«Ahora, esta masa anónima,
esta América de color, sombría, taciturna, que canta en todo el
continente con una misma tristeza y desengaño, ahora esta masa es la que
empieza a entrar definitivamente en su propia historia, la empieza a
escribir con su sangre, la empieza a sufrir y a morir. Porque ahora, por
los campos y las montañas de América, por las faldas de sus sierras,
por sus llanuras y sus selvas, entre la soledad o en el tráfico de las
ciudades o en las costas de los grandes océanos y ríos, se empieza a
estremecer este mundo lleno de razones, con los puños calientes de
deseos de morir por lo suyo, de conquistar sus derechos casi quinientos
años burlados por unos y por otros. Ahora sí, la historia tendrá que
contar con los pobres de América, con los explotados y vilipendiados de
América Latina, que han decidido empezar a escribir ellos mismos, para
siempre, su historia.»
Fidel Castro, Segunda Declaración de La Habana, 1962
En la primera parte del presente ensayo se tratará la temática de la
[de]construcción del proyecto de Nuestra América y de la idea de América
Latina desde una nueva mirada sobre la historia, partiendo de la
relación de las experiencias histórico-sociales de dicha región con el
Sistema-Mundo y la Modernidad, para dar lugar a las reflexiones sobre la
«herida colonial» y la problemática de la colonialidad. En un segundo
momento, los análisis y postulados realizados previamente se
relacionarán con el proceso de integración de la Alianza Bolivariana
para los Pueblos de Nuestra América [ALBA], describiendo y analizando
–en forma de apuntes introductorios – su conformación y sus etapas, así
como algunos de sus alcances y limitaciones.
El proyecto de Nuestra América y la idea de América Latina: Una nueva mirada sobre la historia
Para comprender las realidades de los pueblos latinoamericanos resulta
relevante un enfoque histórico y dialéctico, en donde las
interpretaciones y [de]construcciones tradicionales no tienen lugar, ya
que ahora es necesario desaprender. Con respecto a la historia, América
Latina ha sido borrada de la misma; en su lugar se ha impuesto la
historia de Occidente [Europa-EEUU], y la historia de occidente se
resume en la culpabilización de sus victimas, mientras este al perseguir
la culpa se concibe como un victimario heroico e inocente
(Hinkelammert, 1991).
Si bien la historia de occidente y su
relación con las demás regiones del mundo no es monolítica, se pueden
establecer algunas tendencias históricas en periodos de tiempo
concretos, como el fenómeno de la Modernidad, que consiste –a grandes
rasgos– en: “(…) el manejo de la centralidad de Europa en el Sistema-Mundo”
(Dussel, 2008: 27). Dicha centralidad comienza con el proceso
denominado como «Primera Modernidad», que consiste en la expansión
europea hacia el Atlántico a finales del siglo XV y los posteriores
procesos de conquista y colonización en América, África y Asia; para
continuar con la «Segunda Modernidad», que consiste en los procesos de
la ilustración y el desarrollo de la filosofía racionalista durante el
siglo XVII; para dar paso a la «Tercera Modernidad» donde se asienta la
hegemonía angloamericana como un apéndice europeo, desde el siglo XX
hasta hoy (Dussel, 2008). Un punto relevante acá es que los procesos
anteriores tienen como germen y fundamento el desarrollo de un sistema
económico mundial específico: El capitalismo.
Asimismo, la
Modernidad se basa además en la idea de raza y la jerarquía etno-racial
global que atraviesa todas las relaciones sociales existentes tales como
la sexualidad, género, conocimiento, clase, división internacional del
trabajo, epistemología, espiritualidad, etc.; y que generan condiciones
de dominación, explotación y violencia (Montes y Busso, 2007).
Entonces ¿qué relevancia tienen todas estas cuestiones para la
comprensión de las realidades latinoamericanas?, la relevancia recae en
que con el devenir histórico mencionado –y a pesar de que las
administraciones políticas coloniales ya no existen casi en su
totalidad–, las problemáticas han sido internalizadas debido por un lado
a la «herida colonial» que consiste en: “(…) el sentimiento de
inferioridad impuesto en los seres humanos que no encajan en el modelo
predeterminado por los relatos euroamericanos” (Mignolo, 2007: 17), y
por otro lado debido a las relaciones de poder que continúan
reproduciéndose. Al conjunto de relaciones de poder de dominación y
explotación vigentes y discursos encubiertos que han sido
internalizados, se le denomina: Colonialidad. (Mignolo, 2007).
