“Me siento tan patriota de Latinoamérica, de cualquier país de Latinoamérica, como el que más y, en el momento en que fuera necesario, estaría dispuesto a entregar mi vida por la liberación de cualquiera de los países de Latinoamérica, sin pedirle nada a nadie, sin exigir nada, sin explotar a nadie.”
¿Cómo no volver a citar esta declaración, oportuna respuesta a tres cancilleres (el de Nicaragua, el de Panamá y el de Venezuela), quienes, en diciembre de 1964, en la sede de las Naciones Unidas, hablaron en contra de la Revolución Cubana tras escuchar el discurso de su digno representante?
En abril de 1965, Ernesto Guevara de la Serna, el Che Guevara, se encontraba en El Congo. Sembraba con la lucha semillas de esperanza en África. En 1961, por orden de la Agencia Central de Inteligencia, CIA, fue asesinado el líder Patricio Lumumba. La saqueadora oligarquía global preservaba con ello el control del oro, los diamantes, el uranio, el cobalto y otros recursos que esa tierra guarda en sus entrañas.
El Che fue un ciudadano del mundo, un internacionalista.
Jean Paul Sartre lo definió como “el ser humano más completo de nuestra era”. Esa condición es inherente a la asunción del internacionalismo.
El mejor testimonio está en su pensamiento y en su accionar. Es, sin embargo, muy explicativa la afirmación del Comandante Fidel Castro, quien a finales de octubre de 1967, citó entre las características esenciales del Che: “la disposición inmediata, instantánea, a ofrecerse para realizar la misión más peligrosa”.
En su peculiar estilo, Fidel opina:
“Y aquello, naturalmente, suscitaba la admiración, la doble admiración hacia aquel compañero que luchaba junto a nosotros, que no había nacido en esta tierra, que era un hombre de ideas profundas, que era un hombre en cuya mente bullían sueños de lucha en otras partes del continente y, sin embargo, aquel altruismo, aquel desinterés, aquella disposición a hacer siempre lo más difícil, a arriesgar su vida constantemente”.
LA LUCHA DE CLASES
Dado que la lucha de clases tiene carácter global, el pensamiento y la acción revolucionaria van de la mano del internacionalismo.
“Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de luchas de clases”, escribían Carlos Marx y Federico Engels en el Manifiesto Comunista a mediados del siglo XIX.
En 1925, Antonio Gramsci explicó el auge del fascismo a partir de la situación prevaleciente tras la Primera Guerra Mundial.
En una discusión con el propio Benito Mussolini en la sede del Congreso de Italia, el teórico se refiere a la alianza entre industriales y terratenientes para aplastar el movimiento obrero, y después de una amplia definición, dice:
“Pero este no es un fenómeno puramente italiano, aunque en Italia, por la mayor debilidad del capitalismo, ha tenido su desarrollo máximo; es un fenómeno europeo y mundial, de extrema importancia para comprender la crisis general de la posguerra, tanto en el terreno de la actividad práctica cuanto en el dominio de las ideas y de la cultura”.
Pasa a citar casos: “La elección de Hindenburg en Alemania, la victoria de los conservadores en Inglaterra, con la liquidación de los respectivos partidos liberales democráticos, son lo que corresponde al movimiento fascista italiano; las viejas fuerzas sociales, originariamente anticapitalistas, coordinadas con el capitalismo, pero no completamente absorbidas por éste, han conseguido imponerse en la organización de los Estados, introduciendo en la actividad reaccionaria todo el fondo de ferocidad y de decisión despiadada que ha sido siempre su característica; pero en sustancia se trata de un fenómeno de regresión histórica que no deja ni dejará de tener consecuencias para el desarrollo de la revolución proletaria”.
Gramsci habla de los años inmediatamente posteriores a la Primera Guerra Mundial.
Hoy, 9 décadas después, es obvio que las fuerzas de la ultraderecha actúan en el marco del capitalismo. Los organismos de las Naciones Unidas asumen una línea para sus pronunciamientos y los Estados que tienen poder de veto dentro de ellos asumen otra línea para la acción, que es pautada por la ultraderecha como sector.
Es visible esto en el tratamiento de la migración, por ejemplo. Los organismos de la ONU se pronuncian a favor de los migrantes (aunque otorgan relativa validez a un marco legal obsoleto y de factura reaccionaria), mientras Estados Unidos y las potencias europeas levantan muros y proponen legalizar el uso de la fuerza contra quienes, en el vocabulario clasista, se denominan “ilegales” o indocumentados.
El imperialismo sigue actuando contra el avance político, porque amenaza la continuidad del saqueo y del despojo.
POR LOS PUEBLOS
La represión al movimiento obrero y el castigo a la rebeldía popular constituyen la expresión concreta de la coerción de clase y tienen un carácter esencialmente político. El Che entendió este vínculo y por eso su pensamiento conserva vigencia.
