miércoles, 31 de julio de 2013

Intervenciones militares… ¿humanitarias?










Revista Pueblos


La decisión unilateral de Francia de intervenir en Malí, meses antes de la misión prevista por la ONU, ha hecho que 2013 se iniciara formalizando definitivamente la apertura de un nuevo frente bélico para Occidente. Un frente que podría ampliarse a todo el Sahel. Una vez más, se lleva a cabo en nombre de la “guerra contra el terrorismo” y en defensa de la población civil. Pero, ¿es ésa la motivación real de intervenciones como las de Afganistán, Irak, Libia o ahora Malí?
La frontera de la legalidad o ilegalidad de una intervención militar “humanitaria” es tan difusa como las fronteras en el desierto del Sahel. Del concepto de “no injerencia” del Tratado de Westfalia se pasaría luego al de “derecho de injerencia” y, tras el fin de la Guerra Fría, al “intervencionismo humanitario”. El loable cometido de éste es, oficialmente, el de “crear el entorno de seguridad necesario en un determinado país o región para que organismos humanitarios puedan, ante catástrofes naturales o conflictos bélicos, hacer llegar ayuda humanitaria a la población civil”.
En el siglo XXI se reforzaría con la idea de “responsabilidad de proteger”, con fronteras también muy difusas, con las “misiones de pacificación”, de “interposición”, de “protección de la población civil” y un largo etcétera.
Algunos analistas entienden que la profusión de resoluciones aprobadas por la ONU durante los últimos 15 años se explican por el intento de redimir las culpas por su actitud en Somalia en 1991 o su vergonzosa pasividad ante las matanzas de “limpieza étnica” en Ruanda en 1994 y Bosnia-Herzegovina en 1995.
Sin embargo, la abundancia de resoluciones no parece haber ayudado para que la ONU y las grandes potencias cambiaran las características de las intervenciones militares. Los casos de Afganistán e Irak son muestra de ello. Dos países devastados por guerras en los 80 y 90, que volvieron a ser escenario de nuevas guerras a partir del 11-S, y lo siguen siendo todavía. Una sangrante prueba del fracaso de la comunidad internacional.
Armas químicas estadounidenses para Sadam Husein
Coincidiendo con el fin de la Guerra Fría y el inicio del Nuevo Orden Mundial, tanto la ONU como la OTAN no objetaron que EEUU hiciera creer a Sadam Husein que no reaccionaría si lanzaba una operación para recuperar Kuwait. Así hizo caer en una trampa al viejo aliado, ya inservible.
La OTAN y la ONU aceptaron, también sin discusión, aquel alarmista informe de la CIA sobre las armas químicas en poder de Sadam. Ese informe no decía, sin embargo, –lo desveló luego el congresista demócrata Robert Byrd– que buena parte del arsenal biológico utilizado por Irak, tanto contra los rebeldes kurdos como en la guerra contra Irán (1980-1988), eran cepas de ántrax y botulismo enviadas por EEUU.
Años después, en septiembre de 2002, The New York Times publicó testimonios de oficiales estadounidenses en los que aportaban detalles de cómo el gobierno de Ronald Reagan había destinado a 60 oficiales de la Agencia de Inteligencia de Defensa (AID) para proporcionar a los mandos militares de Sadam valiosa información sobre las tropas iraníes, así como para preparar conjuntamente las tácticas a utilizar en las batallas.
En aquellos años 80, la administración Reagan no sólo había montado la gran operación de entrenamiento y financiamiento de la contra nicaragüense desde territorio hondureño para derrocar al gobierno sandinista, sino que también apoyaba en Afganistán a los mujaidin para combatir contra las tropas soviéticas que ocupaban ese país, y apoyaba igualmente a Sadam Husein para que acabara con el flamante gobierno del ayatolá Jomeini.
Washington conocía bien el armamento de Irak, país que se convirtió en 1985 en el primer importador de armamento del mundo, gastando 1.000 millones de dólares al mes. Parte de ese material eran elementos para fabricar armas químicas, y procedía de EEUU.
¿Qué hizo la ONU para frenar esa operación encubierta que llevaban a cabo varios países en apoyo de Irak y en contra de Irán, armándolo incluso de armas químicas? Nada.
A todas luces era una guerra por el control del petróleo iraní. La revolución islámica había acabado con el gobierno del prooccidental y laico régimen del sha Reza Pavhlevi, lo que alteraba totalmente las reglas de juego y hacía peligrar el suministro del petróleo a Occidente.
A pesar de los apoyos recibidos, Sadam no pudo aplastar a la naciente revolución islámica. Con ello dejó de ser útil y resultaba incontrolable y peligroso. EEUU quería deshacerse de él. Lo indujo a invadir el emirato de Kuwait y, con ello, Washington obtuvo sin problemas el apoyo de la ONU para atacarlo. Había violado el territorio soberano de otro país.
A fines de agosto de 1990, pocas semanas después de esa invasión de Kuwait, el Consejo de Seguridad aprobaba su primera resolución de condena contra Sadam, la 660, a la que seguirían las 665 y 670, para culminar con la 678, que dio luz verde al uso de la fuerza.
EEUU lideró la mayor fuerza militar multinacional –participaron 34 países, entre ellos España– que se hubiera visto desde la II Guerra Mundial.
Las ‘guerras contra el terror’ de Bush y la ONU
El 12 de septiembre de 2001, un día después del 11-S, Bush junior consiguió que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobara la resolución 1.368 en la que se reconocía el derecho de EEUU a su “legítima defensa individual o colectiva”. La 1.373, reafirmó luego, aún más, el “derecho de defensa” de EEUU.
Washington invocó también, en el Consejo de la OTAN, el artículo 5 de su Tratado, nunca utilizado hasta el momento, por el cual un país miembro que sufre un acto de guerra, puede reclamar la acción solidaria de los restantes miembros.
Ni la ONU ni la OTAN pusieron objeción alguna, ni entonces ni después, a pesar de comprobar que Bush hacía una interpretación libre del “derecho de defensa”, y que, sin detenerse a mostrar a la ONU y a sus aliados sólidas pruebas contra el régimen de Kabul, decidía iniciar los demoledores bombardeos contra Afganistán en octubre de 2001.
A pesar de las numerosas irregularidades cometidas en relación a lo que determina la Carta fundacional de la ONU, esa nueva guerra fue reconocida como “legal”.
EEUU encontró en el argumento de la “legítima defensa” la coartada para iniciar su ansiada invasión de Afganistán. En los años 80 se había limitado a armar y entrenar en países vecinos a las milicias yihadistas que combatían contra el régimen apoyado por la URSS. Años en los que Obama bin Laden era aliado de EEUU; estaba en el bando de los buenos.
Tras derrocar al régimen talibán, EEUU logró imponer en la presidencia, hasta el día de hoy, a Hamid Karzai, un ex ejecutivo de la gran corporación energética estadounidense Unocal. Y ésta era precisamente la multinacional que hasta 1998 participaba como socia mayoritaria del consorcio que negociaba con el régimen talibán la construcción de un gasoducto que debía atravesar Turkmenistán, Afganistán, Pakistán, el mar de Arabia y el océano Índico.
A diferencia de esa guerra de Afganistán, calificada de “legal”, la segunda guerra contra Irak, iniciada en 2003, fue denunciada inicialmente como “ilegal”, como una guerra “unilateral” y de “agresión”. Pero su calificación cambiaría de estatus en poco tiempo.
EEUU, junto a Reino Unido, a la España de Aznar y a otro puñado de países, hicieron caso omiso a las resistencias que tenían a lanzar una nueva guerra contra Irak países como Alemania, Francia, Rusia y otros, que reclamaban pruebas fehacientes de la existencia de las “armas de destrucción masiva”. Pero EEUU sabía que los cerca de 2.000 inspectores especializados en armas de destrucción masiva que actuaban sobre el terreno nunca las encontrarían.
Sus expertos conocían que esas armas ya no existían, que, o habían sido destruidas en la guerra 1990-1991 o durante los 12 años posteriores en los que Irak fue sometido a un férreo embargo por parte de los vencedores.
