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Han pasado 15
años desde la creación de la Iniciativa para la Integración de la
Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) y se impone un balance
desde la perspectiva de su aporte a la integración.
Una
ciudad de Quito arrasada por los efectos del cambio climático, cobijó el
Seminario Internacional 15 Años de IIRSA, “Miradas críticas sobre la
integración sudamericana”. El día que comenzaba el encuentro, martes 15
de setiembre, gigantescas nubes envolvían la ciudad que sufría 22
incendios forestales, tres de ellos en la ciudad y el resto en el sector
rural colindante. La sequía causa estragos y hasta 18 barrios de la
ciudad sufren racionamiento de agua[1].
El
seminario fue convocado por la Coalición Regional por la Transparencia y
la Participación, integrada por distintas organizaciones de varios
países[2], que se propuso hacer un balance a la mitad del trayecto de un proyecto que fue pensado para su implementación en 30 años.
En
estos 15 años el proyecto inicial sufrió algunas transformaciones. Por
un lado, pasó a integrarse en la UNASUR en el consejo denominado
COSIPLAN (Consejo Suramericano de Infraestructura y Planeamiento); por
otro, el proyecto avanzó sustancialmente y se expandió de forma
vertiginosa, lo que hace necesario un nuevo acercamiento al tema[3].
Un poco de historia
El
29 de agosto de 2000 llegaron a Brasilia los presidentes sudamericanos
convocados por el presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso. Desde
un comienzo la IIRSA se planteaba como un vasto proyecto asociado al
ALCA, pero con un perfil regionalista.
El propio Cardoso,
partidario del ALCA, manifestaba sus diferencias con los países del
norte. “Los países más ricos, los más poderosos, que son los que tienen
más barreras comerciales que nos afectan, quieren ir muy rápido, sin
percibir que nosotros no podemos, porque nos vamos a caer”[4].
En
la reunión participaron los doce presidentes sudamericanos y 350
empresarios latinoamericanos. Cardoso sentó las bases del proyecto IIRSA
y definió el objetivo de su país de “trabajar juntos”, liderando sin
imponer para “resolver nuestros problemas internos, que son muchos”[5].
El
geógrafo Carlos Walter Porto Gonçalves sostiene que el origen teórico y
político de la IIRSA y del Plan Puebla Panamá se encuentran en dos
estudios. El primero fue Infraestructure for Sustainable Development and Integration of South America realizado
por Eliézer Batista da Silva en 1996 para la Corporación Andina de
Fomento (CAF), la Vale do Rio Doce, el Business Council for Suastainable
Development Latin America, el Bank of America y la Companhia Auxiliar
de Empresas de Mineraçâo[6].
El segundo se denominó Estudo sobre Eixos Nacionais de Integraçâo e Desenvolvimento,
en 1997, promovido por el BNDES, el ministerio de Planeación, el banco
ABN Amro, la multinacional estadounidense Bechtel, Consorcio Brasiliana y
Booz Allen & Hamilton do Brasil Consultores. La lectura de quienes
financian estos trabajos permite deducir los intereses que encarnan.
El concepto de ejes de integración y desarrollo sustituye al de región como núcleo de la acción gubernamental, privilegiando los flujos por sobre los territorios habitados por pueblos y naciones[7].
La
IIRSA es una iniciativa que rompe con la tradición histórica de
Latinoamérica como una región con personalidad propia, para situarse en
el estrecho marco de América del Sur. El concepto de América Latina
había nacido en el siglo XIX en contraposición a la América
imperialista, pero ahora asistimos a un paulatino desplazamiento que
coloca en el centro del escenario la idea de América del Sur, como
destaca con acierto Porto Gonçalves.
Por el contrario, Sudamérica
es una espacio geopolítico formulado por los estrategas militares
ligados a la dictadura brasileña (1964-1985), como Golbery do Couto e
Silva, uno de los principales teóricos de la doctrina de seguridad
nacional elaborada en la década de 1950 por la Escuela Superior de
Guerra. Fue además creador del Servicio Nacional de Informaciones en
1964, presidió la filial de la multinacional estadounidense Dow Chemical
y fue autor del libro “Geopolítica del Brasil”[8].
Con
el gobierno Lula, Sudamérica se convierte en “un nuevo espacio de
afirmación geopolítica” que coincide con la crisis hegemónica de Estados
Unidos[9].
Ese viraje deja de lado el carácter antiimperialista que había generado
el concepto de América Latina. El resultado es preocupante: América del
Sur es el espacio en el que se expanden las grandes empresas brasileñas
financiadas por el BNDES y apoyadas por Brasilia, para la realización
de Brasil como potencia regional y global, mientras se acepta de hecho
la hegemonía estadounidense en América Central y el Caribe.
