domingo, 8 de noviembre de 2015

Decirnos y hacernos comuneros



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Comuna Agroecológica El Tambor. En La Azulita, municipio Andrés Bello, estado Mérida. Foto: Verónica Canino.
Aunque uno no es precisamente lo que dice sino lo que hace, siempre viene bien descubrir en el verbo las señales del impulso que nos hace levantarnos en la mañana y decir: "En el capítulo de hoy, y siguiendo con el proyecto que tenemos trazado…". Está bien que uno se sepa, por intuición o por conciencia, participante de un país en construcción, y que llevar ese chip en el cuerpo nos parezca suficiente porque "Coño, qué ladilla andar etiquetando lo que uno es o hace". Pero a la hora de las definiciones es bueno ir comenzando una parte importante de la lenta construcción del porvenir: el borrado, desechado o redefinición de lo que vamos dejando atrás. Hay cargas inofensivas y soportables, y otras que son un lastre pesado, un yunque en nuestra balsa de navegar hacia el futuro.

15 razones por las que la OTAN acabó con Gadafi y otras 15 por las que quiere acabar con Al Assad


Por: Sergio Solans
La prosperidad de Libia fue arrebatada a su pueblo tras la invasión imperialista de 2011. Con ella, desaparecieron todos los progresos que había traído al país la Jamahiriya (“gobierno de las masas populares por ellas mismas y para ellas mismas”) La Jamahiriya era una forma superior de democracia directa con el “Pueblo como Presidente”. Las flores de la Libia Verde se marchitaron a causa del apetito devorador de las potencias imperialistas que querían repartirse el suculento pastel tras la vergonzante invasión al país que convertiría a la democracia mas prospera de África en una ruina en todos los sentidos. Mientras el pueblo libio manejó el timón de su propio país, pudo disfrutar de las siguientes e inimaginables ventajas en la Libia de hoy: