Desde septiembre de 2012 la directora de la Escuela Nº66 “Bartolito
Mitre”, de Costa Uruguay Sur, convive con veneno en su cuerpo, producto
de una fumigación ilegal. Con problemas neurológicos, insecticida y
glifosato en su organismo, la docente piensa en internarse.
Aunque parezca una broma de mal gusto, después de tres años de
padecimientos, idas y venidas, Estela Lemes, directora de la Escuela
Nº66 “Bartolito Mitre”, continúa sin respuestas concretas. En enero,
después de varios estudios, le informaron que tenía 1.8 de glifosato
en el cuerpo, la ART continúa sin darle respuestas –pese a que el
padecimiento por el que pasa fue causado por la fumigación ilegal de un
campo lindero a la escuela en horas laborales- y, ahora, es probable que
tenga que internarse.
ElDía dialogó con la docente, quien informó
que la Justicia se contactó con ella a través de un subdirector de la
Unidad Fiscal para la Investigación de Delitos Contra el Medio Ambiente
(UFIMA), quien “le pidió al Juez que continúe con la investigación”,
según le indicó telefónicamente.
“Había trascendido que la causa
se cerraba, porque no había pruebas suficientes, supuestamente. Pero
este llamado desde la UFIMA contradice esta versión”,expresó.
Con
respecto a su estado de salud, dijo que está realizando un tratamiento
médico en el Centro de Neurología y Recuperación Psicofísica (Cener) de
Galarza. “Tengo un problema neurológico a causa del insecticida que me
encontraron en la sangre por la aplicación del 2012. Estoy
en tratamiento médico, además de la medicación tengo que hacer
kinesiología”, contó.
El insecticida en la sangre –que se había descubierto antes de la aparición del estudio que determinó la presencia del glifosato-
le afectó el sistema neurológico, por lo que se marea asiduamente y
pierde el aire con frecuencia, y los músculos de brazos y piernas, que
le duelen permanentemente. En este sentido, Lemes indicó que evalúa la
posibilidad de internarse en el Cener: “No quiero dejar de trabajar,
todo lo contrario. Pero es complicado conseguir turnos diarios de
kinesiología en Gualeguaychú, por lo que me voy a internar para hacer un
tratamiento intensivo, para no llegar a sufrir una atrofia muscular”.
Por
otro lado, más allá de la cuestión judicial y el tratamiento específico
al que se está sometiendo, la docente debe luchar también con la ART,
que se desentendió del caso.
“La semana pasada, mis abogadas
mandaron un telegrama al Consejo de Educación, al Ministerio de
Educación y a la ART para que se hagan cargo y lo tomen como una
enfermedad de riesgo de trabajo. Yo nunca trabajé en otro lado,
solamente en una escuela de Islas del Ibicuy, pero ahí no se fumigó
nunca; me vine acá hace 15 años y es en el único lugar que me pude haber
pescado esto que tengo”, agregó, con preocupación.
Fue septiembre de 2012 la fecha que le cambió totalmente la vida a esta maestra rural. Si bien no eran nuevas la fumigaciones,
“antes avisaban y nosotros sabíamos que tal día a tal hora iban a
fumigar”, pero ese día, que fue determinante para su futuro, no lo
hicieron.
“Nunca antes había estado tan expuesta al veneno. Ese
día salí al patio, no sabía que iban a fumigar tan cerca de la escuela, y
bueno… ahora tengo que lidiar con todo esto”, lamentó la docente, al
tiempo que informó que si bien las fumigaciones continúan, ahora -al menos- las realizan con aviso previo.
El glifosato es cancerígeno
El año pasado, lo confirmó la Organización Mundial de la Salud (OMS).
A
través de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el
Cáncer (Iarc), dependiente de la OMS, se declaró a cinco pesticidas como
cancerígenos “posibles” o “probables”. El herbicida glifosato (sustancia activa del Roundup de Monsanto,
uno de los herbicidas más vendidos) y los insecticidas diazinón y
malatión han sido clasificados como “probablemente cancerígenos para los
humanos”.
En la Argentina se usan unos 300 millones de litros de
glifosato en 28 millones de hectáreas, especialmente en las que se
produce soja.Ecoportal.net
El Día Online
http://www.eldiaonline.com
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