Cosiplan y expansión de la IIRSA
La
derrota del ALCA en 2005 y la llegada al gobierno de fuerzas
progresistas y de izquierda impulsó una redefinición de la IIRSA. El
COSIPLAN se creó en la cumbre de presidentes de agosto de 2009 en Quito.
Desde ese momento, la IIRSA es el Foro Técnico para temas relacionados
con la planificación de la integración física de la UNASUR. El Consejo
está integrado por las ministras y los ministros de las áreas de
infraestructura o planeamiento.
El organismo se ha dotado de un
comité coordinador, grupos de trabajo y un foro técnico, designándose
presidencias pro témpore rotativas por países. Hasta 2015 se han
realizado seis reuniones de ministros del COSIPLAN. El Comité de
Coordinación Técnica (CCT) está integrado por funcionarios del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), la CAF, Banco de Desarrollo de
América Latina y el Fondo Financiero para el Desarrollo de la Cuenca del
Plata (FONPLATA).
Sin embargo, lo más notable es la importante
expansión que tuvo la cartera de proyectos en los últimos años: de 335
en 2004 con 37.000 millones de dólares de inversión a 579 proyectos con
163.000 millones de dólares en 2014. La Cartera de Proyectos se amplió
en más del 72% y aumentó más de cuatro veces la inversión total estimada[10]. Por otro lado, hay 106 proyectos ya concluidos y 179 en fase de ejecución.
Más
de 70% del financiamiento de las obras es público y una parte
importante corresponde al brasileño BNDES, aunque la crisis en ese país
está disminuyendo ese financiamiento. Casi el 90% de los proyectos son
del área de transporte, siendo la mitad en carreteras, que se llevan la
mitad de la inversión. Casi un tercio de la inversión total está
destinada a energía, en particular usinas hidroeléctricas, que son las
obras más criticadas por los pueblos.
El eje con más cantidad de
proyectos es Mercosur-Chile con 123 y 55.000 millones de dólares, lo que
supone un 25% del total para uno sólo de los nueve ejes multimodales
que conectan los océanos Atlántico y Pacífico. Por países, Argentina
supera a todos los demás con un total de 180 proyectos que la
involucran, seguida de Brasil con 106.
Las
obras de la IIRSA generan resistencias ambientales y sociales, como lo
manifiestan los conflictos en torno a las represas de Jirau y Santo
Antônio en el río Madera en Brasil, las represas sobre el río Inambari
en Perú y la construcción de la carretera que atraviesa el TIPNIS en
Bolivia[11].
Además muestran una nueva geografía de las luchas sociales que tienen
como escenarios los corredores de la IIRSA, que desbordan los marcos del
Estado-nación para situarse allí donde los flujos del capital afectan
pueblos y medio ambiente.
Un relevamiento del Laboratorio de
Estudio de Movimiento Sociales y Territorialidades de la Universidad
Federal Fluminense, muestra que en los ejes de la IIRSA existen 1.347
poblaciones territorializadas: 664 comunidades indígenas, 247
comunidades campesinas, 146 de afrodescendientes, 139 comunidades de
poblaciones tradicionales (pescadores, mariscadores, junqueros), 60
organizaciones sociales (sin techo, desempleados) y 59 organizaciones
ambientales[12].
Para
esas comunidades la IIRSA es una iniciativa neocolonial, una imposición
vertical que nada tiene que ver con sus intereses y que supone una
agresión para ellas. Este nuevo colonialismo afecta tanto a comunidades
que viven en Brasil como a las que están en otros países de la región y
benefician a un bloque de poder financiero e industrial en el cual el
empresariado brasileño/paulista ocupa un lugar central.
Balance: más interconexión que integración
El
centro del debate en el Seminario Internacional giró en torno a las
consecuencias estratégicas del proyecto. En los diez últimos años,
además de los ambientales y sociales han ido apareciendo otros focos de
interés y crítica respecto a la IIRSA, como el débil impulso hacia
integración generado y la falta de estrategias de largo plazo en las que
se incluyan el conjunto de obras.
Jorge Acosta, coordinador de
la UNASUR en el Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana
de Ecuador, aceptó lo que plantearon otros participantes del Seminario
de que “no existe una estrategia para la integración en la región
sudamericana”. Agregó que “la estrategia IIRSA aún no ha fracasado pero
va mal, con muy bajos impactos y efectividad”, para concluir que si no
se logra llegar a una visión general de la región seguirán imperando los
marcos nacionales.
El investigador del instituto Ibase, Gerardo
Cerdas, señaló que las obras de la IIRSA “se decantaron por las grandes
obras de infraestructura en detrimento de infraestructuras sociales de
mayor impacto para la población, evidenciando el carácter centrípeto de
estas obras enfocadas hacia el comercio internacional de commodities,
que hoy en día es la principal relación sudamericana con el mercado
global”.
