Los resultados en cascada de los Sistemas Participativos de Garantía
(SPG) Había una vez un mundo en el que se cultivaban los alimentos y
otro en el que se consumían. Para explicar al segundo las formas de
producción era necesario mandar la información en cohetes, hasta que
algunos habitantes de un mundo y de otro empezaron a juntarse, a hablar y
a organizarse.
El pasado mes de noviembre, en Valencia, participamos en la
organización, junto a CERAI y la Plataforma per la Sobirania Alimentària
del País Valencià, de un encuentro estatal de Sistemas Participativos
de Garantía (SPG). Esta es una forma un poco compleja de nombrar lo que
pasa cuando, en un territorio concreto, un grupo de iniciativas
productivas se organiza para autocertificarse sobre criterios
agroecológicos con la complicidad de otras partes, especialmente de
quienes consumen sus productos.
Y puede que si suena complejo, sea
porque lo es. Pero una complejidad en positivo, que surge de una mirada
despierta y amplia, cuando entendemos la acción de producir y de
consumir alimentos no como acciones desconectadas y estancas, sino como
parte de un sistema de relaciones con la naturaleza y con las personas, y
entendemos que con ellas realizamos una incidencia, un efecto del que
nos corresponsabilizamos y que queremos observar y trabajar
colectivamente. Una mirada que probablemente la agroecología nos ha enseñado, abriéndose paso sobre la cortedad de miras del sistema alimentario capitalista.
En
este encuentro tuvimos la oportunidad de sumergirnos en los debates de
nueve grupos que, bajo diferentes condiciones y tiempos, caminan estos
procesos que empiezan a transformar las lógicas de funcionamiento del
sector. ¿Cómo son en lo cotidiano? ¿Qué retos se les presentan?
CERTIFICAR PARA COMUNICAR
Las
formas alternativas de certificación surgieron hace ya tiempo y no es
la primera vez que las tratamos en esta revista. La certificación
ecológica oficial muchas veces se percibe como un elemento ajeno, no
integrado en las lógicas que se manejan desde la soberanía alimentaria,
al estar pensada desde un sistema de mercado diferente, el de la
especialización y los interminables eslabones (de hecho, vemos cada vez
más estos sellos en marcas multinacionales que lanzan «líneas
ecológicas»). Sus burocracias pesan y, a menudo, no se adaptan a las
formas de producción agroecológicas, que, por ejemplo, en la finca
manejan una biodiversidad
subversiva que no encaja en formularios. También pueden ser muy
cuestionables sus criterios, por insuficientes y por no adaptarse a las
particularidades de cada circunstancia.
Por otro lado, cuando se
hace uso de canales cortos de comercialización e incluso se establecen
relaciones directas con gran parte de las personas que adquieren lo que
producimos, el sello oficial puede dejar de tener sentido. ¿Por qué
íbamos a fiarnos más de esa maquinaria burocrática anónima que de la
campesina que conocemos o de la que tanto hemos oído hablar?
Sin embargo, la agricultura
ecológica sigue siendo «la otra agricultura». Puede que por eso, y por
la tendencia a desconfiar que nos ha enseñado la sociedad capitalista,
necesitemos «garantías». Bien, pues construyámoslas desde abajo y
horizontalmente.
Y ahí es donde nos situamos: personas productoras
que coinciden en sus dudas sobre el sello oficial, dispuestas a
construir juntas una garantía diferente, propia, que se adapte mejor a
su filosofía y que mejore su acceso al mercado. En la gran mayoría de
los casos, invitan a participar a personas y grupos que adquieren
regularmente sus productos, e incluso a veces también a colectivos
locales implicados en la transformación social, que pueden aportar
metodologías y herramientas. Así, establecen sus propios criterios sobre
qué consideran ecológico y a partir de ahí diseñan formas de
autoevaluarse: cuestionarios, visitas, registros, etc. y formas de
comunicar e informar («educar», decían muchas de las participantes en el
encuentro) a la ciudadanía: vídeos, páginas web, folletos, charlas,
visitas, jornadas de trabajo, actividades lúdicas, visibilización en
mercados...
Durante la organización del encuentro se hizo una
consulta a los SPG sobre los temas que consideraban importante abordar
en los talleres de trabajo. Los temas priorizados resumen muy bien lo
que un SPG significa: construcción de confianza, relaciones e incidencia
política.
COMUNICAR PARA TRANSFORMAR
Todo se
construye desde espacios de participación horizontal; espacios de
encuentro nuevos, entre personas que de otra manera podrían no haberse
conocido y mucho menos reflexionar juntas. Porque la razón de ser de
estos espacios no es otra que poner en común qué entendemos por agroecología,
qué se quiere conseguir y transmitir, provocando así un debate muy
valioso que cuestiona todo el proceso productivo desde diferentes puntos
de vista.
En este marco, y fruto de ese diálogo permanente, se
toman decisiones y se van diseñando y construyendo poco a poco los
pilares, la estructura y las tareas del SPG; un edificio que no es
rígido, que debe estar dispuesto a ir modificándose y ser como un
organismo que va creciendo y adaptándose. Las guías de las visitas a
fincas, una herramienta que a menudo se utiliza, donde se plasman los
aspectos que quieren conocerse, se pusieron como ejemplo: van cambiando,
no serán las mismas dentro de dos años, porque con la puesta en
práctica colectiva se aprende y ese aprendizaje ha de incorporarse. Y
como un organismo, el crecimiento debe ser pausado, a su propio ritmo,
porque un crecimiento descontrolado puede provocar desequilibrios en
forma de conflictos.
