EZLN. Hoy más que nunca debemos estar atentos y atentas a lo que sucede en Chiapas.
Francisco Javier Mina - Plataforma Vasca de Solidaridad con Chiapas / Txiapasekiko Elkartasun Plataforma
Fuente: http://blogs.publico.es/otrasmiradas/1329/ezln-simbolo-de-resistencia-al-neoliberalismo/
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