miércoles, 6 de noviembre de 2013

“Ante el modelo extractivo en Paraguay, la mejor manera de resistir es aferrarse a la tierra”

Entrevista con Raúl Zibechi




Conversamos con Raúl Zibechi sobre extractivismo y de qué manera ese modelo se está desplegando en Paraguay. Desde su perspectiva, en nuestro país se manifiesta con la presencia intensiva de la soja y carne, pero los tentáculos de este modelo van más allá de lo rural e incursionan en la ciudad con lo que ahora se ve en una fuerte especulación urbana con el suelo. Según él, la débil tradición democrática y el prolongado autoritarismo en nuestro país hacen que las y los defensores de derechos humanos sean perseguidos y que, así las cosas, hasta el propio Pérez Esquivel sería criminalizado si fuera paraguayo.
-Si bien el modelo extractivista está extendido en la región, ¿qué diferencias presenta en los distintos países?
-En cada país de la región, el modelo funciona de manera muy distinta, no es lo mismo la cordillera andina, donde básicamente hay minería, entonces hay enormes extensiones de tierra que son concesionadas a las multinacionales, donde se utiliza una gran cantidad el explosivos, se utilizan materias como el mercurio para sacar oro, cianuro, que van a las cuencas de los ríos. Y eso implica un enfrentamiento directo con las comunidades campesinas que son un estorbo para la producción minera. Distinto es en países democráticos donde hay una tradición electoral en donde se emplea la soja que tiene otros mecanismos a los de la minería. La minería tiene un alto impacto en el corto plazo. La soja tiene un alto impacto en el largo plazo, entonces ves que las comunidades que están sometidas a los plaguicidas y monocultivos sojeros, reaccionan en tiempos más largos que las comunidades que están sometidas a la minería.
Por ejemplo, hay un barrio de la periferia de Córdoba en Argentina que se llama Ituzaingo Anexo y donde hay plantaciones de soja; recién cuando empezaron a aparecer niños con malformaciones o nacen y mueren a los pocos días, o tienen problemas motrices muy graves, la gente empezó a darse cuenta de que ahí había un problema de salud muy grande. Empezaron a investigar y descubrieron que los aviones que fumigan con soja, buena parte de lo que cae de esa fumigación cae sobre los tanques de agua que consume la gente, pero ese proceso llevó mucho más tiempo que las explosiones de la minería. Es el mismo modelo pero con manifestaciones y aplicaciones distintas y la reacción de la población también se da de modos diferentes.
-¿De qué manera se despliega este modelo en Paraguay?
-El modelo paraguayo es un modelo intensivo de soja y eso ya lo sabemos hace mucho tiempo pero ahora también es un modelo intensivo de carne. Grandes extensiones de ganadería que dentro de los frigoríficos son cárceles de producción de carne, entonces las condiciones laborales son muy duras, de una intensidad de trabajo que enferma en muy pocos años a los trabajadores y en otros aspectos. 
El modelo paraguayo empieza a incursionar en las ciudades, en estos momentos tenemos una fuerte especulación urbana con el suelo. Se construyen shoppings, mal, edificios, carreteras que atraviesan lugares como el bañado. El extractivismo no es solo rural sino también urbano y asume la forma de la especulación inmobiliaria.
Hasta ahora, Asunción había tenido una débil especulación inmobiliaria, en los últimos años eso se ha intensificado fuertemente porque Paraguay vive un proceso de crecimiento y los excedentes de la soja hay que invertirlos en algo, no se pueden depositar en los bancos porque es más inseguro, entonces mucho de esos excedentes de la soja y de la carne se invierten en la ciudad, en especulación inmobiliaria: en edificios, en viviendas de lujo, en abrir zonas enteras al ocio de las clases altas. Ese es el proceso que está desembocando hoy en Asunción y es nuevo y aterriza con mucha potencia y mucha capacidad destructiva lastimosamente…
-¿Por qué en Paraguay hay tanta criminalización de la gente que defiende los derechos humanos?
-Paraguay tiene una particularidad respecto a sus vecinos, tiene una débil tradición democrática y una larga tradición de autoritarismo, entonces, la implementación del modelo extractivo en Paraguay tiene mucha relación con un Estado muy autoritario y no solo con un Estado autoritario sino con prácticas autoritarias que pasan por el control caudillista de la población, por el control vertical de los poderosos, de áreas enteras, de territorios enteros. Entonces, una de las características de este extractivismo hoy en Paraguay es la fuerte criminalización de la población, la represión y la ocupación militar y policial de territorios enteros.
En otros países la ley antiterrorista está, se aprobaron en muchos países pero solo en situaciones excepcionales se utiliza. En Paraguay es al revés, la ley antiterrorista se utiliza permanentemente y eso marca una diferencia de la situación pues acá es mucho más represiva que en otros lugares, no hay más que pasear por la ciudad y observarlos, la presencia de militares, de policías, de policías privadas, de personas armadas es muy superior a la que se da en otras ciudades de América Latina, con la excepción de Colombia que vive una guerra.
En Paraguay se vive una suerte de guerra de baja intensidad contra la población, entonces el modelo extractivo en este país se enraíza en esa tradición autoritaria y es un modelo extractivo fuertemente represivo.
-¿Qué alternativas hay para hacer frente a esto?
-Los movimientos sociales en Paraguay son los que están capacitados para hacer frente a esta situación, son ellos los que tiene que ver de qué manera pueden resistir mejor al modelo. Creo que lo mejor es arraigarse a la tierra, arañar la tierra para que no nos echen de ella y no dejar el territorio vacío para que sea objeto de especulación y de ganancia del capital es un elemento fundamental. No podemos pensar en resistir solamente con discursos, solamente votando a candidatos o haciendo gestiones institucionales: hay que aferrarse a la tierra y evitar que nos expulsen y que nos la expropien legal o ilegalmente porque lo hacen de cualquiera de las maneras. Esto es muy difícil, no es una tarea nada sencilla porque las armas que utilizan los poderosos son muchas, desde la compra hasta la persecución directa pasando por el uso abusivo de plaguicidas. Hay muchas formas por las cuales intentan expulsarnos de la tierra.
Yo veo que el movimiento campesino y el movimiento popular paraguayo está transitando por ese aprendizaje, cómo enfrentar un modelo tan agresivo en lo ambiental, en lo humano, en lo económico, en lo político, en lo represivo… cómo enfrentar un modelo tan potente y abusivo en una situación de debilidad… sí, los débiles podemos enfrentar a los poderosos pero eso implica aprender a cómo hacerlo. Y creo que en este momento, una vez que se terminó el gobierno de Lugo y no hay en perspectiva otro gobierno progresista, no queda más que la resistencia y creo que ese aprendizaje se está haciendo y se va a hacer en el futuro con mucha mayor fuerza.

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