Pero, otra vez el olor del petróleo atraía con irresistible fuerza al petrolero Bush y sus aliados. Ante la imposibilidad de recuperar el control de Irán, Irak se hacía más importante aún. El petróleo, el gas, más el apetitoso botín que suponían y suponen las costosísimas obras de reconstrucción del país.
¿Cuál fue el papel de la ONU y de la comunidad internacional? Nuevamente, doblegarse. Alemania y Francia, que habían rechazado durante meses una acción militar apresurada contra Irak, cambiaron radicalmente de postura ni bien fue derrocado el régimen de Sadam. Tuvieron terror a perder su parte en el botín que ofrecía el Irak post Sadam.
Y otro tanto hizo Kofi Annan, el secretario general de la ONU, que pronto legitimó la ocupación de Irak, y haciendo una interpretación libre de la Carta Magna de Naciones Unidas, nombró a EEUU y Reino Unido “fuerzas ocupantes”, lo que les confirió poder para gestionar la actividad económica, política y militar de ese país.
La primavera árabe y la guerra de Libia
La primavera árabe en los países del norte de África irrumpió con fuerza en el escenario mundial a partir de diciembre de 2011, tiró abajo a los dictadores de Túnez, Egipto y Libia, intenta todavía hacerlo en Siria, y obligó a mover ficha a déspotas como los de Marruecos y Argelia. Europa, más aún que EEUU, tardó en reaccionar frente a semejante terremoto, quedó descolocada. Sus relaciones económicas, financieras y militares con todos esos regímenes antidemocráticos, se vio alterada bruscamente en cuestión de días.
Pero, finalmente, la Unión Europea (UE), al igual que EEUU, se adaptó a los nuevos vientos, se distanció de los déspotas que llevaban décadas en el poder, e intentó e intenta que los nuevos gobiernos sean dóciles a la hora de negociar, y que abracen entusiastas el libre mercado y las recetas neoliberales.
El caso libio fue el primero de la primavera árabe que dio lugar a una intervención militar extranjera. El resultado, un verdadero boomerang, que ha hecho que hoy haya tantas divisiones en la UE a la hora de decidir si repetir la experiencia en Siria.
Gadafi había sido acusado por Washington de estar detrás de los atentados terroristas en 1985 contra los aeropuertos de Roma y Viena, y de un ataque a una discoteca de Berlín frecuentada por soldados estadounidenses. Por ello, en 1986, Ronald Reagan hizo bombardear su jaima, en la que murió su hija Jana.
En 1988 se acusó a Libia de estar detrás del atentado contra un avión de Pan Am en pleno vuelo sobre Escocia, que provocó 270 muertos. Y Gadafi terminó aceptando su responsabilidad, entregando a los agentes acusados por Reino Unido e indemnizando a las víctimas.
Corría el año 2003, Gadafi, había comenzado su gran giro. Ese año anunciaba la eliminación de su programa de armas de destrucción masiva y, tras ello, EEUU reanudaba las relaciones diplomáticas. En 2009 lo hacía la UE, que comenzó a recibir diariamente más de un millón de barriles de petróleo libio.
Berlusconi estableció una estrecha relación económica y política. Sarkozy está siendo investigado ahora por la acusación de haber financiado parte de la campaña electoral que lo llevó a la presidencia de Francia con dinero de Gadafi.
Obama estrechaba la mano de Gadafi en un encuentro en Italia entre el G-8 y los países africanos. Para Occidente, Gadafi se había abuenado. Pero el idilio terminaría al irrumpir en escena un protagonista no invitado: el pueblo libio. Y Gadafi, el más antiguo dictador de toda la región, mostró su cara más sangrienta, ordenando matar, en una desesperada lucha por aferrarse al poder. Occidente se vio obligado a actuar.
Paradójicamente, fue Sarkozy quien tomó la iniciativa y, aprovechando la ambigüedad de la resolución 1.973 de la ONU –que hablaba de “responsabilidad de proteger a la población civil”–, envió una flotilla de cazas a bombardear posiciones libias. La operación Oddissey Down quedó pronto bajo control del Africom, el poderoso mando regional de EEUU para Africa.
La resolución no autorizaba explícitamente el uso de la fuerza pero esa imprecisión fue utilizada por la OTAN para tomar abiertamente posición a favor de uno de los bandos, como una fuerza de los rebeldes más.
Armas y combatientes de Libia a Malí
Mientras Libia se sumía en una situación caótica tras la muerte de Gadafi, con enfrentamientos sangrientos en el seno de las filas rebeldes, miles de combatientes tuareg reclutados por Gadafi y yihadistas salafistas que combatieron contra él se aprovisionaban con las armas suministradas por las potencias atacantes y con las de los propios arsenales libios, e iniciaban rumbo hacia Malí. Ya había advertido de ese peligro la Unión Africana en su cumbre en Mauritania en marzo de 2011.
El yihadismo no reconoce fronteras desde que EEUU le ayudó en los 80 a lanzar contra el Ejército Rojo en Afganistán la primera yihad del siglo XX y crear Al Qaeda.
Otra vez volvió a ser Francia –en este caso de la mano de François Hollande– quien lanzó la intervención militar a pedido del antidemocrático poder militar de Malí, surgido del golpe de Estado que en marzo de 2012 derrocó al presidente Touré. Los rebeldes estaban por apoderarse de la capital, Bamako, y Francia decidió actuar.
A pesar de haberse adelantado unilateralmente a la intervención aprobada por la ONU para octubre de 2013 con tropas africanas, la ONU, la UE, al igual que la OTAN, legitimaron rápidamente la intervención y se sumaron a ella.
Hollande declaraba que Francia no tenía ningún interés propio en el conflicto y los medios de comunicación así lo repitieron. Ocultaba así que Francia nunca abandonó el control económico, político y militar de sus ex colonias independizadas a inicios de los años 60. Sarkozy ya intervino en Costa de Marfil en 2011.
La historia se repite. Francia no se resigna a perder ni en manos de China ni de los salafistas el control de recursos naturales tan valiosos.
Malí es el tercer productor de oro del mundo; cuenta con uranio y la petrolera francesa Total explora su subsuelo en busca de petróleo. Es fronterizo con siete países, entre ellos Níger, donde Francia explota, a través de la multinacional Areva, dos de sus minas de uranio, de las cuales extrae el 40 por ciento del mineral que necesita para mantener en funcionamiento a sus 59 reactores nucleares.
España participa en Areva con un 10 por ciento de su capital a través de la empresa Enusa. No es casual que estuviera entre los primeros países en enviar militares para apoyar la intervención en Malí. El destacamento Marfil –forma parte de la misión de entrenamiento de la UE (EUTM Malí)– protege la base de Koulikoro, cerca de Bamako, y forma al ejército maliense, denunciado sistemáticamente por sus graves violaciones a los derechos humanos. Ese ejército que reprime a diario –al igual que lo hacen los militares en Níger– a quienes se manifiestan contra el expolio de sus riquezas naturales y contra la contaminación de su medioambiente.
EEUU ha obtenido autorización de Níger para instalar una base de sus mortíferos aviones no tripulados, los drones, reforzando el fuerte despliegue que Francia tiene en todo el Sahel. A nadie se le escapa que la intervención en Malí puede extenderse a todo el África subsahariana.
Una vez más, y al igual que hacía Bush con su guerra contra el terror, las potencias intervinientes justifican su actuación ante los avances del terrorismo yihadista. Sin duda un peligro real, pero un planteamiento falso, hipócrita.
Lo que ocultan es cuánta responsabilidad han tenido en su auge, con su avaricia neocolonialista para controlar los recursos de esos países; con su complicidad interesada con múltiples dictadores; con su visión cortoplacista que les lleva a alianzas con sectores extremistas que luego se convierten en boomerang; con los atropellos constantes contra la población civil a la que dicen defender y que, en definitiva, es la que sigue poniendo los muertos.

