El pasado lunes se desarrolló, en Cartagena de Indias, Colombia, la VIII Cumbre presidencial de la Alianza del Pacífico. El principal tema fue la liberalización comercial entre los países miembros. Así, se avanzó en la desgravación del 92% de los productos que intercambian, dando paso a una consolidación en su política de “libre comercio”. ¿Qué significó este paso?
Una primera conclusión, tras la reunión de Cartagena: podemos afirmar
que la Alianza del Pacífico incrementó notablemente su política
librecambista, punto nodal de su estrategia comercial. Es que el bloque
regional, de acuerdo a la argumentación recurrente de sus miembros,
privilegia las variables económicas por sobre “las políticas” -lo que
diferenciaría a este organismo de Unasur y Celac, por ejemplo-. Este
hecho oculta, claro, una voluntad política determinada: la menor
injerencia estatal posible en el manejo de la economía. Se hace política
con el argumento de “no hacer política”, como si las variables
económicas fueran independientes de estas decisiones.
La
grandilocuente liberalización comercial acordada entre los cuatro
miembros fundadores (México, Colombia, Chile y Perú), con la eliminación
de aranceles del 92% de los bienes y servicios comercializados entre
estos países, cosechó diversas reacciones. ¿Qué consecuencias prácticas
tendrán los acuerdos suscriptos en Cartagena? Veamos el caso de
Colombia, para cuyo presidente -Juan Manuel Santos- la Alianza del
Pacífico es la “niña bonita y codiciada” de la integración. La Sociedad
de Agricultores de Colombia (SAC), liderada por Rafael Mejía, afirmó que
las medidas acordadas “perjudican gravemente la estabilidad del sector
agropecuario”. A su vez, el gerente de la Asociación Colombiana de
Porcicultores (Porcicol), Carlos Maya Calle, expresó que estos acuerdos
son “perversos”, al no ofrecer oportunidades para los productores de
carne de cerdo, de acuerdo a su consideración. Ambos han analizado que
los más beneficiados por estas decisiones serán los grandes empresarios
de México y Chile.
Desde su nacimiento, la Alianza
del Pacífico realizó ocho cumbres presidenciales en menos de tres años,
muy por encima del promedio de reuniones de alto nivel de ALBA, Celac y
Unasur en el mismo período. Este es un elemento que no es menor a la
hora de analizar el dinamismo que presenta el organismo. ¿Qué factor
puede incidir en ello? Sin duda la cohesión ideológica de sus países
miembros, conducidos todos por gobiernos conservadores, al menos hasta
esta cumbre, donde se despidió Sebastián Piñera. Los gobiernos
posneoliberales deberán tomar nota de la constante “proactividad” de
este bloque, buscando a su vez dinamizar espacios como ALBA y Celac -que
vienen de sendas cumbres, en diciembre y enero, respectivamente- pero
también de Unasur, que encuentra en estos momentos una acefalía en su
Secretaría General que impide su normal funcionamiento.
Algunas
dudas aparecen tras la reunión de Cartagena. ¿Cambiará el nuevo período
de gobierno de Bachelet el papel dinamizador que Chile le dió a la
Alianza del Pacífico en estos años? Es díficil saberlo, y la
implementación previa de los TLC parecieran descartar de plano la
posible salida de Chile del organismo. Aún así, la voluntad política de
Bachelet será determinante, ya sea para restar o sumar apoyo al bloque,
que sigue siendo cuestionado por analistas y dirigentes políticos a lo
largo y ancho del continente por su exacerbado librecambismo. ¿Qué papel
cumplirá Costa Rica, quien firmó por intermedio de Laura Chinchilla su
adhesión al bloque en esta reunión? La segunda vuelta presidencial en
ese país, entre Luis Guillermo Solís (PAC) y Johnny Araya (PLN), será
clave para no sólo definir los destinos internos, sino también para
poder dar cuenta de qué tipo de integración se buscará durante el
próximo periodo de gobierno. De seguir el PLN en el gobierno,
posiblemente signifique un “alivio” para el resto de los miembros de la
Alianza del Pacífico, considerando su cercanía ideológica y política con
el resto de los mandatarios de este organismo.
Juan Manuel Karg es Licenciado en Ciencia Política UBAe Investigador del Centro Cultural de la Cooperación - Buenos Aires.
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