La Izquierda Diario
Los asesores económicos del gobernador bonaerense despliegan el plan. Endeudamiento, ajuste fiscal, congelamiento de salarios y pacto social. Devaluar lo que haya que devaluar. El respaldo de Lula mientras Dilma manda las tijeras. Los nombres del posible Gabinete: una postal de lo que viene.El haiku sciolista tiene una fórmula algebraica: “mantener lo que haya que mantener y cambiar lo que haya que cambiar”, repite como un mantra el candidato del oficialismo.
Es una perfecta manera de no decir nada o un significante vacío que no es ni una cosa ni la otra, sino todo lo contrario.
La transcripción al terreno económico la lleva adelante el asesor estrella que viene levantando el perfil, Miguel Bein. Aunque con un lenguaje tecnocrático poco accesible al común de los mortales.
De esta manera, en la orquesta que comanda Daniel Scioli, unos tocan el violín del cualunquismo vacío, mientras otros ensayan un sofisticado tecnicismo. Pese a esto, en los intersticios del discurso emerge una definición difícil de ocultar: el ajuste.
Luego de que Bein participara de un programa en el prime time de la TV nocturna junto a Scioli, su consultora publicó un informe. En el balance afirma que “el aumento de los salarios en dólares en 2010 y 2011 (50% en dos años) y la desaparición del superávit fiscal, consecuencia de la estrategia de recuperar el caudal político perdido en 2009 con la crisis, también anticipó la llegada de la restricción externa por otra vía”.
Es paradójico que un hombre que es número puesto para manejar alguna de las áreas estratégicas de la economía en un eventual gobierno de Scioli, haga una crítica demoledora a los últimos cinco años de gestión del “modelo”.
Para Bein, la recuperación salarial (que se limitó a una fracción de los trabajadores y luego se licuó con la inflación pos devaluación) y el gasto fiscal, fueron una especie de “populismo” llevado adelante para recuperar el caudal político perdido en 2009 (año de derrota electoral del kirchnerismo).
El informe además sintetiza una receta y bosqueja un programa de salida para las contradicciones económicas del país: “(…) financiar inversión productiva y graduar las correcciones de precios relativos necesarias para recomponer la rentabilidad de los sectores generadores de divisas que aseguren el repago de la deuda. Sin margen para correcciones bruscas del tipo de cambio, se requiere avanzar por la vía fiscal. Esto implica una agenda que normalice la carga tributaria sobre el comercio exterior y en paralelo otra agenda de reordenamiento de los subsidios mal direccionados que financie la caída de la recaudación, promueva el uso racional de la energía y reduzca el déficit de divisas”.
Por supuesto que -como ya lo había afirmado en otras ocasiones-, esta hoja de ruta “requiere, además, la construcción de un acuerdo social (…)”.
Traducido: congelar los salarios con un pacto social (terminar con las paritarias), bajar las retenciones (“normalizar la carga tributaria sobre el comercio exterior”), aumentar tarifas para poder quitar subsidios, y volver a endeudarse para lograr inversiones a las que se les garantice “productividad”. Todo el paquete puede ir acompañado de una devaluación que no debería ser “brusca”, pero que debe llevarse adelante.
“Me parece no tan estúpido decir que en el primer trimestre de 2016 tendremos un cierto nivel de devaluación”, acaba de afirmar Thierry Koskas, el presidente de Renault Argentina. Ni lerdo, ni perezoso, el francés lo tradujo al lenguaje universal de las ganancias empresarias, aunque lo adorne con algunos simpáticos argentinismos.
El espejo de Brasil y los nombres del gabineteEsta semana, Scioli recibirá la visita del expresidente de Brasil, Luiz Inácio “Lula” da Silva.
Atrás quedaron los años en los que gracias a la expansión económica muchos manifestaban su orgullo por el “compañero presidente”. Pero el Lula actual visita la Argentina en carácter de representante de un país que vive los tiempos del cólera de un ajuste intenso.
Mientras Lula agita a los cuatro vientos que “hincha por Scioli”, el ministro de Economía del gobierno de Dilma Rousseff, Joaquím Levy, elogió estos días en Madrid el ajuste del Partido Popular, afirmando que “España ha tenido la determinación de recortar gastos y ajustar ingresos durante la crisis y ahora crece”. Al ministro lo apodan “manos de tijera” y no precisamente por su pasión por la inclusión social.
