miércoles, 18 de febrero de 2015

Las Guerras y sus irreparables consecuencias para el planeta

Por Ricardo Bruno Ojeda

En la actualidad la actividad humana constituye el mayor factor de peligro para la naturaleza, y se manifiesta de distintas formas, como la demanda de alimentos, agua, energía y materias primas. El programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente informó que al cabo de un siglo la flora y la fauna mundial podrían extinguirse en un 50%, afectando la biodiversidad. 

Hoy la conciencia de que el medioambiente en el que vivimos no es un recurso inagotable e invulnerable se está instalando en la cultura de las sociedades actuales y en la agenda pública de los estados. Debemos recordar que la política ambiental es la fijación de un conjunto armónico e interrelacionado de objetivos, que se orientan para el mejoramiento del ambiente y el manejo adecuado de los recursos naturales.

A estos objetivos se deben incorporar decisiones y acciones específicas destinadas al cumplimiento de los mismos, con el respaldo de normas, instituciones y procedimientos que permitan lograr la funcionalidad. Una política ambiental implica un desafío, y al mismo tiempo un compromiso. La biodiversidad, reconocida como el más importante patrimonio humano, es el conjunto de todas las especies que existen en el planeta. Su pérdida equivale a la pérdida de nuestra calidad de vida como especie, y en caso extremo, a nuestra propia extinción. En otros tiempos el hombre era insignificante frente a la naturaleza; hoy, no: la destrucción de la capa de ozono y la contaminación son tristes ejemplos de nuestro poder.
Conservar la biodiversidad no es solo proteger la vida silvestre, sino preservar los sistemas naturales que garantizan la vida: purificar el agua; reciclar el oxígeno y otros elementos esenciales; mantener la fertilidad del suelo; disponer de alimentos y medicinas, y salvaguardar la riqueza genética de todas las especies.
Hay muchos ejemplos de la destrucción medioambiental en la actualidad y el hombre es el principal protagonista de ello, pero una forma de destrucción en la que el hombre interviene directamente son las guerras a gran escala que se suceden en el mundo, de estas actividades se originan como consecuencias medioambientales: contaminaciónatmosférica, destrucción de la flora y la fauna, desaparición de los suelos, contaminación de aguas superficiales y subterráneas, residuos de todo tipo, y sobre todo pérdidas humanas, aquí cito algunos ejemplos:
La guerra de Irak: los humedales allí existentes (Mesopotamia) los más importantes del Oriente Medio. La guerra los ha ido destruyendo día a día. Estos ecosistemas brindan sustento a países como Turquía, Irak, Siria e Irán. El corazón de los mismos está muy cerca de la ciudad de Basora, que siempre ha sufrido más en términos de ataques por parte del ejército de EE.UU. y tropas aliadas.
Pozos de petróleo en llamas, el aire contaminado con radiactividad, sustancias tóxicas, los acuíferos contaminados, y miles de personas muertas, enfermas o desplazadas son parte de la escena que ha dejado la guerra. Los especialistas y los ambientalistas creen que la destrucción de los ecosistemas allí existentes ha afectado el clima de la región y ha tenido un grave impacto en el hábitat de las casi 400 especies de aves que allí existían. Al menos tres especies de belleza incomparable han desaparecido en Irak: el Ibis Sagrado, el Dardo de África y la Garza Goliat.
En el caso de Irak hay que considerar los impactos del derramamiento y la quema intencional de petróleo. El incendio de los pozos petroleros está generando una gravecontaminación atmosférica, terrestre, de aguas superficiales y subterráneas.
La nube de los pozos de petróleo originadas por su destrucción cubrió 100 millones de kilómetros cuadrados, afectando el territorio de 4 países y provocando enfermedades respiratorias a millones de personas. Los derrames mataron a más de 30.000 aves marinas, contaminaron 20% de los manglares y la actividad pesquera se arruinó.
Afganistán: es un país extremadamente pobre, con una alta dependencia en la agricultura, pues la mayor parte de la población (90%) trabaja en el sector agrícola  y es otro ejemplo y no muy diferente a Irak. Las guerras que ha soportado Afganistán desde 1979 dejaron un legado de millones de minas terrestres, aguas contaminadas, bosques arrasados y ciudades sin saneamiento básico, advirtió el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el país ha perdido un tercio de sus bosques debido a la guerra, la tala ilegal y el uso de madera para leña. Las seis zonas protegidas que existen cubren apenas uno por ciento del territorio.
Esas reservas son hogar de especies en rápida declinación, como osos, ovejas, diversas aves y leopardos de las nieves. La mayoría de los ejemplares son cazados para servir como alimento o ser vendidos por refugiados o campesinos desesperados por el hambre, según los ambientalistas. Es muy probable que muchos afganos perezcan de hambre o enfermedades; toda una generación de gente joven, aquellos que sobrevivan, estarán desmembrados de sus raíces y en su memoria colectiva quedará grabada la imagen de la destrucción masiva. De entre los escombros y la desesperación surgirán jóvenes que serán profundamente hostiles a Estados Unidos y a Europa Occidental.