Roberto Montoya es periodista y escritor especializado en política internacional. Autor, entre otros, de los libros El imperio global y La impunidad imperial.
Artículo publicado en el número 57 de Pueblos – Revista de Información y Debate, tercer trimestre de 2013.

martes, 30 de julio de 2013

Cumbre de Movimientos Sociales de la ALBA Declaración de Guayaquil







Nosotros, Movimientos Sociales de América Latina y El Caribe, reunidos en Guayaquil, Ecuador,el 29 y 30 de julio de 2013, para celebrar la Cumbre de Movimientos Sociales de la ALBA, con el desafío deprofundizar nuestras propuestas de participación protagónica, en la construcción de esta gran alianza de los pueblos y de fortalecer el Poder Popular en nuestros países y en la región, rendimos homenaje al legado de Hugo Chávez, y expresamos:

La ALBA es el resultado de la lucha de los pueblos que, en resistencia al capitalismo neoliberal y a sus fórmulas de tratados de libre comercio, generó una visión alternativa y transformadora de integración, basada en principios de cooperación, complementariedad, solidaridad y justicia, es decir aquellos que subyacen a las formas de convivencia y de subsistencia propias y que son hoy la pauta de lo nuevo, del futuro que se abre camino en Nuestra América.

Una integración de los pueblos y para los pueblos implicaun salto democrático inédito,que pasa por redefinir las instancias de toma de decisiones, ampliándolas con un sentido de simetría y complementariedad entre las representaciones de gobiernos y las de los movimientos sociales. Invitamos, por ello, a avanzar en una incorporación orgánica y plena del Poder Popular en el proceso de toma de decisiones de la ALBA.

Reafirmamos la vocaciónde soberanía de nuestros pueblos, nos reconocemos en el horizonte de transformación integral quela ALBA levanta,en sus principios y en sus estrategias en procura del ‘bien común’. Nos sentimos parte de sus esfuerzos para generar nuevas relaciones políticas y geopolíticas, formuladas con pensamiento propio, desde la región Latinoamericana y del Caribe, que es su espacio de geo economía endógena.

Defendemos decididamente la visión de la ALBAque buscan un nuevo orden mundial multipolar y pluricéntrico, basado en relaciones políticas y económicas internacionales horizontales, respetuosas de los equilibrios entre humanos y naturaleza.

Alentamos a nuestros gobiernos a profundizar la construcción de una América Latina y un Caribe liberados de todo rezago de patriarcado, de racismo, de colonialismo, de neocolonialismo, del dominio del capital, del control de los emporios financieros y mediáticos ydel poder de las transnacionales.

Llamamos a la ALBA a emprender un proceso intensivo e integral para despatriarcalizar los Estados y los alentamos a avanzar sus políticas públicas y de reconocimiento de la diversidad sexual y de género, y así lograr los derechos de todas las personas a decidir libremente sobre su cuerpo y su sexualidad.

Consideramos fundamental sumar compromisos, acciones y creatividad para profundizar un cambio estructuralintegral en los países ALBA, donde nuestras luchas por la justicia, en dialogo con el derecho a la existencia y proyección histórica de todos los pueblos ancestrales y afrodescendientes, fructifiquen en las visiones del Socialismo en el Siglo XXI, de Buen Vivir / Vivir Bien, y otros procesos de transformación. Los avances y concreciones de estos procesos, son sin duda el mejor aporte de los pueblos y Movimientos que han hecho suya la propuesta de la ALBA en sus luchas de resistencias al capitalismo.

En el camino para construir sistemas económicos sociales y solidarios en nuestros territorios, las experiencias que viene desarrollando con éxito la ALBA, con enfoque de cooperación y complementariedad, son de la mayor importancia. Abogamos por el fortalecimiento y multiplicación de iniciativas como las Grannacionales y Petrocaribe, que plasman formas de articulación e intercambios económicos justos y complementarios, que abren otras posibilidades de eficiencia y sostenibilidad económica.

El rol de la ALBA frente al imperativo de la Soberanía Alimentaria en nuestros territorios es estratégico, más aún en un contexto de crisis alimentaria mundial,producida principalmente por las prácticas especulativas del agronegocio, de los asedios para universalizar biotecnologías, que amenazancon destruir nuestro acervo de capacidades propias de producción y autosustento. Urgimos a nuestros gobiernos a extender y profundizar todos los mecanismos contemplados en la ALBA, para asegurar que los procesos de producción, intercambio y consumo de alimentos se orienten de manera prioritaria a una verdadera revolución agraria, a la atención de las necesidades de nuestros pueblos, fortaleciendo las capacidades propias, recuperando saberes e impulsando esquemas de agroecología y comercio justo.

Respaldamos las iniciativas de nuestros países,para ampliar y consolidar una institucionalidad regionalcentrada en los intereses de nuestros pueblos, capaz de atender las múltiples dimensiones de una unidad regional de raíz Bolivariana, distinta y opuesta a los intereses extra regionales y a las lógicas neoliberales, que se encarnan en tratados de libre comercio y en tratados de inversión, diseñados para asegurar sin límites los derechos del capital a costa de los derechos de los pueblos.

Incitamos a los países de la ALBA a auditar los Tratados Bilaterales de Inversión –TBI-, a transparentar sus dinámicas y descartar estos y todos los instrumentos comerciales que colocan la reproducción del capital por encima de la reproducción de la vida.

Urgimos a acelerar el diseño e implementación de una arquitectura financiera propia, con fundamentos socialistas y de Buen Vivir/ Vivir Bien, con instrumentos financieros innovadores, distintos de los especulativos, y a acelerar la validación y el reconocimiento de las múltiples formas de intercambio, inherentes a la diversidad económica y productiva existente en la región.

Rechazamos cualquier intento de retorno al neoliberalismo, al gobierno directo del sector privado empresarial y sus ‘cámaras’,los intentos de remozar la hegemonía imperialista en el hemisferio que se expresa, entre otros, en el impulso de la llamada Alianza del Pacífico. Repudiamos la permeabilidad de aquellos gobiernos dispuestos a renunciar al afianzamiento de un tejido interrelacionado de mecanismos de integración regional, en beneficio de intereses elitistas y privados, lejanos del bien común.

Respaldamos las posturas de dignidad expresadas por nuestros gobiernos, en defensa de los derechos de los pueblos a la autodeterminación y de las personas a la privacidad. Congratulamos sus esfuerzos por develar los mecanismos de control imperialista, tales como el espionaje, ola usurpación y almacenamiento de datos, sobre países y personas. Los alentamos a continuar con sus posturas soberanas y decisivas, para defender los derechos de los afectados por el espionaje y de quienes lo transparenten.

Alertamos sobre el peligro que representa cualquier enclave, convenio o contrato para espiar, para hacerse cómplice de las ocupaciones territoriales y la militarización que, con pretensiones de control universal, imponen los Estados Unidos y la OTAN en todas las latitudes.

Respaldamos las iniciativas de soberanía tecnológica y del conocimiento impulsadas en nuestros países, los urgimos a ahondar sus esfuerzos por desarrollar mecanismos telecomunicacionales propios y de software libre.

Alentamos a todos los países ALBA a profundizar sus procesos de democratización de la comunicación y los incitamos a legislar en esta materia, para afirmar el derecho de los pueblos a comunicarse libremente y a afianzar modelos de redistribución socialistade los espectros radioeléctricos.