En Brasil gravitan mucho más las filosas manos de Levy que la hinchada por la que toma partido Lula en las elecciones argentinas. Aunque habría que avisarle que la devaluación y el ajuste no estarían resultando para levantar la economía del país continente en el marco una profunda crisis mundial.
También por estos días comenzaron a levantar el perfil y a filtrarse intencionalmente los nombres que conformarían el equipo de ministros y secretarios de Scioli.
Para Economía, el cargo todavía no está definido pero probablemente Scioli divida el área en dos o tres sectores. Miguel Bein iría a Finanzas, Silvina Batakis a Hacienda y Miguel Peirano a Industria. También habrá un lugar para Mario Blejer, un hombre con un currículum (o prontuario) similar a “manos de tijera” Levy.
El neuquino Jorge Sapag, ocupará la cartera de Energía. Este martes, Sapag encabezó un encuentro de los gobernadores de las provincias petroleras con Scioli, donde reclamaron que se mantengan los “precios cuidados” (caros) del petróleo en la Argentina (pese a la baja de los precios internacionales) como única manera de mantener la “rentabilidad”. A Bein le preocupan mucho las “distorsiones” salariales, pero no tanto estos subsidios que de hecho tienen las multinacionales petroleras.
Para Agricultura, Scioli piensa en Omar Perotti, hoy candidato a senador por Santa Fe, hombre oriundo de Rafaela, “corazón productivo” (sojero) de la provincia y de históricas simpatías con el campo, especialmente con sus dueños. “Normalizar la carga tributaria del comercio exterior” precisa de hombres de confianza.
Finalmente, para Seguridad, continuaría Sergio Berni, pero ya no como secretario, sino como ministro. Si hay algunos dispuestos a mover las manos de tijera, corresponde que haya alguien con facilidad para tener a mano los palos.
El kirchnerismo cultural ocuparía lugares decorativos como el anunciado “ministerio de Economía Popular”, es decir, el que no maneja recursos o administra la escasez de la asistencia social.
El candidato va definiendo la fisonomía del “proyecto” y los hombres que tomarán el mando para darle forma y valores concretos al epigrama “mantener lo que haya que mantener y cambiar lo que haya que cambiar”; que se traduce como ajustar lo que haya que ajustar, devaluar lo que haya que devaluar y pegar donde haya que pegar.
Es una perfecta manera de no decir nada o un significante vacío que no es ni una cosa ni la otra, sino todo lo contrario.
La transcripción al terreno económico la lleva adelante el asesor estrella que viene levantando el perfil, Miguel Bein. Aunque con un lenguaje tecnocrático poco accesible al común de los mortales.
De esta manera, en la orquesta que comanda Daniel Scioli, unos tocan el violín del cualunquismo vacío, mientras otros ensayan un sofisticado tecnicismo. Pese a esto, en los intersticios del discurso emerge una definición difícil de ocultar: el ajuste.
Luego de que Bein participara de un programa en el prime time de la TV nocturna junto a Scioli, su consultora publicó un informe. En el balance afirma que “el aumento de los salarios en dólares en 2010 y 2011 (50% en dos años) y la desaparición del superávit fiscal, consecuencia de la estrategia de recuperar el caudal político perdido en 2009 con la crisis, también anticipó la llegada de la restricción externa por otra vía”.
Es paradójico que un hombre que es número puesto para manejar alguna de las áreas estratégicas de la economía en un eventual gobierno de Scioli, haga una crítica demoledora a los últimos cinco años de gestión del “modelo”.
Para Bein, la recuperación salarial (que se limitó a una fracción de los trabajadores y luego se licuó con la inflación pos devaluación) y el gasto fiscal, fueron una especie de “populismo” llevado adelante para recuperar el caudal político perdido en 2009 (año de derrota electoral del kirchnerismo).
El informe además sintetiza una receta y bosqueja un programa de salida para las contradicciones económicas del país: “(…) financiar inversión productiva y graduar las correcciones de precios relativos necesarias para recomponer la rentabilidad de los sectores generadores de divisas que aseguren el repago de la deuda. Sin margen para correcciones bruscas del tipo de cambio, se requiere avanzar por la vía fiscal. Esto implica una agenda que normalice la carga tributaria sobre el comercio exterior y en paralelo otra agenda de reordenamiento de los subsidios mal direccionados que financie la caída de la recaudación, promueva el uso racional de la energía y reduzca el déficit de divisas”.