Ahora bien, si se tiene en cuenta lo anterior, cabe preguntarse ¿y donde
entra América Latina en la nueva mirada? Para dar respuesta a la
interrogante son importantes algunas precisiones: En primer lugar,
América nace como idea y constructo geosocial a partir de lo impuesto
por occidente a lo largo del siglo XVI, borrando las concepciones y
cosmovisiones de las y los habitantes originarios del «territorio»
(Quijano y Wallerstein, 1992). En segundo lugar, para mediados del siglo
XIX, la idea de América como unidad comenzó a fragmentarse y nació la
idea de América Latina, que consiste en: “(…) la triste celebración por
parte de las élites criollas de su inclusión en la Modernidad, cuando en
realidad se hundieron cada vez más en la lógica de la colonialidad”
(Mignolo, 2007: 81). Es decir, esta idea pretendía englobar en un marco
uniforme a una región en donde coexistieron –y coexisten– diferentes
sociedades y culturas, en otras palabras: Diferentes realidades; lo cual
implicaba borrar y/o invisibilizar a las no occidentales y sobreponer a
la occidental, la cual había sido internalizada por las élites y
oligarquías criollas. Sin embargo, cabe aportar que el concepto de
América Latina también lo han disputado y utilizado pensadoras y
pensadores críticos, por lo que no puede señalarse como si su criterio
se encontrara absolutamente al “servicio” de occidente [1].
Por
tanto, si bien la idea de América Latina no puede ser descartada
absolutamente de manera que entre en la nueva mirada de la historia,
resulta importante desarrollar otro concepto: El de Nuestra América; el
cual fue explicado por el cubano José Martí a fines del siglo XIX
(Mignolo, 2007). El discurso de Nuestra América consiste en un proyecto
de disenso con respecto a la idea de una América totalmente uniforme, y
de consenso con respecto a las experiencias histórico-sociales de los
pueblos que han sido excluidos y explotados por los imperios
occidentales: Nos une la «herida colonial» y las venas de un continente
que aún continúan abiertas. Por lo que la unión de los pueblos frente al
imperialismo, posibilita la transformación de las realidades. Esta
última concepción es la que tiene una mayor consistencia con la nueva
mirada sobre la historia, porque abre las condiciones de posibilidad
para el cambio social.
Para concluir el primer apartado es
relevante realizar una pequeña reflexión sobre las condiciones de
posibilidad que abre la concepción de Nuestra América. Actualmente, el
tren de la Modernidad coarta a la realidad social como proceso, al
presentar a la colonialidad –y con esta al capitalismo global– como un
destino anónimo contra el que es imposible luchar ya que escapa al
control social ( Žižek , 2008); el discurso moderno
actual es: “O nos adaptamos a él o nos quedamos fuera de la Historia y
resultamos aplastados. Lo único que se puede hacer es intentar que el
capitalismo global sea lo más humano posible, luchar por un «capitalismo
global con rostro humano» (al cabo, tal es –o, más bien, era– el propósito de la Tercera Vía).” (
Žižek, 2008: 472). Justamente frente a esto es donde entran las
condiciones de posibilidad de aceptar el riesgo de abrazar las grandes
decisiones colectivas de los pueblos que realizan pensando y sintiendo
las transformaciones. Transformaciones que implican un cambio de vista
desde la innovación de las instituciones sociales hasta la transmutación
radical de los sistemas políticos y las realidades (Dussel, 2006).
ALBA: Integración alternativa y contingencia
Teniendo como horizonte el apartado anterior, es pertinente adentrarse
en el proceso de integración alternativa de la Alianza Bolivariana para
los Pueblos de Nuestra América [ALBA]. En ese sentido, la integración
regional tradicional dictada desde el centro del Sistema-Mundo tiene
como carácter a las ventajas comparativas, es decir a priorización de la
tasa de ganancia de cada Estado; por lo que sus agendas giran en torno
al comercio internacional y su liberalización, al crecimiento económico y
a las posiciones hegemónicas dentro del sistema. Por otra parte, la
integración regional alternativa creada y propuesta en la periferia
tiene como carácter a las ventajas cooperativas, o sea a la contribución
de la integración al desarrollo colectivo, a la negociación
internacional, al internacionalismo revolucionario y por ende a las
transformaciones estructurales (Espinosa, 2011). Acá lo importante es
recalcar que las relaciones internacionales tradicionales reproducen las
matrices de poder de la colonialidad, mientras las alternativas buscan
superar lo real con la transformación.