Congratulamos su visión estratégica al consolidar, de manera simultánea, los distintos mecanismos y procesos de integración regional, y desde el Sur. Aunamos nuestros esfuerzos de unidad hacia una Patria Grande y Socialista.

Guayaquil,30 de julio de 2013




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Minga Informativa de Movimientos Sociales
http://movimientos.org/

Cumbre de Movimientos Sociales del ALBA para una agenda común


ECUADOR
ALAI

Este lunes 29 de julio inició, en Guayaquil, Ecuador, la Cumbre de Movimientos Sociales del ALBA, evento conexo a la Cumbre de Presidentes que se realiza el día 30.

Con la presencia de unos 200 representantes de organizaciones sociales, de Ecuador, Venezuela, Bolivia, Cuba además de algunos otros países que no forman parte del ALBA, en las intervenciones del acto inaugural se destacó como eje importante de esta Cumbre la construcción de una agenda conjunta que se planteará a los gobiernos en vista de lograr cambios estructurales.

“El ALBA de los movimientos sociales no es solamente de una organización sino de toda la población de ese sector urbano, de ese sector rural, de ese sector indígena, y tiene que construirse esa diversidad de criterios para que sean acogidos por nuestros compañeros gobernantes”, señaló el dirigente campesino ecuatoriano Romelio Gualán.  Y en el mismo sentido, la ecuatoriana Irene León acotó: “Se decía que pensar era para los intelectuales, que los pueblos no teníamos que pensar.  Ese es otro instrumento de control que queremos deshacer”.

Las intervenciones subrayaron también la afirmación de soberanías y la solidaridad, particularmente con Venezuela y Bolivia ante las agresiones que han sufrido.   La Cumbre apunta, asimismo, a visibilizar más el ALBA nivel regional.  Otros temas de la agenda incluyen un llamado a desmantelar todas las cadenas del espionaje, las propuestas desde los movimientos para un cambio en la matriz productiva y la acción frente a las empresas transnacionales, entre otros por los juicios planteados en el marco de los tratados de protección de las inversiones.

Horizonte del Siglo XXI

Los conceptos de soberanías y solidaridad como esencia de la integración, las políticas en materias primas en el marco del ALBA y los proyectos del Pentágono para establecer un control total del mundo estuvieron en debate en la primera jornada de la Cumbre de Movimientos Sociales del ALBA, que se inauguró este lunes 29 de julio en Guayaquil, Ecuador, bajo el tema: “ALBA: El Horizonte latinoamericano del Siglo XXI”.

Ana Esther Ceceña, integrante de la Red de Intelectuales en Defensa de la Humanidad, opinó que “somos muy auto-referenciados, partidarios de la cultura del ombligo” y creemos que está todo bien.  Pero – reiteró– el mundo es muy complicado y el ALBA es un desafío, “un desafío a los poderes establecidos en el mundo”.

La académica mexicana alertó en torno al ideario del Pentágono, que sostiene que “para poder controlar el mundo, para mantener una posición hegemónica, es necesario dominar el espectro completo. Abarcar todo el espectro”.  La noción de dominación total del espectro incluye controlar el espectro social, precisó.  Esto es, no basta con controlar un gobierno, pues “hay que controlar la educación, crear un mundo que sea un mundo a imagen y semejanza de aquello que es el ‘American way of life’... implica que nosotros mismos estemos convencidos de que es la mejor forma de vida y estemos convencidos de practicarla”.

En esta línea alertó que la USAID es una agencia del Pentágono para manejar la penetración suave, que parece ayuda humanitaria, que parece protección de grupos étnicos, y muchas otras cosas similares.  Citó a Michel Foucault quien afirmaba que “no hay mejor manera de derrotar a alguien que la soledad completa”.  Para Ceceña, aquel que está en soledad no existe, no es sujeto, y por eso se intenta aislar a los países del ALBA.  Según la analista mexicana, el Pentágono hizo un cálculo en las últimas elecciones venezolanas: “se cae Chávez, se cae el proceso”, y no fue así, por lo cual se ha buscado desconocer al presidente Maduro.

El proceso emancipatorio del ALBA, acotó, se debe construir en dos direcciones: enfrentando al Banco Mundial, al Fondo Monetario Internacional y a todas las iniciativas que buscan profundizar el capitalismo neoliberal, y mediante la descolonización, rompiendo lo que considera las “inercias colonizadoras” que se manifiestan en nuestra forma de ver el mundo.

Durante su intervención, el líder minero boliviano David Ramos resaltó que el ALBA-TCP permite repensar el comercio a partir de nuestras experiencias vividas, como punto de partida para contrarrestar los TLCs.  En este sentido, sostiene que no fue casualidad el hecho del 2 de julio, en el cual varios países europeos negaron el sobrevuelo del avión presidencial de Bolivia; “el secuestro del avión presidencial no es un hecho aislado... es precisamente para contrarrestar el proyecto ALBA-TCP”.

“Hoy por hoy, Evo Morales es la esencia, es la representación, es la voz anti-imperialista en América Latina y el Caribe”. El dirigente destacó que el presidente ha recibido apoyo de países que no comparten el proyecto político boliviano.

Como parte de las transformaciones profundas que debe impulsar el ALBA, Ramos subrayó la importancia de las materias primas, cuya producción y comercialización deberían regirse por políticas y propuestas de carácter estructural.  Como ejemplo destaca el caso de la quinua, de la cual Bolivia es el primer país productor.  El dirigente minero señaló que hay que “industrializar la quinua y no exportarla solamente como materia prima”.

Por su parte Irene León de FEDAEPS, Ecuador, recordó que el panel está dedicado a la memoria de Hugo Chávez Frías.  En torno a recientes afirmaciones hechas en diversos medios de comunicación comerciales, advirtió sobre la tentación de comparar cualquier cosa que se llame integración, en relación a la comparación que se ha hecho entre el ALBA y la Alianza del Pacifico.  “No se puede comparar cosas distintas, tan distintas que no tienen ningún punto de comparación... ¿cómo comparar un intercambio mercantil con una propuesta de intercambio solidario?”.

Para romper con las lógicas impuestas por el capitalismo global, León propuso declarar territorio endógeno a los países pertenecientes al ALBA, contrario a la lógica de producir para los mercados internacionales.  Para ello el concepto de soberanía es central; “soberanías ante todo y frente a todo, y sin esas soberanías no hay territorio endógeno”.  La mejor prueba de la importancia del ALBA, recalcó, es preguntarse cómo se vive la crisis del capitalismo en países que han desechado la posibilidad de crear otro intercambio más solidario, más justo.

La Cumbre terminará el día 30 con una gran marcha y un mitin con los presidentes de los países del ALBA, donde se entregará un pronunciamiento que sintetice las principales recomendaciones emanantes de la Cumbre de Movimientos.

Que volverá a pasar en Curuguaty



      “Una injusticia hecha al individuo es una amenaza hecha a toda la sociedad”
Mientras se reanuda la audiencia preliminar por el caso de la masacre de Curuguaty  encabezado primeramente por el fiscal Rachid y jueces cómplices que siguen de manera descarado imponiendo las leyes de los poderes facticos apareciendo y desapareciendo pruebas llevados por arroyos siempre tratando de justificar ríos de sangre de humilde inocente y de defender los  intereses de terrateniente y mafioso del país cumpliendo estrictamente los planes de criminalización a los humildes campesinos y campesina que reclaman sus derechos. No hay duda que estos es una amenaza para toda la sociedad Paraguaya, se pretende estructurar la nueva política agraria a favor de gremios empresariales transnacionales y desaparecer a las organizaciones campesinas en general, por medio  de libretos y planes de la mafia-jurídico y para-político que siguen desplazando comunidades campesina e indígena. ¿Por qué asesinaron al dirigente campesino  Vidal Vegas? ¿Por qué asesinaron a Benjamín Lezcano? , ¿Quién y cómo los asesinaron?