Recordó que ninguna institución de la región y ningún
gobierno realizó actos conmemorativos de la creación de la IIRSA para
debatir con los pueblos los avances y dificultades del proyecto. Resaltó
la necesidad de “encontrar mecanismos de financiamiento autónomos,
soberanos y no comerciales para pensar otro tipo de desarrollo y
recuperar el debate sobre la nueva arquitectura financiera de la
región”.
En su opinión se trata de una necesidad urgente ante la
acelerada penetración de capitales chinos que “ponen nuevos desafíos a
la autonomía sudamericana” ante su dependencia histórica de capitales
externos.
El académico brasileño Fabio Barbosa dos Santos,
destacó que según los números sobre las obras concluidas, en ejecución y
proyectadas, la IIRSA va muy bien. Pero, en contraste, la integración
no avanza. “Cuando la IIRSA se incorporó al COSIPLAN hubo un cambio al
ponerse como objetivos la integración física de los países, las
economías de escala y las cadenas productivas”.
Pero la
construcción de infraestructura regional forma parte del “proceso de
internacionalización de las multinacionales brasileñas, básicamente las
grandes constructoras, apoyadas en los préstamos del BNDES que crecieron
un 3.000%”.
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“No debemos confundir interconexión con integración”
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Cree
necesario desmitificar al Partido de los Trabajadores (PT) de Lula, ya
que desde el gobierno “neutralizó la ALBA, reproduce el patrón
hegemónico en el mundo, no contradice a los Estados Unidos y promueve un
desarrollo regional basado en sus empresas”.
Destacó que la IIRSA no promueve la integración regional ya que alimenta a quienes se le oponen, porque la exportación de commodities
nunca puede ser la base de la integración sino la complementariedad
productiva. Concluyó advirtiendo que “no debemos confundir interconexión
con integración”, que los 15 años de IIRSA “corresponden al período en
que el Buen Vivir despunta como horizonte civilizatorio alternativo,
pero ambos son irreconciliables porque la IIRSA tiene un carácter
antipopular que es necesario denunciar y enfrentar”.
Finalmente,
se debatió sobre el gran problema que enfrenta un proyecto como la
IIRSA: las grandes inversiones en obras de infraestructura, sin
definiciones estratégicas, pueden desembocar en “hacer obras por
hacerlas”, beneficiando sólo a las grandes empresas y al principal
Estado de la región, pero no a los países pequeños ni a los pueblos. La
región no debe dejarse arrastrar por los mercados y el capital
financiero, ya que corre el riesgo de convertirse apenas en una
“periferia de lujo”, como señala el economista José Luis Fiori.
Raúl
Zibechi es analista internacional del semanario Brecha de Montevideo,
docente e investigador sobre movimientos sociales en la Multiversidad
Franciscana de América Latina, y asesor a varios grupos sociales.
Escribe el “Informe Mensual de Zibechi” para el Programa de las Américas
cipamericas/org/es
Notas:[1] El Comercio, 15 de setiembre de 2015
[2] Centro de Derechos Económicos y Sociales (CDES) de Ecuador, Derecho, Ambiente y Recursos Naturales de Perú (DAR), Acueductos y Alcantarillados Sostenibles de Colombia (AAS), Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario de Bolivia (CEDLA) y el Instituto Brasileño de Análisis Sociales (IBASE). En http://servindi.org/actualidad/opinion/740
[3] Véase como referencia el artículo publicado nueve años atrás: Raúl Zibechi, “IIRSA: la integración a la medida de los mercados” Programa de las Américas (Silver City, NM: International Relations Center, 13 de junio de 2006). En http://www.ircamericas.org/esp/3314
[4] “América do Sul debe ousar mais, diz FHC”, Folha de Sao Paulo, 1 de setiembre de 2000.
[5] “FHC pede reciprocidade em abertura”, Folha de Sao Paulo, 2 de setiembre de 2000.
[6] Carlos Walter Porto Gonçalves, “Ou inventamos ou erramos. Encruzilhadas de Integraçâo Regional Sul-americana”, IPEA, 2011, p. 12.
[7] Ibid., pp. 12-13.
[8] México, El Cid Editor, 1978.
[9] Carlos Walter Porto Gonçalves, p. 20.
[10] Fuente: http://www.iirsa.org/Page/Detail?menuItemId=32
[11] Sobre estos conflictos puede consultarse: “Bolivia: Un nuevo triunfo de la gente común”, 23 de octubre de 2011 en http://www.cipamericas.org/es/archives/5629 y “Rebelión en la Amazonia brasileña”, 12 de abril de 2011 en http://www.cipamericas.org/es/archives/4257, ambos en el Programa de las Américas.
[12] Carlos Walter Porto Gonçalves, p. 23.
http://www.cipamericas.org/es/archives/16490
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