martes, 3 de septiembre de 2013

Bombardeando por la paz

El oxímoron de la guerra humanitaria



Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Los bombardeos de gran altura y ataques con misiles de largo alcance siempre causan pesadillas de niños muertos y veteranos suicidas. Los planes del presidente Obama de atacar con cohetes a otro país de Medio Oriente sin mandato de las Naciones Unidas se están justificandfo con referencias a acciones perversas de otros, en este caso los jefes supremos de Siria.
La ampliación de la guerra por encargo entre Irán y Arabia Saudí que se libra en Siria llevará a la catástrofe. El general Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor Conjunto de EE.UU. lo sabe y ha expresado su fuerte oposición incluso a una intervención limitada en Siria.
El presidente O-bomb-a calificará sus “ataques de precisión” de castigo justiciero por el crimen del uso de armas químicas, pero será una exageración. Peor que si la sartén le dice al cazo, apártate que me tiznas, que si el napalm dice que el uranio empobrecido es un veneno.
El mayor abastecedor de violencia química del mundo
Ningún país del mundo es más culpable de la utilización de productos químicos como armas de guerra que EE.UU., incluso contra su propio pueblo.
El Instituto Nacional del Cáncer (NCI) reveló en 1997 que 90 (de 235) ensayos de bombas nucleares arrojaron 150 millones de curíes de yodo-131 sobre todo entre 1952 y 1957. El NCI estableció que los 160 millones de personas de EE.UU. de entonces fueron contaminados por el radioyodo. El estudio reveló que provocaría entre 25.000 y 75.000 cánceres tiroideos en EE.UU. y que un 10% serían fatales. El Instituto de Investigación Energética y Medioambiental señaló que el cálculo superior de “75.000 es más plausible, ya que el cálculo inferior supone que las dosis de radiación interna de yodo-131 son ‘solo cinco veces más peligrosas’ que la misma dosis de radiación externa. Esta suposición es muy dudosa, no se basa en datos humanos y no protege la salud pública”.
En Vietnam, de 1962 a 1969, EE.UU. pulverizó más de 45 millones de kilos de toxinas como el Agente Naranja sobre 1.650.000 hectáreas. Nuestra guerra química destruyó más de 186.000 hectáreas de cultivos y actualmente la Cruz Roja Vietnamita informa de que 150.000 niños tienen anormalidades genéticas causadas solo por la exposición a Agente Naranja. Se informa de que unas 388.000 toneladas de nuestra gasolina químicamente gelificada –napalm– se lanzaron sobre el Sudeste Asiático entre 1963 y 1973, en comparación con 32.357 toneladas utilizadas en Corea durante tres años y 16.500 toneladas lanzadas sobre Japón en 1945.
En 1991, más de 400 toneladas de municiones de uranio “empobrecido” (UE), se dispararon en Irak y Kuwait durante la Guerra del Golfo. El Boletín de los Científicos Atómicos informó de que se dispararon 940.000 proyectiles de UE de 30-mm de la Fuerza Aérea y 4.000 granadas antitanque de UE de 120-mm del Ejército. Solo los “revienta tanques” contenían 25 toneladas de uranio. Otras 170 toneladas se usaron en el bombardeo y ocupación de Irak en 2003.
En su introducción al libro Depleted Uranium publicado en 2003, Peter Low dice sobre el uso de esas municiones tóxicas que: “La gente responsable de la propagación de 400 toneladas de UE en esa zona [sur de Irak] en 1991 estaban realizando una especie muy peculiar de experimento en el cual los ‘conejillos de Indias’ eran los soldados y civiles presentes… y en el cual los ‘experimentadores’ no querían conocer los resultados”. Un Informe de la Organización Mundial de la Salud ha encontrado enormes incrementos de malformaciones genéticas en el sur de Irak, donde nuestro UE se utilizó ampliamente. Los doctores del hospital de maternidad de Basora dijeron a la BBC esta primavera que han visto un aumento del 60% en los defectos genéticos como espina bífida desde 2003.
El Pentágono admite que en 1994 y 1995 disparó cerca de 10.800 proyectiles de UE en Bosnia, cerca de 3 toneladas. Más de 31.000 proyectiles, unas 10 toneladas, lanzaron EE.UU. y la OTAN en Kosovo en 1999. El UE también ha contaminado grandes partes de Okinawa, Panamá, Puerto Rico, Vieques, Corea del Sur, Nuevo México, y otras bases y campos de tiro al blanco.
La memoria de cientos de miles de civiles asesinados o intoxicados por EE.UU. en Irak, Afganistán, Kuwait, Bosnia, Kosovo, Somalia y Yemen debería dar que pensar a los guerreros entusiastas de nuestros días. Pero parece que solo les interesa vender armas.
John LaForge, codirector de Nukewatch, un grupo de vigilancia nuclear y justicia ecológica en Wisconsin, edita su boletín trimestral y escribe para PeaceVoice ( www.peacevoice.info ).
Fuente: http://www.zcommunications.org/bombing-for-peace-by-john-laforge.html