IPS
Una alianza de organizaciones religiosas, pacifistas y antinucleares utilizó los tres minutos que se le asignaron en la conferencia internacional de examen del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), que se desarrolla en la ONU, para alertar al mundo de las consecuencias desastrosas de un ataque nuclear.Emily Welty, del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), no tuvo pelos en la lengua para hablar en la sede de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) en Nueva York en nombre de las 50 organizaciones de la sociedad civil.
“Elevamos nuestra voz en nombre de la cordura y los valores comunes de la humanidad. Rechazamos la inmoralidad que es tener de rehenes a poblaciones enteras, amenazadas con una muerte cruel y deleznable”, declaró.
Welty exhortó a los dirigentes políticos del mundo que reúnan el coraje necesario para romper la espiral de profundización de la desconfianza que socava la viabilidad de las sociedades humanas y amenaza el futuro común de la humanidad.
Las armas nucleares son incompatibles con los valores defendidos por las respectivas tradiciones religiosas, como el derecho de la gente a vivir con seguridad y dignidad, los mandatos de la conciencia y la justicia, el deber de proteger a los vulnerables y de ejercer la dirección que habrá de salvaguardar al planeta para las generaciones futuras, afirmó.
“Las armas nucleares manifiestan un desprecio total por todos estos valores y compromisos”, dijo, y advirtió que no hay imperativo compensatorio, ya sea de la seguridad nacional, la estabilidad en las relaciones de poder internacionales o la dificultad de superar la inercia política, que justifique su existencia, mucho menos su uso.
La coalición está dirigida por Peter Prove, director de la Comisión de Asuntos Internacionales del Consejo Mundial de Iglesias, Susi Snyder, del Programa de Desarme Nuclear de PAX, e Hirotsugu Terasaki, portavoz de Soka Gakkai Internacional (SGI).
El grupo también incluye al Instituto de Seguridad Global, la Sociedad Islámica de América del Norte, la Iglesia Unida de Cristo, Buddhist Peace Fellowship, Pax Christi Estados Unidos y laIniciativa de las Religiones Unidas.
SGI, uno de los defensores incansables del desarme nuclear, participó en tres conferencias internacionales sobre el impacto humanitario de las armas nucleares realizadas en Oslo, en 2013, en Nayarit, México, en febrero de 2014, y en Viena, en diciembre del mismo año.
También participó en dos diálogos interreligiosos sobre desarme nuclear realizados en Washington y Viena en los últimos dos años, en las cuales los líderes religiosos reclamaron la abolición de todas las armas nucleares.
La actual Conferencia de las Partes de 2015 Encargada del Examen del TNP comenzó el 27 de abril y concluirá el 22 de este mes, posiblemente con un “documento final”, si se adopta por consenso.
La conferencia también conmemora el 70 aniversario de los bombardeos nucleares de Estados Unidos sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki al final de la Segunda Guerra Mundial, respectivamente el 6 y 9 de agosto de 1945.
Desde entonces, la existencia de las armas nucleares obligó a la humanidad a vivir a la sombra de la destrucción apocalíptica, subrayó Welty a los delegados presentes.
Las cinco principales potencias nucleares del mundo son China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia. Los países con capacidad bélica nuclear no declarada son Corea del Norte, India, Israel y Pakistán.
“Su uso no solo destruiría los últimos frutos de la civilización humana, sino que desfiguraría el presente y enviaría las generaciones futuras a un destino sombrío”, añadió.
Desde hace décadas, la obligación y la responsabilidad de los Estados de eliminar estas armas de destrucción masiva están consagradas en el artículo seis del TNP, explicó en nombre de la coalición.
Pero el progreso hacia el cumplimiento de este compromiso, confirmado en reiteradas ocasiones, ha sido demasiado lento y hoy es casi imperceptible, se lamentó.
En cambio, la modernización en curso de los arsenales nucleares del planeta está desviando vastos recursos de los presupuestos gubernamentales limitados, en un momento en que las finanzas públicas están en apuros para satisfacer las necesidades de la seguridad humana, destacó.
“Esta situación es inaceptable y no se puede permitir que continúe”, expresó Welty.
La revista The Economist informó recientemente que todas las potencias nucleares están gastando “generosamente para actualizar sus arsenales atómicos”.
El presupuesto de defensa de Rusia creció más de 50 por ciento desde 2007, y un tercio del total se destina a las armas nucleares, el doble de lo que gasta Francia.
China está invirtiendo en submarinos y baterías de misiles móviles, mientras que Estados Unidos procura que el Congreso legislativo apruebe la modernización de su arsenal nuclear por un valor de 350.000 millones de dólares.
La coalición se comprometió a comunicar en sus respectivas comunidades la naturaleza inhumana e inmoral de las armas nucleares y los riesgos inaceptables que suponen, trabajando dentro y entre sus tradiciones religiosas respectivas para sensibilizar sobre el imperativo moral de abolirlas.
Asimismo, continuará apoyando los esfuerzos internacionales para prohibir las armas nucleares por razones humanitarias y solicitar el pronto inicio de las negociaciones entre los Estados para acordar un nuevo instrumento jurídico que las prohíba.
La coalición también solicitó a los gobiernos que escuchen la voz de los “hibakushas”, los sobrevivientes japoneses de la bomba atómica, que reclaman la erradicación de las armas nucleares, cuyo sufrimiento nunca más debe ser compartido por otra persona, familia o sociedad.
Los gobiernos deben tomar en serio la realidad aclarada por las sucesivas conferencias internacionales sobre el impacto humanitario de las armas nucleares, adoptar medidas concretas que lleven a su eliminación, en consonancia con las obligaciones existentes en el TNP.