Por supuesto que -como ya lo había afirmado en otras ocasiones-, esta hoja de ruta “requiere, además, la construcción de un acuerdo social (…)”.
Traducido: congelar los salarios con un pacto social (terminar con las paritarias), bajar las retenciones (“normalizar la carga tributaria sobre el comercio exterior”), aumentar tarifas para poder quitar subsidios, y volver a endeudarse para lograr inversiones a las que se les garantice “productividad”. Todo el paquete puede ir acompañado de una devaluación que no debería ser “brusca”, pero que debe llevarse adelante.
“Me parece no tan estúpido decir que en el primer trimestre de 2016 tendremos un cierto nivel de devaluación”, acaba de afirmar Thierry Koskas, el presidente de Renault Argentina. Ni lerdo, ni perezoso, el francés lo tradujo al lenguaje universal de las ganancias empresarias, aunque lo adorne con algunos simpáticos argentinismos.
El espejo de Brasil y los nombres del gabineteEsta semana, Scioli recibirá la visita del expresidente de Brasil, Luiz Inácio “Lula” da Silva.
Atrás quedaron los años en los que gracias a la expansión económica muchos manifestaban su orgullo por el “compañero presidente”. Pero el Lula actual visita la Argentina en carácter de representante de un país que vive los tiempos del cólera de un ajuste intenso.
Mientras Lula agita a los cuatro vientos que “hincha por Scioli”, el ministro de Economía del gobierno de Dilma Rousseff, Joaquím Levy, elogió estos días en Madrid el ajuste del Partido Popular, afirmando que “España ha tenido la determinación de recortar gastos y ajustar ingresos durante la crisis y ahora crece”. Al ministro lo apodan “manos de tijera” y no precisamente por su pasión por la inclusión social.
En Brasil gravitan mucho más las filosas manos de Levy que la hinchada por la que toma partido Lula en las elecciones argentinas. Aunque habría que avisarle que la devaluación y el ajuste no estarían resultando para levantar la economía del país continente en el marco una profunda crisis mundial.
También por estos días comenzaron a levantar el perfil y a filtrarse intencionalmente los nombres que conformarían el equipo de ministros y secretarios de Scioli.
Para Economía, el cargo todavía no está definido pero probablemente Scioli divida el área en dos o tres sectores. Miguel Bein iría a Finanzas, Silvina Batakis a Hacienda y Miguel Peirano a Industria. También habrá un lugar para Mario Blejer, un hombre con un currículum (o prontuario) similar a “manos de tijera” Levy.
El neuquino Jorge Sapag, ocupará la cartera de Energía. Este martes, Sapag encabezó un encuentro de los gobernadores de las provincias petroleras con Scioli, donde reclamaron que se mantengan los “precios cuidados” (caros) del petróleo en la Argentina (pese a la baja de los precios internacionales) como única manera de mantener la “rentabilidad”. A Bein le preocupan mucho las “distorsiones” salariales, pero no tanto estos subsidios que de hecho tienen las multinacionales petroleras.
Para Agricultura, Scioli piensa en Omar Perotti, hoy candidato a senador por Santa Fe, hombre oriundo de Rafaela, “corazón productivo” (sojero) de la provincia y de históricas simpatías con el campo, especialmente con sus dueños. “Normalizar la carga tributaria del comercio exterior” precisa de hombres de confianza.
Finalmente, para Seguridad, continuaría Sergio Berni, pero ya no como secretario, sino como ministro. Si hay algunos dispuestos a mover las manos de tijera, corresponde que haya alguien con facilidad para tener a mano los palos.
El kirchnerismo cultural ocuparía lugares decorativos como el anunciado “ministerio de Economía Popular”, es decir, el que no maneja recursos o administra la escasez de la asistencia social.
El candidato va definiendo la fisonomía del “proyecto” y los hombres que tomarán el mando para darle forma y valores concretos al epigrama “mantener lo que haya que mantener y cambiar lo que haya que cambiar”; que se traduce como ajustar lo que haya que ajustar, devaluar lo que haya que devaluar y pegar donde haya que pegar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario