Entrevista con Raúl Zibechi
Conversamos con Raúl Zibechi sobre extractivismo
y de qué manera ese modelo se está desplegando en Paraguay. Desde su
perspectiva, en nuestro país se manifiesta con la presencia intensiva de
la soja y carne, pero los tentáculos de este modelo van más allá de lo
rural e incursionan en la ciudad con lo que ahora se ve en una fuerte
especulación urbana con el suelo. Según él, la débil tradición
democrática y el prolongado autoritarismo en nuestro país hacen que las y
los defensores de derechos humanos sean perseguidos y que, así las
cosas, hasta el propio Pérez Esquivel sería criminalizado si fuera
paraguayo.
-Si bien el modelo extractivista está extendido en la región, ¿qué diferencias presenta en los distintos países?
-En cada país de la región, el modelo funciona de manera muy distinta,
no es lo mismo la cordillera andina, donde básicamente hay minería,
entonces hay enormes extensiones de tierra que son concesionadas a las
multinacionales, donde se utiliza una gran cantidad el explosivos, se
utilizan materias como el mercurio para sacar oro, cianuro, que van a
las cuencas de los ríos. Y eso implica un enfrentamiento directo con las
comunidades campesinas que son un estorbo para la producción minera.
Distinto es en países democráticos donde hay una tradición electoral en
donde se emplea la soja que tiene otros mecanismos a los de la minería.
La minería tiene un alto impacto en el corto plazo. La soja tiene un
alto impacto en el largo plazo, entonces ves que las comunidades que
están sometidas a los plaguicidas y monocultivos sojeros, reaccionan en
tiempos más largos que las comunidades que están sometidas a la minería.
Por
ejemplo, hay un barrio de la periferia de Córdoba en Argentina que se
llama Ituzaingo Anexo y donde hay plantaciones de soja; recién cuando
empezaron a aparecer niños con malformaciones o nacen y mueren a los
pocos días, o tienen problemas motrices muy graves, la gente empezó a
darse cuenta de que ahí había un problema de salud muy grande. Empezaron
a investigar y descubrieron que los aviones que fumigan con soja, buena
parte de lo que cae de esa fumigación cae sobre los tanques de agua que
consume la gente, pero ese proceso llevó mucho más tiempo que las
explosiones de la minería. Es el mismo modelo pero con manifestaciones y
aplicaciones distintas y la reacción de la población también se da de
modos diferentes.
-¿De qué manera se despliega este modelo en Paraguay?
-El
modelo paraguayo es un modelo intensivo de soja y eso ya lo sabemos
hace mucho tiempo pero ahora también es un modelo intensivo de carne.
Grandes extensiones de ganadería que dentro de los frigoríficos son
cárceles de producción de carne, entonces las condiciones laborales son
muy duras, de una intensidad de trabajo que enferma en muy pocos años a
los trabajadores y en otros aspectos.
El modelo paraguayo empieza
a incursionar en las ciudades, en estos momentos tenemos una fuerte
especulación urbana con el suelo. Se construyen shoppings, mal,
edificios, carreteras que atraviesan lugares como el bañado. El
extractivismo no es solo rural sino también urbano y asume la forma de
la especulación inmobiliaria.
Hasta ahora, Asunción había tenido
una débil especulación inmobiliaria, en los últimos años eso se ha
intensificado fuertemente porque Paraguay vive un proceso de crecimiento
y los excedentes de la soja hay que invertirlos en algo, no se pueden
depositar en los bancos porque es más inseguro, entonces mucho de esos
excedentes de la soja y de la carne se invierten en la ciudad, en
especulación inmobiliaria: en edificios, en viviendas de lujo, en abrir
zonas enteras al ocio de las clases altas. Ese es el proceso que está
desembocando hoy en Asunción y es nuevo y aterriza con mucha potencia y
mucha capacidad destructiva lastimosamente…
-¿Por qué en Paraguay hay tanta criminalización de la gente que defiende los derechos humanos?
-Paraguay
tiene una particularidad respecto a sus vecinos, tiene una débil
tradición democrática y una larga tradición de autoritarismo, entonces,
la implementación del modelo extractivo en Paraguay tiene mucha relación
con un Estado muy autoritario y no solo con un Estado autoritario sino
con prácticas autoritarias que pasan por el control caudillista de la
población, por el control vertical de los poderosos, de áreas enteras,
de territorios enteros. Entonces, una de las características de este
extractivismo hoy en Paraguay es la fuerte criminalización de la
población, la represión y la ocupación militar y policial de territorios
enteros.
En otros países la ley antiterrorista está, se
aprobaron en muchos países pero solo en situaciones excepcionales se
utiliza. En Paraguay es al revés, la ley antiterrorista se utiliza
permanentemente y eso marca una diferencia de la situación pues acá es
mucho más represiva que en otros lugares, no hay más que pasear por la
ciudad y observarlos, la presencia de militares, de policías, de
policías privadas, de personas armadas es muy superior a la que se da en
otras ciudades de América Latina, con la excepción de Colombia que vive
una guerra.
En Paraguay se vive una suerte de guerra de baja
intensidad contra la población, entonces el modelo extractivo en este
país se enraíza en esa tradición autoritaria y es un modelo extractivo
fuertemente represivo.
-¿Qué alternativas hay para hacer frente a esto?
-Los
movimientos sociales en Paraguay son los que están capacitados para
hacer frente a esta situación, son ellos los que tiene que ver de qué
manera pueden resistir mejor al modelo. Creo que lo mejor es arraigarse a
la tierra, arañar la tierra para que no nos echen de ella y no dejar el
territorio vacío para que sea objeto de especulación y de ganancia del
capital es un elemento fundamental. No podemos pensar en resistir
solamente con discursos, solamente votando a candidatos o haciendo
gestiones institucionales: hay que aferrarse a la tierra y evitar que
nos expulsen y que nos la expropien legal o ilegalmente porque lo hacen
de cualquiera de las maneras. Esto es muy difícil, no es una tarea nada
sencilla porque las armas que utilizan los poderosos son muchas, desde
la compra hasta la persecución directa pasando por el uso abusivo de
plaguicidas. Hay muchas formas por las cuales intentan expulsarnos de la
tierra.
Yo veo que el movimiento campesino y el movimiento
popular paraguayo está transitando por ese aprendizaje, cómo enfrentar
un modelo tan agresivo en lo ambiental, en lo humano, en lo económico,
en lo político, en lo represivo… cómo enfrentar un modelo tan potente y
abusivo en una situación de debilidad… sí, los débiles podemos enfrentar
a los poderosos pero eso implica aprender a cómo hacerlo. Y creo que en
este momento, una vez que se terminó el gobierno de Lugo y no hay en
perspectiva otro gobierno progresista, no queda más que la resistencia y
creo que ese aprendizaje se está haciendo y se va a hacer en el futuro
con mucha mayor fuerza.
Fuente original: http://www.serpajpy.org.py/?p=2212
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