“Los Estados Unidos sí intervienen; lo han hecho históricamente en América. Cuba conoce desde fines del siglo pasado esta verdad, pero la conocen también Colombia, Venezuela, Nicaragua y la América Central en general, México, Haití, Santo Domingo”, proclamó en la ONU en diciembre de 1964. (Con ello provocó la ira de algunos cancilleres).
Y luego señala:
“Concretamente, intervienen fuerzas de los Estados Unidos en la represión de los pueblos de Venezuela, Colombia y Guatemala que luchan con las armas por su libertad. En el primero de los países nombrados, no solo asesoran al ejército y a la policía, sino que también dirigen los genocidios efectuados desde el aire contra la población campesina de amplias regiones insurgentes y, las compañías yanquis instaladas allí, hacen presiones de todo tipo para aumentar la injerencia directa”.
¿Es fortuita la coincidencia con lo que ocurrió en Ecuador en marzo del año 2008 cuando fuerzas colombianas penetraron a su territorio y acribillaron allí al comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, Raúl Reyes y a otras 22 personas? Cambian los escenarios y los actores, pero el sometimiento conserva sus características esenciales.
A la distancia de 50 años, cuando la imposición del neoliberalismo ha generado hechos de amplia repercusión como el golpe de Estado en Chile y el lanzamiento de toneladas de bombas en el este de Europa, en Asia y en otros escenarios, y el capitalismo ha revertido conquistas en materia de acceso a servicios básicos y condiciones de trabajo, es posible constatar la certeza de la denuncia que hace el Che Guevara al hablar en nombre de la Revolución Cubana:
“Los imperialistas se preparan a reprimir a los pueblos americanos y están formando la internacional del crimen. Los Estados Unidos intervienen en América invocando la defensa de las instituciones libres. Llegará el día en que esta Asamblea adquiera aún más madurez y le demande al gobierno norteamericano garantías para la vida de la población negra y latinoamericana que vive en este país, norteamericanos de origen o adopción, la mayoría de ellos. ¿Cómo puede constituirse en gendarme de la libertad quien asesina a sus propios hijos y los discrimina diariamente por el color de la piel, quien deja en libertad a los asesinos de los negros, los protege además, y castiga a la población negra por exigir el respeto a sus legítimos derechos de hombres libres?”
Rendir homenaje al Che, es reconocer la vigencia del internacionalismo. La lucha por la soberanía y por la justicia tiene entre sus símbolos la figura del guerrillero asesinado por orden de la CIA en octubre de 1967 y vivo en la memoria de los pueblos…
¿Cómo no volver a citar esta declaración, oportuna respuesta a tres cancilleres (el de Nicaragua, el de Panamá y el de Venezuela), quienes, en diciembre de 1964, en la sede de las Naciones Unidas, hablaron en contra de la Revolución Cubana tras escuchar el discurso de su digno representante?
En abril de 1965, Ernesto Guevara de la Serna, el Che Guevara, se encontraba en El Congo. Sembraba con la lucha semillas de esperanza en África. En 1961, por orden de la Agencia Central de Inteligencia, CIA, fue asesinado el líder Patricio Lumumba. La saqueadora oligarquía global preservaba con ello el control del oro, los diamantes, el uranio, el cobalto y otros recursos que esa tierra guarda en sus entrañas.
El Che fue un ciudadano del mundo, un internacionalista.
Jean Paul Sartre lo definió como “el ser humano más completo de nuestra era”. Esa condición es inherente a la asunción del internacionalismo.
El mejor testimonio está en su pensamiento y en su accionar. Es, sin embargo, muy explicativa la afirmación del Comandante Fidel Castro, quien a finales de octubre de 1967, citó entre las características esenciales del Che: “la disposición inmediata, instantánea, a ofrecerse para realizar la misión más peligrosa”.
En su peculiar estilo, Fidel opina:
“Y aquello, naturalmente, suscitaba la admiración, la doble admiración hacia aquel compañero que luchaba junto a nosotros, que no había nacido en esta tierra, que era un hombre de ideas profundas, que era un hombre en cuya mente bullían sueños de lucha en otras partes del continente y, sin embargo, aquel altruismo, aquel desinterés, aquella disposición a hacer siempre lo más difícil, a arriesgar su vida constantemente”.
LA LUCHA DE CLASES
Dado que la lucha de clases tiene carácter global, el pensamiento y la acción revolucionaria van de la mano del internacionalismo.
“Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de luchas de clases”, escribían Carlos Marx y Federico Engels en el Manifiesto Comunista a mediados del siglo XIX.
En 1925, Antonio Gramsci explicó el auge del fascismo a partir de la situación prevaleciente tras la Primera Guerra Mundial.