Ahora bien, ¿Qué es y
cómo nació el ALBA? El ALBA es un proceso de Integración Regional que
aparece en un primer momento como: Alternativa Bolivariana para las
Américas en el año 2001; en un contexto en donde Nuestra América acaba
de pasar un punto de ruptura con el tiempo continuo, es decir con las
realidades tal y como estaban. Dicho punto de ruptura comienza con el
llamado Caracazo en 1989 y se extiende hasta la sublevación zapatista en
1994, mientras en el Sistema-Mundo se escuchaban los ecos de la caída
del Muro de Berlín y el modelo neoliberal era llevado a su límite; ni
Latinoamérica ni el mundo volverán a ser los mismos. Como parte de dicho
proceso de quiebre, los movimientos y partidos progresistas y
revolucionarios latinoamericanos pasan de la resistencia al poder, es
justo ahí en la III Cumbre de la Asociación de Estados del Caribe en
donde el presidente venezolano Hugo Rafael Chávez Frías propone la
creación de dicho organismo internacional basado en las ideas e intentos
del libertador Simón Bolívar y de otros pensadores que soñaron con el
proyecto de Nuestra América (Espinosa, 2011).
Este nuevo
proceso puede entenderse como: “Una opción de desarrollo en función de
las grandes mayorías populares históricamente explotadas, excluidas y
oprimidas, es una opción emancipadora por la independencia, la justicia
social, la libertad y la equidad, es un ‘salto estratégico’ hacia una
nueva etapa en Latinoamérica, el Caribe y el mundo.” (Espinosa, s/f)
En el corto desarrollo del proyecto pueden identificarse cinco periodos
con sus respectivos acontecimientos [2]: El primer periodo (2001-2004),
que abarca desde su primera formulación hasta su Constitución con la
firma de los primeros acuerdos entre Venezuela y Cuba. El segundo
Periodo (2004-2006), condensa la primera ampliación con la incorporación
de Bolivia y la profundización de la propuesta con el Tratado de
Comercio de los Pueblos [TCP], el nacimiento de TeleSur y la
internacionalización de las Misiones. Continuando con el tercer periodo
(2007), en donde se incorpora Nicaragua y se crea el Banco del ALBA y
las primeras comisiones técnicas junto con la firma del Tratado
Energético (Silva y Martins, 2013). Estos primeros tres periodos
transcurren mientras EEUU continúa con su proyecto Área de Libre
Comercio de las Américas (ALCA), que pretende acentuar el “libre
mercado” regional.
En el cuarto periodo (2008-2009), se realiza
otra ampliación con las incorporaciones de Ecuador, Antigua y Barbuda,
San Vicente y las Granadinas, Dominica y Honduras; asimismo, el proyecto
se transforma en Alianza y se crea el Consejo de Movimientos Sociales,
el Consejo Político del ALBA, el Proyecto Grannacional, el lanzamiento
de la idea del Sistema Unificado de Compensación Regional de Pagos
[SUCRE], y la firma de acuerdos sobre Seguridad y Soberanía Alimentaria.
Por último el quinto periodo (2010-Presente), en donde se realiza la
adhesión de Haití, Surinam y Santa Lucía, y se toma la decisión de crear
el Consejo de Defensa del ALBA, y la tarea de enfrentar el gran reto
histórico de construir una base económica independiente y socialista
(Silva y Martins, 2013).
Parte de las dinámicas regionales
dentro del ALBA, han consistido en relaciones basadas en las ventajas
cooperativas, como por ejemplo la redistribución de la renta petrolera
de Venezuela a cambio de los servicios de Salud y el conocimiento
científico y educacional de Cuba; así como la reorientación implícita de
la estrategia de desarrollo para la satisfacción de las necesidades
básicas. Además, el ALBA se posiciona como una desconexión entre los
precios de conveniencia de las mercancías intercambiadas y la capacidad
de compra de los socios comerciales, adaptándose a las capacidades
disponibles de su contraparte por medio de acuerdos compensatorios
(Katz, 2006).
Otro aspecto a señalar consiste en el relativo
consenso político que se ha logrado conseguir, esto se evidencia en los
pronunciamientos y en las decisiones tomadas en las Cumbres y en el
Consejo Político del ALBA. Por ejemplo, el repudio al Golpe de Estado en
Honduras en 2009 que trajo consigo la salida de dicho país; así como la
denuncia de la ocupación militar gringa en Haití luego del terremoto de
2010. Además, el ALBA se ha presentado como bloque en distintos
espacios como la Cumbre Mundial sobre Medio Ambiente realizada en
Copenhague en 2009.