El caso Marina Cué puede extenderse por varios años porque esta ilegalmente pretendiendo al grupo privilegiado y mafioso de la familia Riquelme y correrán muchos dineros en maletines a los zamuros de cuellos blancos y garras ensangrentada sean: politiqueros, jueces, fiscales, matones y abogados, todos ellos bien protegidos por leyes e instituciones antidemocrática incluidos gobiernos golpista y régimen neoliberal en marcha.  Mientras todos puede seguir  pasando.

La 2000 hectárea de tierra de Marina Cue pertenecen al estado Paraguayo pero la injusticia seguirán predominando por encima de cualquier leyes y derechos por que la prioridad de un estado colonial, apátrida las necesidades del pueblos más pobre no está en la agenda, solo en los discurso en  tiempo de campaña electorales o cuando van a hipotecar el país a interés del gran capital se fundamenta en nombre de la reducción de la pobreza. 

Antes esta situación de la violación de los Derechos Humanos a través de mecanismo jurídico injusta e ilegitima hay una ley sagrada, luchar, luchar y luchar para tener  un pedazo de tierra para nuestros hijos e hijas. Cuando un campesino o campesina siembran una semilla está sembrando dignidad.”  Decía José Martí, en ese sentido los familiares de la masacre de Curuguaty recurren nuevamente  a lo legítimo seguir luchando por sus derechos y no dejar avasallar por la prepotencia, amenaza y criminalidad de los latifundista, transnacionales,  políticos corrupto que utilizan sus instituciones jurídicos y políticos para hacer renunciar de un derechos fundamentales como Paraguayo y Paraguaya. Según ultima informaciones el día de hoy donde se va reanudar la audiencia preliminar del caso Curuguaty, unos 100 compañeros y compañeras campesinos, familiares de víctimas de la matanza de Curuguaty, entre ellos mujeres y menores de edad, reingresó a la propiedad del estado Paraguayo conocida como Marina Cue, luego de permanecer acampando frente al terreno, a la altura del kilómetro 278 de la Ruta X, distrito de Yby Pytâ, departamento de Canindeyú, donde al instante más de 200 policía y fuerzas especiales se dirigieron al lugar, el fiscal José Zarza, quien interina a Jalil Rachid dio 1 hora para el dialogo pacifico al contrario ordenara el desalojo violento de los campesino, eso llevo a que se vuelvan a retirar del predio.

Esta situación nuevamente muestras que solo la resistencia y las ocupaciones de tierra es la garantía para una reforma agraria integral en el país, son herramienta de luchas muy viejos de los movimientos campesinos e indígenas del Paraguay que siempre se toparon con maltrato, manipulaciones, imputados asesinatos, es decir la criminalización violenta por parte del aparato represivo a estas luchas sociales,  pero hasta hoy siguen como única vía para alcanzar sus derechos económico, político, sociales y culturales.

 ¿Que volverán a pasar en Curuguaty?

No esperemos de nadie sino la de nosotros mismos.

José Gervasio Artigas

Del Rosario Igancio Denis Ingeniero Agroecologico Graduado en el Instituto Universitario Latinoamericano de Agroecologia Paulo Freire
PUBLICADO POR   http://www.alainet.org/active/66083&lang=es

publicado tambien en:   http://www.rebelion.org/noticia.php?id=171979

sábado, 27 de julio de 2013

Alta Curia Vaticana preocupado por los corderos rebeldes en Latinoamérica


Por Del Rosario Ignacio Denis
Muchas opiniones siguen recorriendo en el mundo por la decisión del vaticano de colocar un primer papa latinoamericano el Argentino Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco que está de visita en Brasil en la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud en la ciudad de Río de Janeiro! durante su primer viaje al extranjeros después de su elección en el mes de marzo. En medio de grandes protestas, reivindicaciones y reclamo de cambios estructurales llegan al continente nuestro americano haciendo una auto-crítica y llamando a una revolución de la fe a sus fieles.
Tendrán piedad las elites mundiales a las propuestas de liberación que de manera decidida se plantea en la región sudamericana con una lucha frontal contra la práctica y planes totalitaria del imperialismo norteamericano con sus aliados europeos, tendrán diferencia en reconquistar fieles católicos o reconquistar el patio trasero, estos corderos rebelde está claro en sus pecados pero firmes en sus luchas por un mundo multicentrico y pluripolar con una resistencia colectiva al proyecto fracasado del neoliberalismo, sin ahorrar sacrificio en la construcción de la gran patria para la humanidad
El papa Francisco criticó la corrupción, pidió "abandonar la cultura del egoísmo y el individualismo" para "eliminar el hambre y la miseria y poner fin a las injusticias sociales" y alertó: "No habrá armonía ni felicidad en una sociedad que ignora, margina y abandona en la periferia una parte de sí misma", que estrategia tendrán la alta curia del vaticano la organización más poderosa y rica de toda la Tierra detrás de estos discursos
En este tiempo histórico que vive la nuestras América unionista por la humanidad, la defensa de la pacha mama, por la vida y por la paz, su característica es reencontrar con su espíritu de diversidad valores culturales genuinos a nuestras identidad verdadera por encima de la fe alienante, dominante de los interés secretos de la elite económico y político en sus más profunda crisis y en decadencia. No cabe la menor duda que estos poderes de control sobre las religiones no se ejerce de una manera directa sobre los fieles de todas las iglesias, sino secretamente sobre sus cúpulas administrativas de dirección de las distintas denominaciones religiosas en pleno influencia en nuestros pueblos, por eso la revolución cultural es más necesario ante cualquier revolución de la fe. El hambre en el mundo tiene sus causa el control global al interés del gran capital, las pobreza son sus consecuencia, reducirla o saciarla es transformar un orden económico basado en la desigualdad, criminalidad e injusticia social, en un mundo capitalista no habrá paz mucho menos la felicidad, las cualidades y valores que lo diferencian el proyecto de liberación latino americano y caribeño es la unidad dentro de la diversidad, solidaridad entre los pueblos, y mantener como una zona de paz.
Sigamos la lucha y la revolución cultural nuestra americana.
Prudentes con los éxitos y firmes antes las adversidades.
Del Rosario Igancio Denis Ingeniero Agroecologico Graduado en el Instituto Universitario Latinoamericano de Agroecologia Paulo Freire

¡60º aniversario del asalto al Cuartel Moncada!





Se cumplen 60 años de una gesta político-militar, el asalto al Cuartel Moncada, que marcó el inicio de la guerra antioligárquica y antiimperialista que culminaría victoriosamente con el triunfo de la Revolución Cubana el 1º de Enero de 1959 y el inicio de la larga marcha hacia la Segunda y Definitiva Independencia de Nuestra América. Esa heroica operación fue liderada por tres brillantes y valientes jóvenes cubanos: Fidel Castro Ruz, quien a punto de cumplir 27 años era el jefe del operativo secundado por su hermano Raúl, un joven que apenas acababa de cumplir 22 años y Abel Santamaría, de 26, capturado vivo y torturado salvajemente para que delatara el nombre del jefe del alzamiento, cosa que no hizo y lo pagó con su vida. Fidel y Raúl libraron de correr esa suerte porque hubo demasiados testigos que los vieron cuando, pocos días más tarde, eran capturados por los militares de Fulgencio Batista, el dictador cubano. Poco después se montó una farsa jurídica, el célebre Juicio del Moncada, y allí Fidel Castro, abogado él, asumió su autodefensa y pronunció un discurso que visto con la perspectiva que otorga el paso del tiempo puede sin duda ser calificado como uno de los más excepcionales documentos políticos del siglo veinte.
A continuación reproduzco el Prólogo que escribiera para la edición definitiva y anotada de La Historia me Absolverá, publicada en la Colección Batalla de Ideas de Ediciones Luxemburg (Buenos Aires, 2005).   