Libia: (“otra guerra contra el terrorismo” o ¿un reparto del petróleo?) Miembro de la OPEP posee las mayores reservas probadas de África: 44.000 millones de barriles de petróleo y un poco más de 54 billones de pies cúbicos de gas natural. Además del petróleo, Libia posee la segunda reserva mundial de agua dulce, cerca de 12.000 km3 de agua fósil que desde el subsuelo sahariano llega a las ciudades costeras como Trípoli o Bengasi.
Además de un pueblo rico en petróleo, es un vergel potencial. A Libia  se le adjudicaba la esperanza de vida más alta de África continental. También contaba con el PBI (nominal) per cápita más alto del continente africano, y el segundo puesto atendiendo al PBI per cápita en paridad de poder adquisitivo (PPA). Además, Libia ocupaba el primer puesto en índice de desarrollo humano de África.
En Libia existía el Great Man Made River Project, o GMRA que, por medio de amplias tuberías realizadas con segmentos de hormigón prefabricado de cuatro metros de diámetro, extiende su red por extensas áreas de Libia, completando unos 4.000 kilómetros de recorrido y con una capacidad teórica de suministro de seis millones de metros cúbicos de agua al día desde el desierto a la costa. Supongo que la guerra haya afectado este proyecto. El agua subterránea es la principal fuente de agua potable en Libia,  95.6 %, siendo las aguas superficiales solo el 2.3 %. Hay que tener en cuenta, el extraordinario valor del agua en esta zona del mundo donde es tan escasa, y en general donde la explotación del agua potable se ha convertido en un negocio multimillonario para las empresas multinacionales.
La versión común de las causas de estas operaciones militares en  estas regiones del planeta se vincula con la apropiación del petróleo. Las reservas petroleras del Golfo, y de la región en particular, constituyen más del 60 por ciento del total de las reservas mundiales. Los informes de los geólogos confirman que los yacimientos petroleros del Mar del Norte y de Estados Unidos se agotarán en los próximos 10 a 20 años. Según los informes, la necesidad de petróleo de Estados Unidos aumentará en los próximos 20 años, generando así una dependencia de la importación. El sueño consiste en controlar el petróleo del Golfo, considerado “la fuente del poder estratégico y uno de los recursos más valiosos del mundo”.
Realmente sus objetivos inmediatos consisten en obtener un control militar directo sobre una región estratégica por motivos económicos y políticos, ya que allí hay reservas naturales e intereses de inversión vitales, aunque todavía inestables. De ahí sus intereses también de invadir  Siria e Irán sin importarles las consecuencias que esto causaría  no solo a las personas sino al Medio Ambiente en general con un pronóstico irreversible en algunos casos, la utilización de esos  armamentos sofisticados genera consecuencias nefastas para la biodiversidad y a la Naturaleza en general y sobre todo el exterminio a gran escala de la especie humana.
A los terribles daños de las bombas, explosiones e incendios que le siguen, se le suman los impactos de las explosiones de los "objetivos estratégicos", tales como los complejos industriales. En la reciente guerra de los Balcanes, el bombardeo de una fábrica de plásticos y otra de amoníaco, lanzó a la atmósfera dioxinas y tóxicos como cloro, bicloroetileno, cloruro de vinilo, causando además efectos directos sobre la vida humana, y con consecuencias residuales sobre el ambiente.
Podemos agregarle a todo esto los daños sociales, como los desplazamientos de personas a zonas donde estén más protegidas de las bombas, destrucción de toda la infraestructura (viviendas, alcantarillados, hospitales, etc), ejemplo mas reciente los ataques al pueblo palestino por parte del ejercito israelí , Los efectos culturales suelen ser negativos, por ejemplo, la destrucción de yacimientos y lugares arqueológicos de suma importancia de origen milenario. Y sobre todas las cosas lo mas importante las pérdidas de vidas humanas yo particularmente diría el exterminio de la raza humana.
Sería mucho más ventajoso llevar las desavenencias y discrepancias a una mesa de conversaciones e intentar por todos los medios resolver esas diferencias allí y así evitaríamos pérdidas irreparables para la humanidad. Últimamente la población mundial ha venido sufriendo desastres naturales tales como terremotos, tsunamis, inundaciones, etc. en diferentes lugares tales como Haití, Chile, Nueva Zelanda, Japón, Pakistán ocasionando pérdidas de cientos de miles de personas, millones de personas sin hogar y miles de millones en pérdidas materiales y sin embargo se gastan miles de millones de dólares en destruir territorios, fauna, flora y seres humanos y en lugar de invertirlos en ayuda para mitigar el Cambio Climático ocasionado por nosotros mismos.
Ecoportal.net

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