A raíz de ponerse en el papel de las personas
que consumen, surgen muchas preguntas y algunas se trasladaron a los
debates del encuentro: ¿Nos adaptamos demasiado a sus exigencias?,
¿estamos sabiendo explicar correctamente nuestro trabajo para que pueda
ser valorado?, ¿hasta qué punto somos responsables de transmitir esto?
Con suerte, en las reuniones de los SPG hay quien puede dar su opinión
desde el otro lado, que argumenta desde una posición de consumo
consciente que, al comprar, busca coherencia con sus ideales y
filosofía. Lo mismo que busca quien produce, pero además ha de poder
vivir de su trabajo.
Si lo pensamos bien, estos espacios de
conocimiento mutuo y discusión son muy escasos en las dinámicas
convencionales de producción-distribución-consumo. Uno de sus lugares
naturales pudo ser la cooperativa agraria o el mercado, pero ¿qué cooperativas
tenemos ahora?, y ¿qué mercados? Puede que los SPG estén llenando un
vacío muy importante para el empoderamiento del sector en lo relativo a
la soberanía alimentaria.
En
cualquier caso, lo importante, se dijo en el encuentro, es estimular a
la ciudadanía y que tome parte y, a partir de ahí, lo que surja, ya que
el problema es la pasividad social. Porque de los SPG han salido muchas
iniciativas: jornadas abiertas, mercados locales, actividades en centros
de enseñanza, interlocución con las administraciones públicas... e
incluso este encuentro de experiencias a escala estatal.
TRANSFORMAR HACIA FUERA ES TRANSFORMAR HACIA DENTRO
En
los dos días del encuentro, puede que una de las cosas que se
destilaron más fue la capacidad de los SPG para interpelarnos en lo
personal, concretamente sobre la manera en la que nos movemos
colectivamente, las maneras de cuidarnos y las capacidades de cada cual
para asumir funciones en momentos concretos.
En los grupos de SPG
se encuentran perfiles muy diversos (en el ámbito profesional, de edad,
de prioridades...), por lo que es particularmente importante prestar
atención a la comunicación y conocer el nivel de compromiso de cada
persona.
Los espacios y las responsabilidades que se generan en un
SPG, requieren actitudes que normalmente no hemos aprendido a
desarrollar o perfeccionar: escuchar, ceder en nuestros
posicionamientos, asumir y manejar nuestros prejuicios, tener empatía...
La presencia en el encuentro de algunas compañeras de organizaciones
campesinas de Bolivia y su forma de entender el trabajo colectivo sirvió
como espejo. En nuestra sociedad tenemos, en general, una enorme falta
de educación organizativa, fruto del individualismo. Este es uno de los
retos más importantes que se afrontan desde los SPG y, por ejemplo, en
el caso de Ecollaures, en Valencia, ser conscientes de ello les motivó a
apostar por una formación sobre facilitación de grupos, con una
actividad final de convivencia que consideran que supuso un antes y un
después para el proceso.
Algo de lo que también se habló en el
encuentro fue de cómo en muchos lugares la transformación del campo con
la revolución verde hizo que la competencia se acentuara en el sector
agrario, y se perdiera mucha comunicación y cooperación entre personas
productoras. La falta de comunicación se da también entre modelos
productivos diferentes en un mismo territorio. Estas rencillas, que a
veces se cargan de generaciones anteriores, en algunos casos están
superándose con las redes que se generan en los SPG, que a menudo
trascienden a sus integrantes y provocan acercamientos entre personas
que no participan en ellos pero que se mueven en la misma zona. Por otra
parte, algunos SPG han conseguido ser un punto de dinamización y
encuentro para los nuevos proyectos productivos, especialmente de
personas jóvenes, que encuentran asesoramiento, redes de apoyo y
motivación.
Poner en marcha un SPG en un territorio supone activar
multitud de procesos transformadores, los más importantes puede que se
nos escapen y solo sean visibles a largo plazo. Con esta enorme
potencialidad que vemos solo al asomarnos, ¿quién se acuerda ya de que
el objetivo es certificarse?.
II Encuentro de Sistemas Participativos de Garantía
Tras
el fructífero primer encuentro que tuvimos en Valencia, hemos
coincidido en el deseo de celebrar un encuentro con carácter anual en el
ámbito peninsular. El siguiente ya tiene fecha y será coordinado por el
SPG A Gavela.
El encuentro será entre los días 16 y 18 de junio, paralelamente con el VI Congreso Internacional de Agroecología
que se celebrará en la Universidad de Vigo. Esperamos congregar a
personas interesadas en crear redes e intercambiar experiencias para
nutrirnos mutuamente en torno a sistemas que fomenten el fortalecimiento
de lazos entre los agentes sociales que forman parte de la cadena
alimentaria, tanto desde la producción como del consumo, pasando por los
intermediarios, para profundizar en la soberanía alimentaria, apoyarnos y reafirmarnos en nuestros respectivos proyectos.
Trataremos
de visitar alguna experiencia, de compartir tiempo para el diálogo
fructífero, además de abordar temas que nos preocupan, como la
legitimación o la forma de llegar a un precio justo, pasando por la
necesidad de participar en la conservación de las variedades
tradicionales, etc.
Más información en http://spg.saramaganta.info.
Patricia Dopazo Gallego - Associació Perifèries
PARA SABER MÁS- Puede consultarse la sistematización del encuentro. Disponible en PDF
- Eva Torremocha, «Menos burocracia, más confianza». Disponible en el número 8.
Ecoportal.net
Revista Soberanía Alimentaria
http://soberaniaalimentaria.info/
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