Libération
Traducido del francés para Rebelión por Caty R. |
El Fondo Monetario Internacional (FMI) aprobó el viernes el envío de un nuevo préstamo a Ucrania a pesar de la incertidumbre con respecto a la «sostenibilidad» de la deuda del país y del conflicto que persiste en el Estado separatista.
El consejo de administración del FMI, que representa a sus 188 Estados miembros, dio luz verde al desbloqueo inmediato de 1.700 millones de dólares en el marco de un plan de ayuda concedido a Kiev en marzo y que hizo rechinar los dientes en la institución.
En total el Fondo se comprometió a prestar a Kiev 17.500 millones de dólares en cuatro años a cambio de medidas drásticas dirigidas a enderezar las finanzas ucranianas, lastradas por la recesión y la pérdida de una parte del territorio en beneficio de los separatistas prorrusos.
La nueva entrega, tras el desbloqueo en marzo de un primer préstamo de 5.000 millones de dólares, está dirigida a «llevar la economía al camino de la recuperación», aseguró el FMI.
«La nueva entrega está destinada a promover el crecimiento y a tranquilizar a los mercados financieros del país y del mundo», se felicitó el ministerio de Economía de Ucrania en un comunicado.
Pero la tarea se prevé hercúlea. «Serán necesarias importantes reformas estructurales e institucionales para corregir los desequilibrios económicos» de Ucrania, comentó el número 2 del FMI David Lipton.
Privado de sus pulmones industriales del este, el país se halla en pleno marasmo. Está previsto que su Producto Interior Bruto caiga también este año (-9,5 % según el Gobierno) y su deuda suba, aproximadamente, al 135% del PIB, según los economistas.
Sin embargo el FMI lo repitió para justificar su reticencia a seguir reflotando Grecia: solo se puede prestar a un país si se considera que su deuda «tiene muchas probabilidades de sostenibilidad».
Un «diálogo difícil»
Para resolver este rompecabezas y satisfacer a Estados Unidos –su principal accionista- el FMI ha requerido a Ucrania que se comprometa a negociar con sus acreedores privados con el fin de obtener una reducción de su deuda de unos 15.000 millones de dólares.
Pero de momento esas difíciles negociaciones no han dado resultado y refuerzan la amenaza de una cesación de pagos ucraniana que crearía el riesgo de hacer que huyeran todavía más inversores.
Por otra parte el viernes, celebrando el préstamo del FMI, Estados Unidos «exhortó a los acreedores (…) a llegar a un compromiso beneficioso con las autoridades ucranianas», declaró el secretario del Tesoro estadounidense Jacob Lew.
Capitaneados por el fondo de inversión estadounidense Franklin Templeton, esos acreedores se muestran reticentes y de momento solo están dispuestos a aceptar un descuento del 10% cuando Kiev esperaba el 40%.
«Es un diálogo difícil», reconoció el miércoles la jefa del FMI Christine Lagarde y afirmó que su institución estaría dispuesta a continuar ayudando al país incluso en caso de impago.
Según sus reglas internas, el FMI puede seguir ayudando económicamente a un país que declara el impago frente a acreedores privados, a condición especialmente de que aplique las reformas exigidas por el Fondo.
Es este último punto el que, según el FMI, justifica la aparente benevolencia de la que se beneficiaría Ucrania con respecto a Grecia.
El FMI rechaza la acusación de doble rasero diciendo que se trata de países y «circunstancias muy diferentes» e insiste en los «compromisos» de Kiev señalando indirectamente la falta de cooperación de las autoridades de Atenas.
Tras el derrocamiento del expresidente Viktor Yanukovich a principios de 2014, el FMI en Kiev puede apoyarse en un Gobierno prooccidental mucho más dispuesto a aplicar reformas dolorosas, como una subida del precio del gas.
La institución puede contar, en particular, con la ministra ucraniana de Economía, Natalie Jaresko, exmiembro del departamento de Estado estadounidense que recibió la nacionalidad ucraniana la víspera de su toma de posesión en Kiev.
«Ucrania es un caso increíblemente esperanzador», consideró además Christine Lagarde, al señalar la determinación de las autoridades a «cambiar la cara» del país a pesar de una situación de seguridad muy complicada.