También deben apoyar la promesa asumida en la conferencia de Viena y llevar a cabo medidas efectivas para llenar el vacío legal sobre la prohibición y la eliminación de las armas nucleares, exhortó la coalición.
“Elevamos nuestra voz en nombre de la cordura y los valores comunes de la humanidad. Rechazamos la inmoralidad que es tener de rehenes a poblaciones enteras, amenazadas con una muerte cruel y deleznable”, declaró.
Welty exhortó a los dirigentes políticos del mundo que reúnan el coraje necesario para romper la espiral de profundización de la desconfianza que socava la viabilidad de las sociedades humanas y amenaza el futuro común de la humanidad.
Las armas nucleares son incompatibles con los valores defendidos por las respectivas tradiciones religiosas, como el derecho de la gente a vivir con seguridad y dignidad, los mandatos de la conciencia y la justicia, el deber de proteger a los vulnerables y de ejercer la dirección que habrá de salvaguardar al planeta para las generaciones futuras, afirmó.
“Las armas nucleares manifiestan un desprecio total por todos estos valores y compromisos”, dijo, y advirtió que no hay imperativo compensatorio, ya sea de la seguridad nacional, la estabilidad en las relaciones de poder internacionales o la dificultad de superar la inercia política, que justifique su existencia, mucho menos su uso.
La coalición está dirigida por Peter Prove, director de la Comisión de Asuntos Internacionales del Consejo Mundial de Iglesias, Susi Snyder, del Programa de Desarme Nuclear de PAX, e Hirotsugu Terasaki, portavoz de Soka Gakkai Internacional (SGI).
El grupo también incluye al Instituto de Seguridad Global, la Sociedad Islámica de América del Norte, la Iglesia Unida de Cristo, Buddhist Peace Fellowship, Pax Christi Estados Unidos y laIniciativa de las Religiones Unidas.
SGI, uno de los defensores incansables del desarme nuclear, participó en tres conferencias internacionales sobre el impacto humanitario de las armas nucleares realizadas en Oslo, en 2013, en Nayarit, México, en febrero de 2014, y en Viena, en diciembre del mismo año.
También participó en dos diálogos interreligiosos sobre desarme nuclear realizados en Washington y Viena en los últimos dos años, en las cuales los líderes religiosos reclamaron la abolición de todas las armas nucleares.
La actual Conferencia de las Partes de 2015 Encargada del Examen del TNP comenzó el 27 de abril y concluirá el 22 de este mes, posiblemente con un “documento final”, si se adopta por consenso.
La conferencia también conmemora el 70 aniversario de los bombardeos nucleares de Estados Unidos sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki al final de la Segunda Guerra Mundial, respectivamente el 6 y 9 de agosto de 1945.
Desde entonces, la existencia de las armas nucleares obligó a la humanidad a vivir a la sombra de la destrucción apocalíptica, subrayó Welty a los delegados presentes.
Las cinco principales potencias nucleares del mundo son China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia. Los países con capacidad bélica nuclear no declarada son Corea del Norte, India, Israel y Pakistán.
“Su uso no solo destruiría los últimos frutos de la civilización humana, sino que desfiguraría el presente y enviaría las generaciones futuras a un destino sombrío”, añadió.
Desde hace décadas, la obligación y la responsabilidad de los Estados de eliminar estas armas de destrucción masiva están consagradas en el artículo seis del TNP, explicó en nombre de la coalición.
Pero el progreso hacia el cumplimiento de este compromiso, confirmado en reiteradas ocasiones, ha sido demasiado lento y hoy es casi imperceptible, se lamentó.
En cambio, la modernización en curso de los arsenales nucleares del planeta está desviando vastos recursos de los presupuestos gubernamentales limitados, en un momento en que las finanzas públicas están en apuros para satisfacer las necesidades de la seguridad humana, destacó.
“Esta situación es inaceptable y no se puede permitir que continúe”, expresó Welty.
La revista The Economist informó recientemente que todas las potencias nucleares están gastando “generosamente para actualizar sus arsenales atómicos”.
El presupuesto de defensa de Rusia creció más de 50 por ciento desde 2007, y un tercio del total se destina a las armas nucleares, el doble de lo que gasta Francia.
China está invirtiendo en submarinos y baterías de misiles móviles, mientras que Estados Unidos procura que el Congreso legislativo apruebe la modernización de su arsenal nuclear por un valor de 350.000 millones de dólares.
La coalición se comprometió a comunicar en sus respectivas comunidades la naturaleza inhumana e inmoral de las armas nucleares y los riesgos inaceptables que suponen, trabajando dentro y entre sus tradiciones religiosas respectivas para sensibilizar sobre el imperativo moral de abolirlas.
Asimismo, continuará apoyando los esfuerzos internacionales para prohibir las armas nucleares por razones humanitarias y solicitar el pronto inicio de las negociaciones entre los Estados para acordar un nuevo instrumento jurídico que las prohíba.
La coalición también solicitó a los gobiernos que escuchen la voz de los “hibakushas”, los sobrevivientes japoneses de la bomba atómica, que reclaman la erradicación de las armas nucleares, cuyo sufrimiento nunca más debe ser compartido por otra persona, familia o sociedad.
Los gobiernos deben tomar en serio la realidad aclarada por las sucesivas conferencias internacionales sobre el impacto humanitario de las armas nucleares, adoptar medidas concretas que lleven a su eliminación, en consonancia con las obligaciones existentes en el TNP.
También deben apoyar la promesa asumida en la conferencia de Viena y llevar a cabo medidas efectivas para llenar el vacío legal sobre la prohibición y la eliminación de las armas nucleares, exhortó la coalición.
Editado por Kitty Stapp / Traducido por Álvaro Queiruga
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