Sin embargo, todo proceso si es tomado
seriamente necesita la autocrítica, por tanto es perentorio señalar
también sus limitaciones. Una de las principales limitaciones hasta el
momento es la llamada «dualidad», que consiste en la relación de los
países que conforman el ALBA con otros procesos de integración, es decir
algunos juegan un doble papel estructural que es algo complejo; por
ejemplo: Nicaragua forma parte de los acuerdos del ALBA en donde se
realiza una acometida frente a las injusticias de los Tratados de Libre
Comercio, mientras al mismo tiempo es parte del CAFTA-DR y no ha
realizado ni siquiera el planteamiento de renegociación (Briceño, 2011).
Dicho fenómeno de «dualidad» es una de las caras de la problemática de
las estructuras del ALBA que aún tiene limitaciones con la toma de
decisiones colectivas que vinculen a todas las partes integrantes. Acá
cabe rescatar que las transformaciones radicales y por tanto lo nuevo,
no nacen de la noche a la mañana, sino que consisten en procesos llenos
de avances, contradicciones y retrocesos que son propios de la
dialéctica social.
Por último, a modo de conclusión, resulta
pertinente dirigir el análisis hacia la contingencia del proceso; es
decir, hacia las condiciones de posibilidad que abren el camino a la
transformación de las realidades de Nuestra América. En ese sentido, el
ALBA ha contribuido al debate sobre un modelo de integración propio de
las realidades latinoamericanas y su memoria histórica [la nueva
mirada], las cuales busca trascender, o sea busca abrir otras
posibilidades de lo real. Asimismo, ha ayudado a la transformación, por
medio de la politización y la organización de los pueblos que van
decidiendo “sobre la marcha” las construcciones de otros mundos
posibles, más justos, más democráticos y más solidarios.
Notas
[1] Para profundizar el tema ver La idea de América Latina: La herida colonial y la opción decolonial (2007) de Walter Mignolo, publicado por Gedisa. [2] Para profundizar el tema de los acontecimientos y alcances concretos del proceso de integración alternativa del ALBA en cada uno de sus respectivos periodos, consultar: América Latina y el Caribe: ALBA: ¿Una nueva forma de Integración Regional? (2011) de Altmann, J. (Ed.), publicado por FLACSO.
Bibliografía
Briceño, J. (2011). El ALBA como propuesta de Integración Regional. En: Altmann, J. (Ed.). (2011). América Latina y el Caribe: ALBA: ¿Una nueva forma de Integración Regional? Buenos Aires: FLACSO.
Busso, H y Montes, A. (2007). Entrevista a Ramón Grosfoguel. Revista Polis de la Universidad de Los Lagos de Chile, 18 (1).
Dussel, E. (2006). 20 tesis de política. México: Siglo XXI.
Dussel, E. (2008). Marx y la modernidad: Conferencias de la Paz. Bolivia: Ediciones Rincón.
Espinosa, E. (2011). El ALBA: Teoría y práctica de la Integración Regional. En: Altmann, J. (Ed.). (2011). América Latina y el Caribe: ALBA: ¿Una nueva forma de Integración Regional? Buenos Aires: FLACSO.
Espinosa, E. (s/f). El ALBA: Un camino hacia el desarrollo. La Alternativa Bolivariana para América. Disponible en: http://www.flacso.uh.cu/sitio_
Hinkelammert, F. (1991). Sacrificios humanos y sociedad occidental: Lucifer y la bestia. San José: DEI.
Katz, C. (2006). El rediseño de América Latina: ALCA, MERCOSUR y ALBA. Buenos Aires: Ediciones Luxemburg.
Mignolo, W. (2007). La idea de América Latina: La herida colonial y la opción decolonial. Barcelona: Gedisa.
Quijano, A y Wallerstein, I. (1992). A mericanidad como concepto , o las Américas en el sistema- mundo moderno. Revista Internacional de Ciencias Sociales, 134 (1), 549-556.
Silva, C y Martins, C. (Coord.).(2013). Nuevos Escenarios para la Integración en América Latina. Santiago de Chile: CLACSO.
Žižek, S. (2008). En defensa de causas perdidas. Madrid: Akal.
Mauricio Sandoval Cordero. Estudiante de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica
FUENTE ORIGINAL REBELION.ORG: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=176580&titular=alba:-la-contingencia-del-proceso-de-integraci%F3n-alternativa-de-nuestra-am%E9rica-
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