Sobre el terreno el conflicto que enfrenta al ejército ucraniano con los rebeldes prorrusos muestra frágiles señales de calmarse después de causar 6.800 muertes en 15 meses.
El consejo de administración del FMI, que representa a sus 188 Estados miembros, dio luz verde al desbloqueo inmediato de 1.700 millones de dólares en el marco de un plan de ayuda concedido a Kiev en marzo y que hizo rechinar los dientes en la institución.
En total el Fondo se comprometió a prestar a Kiev 17.500 millones de dólares en cuatro años a cambio de medidas drásticas dirigidas a enderezar las finanzas ucranianas, lastradas por la recesión y la pérdida de una parte del territorio en beneficio de los separatistas prorrusos.
La nueva entrega, tras el desbloqueo en marzo de un primer préstamo de 5.000 millones de dólares, está dirigida a «llevar la economía al camino de la recuperación», aseguró el FMI.
«La nueva entrega está destinada a promover el crecimiento y a tranquilizar a los mercados financieros del país y del mundo», se felicitó el ministerio de Economía de Ucrania en un comunicado.
Pero la tarea se prevé hercúlea. «Serán necesarias importantes reformas estructurales e institucionales para corregir los desequilibrios económicos» de Ucrania, comentó el número 2 del FMI David Lipton.
Privado de sus pulmones industriales del este, el país se halla en pleno marasmo. Está previsto que su Producto Interior Bruto caiga también este año (-9,5 % según el Gobierno) y su deuda suba, aproximadamente, al 135% del PIB, según los economistas.
Sin embargo el FMI lo repitió para justificar su reticencia a seguir reflotando Grecia: solo se puede prestar a un país si se considera que su deuda «tiene muchas probabilidades de sostenibilidad».
Un «diálogo difícil»
Para resolver este rompecabezas y satisfacer a Estados Unidos –su principal accionista- el FMI ha requerido a Ucrania que se comprometa a negociar con sus acreedores privados con el fin de obtener una reducción de su deuda de unos 15.000 millones de dólares.
Pero de momento esas difíciles negociaciones no han dado resultado y refuerzan la amenaza de una cesación de pagos ucraniana que crearía el riesgo de hacer que huyeran todavía más inversores.
Por otra parte el viernes, celebrando el préstamo del FMI, Estados Unidos «exhortó a los acreedores (…) a llegar a un compromiso beneficioso con las autoridades ucranianas», declaró el secretario del Tesoro estadounidense Jacob Lew.
Capitaneados por el fondo de inversión estadounidense Franklin Templeton, esos acreedores se muestran reticentes y de momento solo están dispuestos a aceptar un descuento del 10% cuando Kiev esperaba el 40%.
«Es un diálogo difícil», reconoció el miércoles la jefa del FMI Christine Lagarde y afirmó que su institución estaría dispuesta a continuar ayudando al país incluso en caso de impago.
Según sus reglas internas, el FMI puede seguir ayudando económicamente a un país que declara el impago frente a acreedores privados, a condición especialmente de que aplique las reformas exigidas por el Fondo.
Es este último punto el que, según el FMI, justifica la aparente benevolencia de la que se beneficiaría Ucrania con respecto a Grecia.
El FMI rechaza la acusación de doble rasero diciendo que se trata de países y «circunstancias muy diferentes» e insiste en los «compromisos» de Kiev señalando indirectamente la falta de cooperación de las autoridades de Atenas.
Tras el derrocamiento del expresidente Viktor Yanukovich a principios de 2014, el FMI en Kiev puede apoyarse en un Gobierno prooccidental mucho más dispuesto a aplicar reformas dolorosas, como una subida del precio del gas.
La institución puede contar, en particular, con la ministra ucraniana de Economía, Natalie Jaresko, exmiembro del departamento de Estado estadounidense que recibió la nacionalidad ucraniana la víspera de su toma de posesión en Kiev.
«Ucrania es un caso increíblemente esperanzador», consideró además Christine Lagarde, al señalar la determinación de las autoridades a «cambiar la cara» del país a pesar de una situación de seguridad muy complicada.
Sobre el terreno el conflicto que enfrenta al ejército ucraniano con los rebeldes prorrusos muestra frágiles señales de calmarse después de causar 6.800 muertes en 15 meses.
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