Prólogo a La historia me absolverá 
La premonición de la Historia Atilio A. Boron • Buenos Aires
Suele decirse que hay textos, libros o discursos que son hacedores de la historia. La metáfora es expresiva pero, a la vez, engañosa. Lo primero, porque hace justicia a la extraordinaria importancia que un escrito puede excepcionalmente adquirir en el desencadenamiento de grandes procesos históricos. Pero también engañosa porque en su formulación inicial oculta un hecho decisivo: son hombres y mujeres quienes realmente hacen la historia. Las 95 tesis que el monje Martín Lutero clavara en las puertas de la Catedral de Wittenberg en 1517 no hubieran pasado de ser una disputa conventual, un intrascendente berrinche del monje agustino si no fuera porque tuvieron la capacidad de captar la sensibilidad de su tiempo. Fue sólo cuando las ideas del clérigo –aquel “rayo del pensamiento”, apelando a la expresión utilizada por el joven Marx a propósito de este asunto– tomaron contacto con el suelo popular que se convirtieron en poderosos instrumentos de transformación social. Algo parecido puede decirse de El Contrato Social , de Jean-Jacques Rousseau que, por supuesto, no “produjo” la Revolución Francesa ni ocasionó las guerras de la independencia de las colonias españolas en las Américas. Pero al igual que en el caso anterior, el escrito del ginebrino sintetizó, de algún modo, las aspiraciones de una época y permitió imaginar los contornos de la nueva sociedad que se estaba gestando en el vientre de la vieja. Lo mismo vale en relación a otro texto extraordinario, el Manifiesto Comunista escrito por aquellos dos geniales jóvenes alemanes a comienzos de 1848 y que con el correr de los años habría de convertirse en el heraldo de una nueva etapa histórica. Otro tanto puede decirse, por último, de El Estado y la Revolución , escrito por Lenin en medio de los fragores de la primera revolución socialista de la historia. No fueron los libros, o los panfletos, sino la articulación entre estos y las luchas de los pueblos los que movieron la historia.
La coyuntura del ‘53
La historia me absolverá pertenece a este mismo ilustre género. Se trata de un alegato extraordinario, un texto impresionante, sin duda uno de los más importantes de la historia latinoamericana, tanto por su contenido como por las condiciones bajo las cuales se produjo. Como es bien sabido, el 26 de julio de 1953 un grupo de jóvenes que constituían la oposición revolucionaria a la dictadura de Fulgencio Batista –avalada y sostenida militar y financieramente por el gobierno de Estados Unidos– se propuso tomar por asalto los cuarteles Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, y Moncada, de Santiago de Cuba. Esta radical decisión fue precipitada por la acelerada descomposición del régimen político batistiano y la capitulación de la oposición legal al mismo. Por ese entonces Fidel militaba en el Partido del Pueblo Cubano (PPC), una organización de vaga inspiración socialdemócrata, fundada por un honesto político cubano, el senador Eduardo Chibás, en 1947, como un desprendimiento del por entonces gobernante Partido Auténtico. La corrupción generalizada y la total capitulación de la dirigencia política, económica y social provocó el espectacular suicidio de Chibás en 1951, transmitido literalmente “en vivo” al final de una de sus periódicas, y muy populares, alocuciones radiofónicas. Fidel permaneció en el partido y al año siguiente fue designado como candidato a diputado para las elecciones previstas para junio de 1952. Pero el 10 de marzo se produjo el golpe de estado del coronel Fulgencio Batista, y el proceso electoral fue abortado.
Fidel había reiteradamente manifestado su disconformidad con la línea vacilante del PPC y la paralizante inoperancia de la oposición legal ante un régimen que, en plena Guerra Fría y alentado por sus mentores de EE.UU., se limitaba a la denuncia y a las protestas en el ámbito del Congreso. Sin embargo, su exigencia de que el partido adoptase una estrategia de oposición extraparlamentaria –apelando con esto a la mejor tradición revolucionaria cubana– había sido desoída. La pusilánime respuesta que el PPC ofreció ante el golpe de estado batistiano y su descarada violación de la Constitución de 1940, influida, según Fidel, “por las corrientes socialistas del mundo actual”, y cuyos contenidos progresistas reflejaban un momento de auge de la lucha de clases en Cuba, precipitaron la ruptura de Fidel con la dirección del PPC y su pasaje a la clandestinidad (p. 101).
Fue a partir de esos momentos cuando, bajo la dirección de Fidel, el grupo de jóvenes revolucionarios adoptó una estrategia insurreccional. Esta tenía como momento inicial la captura de un sitio emblemático de la dictadura para, a partir de ahí, precipitar la sublevación popular en una ciudad o una región. Dada la densa y prolongada tradición de lucha y rebeldía popular que desde la época de la colonia caracterizaban a la provincia de Oriente, cuna de las guerras de la independencia y el lugar donde, junto con Máximo Gómez, Martí desembarcara en 1895 para librar la que sería su última batalla por la liberación de Cuba, los revolucionarios decidieron atacar los mencionados cuarteles en el año en que se cumplía el centenario del nacimiento de José Martí. El ataque se llevó a cabo el 26 de julio y debido a circunstancias que el mismo Fidel explica en su alegato terminó en una derrota de las fuerzas insurgentes. Sesenta de los 135 integrantes del comando revolucionario cayeron, en su mayoría luego de que cesara el combate, víctimas de salvajes torturas y fusilamientos a mansalva. Fidel y un puñado de sus hombres lograron replegarse a la montaña, pero el 1º de agosto fueron arrestados por una patrulla del ejército cubano. Luego de permanecer más de dos meses en confinamiento solitario y bajo durísimas condiciones carcelarias, el 16 de octubre comienza un proceso legal en su contra y en el cual, dada la absoluta falta de garantías, el joven abogado de 27 años decide asumir su propia defensa.
Martí, Gramsci y la “batalla de ideas”
Lo anterior es el marco político e histórico en el cual Fidel pronuncia su célebre discurso. Veamos ahora los detalles concretos de las condiciones en que lo pronunció. Por empezar, el juicio no se llevó a cabo en ningún edificio del poder judicial de Santiago, sino en una pequeña sala de la Escuela de Enfermeras del Hospital Civil de esa ciudad. Para ello, nada mejor que reproducir textualmente lo que una periodista que pudo estar presente en el juicio, Marta Rojas, escribió en aquella jornada:

