La rebelión que no será televisada
Rebelión/Universidad de la Filosofía
En el corazón mismo del
crimen aberrante de Ayotzinapa contra 43 estudiantes normalistas,
perpetrado el 26 de septiembre de 2014, florece una rebeldía que aún
adolorida y sin haber podido secar sus lágrimas viene educándonos a
todos sobre la importancia de la perseverancia, la claridad y la
dirección política de las luchas. Eso es una victoria que nadie va a
eclipsarnos. No aceptemos sublimaciones metafísicas sacadas de algún
cuento judicial con hadas esparcidas sobre la resignación de corto
plazo. La lucha de y por los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, de y
por sus padres y compañeros, es la escuela de la vida, lo que la vida
enseña en su clave mayor que es la clave de la lucha en fase
revolucionaria. Un gran triunfo que es concreto y objetivo en los
brazos, los corazones y las cabezas de esos padres y esos compañeros que
no han bajado la guardia ni un minuto… ni un instante.
Es una gran
victoria de la lucha que no ha sido arrasada por las aplanadoras
mediáticas financiadas desde las oligarquías, que no ha sido devorada
por el olvido y que no ha sido ahogada en los océanos de saliva fétida
de “señoritos” y los “señorones” “funcionarios”, “empresarios”,
“periodistas” y “militares”. Una victoria inconclusa pero no por eso
menos victoria. Un paso crucial de la resistencia y de la dirección
política que, con sus debates y sus diferencias, avanza firme contra los
responsables del crimen y que no se deja enturbiar las batallas ni por
el fuego enemigo ni por el fuego amigo. Los arribistas y los
oportunistas también han sido derrotados, uno tras el otro, y todos esos
que se suponen “representantes” de la lucha de Ayotzinapa,
autonombrados por su voluntarismo o por su sed de cámaras y micrófonos,
han venido derrumbándose uno a uno. ¡Que gran victoria!.
Un año
después, a pesar de las argucias y las ofensivas ideadas por los
aparatos de guerra ideológica, disfrazados de “medios de comunicación”,
un mundo entero clama por justicia y señala al Estado como responsable
del asesinato y desaparición de 43 estudiantes mexicanos. Un año después
el mundo entero pide el esclarecimiento a fondo, caiga quien caiga,
pregunta ¿dónde están los normalistas? y organiza manifestaciones
populares en cada rincón del planeta. Un año después ni con todo su
poder, ni con todas sus canalladas los mafiosos que tienen secuestrado a
México han podido silenciar el grito que exige justicia con el
argumento revolucionario poderoso desde Ayotzinapa. Los 43 de Ayotzinapa
no han podido ser derrotados por las trampas añejas ensayadas
sistemáticamente contra toda expresión de rebelión y contra toda
voluntad de cambios. ¡Un año después!.
Aunque se vive en México un clima político irrespirable impuesto durante años, lustros y décadas; aunque no cesa eso
macabro que se multiplica en un país secuestrado sanguinariamente por
el neoliberalismo; aunque estamos hundidos en una criminalidad
monstruosa; aunque reina en algunos sectores un clima de impotencia y
desesperación… la lucha de Ayotzinapa logra trascender la ira para
volverse organización y movilización de largo plazo. No sólo se trata de
“resistencia” se trata de una lucha contra todas las “instituciones” de
la burguesía, contra todos los partidos políticos serviles al
capitalismo, contra el sistema judicial corrupto en su totalidad y
contra las maquinarias mediáticas que son protagonistas patológicas de
la criminalización y la calumnia a destajo. Ese papel de la lucha por
Ayotzinapa, en un escenario tan adverso, es una victoria extraordinaria.
Una gran victoria.
Hoy más que nunca se requiere un frente único
de todas las organizaciones sociales, es decir de los estudiantes en
huelga unidos con los maestros, unidos con los grupos de autodefensa,
unidos con las bases del MORENA, unidos con los sindicatos, con la clase
trabajadora. Porque es necesario dinamizar todas las victorias que
viene logrando la lucha por Ayotzinapa para acompañar (nunca suplantar
ni desplazar) a quienes la sostienen en todo el planeta y que, hoy por
hoy, pueden hacer un llamado histórico rumbo a un frente por la unidad
porque sólo el pueblo salva al pueblo si está organizado con un programa
emancipador de verdad.
La lucha de Ayotzinapa y por los 43 es una
victoria que está rompiendo los prejuicios “anti-políticos” y está
pariendo una revolución semántica en manos de esos jóvenes inspirados en
una política revolucionaria a su vez inspirada en las conquistas
históricas que se ganó, hace muy poco, el pueblo de México con la
Revolución de 1910. Una victoria en verdad distinta y libre que se hace
herramienta de lucha contra todas las formas de la vieja política agria
y sangrienta que nos impuso en México el capitalismo con sus peleles.
Una victoria impulsada por los jóvenes para superar a la crisis de
dirección revolucionaria que aqueja a la humanidad entera. Victoria de
la lucha desde Ayotzinapa y para el mundo capaz de expresar una
explosión de propuestas dirigidas por consenso y llamando siempre a
otros grupos para que se unan y sean también el movimiento
revolucionario que va triunfando. Con sus pies y a su paso.
Esta
victoria de quienes luchan -desde, con, hacia- Ayotzinapa, ha puesto al
gobierno y al empresariado que lo apoya bajo una presión popular muy
poderosa. Se logrará una solución, tarde o temprano si el programa se
profundiza en el caso de Ayotzinapa (y a muchos otros casos). Eso es una
victoria, parcial sí pero victoria siempre, que es homenaje a los
caídos y a los desaparecidos tanto como a los que están en pie y
movilizados planetariamente. Victoria nueva, fresca y correcta, capaz de
eludir las provocaciones, los prejuicios y las infiltraciones, por lo
inmediato y por lo mediato. Victoria de organización con ideas políticas
de nuevo género capaces de entender a fondo los problemas y anhelos de
la juventud para frenar a todo lo que ataca a nuestro pueblo. ¡Vivos se
los llevaron, vivos los queremos!
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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