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16/12/13
En los ecosistemas terrestres, la interrelación entre diferentes
procesos es clave para que no se degraden y la producción se mantenga.
Investigadores del INTA y del Conicet participaron de un estudio
publicado en la revista Nature que demuestra que las variaciones en las
temperaturas del planeta afectan el acoplamiento de los ciclos de tres
nutrientes –carbono, fósforo y nitrógeno–, fundamentales para las
plantas y los organismos que los habitan. Para Mario Gabriel Gatica,
becario doctoral del Conicet en la Universidad Nacional de San Juan y
uno de los autores del artículo, hacia el final del siglo XXI se
incrementarán las zonas áridas y semiáridas, que ocupan un 40% de la
superficie terrestre y proveen alimentos, madera, biocombustibles y
almacenamiento de carbono, entre otros productos y servicios, al 38% de
la población mundial. Ese aumento provocaría un desbalance de los ciclos
de carbono, nitrógeno y fósforo, con un “efecto alarmante” en los
servicios ecosistémicos a mayor escala.
“Al incrementar la aridez,
se reduce la cobertura vegetal y la riqueza de especies como
consecuencia de que el sistema no soporta mayores organismos en ese
sitio. Los procesos biológicos merman y por lo tanto aumentan los
físicos, que lleva a un aumento de los niveles de fósforo, mientras que
se reducen los de carbono y nitrógeno en el sistema. Y ese fósforo extra
se pierde al no ser capturado por las plantas”, explicó Gatica. Durante
el estudio se analizaron 224 ecosistemas naturales áridos y semiáridos
en todo el mundo, donde se midieron diferentes variables del suelo
relacionadas con los ciclos de nutrientes, encargados de aportar fertilidad a la tierra.
Según los autores, los resultados preocupan puesto que entre los cambios
que se prevén se encuentra la degradación del suelo y la desertificación
lo cual representa una amenaza para los medios de vida de más de 250
millones de personas que viven en las tierras áridas. Para David Wardle,
profesor de Suelos y Ecología de Plantas en la Universidad de Umeå, en Suecia, “con el aumento el desacoplamiento de los ciclos de estos nutrientes,
disminuyen los niveles de materia orgánica del suelo y la
disponibilidad de nitrógeno, que llevan a su vez a una menor fertilidad
del suelo y la capacidad del suelo de proveer nutrientes para las
plantas”.
Wardle, quien no participó del estudio, agrega además que esta situación
es particularmente importante para las poblaciones que habitan tierras
áridas y dependen de los cultivos y ganados de la zona para subsistir.
El fenómeno en la Argentina En nuestro país el 51% del territorio
corresponde a regiones áridas y semiáridas y un 27% a regiones
subhúmedas secas en el NOA, Cuyo, la región chaqueña y la Patagonia.
Donaldo Bran y Juan Gaitán, investigadores del INTA Bariloche y
coautores del estudio, advierten sobre los efectos que puede generar el
desbalance de nutrientes.
“En ese tipo de ambientes de nuestro país la actividad humana más
extendida es la ganadería extensiva sobre pastizales naturales. El
aumento de las condiciones de aridez y el desbalance de nutrientes llevaría a una disminución de la fertilidad de los suelos, provocaría una menor productividad de los pastizales y, en consecuencia, una menor producción ganadera.”
Los científicos resaltan que según los resultados del trabajo publicado
en la revista Nature, el desbalance se produce de manera abrupta al
pasar de ambientes semiáridos a áridos. Por lo tanto las regiones más
afectadas serían las semiáridas en las que el cambio climático aumente
las condiciones de aridez.
Sin embargo aclaran que los estudios sobre cambio climático muestran
que el aumento de la aridez no sería uniforme para todas las regiones
sino que habría áreas más afectadas, otras menos, e incluso algunas se
podrían volver más húmedas. Por ejemplo, para Patagonia Norte algunos
modelos muestran escenarios donde podría darse un ligero aumento de las
precipitaciones, especialmente en las lluvias de verano y otoño.
De todas maneras esos modelos señalan una aumento de las temperaturas,
con mayores incrementos en el NOA, Cuyo y, en menor medida, en
Patagonia, y esas mayores temperaturas implican mayores tasas de
evaporación potencial y por lo tanto mayor aridez. Proyecciones a futuro
Wardle analiza la importancia de los resultados del estudio publicado en
Nature. “Las consecuencias pueden ser a corto plazo, pero se agravarán
con el tiempo, y darán lugar a una reducción de la fertilidad del suelo y
la productividad de los ecosistemas, afectando la capacidad del suelo
para soportar muchos de los 2 mil millones de personas que viven en
estos lugares. A largo plazo, si estos efectos continúan sin cesar,
podrían ser efectivamente irreversibles”.
Si bien el estudio revela la importancia de atender los efectos del
cambio climático dado que estos afectan directamente a los servicios
ecosistémicos, para Bran y Gaitán se pueden adoptar diferentes medidas
para disminuir el impacto sobre los recursos.
“Hay dos elementos claves en estos procesos, que son la cobertura
vegetal y la generación de mantillo, que actuarían como mediadoras en
los ciclos y balances de carbono, nitrógeno y fósforo. Por lo tanto en
las regiones más amenazadas habría que evitar el sobrepastoreo,
incendios y desmontes, que reducen la cobertura vegetal”.
Asimismo destacan la importancia de contar con un sistema de monitoreo
que permita formular alertas tempranas y recomendaciones para la
adaptación y mitigación frente a amenazas globales como son la desertificación
y el cambio climático, como el Observatorio Nacional de la Degradación
de Tierras y Desertificación, una iniciativa del CONICET junto a la
Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, el INTA y
la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires; o el sistema
Monitoreo Ambiental para Regiones Áridas y Semiáridas (MARAS),
desarrollado por INTA.
Fuente: Ecoportal.net
http://www.ecoportal.net/Eco-Noticias/Los_nutrientes_del_suelo_en_riesgo_por_el_cambio_climatico
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