“El acusado doctor Fidel Castro no ha hecho ni un alto en su informe, a veces alza la voz, y él mismo se contiene; en instantes se inclina sobre la mesita que tiene de frente y casi habla en secreto. A medida que habla, improvisando siempre, hay más silencio en el recinto, no se escucha ningún otro sonido más que su voz pausada, como si conversara con todos, mira fijo al tribunal que lo atiende con gusto [...] los soldados están apiñados en la puerta y no disimulan su atención. A veces posa su vista en el retrato de Florence Nigthingale que preside el saloncito de las enfermeras y parece que conversa con ella. No tiene ni un papel, ni un libro con él [...] Todas las personas que lo han escuchado comentan su talento. Improvisó la pieza completa y la coloreó con pensamientos ajenos (de juristas), con trozos de alegatos y sobre todo con las palabras textuales de José Martí. Su postura [...] ha despertado verdadera admiración para con el revolucionario.” *
El excepcional alegato de Fidel –no improvisado sino profundamente meditado y sopesado, pero que fluía de su pensamiento con la frescura de las ideas que son dichas por primera vez– pronto trascendió las paredes de la Escuela de Enfermeras. Pese a la férrea censura de prensa, el pueblo cubano había comenzado a conocer los pormenores del asalto al Moncada. En principio, gracias a la irrefrenable indiscreción desatada, especialmente entre los asistentes de origen popular al singular proceso judicial, por la elocuencia y la contundencia argumentativa de Fidel que hizo que su alegato corriera como un reguero de pólvora por Santiago; y poco después, debido a la distribución clandestina del discurso, tarea a la que se entregaron con heroísmo y eficacia Haydée Santamaría y Melba Hernández, una vez cumplidas sus condenas. Remito al lector a la “Introducción” de Pedro Alvarez Tabío y Guillermo Alonso Fiel, con la que se abre la presente edición del alegato de Fidel, para un detallado conocimiento de las ingeniosas estrategias desarrolladas por este para re-escribir lo que había sido escrito y perdido, logrando la verdadera proeza de hacerlo en su celda y enviarlo extramuros burlando la vigilancia de sus carceleros. El 26 de julio no sólo tenía un líder de excepcional estatura política e intelectual; también disponía de una organización que estaba a su misma altura y que hizo posible “rearmar” La historia me absolverá a partir de cientos de pequeños fragmentos hábilmente remitidos desde la cárcel.
Para Fidel era evidente que no podían ahorrarse esfuerzos a la hora de librar lo que, utilizando un lenguaje de nuestros días, podríamos llamar la “batalla de ideas”. Esta era necesaria para contrarrestar los efectos negativos que, para el curso de la revolución, se desprendían de la derrota militar del 26 de julio. En un mensaje que hace llegar a sus compañeros desde su cárcel en la Isla de Pinos les dice que “no se puede abandonar un momento la propaganda, porque es el alma de toda la lucha”. En una síntesis magistral dice que “lo que fue sedimentado con sangre debe ser edificado con ideas”, advirtiendo además que en su alegato “está contenido el programa de la ideología nuestra, sin la cual no es posible pensar en nada grande”. De ahí su importancia decisiva. Citando a Martí, diría en su alegato que “un principio justo desde el fondo de una cueva puede más que un ejército” (pp. 41-42). La derrota militar obligaba pues a emprender una nueva batalla, esta vez saliendo a disputar con “las armas de la crítica” en el terreno de las ideas y el sentido común, requisito indispensable para la construcción de una nueva hegemonía. En este sentido puede decirse que Fidel aplica en la vida práctica de la lucha revolucionaria las recomendaciones formuladas, poco más de veinte años antes y también desde la cárcel, por el fundador del Partido Comunista Italiano, Antonio Gramsci: la conquista de la hegemonía es condición necesaria para el triunfo de la revolución. “La crítica de las armas” es infecunda si no va acompañada por “las armas de la crítica”. Martí y Gramsci constituyen el fundamento moral y político de la estrategia de Fidel.
Los resultados quedarán a la vista cuando, forzado por el clima de opinión crecientemente adverso generado por la extraordinaria divulgación del alegato, el tirano no tuvo más opción que la de amnistiar a Fidel, a su hermano Raúl y otros 18 participantes del asalto al Moncada. Su liberación se produciría el 15 de mayo de 1955 y la llegada de Fidel a la estación ferroviaria de La Habana se convirtió en una manifestación multitudinaria, cuyas proporciones sobrepasaron todo lo que los jóvenes revolucionarios esperaban. La concientización y movilización del pueblo cubano instalaban el proceso revolucionario en una nueva meseta, pero exigían un cambio radical de estrategia. El exilio de Fidel en México, a partir de julio de ese mismo año, y la fundación del Movimiento Revolucionario 26 de Julio y el encuentro con el Che serían los hitos de una historia destinada a culminar victoriosamente el 1º de enero de 1959.
Tesis políticas
Antes de invitar al lector a sumergirse en el texto, permítasenos decir algunas pocas palabras sobre su contenido. Su autor desmonta toda la ilegalidad e inconstitucionalidad del juicio al que se ve sometido por el estado cubano. Juicio que, como recuerda Fidel, el propio tribunal había caracterizado como “el más trascendental de la historia republicana” y pese a lo cual está viciado por las más flagrantes violaciones del debido proceso (p. 38). No pudo conversar a solas con un abogado y sólo se le permitió acceder a un minúsculo código; pero ningún tratado penal ni ningún libro pudo llegar a su calabozo, ni siquiera los de Martí. Ya antes de su alegato final, en una audiencia sostenida a mediados de septiembre, Fidel había declarado que el Apóstol “era el autor intelectual del 26 de julio” y que pese a que le negasen libros y tratados “traigo en el corazón las doctrinas del Maestro” (p. 45).
Fidel no se engañaba en cuando al significado político del juicio a que estaba sometido. Era muy conciente que en él se decidiría algo que iba mucho más allá que su libertad: “se discute –nos dice– sobre cuestiones fundamentales de principios, se juzga sobre el derecho de los hombres a ser libres, se debate sobre las bases mismas de nuestra existencia como nación civilizada y democrática. Cuando concluya, no quiero tener que reprocharme a mí mismo haber dejado principio por defender, verdad sin decir, ni crimen sin denunciar” (p. 46). Y esto es lo que Fidel hace con extraordinaria minuciosidad, siguiendo tal vez aquel viejo aforismo atribuido a los jesuitas y que asegura que “Dios está en los detalles”. Su descripción de los crímenes del régimen es precisa y detallada, al igual que su equilibrada presentación de los hechos desarrollados en el combate.
Transcurrido el primer tercio del discurso, Fidel se adentra en un análisis ya no tanto jurídico sino más político y económico-social. Allí desmonta la creencia de que el formidable poderío militar constituye una barrera inexpugnable ante la cual se estrellaría cualquier pueblo que quisiera luchar contra una tiranía. “Ningún arma, ninguna fuerza es capaz de vencer a un pueblo que se decide a luchar por sus derechos”. Cita en favor de su afirmación la revolución boliviana de 1952 y la gesta independentista de Cuba en contra del colonialismo español, que con medio millón de soldados y pese a contar con un armamento aplastantemente superior fueron derrotados por los patriotas. Podríamos agregar, con el beneficio de la experiencia histórica posterior, las derrotas sufridas por franceses y norteamericanos en Vietnam; la propia sobrevivencia de la Revolución Cubana; y, más recientemente, la resistencia del pueblo iraquí en contra de la ocupación decretada por George W. Bush, como otras tantas pruebas de la verdad de aquel aserto.