En una discusión con el propio Benito Mussolini en la sede del Congreso de Italia, el teórico se refiere a la alianza entre industriales y terratenientes para aplastar el movimiento obrero, y después de una amplia definición, dice:
“Pero este no es un fenómeno puramente italiano, aunque en Italia, por la mayor debilidad del capitalismo, ha tenido su desarrollo máximo; es un fenómeno europeo y mundial, de extrema importancia para comprender la crisis general de la posguerra, tanto en el terreno de la actividad práctica cuanto en el dominio de las ideas y de la cultura”.
Pasa a citar casos: “La elección de Hindenburg en Alemania, la victoria de los conservadores en Inglaterra, con la liquidación de los respectivos partidos liberales democráticos, son lo que corresponde al movimiento fascista italiano; las viejas fuerzas sociales, originariamente anticapitalistas, coordinadas con el capitalismo, pero no completamente absorbidas por éste, han conseguido imponerse en la organización de los Estados, introduciendo en la actividad reaccionaria todo el fondo de ferocidad y de decisión despiadada que ha sido siempre su característica; pero en sustancia se trata de un fenómeno de regresión histórica que no deja ni dejará de tener consecuencias para el desarrollo de la revolución proletaria”.
Gramsci habla de los años inmediatamente posteriores a la Primera Guerra Mundial.
Hoy, 9 décadas después, es obvio que las fuerzas de la ultraderecha actúan en el marco del capitalismo. Los organismos de las Naciones Unidas asumen una línea para sus pronunciamientos y los Estados que tienen poder de veto dentro de ellos asumen otra línea para la acción, que es pautada por la ultraderecha como sector.
Es visible esto en el tratamiento de la migración, por ejemplo. Los organismos de la ONU se pronuncian a favor de los migrantes (aunque otorgan relativa validez a un marco legal obsoleto y de factura reaccionaria), mientras Estados Unidos y las potencias europeas levantan muros y proponen legalizar el uso de la fuerza contra quienes, en el vocabulario clasista, se denominan “ilegales” o indocumentados.
El imperialismo sigue actuando contra el avance político, porque amenaza la continuidad del saqueo y del despojo.
POR LOS PUEBLOS
La represión al movimiento obrero y el castigo a la rebeldía popular constituyen la expresión concreta de la coerción de clase y tienen un carácter esencialmente político. El Che entendió este vínculo y por eso su pensamiento conserva vigencia.
“Los Estados Unidos sí intervienen; lo han hecho históricamente en América. Cuba conoce desde fines del siglo pasado esta verdad, pero la conocen también Colombia, Venezuela, Nicaragua y la América Central en general, México, Haití, Santo Domingo”, proclamó en la ONU en diciembre de 1964. (Con ello provocó la ira de algunos cancilleres).
Y luego señala:
“Concretamente, intervienen fuerzas de los Estados Unidos en la represión de los pueblos de Venezuela, Colombia y Guatemala que luchan con las armas por su libertad. En el primero de los países nombrados, no solo asesoran al ejército y a la policía, sino que también dirigen los genocidios efectuados desde el aire contra la población campesina de amplias regiones insurgentes y, las compañías yanquis instaladas allí, hacen presiones de todo tipo para aumentar la injerencia directa”.
¿Es fortuita la coincidencia con lo que ocurrió en Ecuador en marzo del año 2008 cuando fuerzas colombianas penetraron a su territorio y acribillaron allí al comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, Raúl Reyes y a otras 22 personas? Cambian los escenarios y los actores, pero el sometimiento conserva sus características esenciales.
A la distancia de 50 años, cuando la imposición del neoliberalismo ha generado hechos de amplia repercusión como el golpe de Estado en Chile y el lanzamiento de toneladas de bombas en el este de Europa, en Asia y en otros escenarios, y el capitalismo ha revertido conquistas en materia de acceso a servicios básicos y condiciones de trabajo, es posible constatar la certeza de la denuncia que hace el Che Guevara al hablar en nombre de la Revolución Cubana:
“Los imperialistas se preparan a reprimir a los pueblos americanos y están formando la internacional del crimen. Los Estados Unidos intervienen en América invocando la defensa de las instituciones libres. Llegará el día en que esta Asamblea adquiera aún más madurez y le demande al gobierno norteamericano garantías para la vida de la población negra y latinoamericana que vive en este país, norteamericanos de origen o adopción, la mayoría de ellos. ¿Cómo puede constituirse en gendarme de la libertad quien asesina a sus propios hijos y los discrimina diariamente por el color de la piel, quien deja en libertad a los asesinos de los negros, los protege además, y castiga a la población negra por exigir el respeto a sus legítimos derechos de hombres libres?”
Rendir homenaje al Che, es reconocer la vigencia del internacionalismo. La lucha por la soberanía y por la justicia tiene entre sus símbolos la figura del guerrillero asesinado por orden de la CIA en octubre de 1967 y vivo en la memoria de los pueblos…
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