"Las 12" / Página 12
Una muestra londinense rinde homenaje a las imágenes de mujeres que Lee Miller –modelo, fotógrafa y artista surrealista– tomó como corresponsal durante la Segunda Guerra Mundial. |
En el contexto del 70 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, el Imperial War Museum de Londres ha depuesto sus armas para rendirse insoslayablemente a los encantos de la talentosa Elizabeth “Lee” Miller, una de las fotógrafas más representativas del mentado conflicto bélico. Intitulada Lee Miller: A Woman’s War, su exposición propone explorar el impacto que dicho momento histórico tuvo en la cotidianidad de las mujeres a través del lente de la icónica artista. Incluyendo, por otra parte, objetos personales, grabaciones con relatos en primera persona, más de 150 imágenes y arte inédito de quien fuese una de las cuatro únicas fotógrafas que cubrieron la guerra como corresponsales acreditadas por el ejército de Estados Unidos.
En dicho rol, Miller documentó el desembarco de Normandía, la liberación de Francia, Bélgica y Luxemburgo, además de acompañar el avance norteamericano en Alemania, capturando en el interín variopintas escenas: imágenes retrofuturistas de señoritas resistiendo con máscaras anti-fuego; autorretratos en fajina y barricada; primeros planos de la polaca Anna Lesko –aviadora que sirvió a la fuerza aérea británica y comandó un escuadrón de mujeres–; elocuentes tomas a contraluz de la soprano Irmgard Seefriend cantando un aria de Madame Buttlerfly en la derruida Opera House de Viena; judías obligadas a ejercer la prostitución por soldados nazis en campos de concentración; reporteras de la revista británica Vogue (para la cual laburaba en forma freelance) aguardando novedades frente a sus máquinas de escribir en la sede Bond Street…
“La historia de Miller refleja la trayectoria de tantísimas damas que dejaron de encender el fuego del hogar para participar activamente del esfuerzo de sus naciones. Muchas encontraron en este episodio, uno de los momentos más satisfactorios de su vida”, esgrime Hilary Roberts, curadora de la muestra, en referencia a la oportunidad que significó para las damas del 40 abandonar el impuesto rol de amas de casa y, con los varones en la trinchera, mantener su país a trote. Sin embargo, cabe una pequeña observación: aun previo al enfrentamiento, Lee Miller nunca estuvo en la media. Sin más, The Guardian resalta que la biografía de quien naciese el 23 de abril de 1907 haría empalidecer los más extravagantes culebrones, acaso bordeando el inverosímil…
En un sucinto resumen, anota el medio inglés: “LM tuvo una infancia difícil (abuso sexual incluido). Se convirtió en maniquí de alta moda neoyorkina. Viajó a París y se unió al movimiento surrealista. Hizo fotoperiodismo durante la Segunda Guerra Mundial (donde, entre otras cosas, presenció la liberación del campo de concentración Dachau y el mismo día fue retratada tomándose un baño en la casa abandonada de Adolf Hitler). Tuvo su primer y único hijo a los 40. Se estableció en una granja en Sussex. Se reinventó a sí misma como cocinera gourmet”. Y luego: “¿Cuántas son las chances de que la misma persona fuera ícono fashion, musa surrealista y corresponsal de guerra?”. Pues, con una alcanza…
Siguiendo la línea biográfica, otros highlights dignos de mención: fue descubierta por Condé Montrose Nast en 1927 mientras caminaba por las calles de Manhattan, quien pronto la convirtió en cover girl de sus revistas. Con el cabello acomodado en un coqueto cloché, fue ilustrada por Georges Lepape para una de las tapas Art Decó de Vogue más recordadas de la época. Era favorita de Chanel y Lanvin; también “chica Kotex” al poner el rostro a un controvertido anuncio de toallitas femeninas. En 1929, se aventuró hacia París para estudiar fotografía, volviéndose alumna, musa y amante de Man Ray. Tuvo cantidad de amantes. Picasso la pintó en seis oportunidades; y con Dora Maar, vacacionaron todxs juntxs. Retrató a tantísimxs: a Miró con una serpiente; a Georges Braque, a Max Ernst, a Saúl Steinberg, a Henry Moore… Incluso a Charles Chaplin y Gertrude Lawrence, ya de regreso en NY, en su exitoso estudio. Estuvo casada dos veces; la primera, con el magnate egipcio Aziz Eloui Bey, que la engolosinó a puras excentricidades. Se aburrió de El Cairo, volvió a Londres. Quiso ver la guerra tan de cerca (al punto de ser arrestada por entrar en zona de combate, sin autorización) que las imágenes acabaron persiguiéndola hasta su muerte, en 1977. Padeció estrés postraumático y alcoholismo. Y, aunque se sentía orgullosa de su apariencia, la frustraba estar frente a la cámara. “Me veía como un ángel, pero me sentía un demonio”, dijo en cierta ocasión.