Pero ¿quién es el pueblo? En contra de todo esquematismo y con un lenguaje con claras reminiscencias del joven Marx, Fidel dice que “entendemos por pueblo, cuando hablamos de lucha, la gran masa irredenta [...] a la que todos engañan y traicionan, la que anhela una patria mejor y más digna y más justa; la que está movida por ansias ancestrales de justicia por haber padecido la injusticia y la burla generación tras generación” (p. 59). Y ahí están los 600 mil cubanos sin trabajo, los 500 mil obreros del campo, los 400 mil obreros industriales y braceros, los 100 mil pequeños agricultores, los 30 mil maestros, los 20 mil pequeños comerciantes, los 10 mil profesionales jóvenes. “A este pueblo [...] no le íbamos a decir ‘Te vamos a dar’, sino ‘¡Aquí tienes, lucha ahora con todas tus fuerzas para que sea tuya la libertad y la felicidad!’” (pp. 60-61). Se desprende de lo anterior una concepción del campo popular ajena al exclusivismo “obrerista” que tantos daños hiciera a la izquierda latinoamericana, al impedirle siquiera “ver” –¡no digamos incorporar a su construcción política!– a esa enorme masa de campesinos, indígenas y pobres del campo y la ciudad condenados a la invisibilidad y la negación por la condición periférica del capitalismo latinoamericano y el colonialismo intelectual de la izquierda tradicional, con algunas honrosas excepciones como la de José Carlos Mariátegui. Lo que Fidel propone en su alegato implica precisamente una ruptura con las concepciones tradicionales acerca del sujeto de las luchas emancipadoras. Plantea, en cambio, una visión amplia, abarcadora, reconciliada con las necesidades urgentes de la coyuntura que exige la unificación de todas las fuerzas sociales oprimidas y explotadas por el capitalismo y no su dispersión en un archipiélago de organizaciones políticas y sociales cuya desunión es garantía de su propia irrelevancia. La política de alianzas del Movimiento 26 de Julio haría de esta verdadera renovación teórica el fundamento mismo de su actuación política.
Neutralizado el chantaje militar y definido el sujeto de la transformación social, Fidel enuncia el programa concreto de la revolución. En primer lugar, devolución al pueblo de la soberanía usurpada por el tirano, restableciendo la Constitución de 1940; la segunda ley revolucionaria concedería la propiedad de la tierra a colonos, arrendatarios y precaristas que ocupan pequeñas parcelas, con una razonable indemnización a los antiguos propietarios. La tercera ley otorgaría a los obreros y empleados una participación del 30% en las utilidades de las grandes empresas. La cuarta ley revolucionaria concedería a los colonos el 55% del rendimiento de la caña de azúcar. La quinta confiscaría todos los bienes malversados por los gobernantes, la mitad de cuyo producido iría a engrosar las cajas de jubilación de obreros y empleados, y la otra mitad para financiar hospitales, asilos y casas de beneficencia. La política exterior cubana sería de estrecha solidaridad con las luchas de los pueblos democráticos del continente. Otras medidas incluían la reforma agraria de la gran propiedad territorial, la reforma integral de la enseñanza, la nacionalización de los monopolios en la industria eléctrica y los teléfonos; medidas todas estas que deberían ser proclamadas y ejecutadas de inmediato (pp. 61-62).
Estas medidas se asentaban sobre un diagnóstico de lo que Fidel denomina en su discurso la “espantosa tragedia” por la que atraviesa Cuba, “sumada a la más humillante opresión política”. El 85% de los pequeños agricultores cubanos vive bajo la permanente amenaza del desalojo; hay 200 mil bohíos y chozas en el campo, mientras 400 mil familias viven hacinadas en barracones y cuarterías; 2,2 millones de personas de la ciudad pagan onerosos alquileres y 2,8 millones carecen de electricidad. Faltan escuelas, y las que existen tienen maestros muy mal pagados. En el campo, el 90% de los niños están infestados con parásitos, y entre mayo y diciembre hay 1 millón de personas sin trabajo, una cifra mayor a la de países como Francia e Italia, con una población varias veces superior a la de Cuba. “Enviáis a la cárcel al infeliz que roba por hambre, pero ninguno de los cientos de ladrones que han robado millones al Estado durmió nunca una noche tras las rejas” (p. 66).
La última parte del alegato, luego de una nueva serie de denuncias sobre el salvajismo de la represión a los atacantes del Moncada, culmina con una elaborada justificación –anclada en la mejor tradición de la filosofía política occidental– sobre el derecho a la rebelión. “Admito y creo que la revolución sea fuente de derecho –dice en su discurso– pero no podrá llamarse jamás revolución al asalto nocturno a mano armada del 10 de marzo” que instauró la tiranía de Fulgencio Batista (p. 91). Y en una referencia cuya actualidad se reafirma con sólo echar una ojeada a la dirigencia de nuestras así llamadas “democracias” –en realidad, oligarquías apenas disimuladas tras un ligerísimo barniz de sufragio universal hábilmente manipulado– decía Fidel que Batista “vive entregado de pies y manos a los grandes intereses, y no podía ser de otro modo por su mentalidad, por la carencia total de ideología y de principios, por la ausencia absoluta de la fe, la confianza y el respaldo de las masas” (p. 92). Aludiendo a lo que en el lenguaje de nuestros días sería la tan alabada “alternancia”, un atributo supuestamente propio de las democracias maduras, remata su razonamiento diciendo que el golpe liderado por Batista “fue un simple cambio de manos y un reparto de botín entre los amigos, parientes, cómplices y la rémora de parásitos voraces que integran el andamiaje político del dictador” (p. 92).
El último movimiento de esta verdadera sinfonía política que es La historia me absolverá lo constituye una encendida invocación a la legitimidad del derecho a la rebelión ante toda forma de despotismo. En los tramos finales de su discurso, Fidel pasa revista en primer lugar a las disposiciones de la propia Constitución de 1940, pisoteada por la satrapía gobernante, para luego internarse por el largo sendero de la filosofía política señalando, a cada paso, la forma en que sus principales exponentes defendieron a lo largo de una historia más de dos veces milenaria el derecho de los pueblos a rebelarse ante los tiranos. Desfilan así desde referencias al pensamiento político-religioso de China e India en sus tiempos más remotos hasta su entronque con la tradición occidental nacida en Grecia y, desde ahí, a Roma para luego expandirse por todo el occidente europeo. Mención especial se hace de los argumentos en favor de la rebelión desarrollados por John of Salisbury, Tomás de Aquino, Martín Lutero, Juan Mariana, Jean Calvin, John Knox, John Ponet, Johannes Althussius, John Milton, John Locke, Jean-Jacques Rousseau, Thomas Paine y también presentes en la Declaración de la Independencia de EE.UU. y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano surgida de la Revolución Francesa.
Luego de tamaña argumentación, “¿Cómo justificar la presencia de Batista en el poder, al que llegó contra la voluntad del pueblo y violando por la traición y por la fuerza las leyes de la república? ¿Cómo calificar de legítimo un régimen de sangre, opresión y tiranía?”. Toda la tradición filosófica-política occidental condena semejante despropósito, pero el mandato que surge de las enseñanzas de Martí es aún más terminante: “cuando hay muchos hombres sin decoro hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres” y serán esos los que se rebelen contra los tiranos y las satrapías. Los jóvenes atacantes del Moncada son precisamente esa clase de hombres y mujeres necesarios para las grandes epopeyas de la liberación. Hombres y mujeres dispuestos a ofrendar sus vidas, sabedores que “morir por la patria es vivir”. En el año del centenario de su nacimiento, concluye Fidel, Martí está más vivo que nunca en la rebeldía y la dignidad de su pueblo.
La fe inquebrantable en la causa de la emancipación humana y social, su absoluta convicción en el triunfo final del proceso revolucionario, lo lleva a advertir a sus jueces que “ahora estáis juzgando a un acusado, pero vosotros, a su vez, seréis juzgados no una vez, sino muchas, cuantas veces el presente sea sometido a la crítica demoledora del futuro. Entonces lo que yo diga aquí se repetirá muchas veces, no porque se haya escuchado de mi boca, sino porque el problema de la justicia es eterno” (p. 87). En el cuidadoso, medido, equilibrio político y ético de su discurso, el afán de justicia predomina claramente sobre el ansia de venganza. Todo esto, claro está, sobre el telón de fondo gramsciano del “optimismo del corazón”. Equilibrio y serenidad que habían quedado de manifiesto al decir que “para mis compañeros muertos no clamo venganza”, a pesar de que se contaban entre ellos algunos de sus más cercanos amigos. “Como sus vidas no tenían precio, no podrían pagarlas con las suyas todos los criminales juntos” (p. 86). No apela, como es usual en estos casos, a la clemencia de sus jueces para conseguir su propia libertad. “No puedo pedirla –nos dice dando muestras de su ejemplar dignidad– cuando mis compañeros están sufriendo ya en Isla de Pinos ignominiosa prisión”. Y termina con una frase premonitoria: “Condenadme, no importa, la historia me absolverá”.
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* Una vibrante descripción del Juicio se encuentra en la obra de Marta Rojas, única periodista que pudo presenciarlo y tomar extensas notas de todo lo que allí se dijo. Ver su El Juicio del Moncada(Córdoba: Editorial Espartaco, 2007)

fuentes  http://www.rebelion.org/noticia.php?id=171733