Pues, el ángel-demonio tendría próximamente chance de reencarnarse. Porque, muy casualmente, en estos días corre otra noticia que involucra a la inquieta Lee: la productora Hopscotch Features ha fichado a Kate Winslet para interpretarla en una venidera biopic que se basará en The Lives of Lee Miller, biografía escrita por Antony Penrose, hijo del artista inglés –y especialista en camuflaje– Sir Roland Penrose y de la propia Miller. Sin título, sin director, sin guionista, solo ha trascendido que su hijo ha dado acceso total a los archivos de su madre –incluidos sus diarios y fotografías originales– para la realización del film; lo cual, valga el comentario, no es poca cosa. Finalmente, en 1978, un año después de la muerte de la modelo/fotógrafa, Antony halló en la granja familiar de Sussex tamaño tesoro: 60 mil negativos, imágenes, manuscritos, notas, cartas… Un universo creativo que le permitió reencontrarse con su vieja; y –de ser tomado en correcta consideración–nos reencontrará con la impetuosa e inspirada Elizabeth “Lee” Miller.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-10152-2015-11-08.html
En dicho rol, Miller documentó el desembarco de Normandía, la liberación de Francia, Bélgica y Luxemburgo, además de acompañar el avance norteamericano en Alemania, capturando en el interín variopintas escenas: imágenes retrofuturistas de señoritas resistiendo con máscaras anti-fuego; autorretratos en fajina y barricada; primeros planos de la polaca Anna Lesko –aviadora que sirvió a la fuerza aérea británica y comandó un escuadrón de mujeres–; elocuentes tomas a contraluz de la soprano Irmgard Seefriend cantando un aria de Madame Buttlerfly en la derruida Opera House de Viena; judías obligadas a ejercer la prostitución por soldados nazis en campos de concentración; reporteras de la revista británica Vogue (para la cual laburaba en forma freelance) aguardando novedades frente a sus máquinas de escribir en la sede Bond Street…
“La historia de Miller refleja la trayectoria de tantísimas damas que dejaron de encender el fuego del hogar para participar activamente del esfuerzo de sus naciones. Muchas encontraron en este episodio, uno de los momentos más satisfactorios de su vida”, esgrime Hilary Roberts, curadora de la muestra, en referencia a la oportunidad que significó para las damas del 40 abandonar el impuesto rol de amas de casa y, con los varones en la trinchera, mantener su país a trote. Sin embargo, cabe una pequeña observación: aun previo al enfrentamiento, Lee Miller nunca estuvo en la media. Sin más, The Guardian resalta que la biografía de quien naciese el 23 de abril de 1907 haría empalidecer los más extravagantes culebrones, acaso bordeando el inverosímil…
En un sucinto resumen, anota el medio inglés: “LM tuvo una infancia difícil (abuso sexual incluido). Se convirtió en maniquí de alta moda neoyorkina. Viajó a París y se unió al movimiento surrealista. Hizo fotoperiodismo durante la Segunda Guerra Mundial (donde, entre otras cosas, presenció la liberación del campo de concentración Dachau y el mismo día fue retratada tomándose un baño en la casa abandonada de Adolf Hitler). Tuvo su primer y único hijo a los 40. Se estableció en una granja en Sussex. Se reinventó a sí misma como cocinera gourmet”. Y luego: “¿Cuántas son las chances de que la misma persona fuera ícono fashion, musa surrealista y corresponsal de guerra?”. Pues, con una alcanza…
Siguiendo la línea biográfica, otros highlights dignos de mención: fue descubierta por Condé Montrose Nast en 1927 mientras caminaba por las calles de Manhattan, quien pronto la convirtió en cover girl de sus revistas. Con el cabello acomodado en un coqueto cloché, fue ilustrada por Georges Lepape para una de las tapas Art Decó de Vogue más recordadas de la época. Era favorita de Chanel y Lanvin; también “chica Kotex” al poner el rostro a un controvertido anuncio de toallitas femeninas. En 1929, se aventuró hacia París para estudiar fotografía, volviéndose alumna, musa y amante de Man Ray. Tuvo cantidad de amantes. Picasso la pintó en seis oportunidades; y con Dora Maar, vacacionaron todxs juntxs. Retrató a tantísimxs: a Miró con una serpiente; a Georges Braque, a Max Ernst, a Saúl Steinberg, a Henry Moore… Incluso a Charles Chaplin y Gertrude Lawrence, ya de regreso en NY, en su exitoso estudio. Estuvo casada dos veces; la primera, con el magnate egipcio Aziz Eloui Bey, que la engolosinó a puras excentricidades. Se aburrió de El Cairo, volvió a Londres. Quiso ver la guerra tan de cerca (al punto de ser arrestada por entrar en zona de combate, sin autorización) que las imágenes acabaron persiguiéndola hasta su muerte, en 1977. Padeció estrés postraumático y alcoholismo. Y, aunque se sentía orgullosa de su apariencia, la frustraba estar frente a la cámara. “Me veía como un ángel, pero me sentía un demonio”, dijo en cierta ocasión.
Pues, el ángel-demonio tendría próximamente chance de reencarnarse. Porque, muy casualmente, en estos días corre otra noticia que involucra a la inquieta Lee: la productora Hopscotch Features ha fichado a Kate Winslet para interpretarla en una venidera biopic que se basará en The Lives of Lee Miller, biografía escrita por Antony Penrose, hijo del artista inglés –y especialista en camuflaje– Sir Roland Penrose y de la propia Miller. Sin título, sin director, sin guionista, solo ha trascendido que su hijo ha dado acceso total a los archivos de su madre –incluidos sus diarios y fotografías originales– para la realización del film; lo cual, valga el comentario, no es poca cosa. Finalmente, en 1978, un año después de la muerte de la modelo/fotógrafa, Antony halló en la granja familiar de Sussex tamaño tesoro: 60 mil negativos, imágenes, manuscritos, notas, cartas… Un universo creativo que le permitió reencontrarse con su vieja; y –de ser tomado en correcta consideración–nos reencontrará con la impetuosa e inspirada Elizabeth “Lee” Miller.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-10152-2015-11-08.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario